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HISTORIA

DE

UN VIAJE DE SEIS SEMANAS

A TRAVÉS DE

UNA PARTE DE FRANCIA, SUIZA, ALEMANIA Y HOLANDA

CON CARTAS DESCRIBIENDO

UN VIAJE A VELA ALREDEDOR DEL LAGO DE GINEBRA

Y LOS GLACIARES DE CHAMOUNI

por

MARY SHELLEY

Y

PERCY BYSSHE SHELLEY

PREFACIO

Nada puede ser menos pretencioso que este pequeño volumen. Contiene el relato de algunas visitas circunstanciales por parte de un grupo de jóvenes a parajes que ahora resultan tan familiares a nuestros compatriotas, que pocos hechos relativos a ellos puede esperarse que les hayan pasado por alto a los mucho más experimentados y precisos observadores que han dado sus diarios a la prensa. De hecho, los autores han hecho poco más que poner en orden el escaso material que un imperfecto diario, junto a dos o tres cartas a sus amigos de Inglaterra, permitían. Lamentan, puesto que su pequeña historia va a ser puesta en manos del público, que tales materiales no fueran más copiosos y completos. Se trata de un justo motivo de censura para aquellos menos inclinados al deleite que a la condena. Aquellos cuya juventud se ha pasado (no importa con cuánto éxito) persiguiendo, como la golondrina, el verano inconstante de gozo y belleza que sirve de atavío a este mundo visible, acaso encuentren algún entretenimiento en seguir a la autora, junto a su marido y hermana, a pie, a través de parte de Francia y Suiza, y en navegar con ella corriente abajo por el Rin flanqueado de castillos, a través de parajes hermosos por sí mismos, pero que, desde que ella los visitara, un gran Poeta ha vestido con la lozanía de una naturaleza divina. Estarán interesados en recibir noticia de alguien que ha visitado Mellerie[1], y Clarens, y Chillon, y Vevai[2] lugares clásicos, habitados con la tierna y gloriosa imaginación del presente y el pasado.

Acaso nunca hayan hablado ellos con alguien que ha contemplado en el entusiasmo de la juventud los glaciares, y los lagos, y los bosques, y los manantiales de los poderosos Alpes. Y tal vez disculpen las imperfecciones de la narración por la simpatía que puedan suscitar las aventuras y los sentimientos de que da cuenta, y una cierta curiosidad ante paisajes ya reconocidos como interesantes e ilustres.

El Poema, titulado Mont Blanc, fue escrito por el autor de las dos cartas escritas desde Chamouni[3] y Vevai. Fue compuesto bajo la inmediata impresión de los hondos y poderosos sentimientos suscitados por los objetos que intenta describir; y en tanto que indisciplinado desbordamiento del alma, hace descansar su pretensión de aprobación en el intento de imitar la indomable fiereza e inaccesible solemnidad de la que brotaron tales sentimientos.

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Hace ahora casi tres años desde que este Viaje tuvo lugar, y el diario que llevé entonces no resultó muy copioso; pero con tanta frecuencia he hablado sobre los incidentes que nos acontecieron, e intentado describir el paisaje a través del cual pasamos, que creo que serán omitidos pocos sucesos de interés.

Partimos de Londres el 28 de julio de 1814, en el día más caluroso que se haya conocido en muchos años por estos pagos. No soy una buena viajera, y calor tal me produjo un serio malestar, hasta que, al llegar a Dover, me refresqué con un baño de mar. Como teníamos un gran anhelo por cruzar el canal con la mayor rapidez posible, no pudimos esperar al paquebote del día siguiente (siendo entonces en torno a las cuatro de la tarde) y alquilamos un pequeño bote, resueltos a realizar la travesía esa misma tarde, ante la promesa del patrón de llevarla a efecto en dos horas.

[1]. Actualmente Meillerie.

[2]. Actualmente Vevey.

[3]. Chamonix. Se ha conservado la forma original en la traducción por ser característica de los Shelley.