9788498976830.jpg

Eugenio María de Hostos

Ensayos

Créditos

ISBN rústica: 978-84-9816-595-1.

ISBN ebook: 978-84-9897-683-0.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 9

La vida 9

Ensayos 11

José de San Martín 13

La abolición de la esclavitud en Puerto Rico 15

I 15

II 17

III 18

IV 20

V 23

VI 25

VII 27

El día de América 31

I 32

II 33

III 33

IV 36

La educación científica de la mujer 39

El cholo 47

Ayacucho 51

I 51

II 52

III 53

IV 54

V 56

Es poesía tener ojos en la cara 59

Hamlet 61

Introducción 61

Generalidades 61

Polonio 62

Laertes 66

Claudio 67

Gertrudis 70

Ofelia 73

El Príncipe 77

Exposición. La acción 84

Desarrollo 94

El monólogo 99

Diálogo 101

Desarrollo 102

Desenlace 108

Conclusión 110

Ofelia en Hamlet 113

Loa a mamá 117

Las doctrinas y los hombres 121

Libros a la carta 125

Brevísima presentación

La vida

Eugenio María de Hostos (1839-1903). Puerto Rico.

Nació en Mayagüez en 1839 y murió en Santo Domingo en 1903. Hizo sus estudios primarios en San Juan y el bachillerato en España en Bilbao. Estudió además Leyes en la Universidad Central de Madrid. Siendo estudiante luchó en la prensa y en el Ateneo de Madrid por la autonomía y la libertad de los esclavos de Cuba y de Puerto Rico. Y por entonces publicó La peregrinación de Bayoán novela crítica con el régimen colonial de España en América.

Entre 1871 a 1874 Hostos viajó por Colombia, Perú, Chile, Argentina y Brasil. En Chile publicó su Juicio crítico de Hamlet, abogó por la instrucción científica de la mujer y formó parte de la Academia de Bellas Letras de Santiago. En Argentina inició el proyecto de la construcción del ferrocarril trasandino.

En 1874 dirigió con el escritor cubano Enrique Piñeyro la revista América Ilustrada y en 1875, en Puerto Plata de Santo Domingo, dirigió Las Tres Antillas, con la pretensión de fundar una Confederación Antillana.

Hacia 1879 se estableció en Santo Domingo y allí redactó la Ley de Normales y en 1880 inició la Escuela Normal bajo su dirección. A su vez, dictaba las cátedras de Derecho Constitucional, Internacional y Penal y de Economía Política en el Instituto Profesional.

Tras el cambio de soberanía de Puerto Rico en 1898 pretendió que el gobierno de Estados Unidos permitiera al pueblo de Puerto Rico decidir por sí mismo su suerte política en un plebiscito.

Decepcionado volvió a Santo Domingo donde murió en 1903.

Ensayos
José de San Martín

Ensayos Biográficos en sus «Hombres de América»

San Martín fue argentino por la cuna; pero era un hombre de Esparta por sus hábitos. Ningún hombre más sencillo, ni tampoco, más severo; ninguno más sobrio de palabras, pero tampoco más pródigo de su persona; ninguno más astuto en su prudencia, pero ninguno más imprudente en su deber. Visto en la hermosa estatua ecuestre que le ha consagrado agradecida Chile, parece un hombre de otros tiempos; tanto en su figura atlética, en su rostro enjuto, en sus ojos fríos, se denota la indiferencia por todo lo que es vano, y la atención exclusiva a lo que constituye el propósito de su existencia.

San Martín tenía mejor vista que los otros, y había visto que, a pesar del denuedo y de la excelente organización de los patriotas chilenos, éstos iban a tener que cejar. Y San Martín quiso ponerse a tiempo en acecho del acontecimiento y en espera de los perseguidos que habían de tener que pedir auxilio.

Y en efecto, fueron; y en efecto, les prestó San Martín el auxilio y la expedición chilena y argentina cayeron como un alud irresistible desde lo alto de la cuesta e hicieron con los españoles lo que hace el alud con lo que encuentra.

Esa gran batalla de Chacabuco, que hizo dueños de Chile a los chilenos, no duró más que un momento: el necesario para aplastar. El otro paso de San Martín fue tan meditado como los anteriores. Se trataba nada menos que de poner al servicio del Perú, todavía esclavo, las fuerzas de Chile, todavía no por completo independiente. Verdad es que San Martín tuvo en su favor el espíritu chileno, espíritu varonil y generoso, y verdad es también que sus primeros auxiliares eran O´Higgins y otros padres de la patria chilena; pero no es menos verdad que sin la deliberada constancia de San Martín, ni Chile ni San Martín hubieran ido a emancipar al Perú. Pero fueron y lo emanciparon; tanta gloria como a Chile por su virtud y heroísmo, tocó a San Martín por su heroísmo y su virtud.

El virreinato del Perú era una presa demasiado rica para que los españoles la soltaran fácilmente, así es que batallaron como perros de presa que están aferrados a la carne. Y tanto batallaron que Bolívar, ya seguro de Venezuela, y olfateando la gloria que tanto le embriagaba, decidió comprometer a las recién emancipadas esclavas del Norte en la emancipación de la esclava del Sur. Ya en camino se encontró con que los habitantes del Ecuador estaban todavía bajo las garras del león y en Pichincha lo arrojó del Ecuador.

Para entonces había San Martín meditado el más misterioso de sus pasos en la historia: había meditado su entrevista con Bolívar. Para verificarla, tuvo que salir de Lima y presentarse en Guayaquil. Allí fue donde se vieron, se hablaron, se comprendieron y se separaron los dos hispanoamericanos que más habían influido en la independencia del continente del Sur.

Aquella entrevista de Guayaquil promovió el paso más trascendental de San Martín: San Martín, libertador del Perú, libertador de Chile, soldado benemérito de la independencia de su patria, la hoy República Argentina, protector, o sin eufemismo, árbitro absoluto de los destinos del Perú, estaba antes y después de la entrevista de Guayaquil, en aptitud de ser opositor omnipotente de los designios de Bolívar. Pero en vez de la obra de mal en que pudiera ser admirado por todas las posteridades, prefirió la obra de bien que la posteridad no había ni siquiera de entender.