PRIMERA EDICIÓN EN REY LEAR, MARZO de 2012
Edita: REY LEAR, S.L.
www.reylear.es
© Pollux Hernúñez, 2012
Derechos exclusivos de esta edición en lengua
española
© REY LEAR, s.l.
Alberto Alcocer, 46 - 3° B
28016 Madrid
ISBN: 978-84-939799-4-2
Diseño y edición técnica: Jesús Egido
Corrección de pruebas: Pepa Rebollo
Producción: REY LEAR
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LIBRO SIN LIBRO, 2012
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ADVERTENCIA
HACE
YA ALGUNOS AÑOS (en 1998), Alicia Mariño me invitó a
participar en un curso que, bajo el título «Lo fantástico en las
letras universales», dirigía en la Universidad Internacional
Menéndez Pelayo de Barcelona. En él participaban también José María
Merino, Luis Alberto de Cuenca, Emilio Pascual y otros
especialistas. Mis únicas credenciales para estar allí eran haber
escrito en la década anterior dos libritos sobre seres fantásticos.
Pero no quise volver a ellos, sino ahondar en algo que desde
siempre me había fascinado: «La ciencia ficción avant la
lettre».
Tres años después, José María Merino, que
dirigía un encuentro sobre «Literatura fantástica y otras
expresiones de lo imposible» en la sede santanderina de la misma
universidad, me invitó a retomar el tema y allá fui, junto a
Alicia, Luis Alberto, Joan Perucho, Cristina Fernández Cubas, Juan
Pedro Aparicio y otros, a leer un texto similar titulado «Ciencia
ficción antes de la ciencia ficción».
José María quería verlo impreso y no cejó
hasta que no se publicó, por sus buenos oficios, en Jabberwock
1, Anuario de ensayo fantástico (Bibliópolis, 2005). Y ahora
es él también quien ha propiciado su publicación, pues se lo
transmitió a Jesús Egido, que ha tenido a bien incluirlo en esta
colección, adornándolo con ilustraciones. La dedicatoria, con mi
más profundo agradecimiento, no podía estar más justificada.
Lo he retocado para la ocasión, pero sigo
siendo consciente de las limitaciones de un trabajo tan breve y
esquemático, y de que, profundizando en el tema, podrían escribirse
muchísimas más páginas. Pero confío en que sean suficientes para
alertar al lector del alcance de la ciencia ficción ante
litteram, esperando que animen tal vez a algún joven
investigador a explorar ese aspecto de la ficción «científica» que
late en las entrañas de la literatura de todos los tiempos.
P
H
I
PRELUDIO
EN
CINCO DÍAS monté la estructura de la nave, en forma de cubo:
3.600 m2 cada superficie, 60 m cada lado; luego,
construyendo seis pisos, lo dividí en siete niveles, cada uno de
los cuales repartí en nueve compartimentos; luego puse clavijas en
los flancos, lo doté de ganchos y coloqué el armamento. Puse a
cocer 10.800 litros de asfalto para hacer brea y calafatearlo. El
séptimo día por la tarde, la nave estaba terminada.
ME HE ELEVADO desde la cámara seshet, como el
halcón dorado que sale de su huevo. Vuelo, aterrizo [o revoloteo en
el aire] como un halcón con el dorso de siete codos cuyas alas son
como la madresmeralda del Sur. Me he elevado de la Barca Sektet y
mi corazón me lo han traído desde un monte del Este. He aterrizado
en la Barca Atet y allí me han sido llevados quienes moran en su
substancia y se inclinaron ante mí en señal de homenaje. Me he
elevado, me he recogido como un hermoso halcón dorado con la cabeza
del Bennu.
ESTABA FABRICANDO veinte trípodes para adosarlos
a las paredes del vestíbulo [de su palacio de bronce]. En cada pata
había instalado unas ruedas de oro, de manera que las mesas podían
trasladarse automáticamente hasta la asamblea divina para asombrar
a la concurrencia y volver a casa por sí mismos [...] Unas
sirvientas hechas de oro se apresuraron a ayudar a su señor.
Parecían muchachas de verdad y no sólo podían articular palabras y
mover brazos y piernas, sino que poseían inteligencia y podían
realizar tareas manuales.
Y ALLÍ VIO MUCHAS COSAS maravillosas, entre ellas
un caballo de bronce, hueco y con puertecillas, a través de las
cuales vio a un hombre al parecer muerto y de estatura mayor que la
humana. Estaba desnudo y sólo tenía, en un dedo, un anillo de oro.
Se lo quitó y salió [...] Habiéndose sentado con sus compañeros,
movió inadvertidamente el engaste del anillo hacia el interior de
la mano e instantáneamente se volvió invisible, de modo que sus
compañeros empezaron a hablar de él como si se hubiera marchado.
Estupefacto, empezó a manipular el anillo y, al girar el engaste
hacia fuera, se volvió visible otra vez.
Estos cuatro textos, que muy bien podrían
haber salido de la ágil y fecunda pluma de algunos de los
especialistas de la ciencia ficción contemporánea, son bastante más
antiguos:
el primero
tiene más de 3.700 años y describe la nave gigantesca en forma de
cubo perfecto que el héroe sumerio Gilgamesh fabrica en una semana
para hacer frente al Diluvio Universal;
el segundo,
escrito en Egipto hace unos 3.400 años, procede de la recensión
tebana del Libro de los muertos y recoge el pasaje de la
transformación de Osiris Ani en un halcón de oro capaz de
volar;
el tercero
procede de la Ilíada, es decir de hace unos 2.800 años, y presenta
a Hefesto fabricando unos trípodes automóviles y asistido por
robots de oro en forma de muchachas que hablan y piensan;
el último
texto lo escribió Platón en su República hace casi 2.400 años, y el
hombre que se hace invisible es Giges, un pastor que, abusando de
los poderes de su anillo, seduce a la reina de Lidia, mata al Rey y
se queda con el trono.
Podríamos continuar
citando largamente textos antiquísimos con elementos de alguna
manera emparentados con la temática de la ciencia ficción que
conocemos, pero, por un lado, estos son suficientes como
introducción y, por otro, se me podrá objetar que nada de eso es
ciencia ficción. ¿Qué es la ciencia ficción?