PRIMERA EDICIÓN EN REY LEAR, SEPTIEMBRE de 2008
(Basada en la serie de reportajes publicados en DIARIO 16 del 19 al
25 de julio de 1987)
Edita:
REY LEAR, S.L.
www.reylear.es
© Ignacio Carrión, 2008
www.ignaciocarrion.com
Derechos exclusivos de esta edición en lengua
español
© REY LEAR, S.L.
Alberto Alcocer, 46 -3º B
28016 Madrid
© Ilustración de cubierta, Fernando Vicente,
2008
ISBN: 978-84-940149-1-8
Diseño y edición
técnica: Jesús Egido
Corrección de pruebas: P. R.
P.
Producción: REY LEAR
Diseño y
edición técnica: Jesús Egido
Corrección de pruebas: Pepa
Rebollo
Producción: REY LEAR
LIBRO SIN LIBRO, 2012
www.librosinlibro.es
PRÓLOGO
ME
PIDE EL EDITOR que escriba unas líneas sobre algo que
escribí hace más de veinte años. Me pide algo aparentemente fácil.
¿Qué puedo decir sobre la nostalgia de un tema, en este caso
Marilyn, de mediados del siglo pasado? Por ejemplo, que ya no se
producen historias como aquélla. Por ejemplo, que el periodismo y
la ficción se aparean por mucho que intentemos separarlos. Que un
reportaje es, o puede ser, literatura y que del mismo modo mucha
literatura acaba siendo lo que fue, sin querer serlo: periodismo.
Ni bueno ni malo. Periodismo a secas, es decir, hechos
supuestamente ocurridos que alguien lleva al papel de un diario
envuelto en palabras. Y esto, las palabras, es lo que finalmente
importa.
Cuando al cabo de dos décadas he releído lo
escrito sobre Marilyn, que ya tenía olvidado, he comprendido que lo
que más puede asustarnos es el lenguaje —sujeto a los vaivenes de
modas y mimetismos— y lo que menos nos inquieta es la historia en
sí misma sobre la que no tuvimos ni tenemos ninguna autoridad.
Elegimos las palabras. Creamos frases que separamos con párrafos.
Seguimos un orden narrativo cuya lógica interna no sabemos muy bien
a qué obedece, si a cierta intuición en la que confiamos o a algún
otro precepto del que no sabemos prescindir, ni acertamos a
manipular.
Un reportaje que al cabo de veinte años
todavía se tiene en pie, no es seguramente mejor que otro que al
cabo del mismo tiempo resulta ilegible. Si uno se cae de las manos
lo atribuimos a que el tema perdió actualidad. La tuvo tan efímera
que no sobrevivió más allá de veinticuatro horas. Sin embargo,
ambos pueden estar muy bien escritos. Pero eso no es bastante. Por
el contrario, un buen tema no garantiza por sí solo la
perdurabilidad. La clave estaría en la certera combinación de tema
y tratamiento. Con Marilyn lo primero es, al parecer, infalible,
mientras que lo último —cómo resucitarla, cómo evocarla— resulta
bastante más elusivo. Y de ahí el temor que sentí al releer estos
siete reportajes reunidos aquí en forma de libro.
Nunca he conservado los originales de mis
escritos periodísticos una vez fueron publicados. Tampoco las
anotaciones que los precedieron más allá de un tiempo razonable. Me
he mudado de casa y de país tal vez demasiadas veces y en cada
mudanza me he desprendido de libretas, borradores y otros papeles
que consideré innecesarios. Siempre pensé que para guardar estos
escritos ya estaban las hemerotecas municipales o la de la
Biblioteca Nacional que, por lo que tengo entendido, es la gran
fosa común de periódicos muertos, agonizantes o demasiado vivos. Y
a esta hemeroteca acudió el editor para rescatar a Marilyn, aunque
su búsqueda no fue pan comido, lo mismo que no lo fue la que a mí
me llevó por las distintas ciudades de los Estados Unidos en
1987.
Aquí están aquellos siete capítulos sin
alteraciones, correcciones ni embellecimientos de ningún tipo,
entre otras razones porque soy y seguiré siendo reacio a refrescar
o a actualizar mis propios textos. Se reproducen tal como
aparecieron en Diario16.
La supuesta vigencia de unos textos sobre
Marilyn no conviene atribuirla a ningún mérito narrativo, sino mas
bien a que el deseo y la búsqueda del mito Marilyn siguen intactos
en el imaginario colectivo. Se trata de un mito intemporal que
permanecerá vivo mientras permanezca vivo el enigma de su propia
muerte.
IGNACIO CARRIÓN
Julio de 2008
PREFACIO[1]
EL DÍA
4 DE AGOSTO DE 1987 se cumplieron veinticinco años de la
muerte de Marilyn, «nuestro ángel del sexo», como la describió
Norman Mailer. Por este motivo, en el verano de aquel año, el
periódico Diario 16 viajó en su búsqueda con la sola intención de
recrear, un poco, a la fascinante y hermosa mujer que enamoró a
toda América sin dejar de despertar deseos en el resto del
mundo.
El por entonces corresponsal de Diario 16 en
los Estados Unidos, Ignacio Carrión, fue tras las huellas de
Marilyn de costa a costa, imaginando a aquella vulnerable criatura
desde su adolescencencia miserable hasta su muerte, si cabe, aún
más miserable.
Desde el 19 al 25 de julio de 1987 —en una
serie en exclusiva de siete capítulos—, los lectores del
desaparecido diario madrileño pudieron resucitar algo más del
sex-symbol inolvidable de la juventud. Por las páginas del
periódico desfiló una época de Hollywood mar cada por el escándalo,
la excentricidad y la explotación. Una parte también de la historia
norteamericana.
Todavía vivían los tres maridos de Marilyn: el
policía Jim Dougherty, el jugador de béisbol Joe DiMaggio y el
dramaturgo Arthur Miller[2] . Sólo uno de ellos
quiso hablar de ella, Dougherty, el hombre que la conoció cuando
todavía era virgen. El primer capítulo de la serie es una larga
conversación realizada en Sabattus, un pueblecito de Nueva
Inglaterra, en el que Jim Dougherty, ya anciano, vivía y recordaba
a Norma Jeane con añoranza, y es de esperar que con agradecimiento,
ya que la curiosidad sobre Marilyn le ayudaba por aquel entonces a
sobrevivir.
Sabattus fue sólo la primera parada de un
largo y melancólico recorrido por una geografía, la del mito.