¿Fútbol bueno…? ¿Jogo bonito…? ¡Qué eterna disyuntiva…! Un investigador del baile, Scott de La Hunta, significó: «El fútbol es una sofisticada coreografía que puede proporcionar una intensa sensación de belleza». También el portugués Ricardo Serrado asegura en «Futebol. A magia para além do jogo»: «El fútbol es un fenómeno extraordinario, simultáneamente bello, violento, pacificador, poderoso, pendenciero, artístico o misterioso. El fútbol es un juego… El fútbol desborda el ámbito lúdico-deportivo para transformarse en algo mucho más transversal, algo a lo que casi ninguno, blanco, negro o asiático, musulmán o judío, occidental u oriental, es indiferente… El fútbol, más que otro juego, aproxima y divide, exalta y deprime, distrae y concentra, en una panoplia de sentimientos y comportamientos paradójicos aparentemente difíciles de entender e interconectar».
Me dediqué en este ensayo sobre fútbol a formular infinitas preguntas e hice caso a Pedro González Calero en «Filosofía para bufones» cuando nos contó el caso de aquel ermitaño que gritaba por el desierto: «¡Tengo una respuesta, tengo una respuesta! ¿Quién tiene una pregunta?». No me extraña que el checo Milan Kundera, buen futbolero, llegase a escribir: «La estupidez de la gente procede de tener respuesta para todo». Al parecer, hay muchos portadores del «gen de la estupidez», también denominado «gen Homer Simpson». Los científicos de la Universidad de Emory aseguran que, cuando se desactiva dicho gen en ratones, hace que éstos se vuelvan más inteligentes. Por extensión, veo la necesidad de inventar poderosas herramientas para desactivar el referido «Gen RGS14» en el mundo del fútbol…
Y sobre todo, este ensayo se acogió a la misión de diseccionar aspectos del «Fútbol bueno», así como del «Jogo bonito», aglutinados ambos en el «Mundial Brasil 2014» por la Selección alemana que, finalmente, resultó Campeona. Catorce capítulos específicos razonaron este desenlace; así como otras situaciones futbolísticas destacadas de la Liga española 2013/2014 como preámbulo del esperado Mundial brasileño.
¡Fútbol bueno ≠ jogo bonito...!
© 2015, Manuel Rodríguez García. MAROGAR
© 2015, Ushuaia Ediciones
EDIPRO, S.C.P.
Carretera de Rocafort 113
43427 Conesa
info@ushuaiaediciones.es
ISBN edición ebook: 978-84-15523-94-9
ISBN edición papel: 978-84-15523-93-2
Primera edición: febrero de 2015
Diseño y maquetación: Dondesea, servicios editoriales
Ilustración de cubierta: © Andrey Yurlov/Shutterstock.com
Todos los derechos reservados.
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A la “Asociación de Veteranos de la Unión Deportiva Salamanca”.
Y a los que aún mantienen ese espíritu asociacionista: Huerta, Cefe, Manolín…
Un reducto, romántico, donde compartimos felices sueños de fútbol, historia viva del Club salmantino, desaparecido.
(Nochebuena de 2014).
Configuré este libro en 7 grupos de 77 capítulos, pura casualidad; también es mi séptimo libro editado. Cada epígrafe se corresponde con el grupo de especialistas que yo distingo en un partido de fútbol, dentro del terreno de juego, o lo que es lo mismo: porteros, defensas, medios, delanteros. También les añadí dos grupos más, para mí fundamentales, árbitros y entrenadores… Todos ellos son agentes directos para que un partido sea bueno, o menos bueno. Más bonito, o menos bonito… Al propio tiempo, mi idea de cerrar el libro con la crónica en 14 capítulos sobre el «Mundial Brasil 2014» sufrió las frustraciones encadenadas, tanto por la eliminación de la Selección española a las primeras de cambio como por la mala clasificación de los reyes del «Jogo bonito», Brasil. Al fin y al cabo, ambas Selecciones, eran los representantes supremos del «Fútbol bueno» y del «Jogo bonito»…
Este libro coincidía con la temporada futbolística 2013/2014 que debía culminar con la celebración del «Mundial 2014-Brasil» y, presuntamente, con la victoria de la Selección española. Por tanto, me influía la idea de nominar cada capítulo con un jugador fuera de serie aunque corría el riesgo de un debate indeseado acerca de quién era el mejor profesional a recordar en todas y cada una de las posiciones… ¿Yashin…? ¿Zamora…? ¿Iríbar…? ¿Gordon Banks…? ¿Schmeichel…? ¿Zoff…? ¿Fillol…? Y así con todos los puestos… También me asaltó la idea de poner a los jugadores de la Selección española que ganaron el «Mundial 2010», aunque percibí que entraría en polémica y no me apetecía justificar por qué éste sí y éste no… Definitivamente, me decidí por una fórmula más pragmática. Y, aún así, alguien cuestionará por qué no hay «doble pivote»; o «carrilero»; o «delantero centro falso»; o «media punta», etcétera.
Nuevamente me manifiesto partidario del 1.4.3.3., como un homenaje al fútbol más evolucionado al que yo me adherí en los años 70, es decir, el «Fútbol pressing» de Rinus Michels y su continuador en el Ajax de Holanda, el rumano Stefan Kovacs. Por aquellas fechas, yo hacía mis pinitos de entrenador y disfruté con aquella fórmula singular que los medios de comunicación bautizaron con una expresión singular: «Fútbol Total». Pero aparte la disposición táctica con sus recovecos funcionales y estéticos, el estilo que propugnaba aquel modelo era el «ataque permanente» y por ello era muy atractivo. Sin embargo, Pelé había ganado con Brasil un Mundial con el 1.4.2.4., acompañado de la idea de «Jogo bonito»… Una idea subyugante que contaba con jugadores muy apropiados y entregados a un sentido estético por encima de todas las consideraciones… Y, además, les facilitaba la victoria… Por lo que se ve, el fútbol no se puede enmarcar en un modelo único…
Los capítulos van incidiendo, genéricamente, en la búsqueda de un «Fútbol bueno»; o del «Jogo bonito», sin bendecir ningún posicionamiento fijo. Pero también aparecerán amplias dosis de «fútbol práctico» por parte del Atlético de Madrid que, con una serie de aportaciones singulares apoyadas por un esfuerzo colectivo importante, llegaron a ganar la Liga 2013/2014 y estuvieron a las puertas de levantar el trofeo de la «Champions League» que les arrebató en los últimos minutos el Real Madrid. Una confirmación más de las distintas maneras de enfrentarse a un partido de fútbol…
La Alemania que no hace tanto decían que jugaba un fútbol industrial tomó el relevo de España y ganó el «Mundial 2014», con el bagaje futbolístico (bueno y bonito) de las dos Selecciones citadas, española y brasileña. Seguramente lo más inaudito en este tipo de publicaciones es que he incorporado al árbitro como uno de los responsables directos del «fútbol bueno» y del «jogo bonito», claro que ni ellos mismos son conscientes de esa responsabilidad social que yo les asigno con conocimiento de causa…
Encontré un libro, «Retratos legendarios del Fútbol», de Bernard Morlino, que me ha facilitado una mejor degustación del fútbol… Por lo que transcribiré algunos de sus textos en cada uno de los capítulos, aunque los haya sacado de contexto porque intrínsecamente son bellos pensamientos sobre el fútbol. He aquí una primera muestra: «Pasión, infancia, memoria, lealtad… el fútbol cuenta con sus propios temas y con sus figuras al igual que la historia, el cine o la literatura. Los jugadores son héroes al aire libre. Aúnan sueños y realidad, y al igual que a los músicos, los escritores, los pintores y los actores, debemos considerarles creadores».
De nuevo, este libro es un conglomerado de muchas preguntas y unas pocas respuestas… Ya en su título planteo la cuestión principal: «¡Fútbol bueno ≠ Jogo bonito!«. Pero no es una disyuntiva entre ambos conceptos porque los dos pueden ser válidos, ambas ideas pueden contener elementos favorables para ganar el partido. El «Jogo bonito» puede ser bueno; y el «Fútbol bueno» puede ser bonito… Para muestra me gustan estas declaraciones del jugador del Atlético de Madrid, Arda Turán, sobre el estado de situación: «Puede que nuestro juego no sea bonito, pero ganamos. A veces, los equipos que juegan muy bien no ganan partidos ni títulos. Claro que en ocasiones nos gustaría tener más la pelota, pero nosotros no tenemos ni a Ronaldo ni a Messi, así que tenemos que ser un equipo y trabajar mucho. Este estilo es el que nos ha llevado a ser campeones. Respeto todas las opiniones, y me gusta también el fútbol del Barcelona o el Bayern Münich, por ejemplo, pero me gusta más el nuestro».
Como yo sigo jugando los partidos de fútbol escribiendo sobre él, me sigo planteando preguntas trascendentes como la que formulé en el primer capítulo de «Esplendor en la hierba»: «¿Qué es el fútbol?». También signifiqué la opinión del escritor checo Milan Kundera, buen futbolero por otra parte: «La estupidez de la gente procede de tener respuesta para todo». Igual que me regocijo con otra cuestión de Kundera: «El mundo totalitario es un mundo de respuestas, en vez de preguntas». Y, aseguro, mi libro no quiere ser totalitario. Ni tampoco exclusivo, ni excluyente, flexible, diverso, abierto, transparente y, posiblemente, esclarecedor aunque transgresor en ocasiones…
Mis intenciones, ahora, deben ser corroboradas por los lectores.
«No hay misterio en el fútbol, ese misterio tiene que crearlo uno mismo».
(Garrincha).
Eric Cantona firmó este texto en el libro de Bernard Morlino: «Ya no se juega al fútbol en la calle, y si se juega, se juega muy poco. Cada vez menos. Aquellos que, a pesar de todo, siguen jugando en cualquier lugar y cualquier momento, son, como siempre, los que destacan en el partido de los domingos por la mañana. Y es que si lo que aprendemos en el entrenamiento es importante, no lo es menos lo que se aprende en la calle…»
Este nuevo libro quiere ser un canto al «Fútbol bueno» y no solo al «Jogo bonito». Conceptos que muchas veces se mezclan y en otras ocasiones sirve para discriminar si no juegas como lo hace el ganador de turno… Coincidiendo, además, con el «Mundial Brasil 2014», es difícil sustraerse a los contenidos que miraban al fútbol «canarinho», a su estética, a su historia, a sus virtudes y defectos, extendiéndolo a nuestro propio fútbol en la creencia inicial de que la Selección española volvería a ser un excelente candidato para ganar tan importante Campeonato. Por supuesto, apoyados en las virtudes demostradas en el 2010 con variaciones de hombres como corresponde al tiempo transcurrido…
En el blog «ElPais», José Ángel de la Casa escribía: «Antes de jugar al fútbol, en mi pueblo jugábamos al balón. Salíamos de la escuela y quedábamos para jugar al balón. En la era. Nunca habíamos visto un partido de fútbol de verdad, pero lo imaginábamos observando a nuestros mayores y escuchando la radio. Después, la televisión. El fútbol nos metió en casa y hoy hemos vuelto «al fútbol en el Bar». Tras mi recorrido por los campos de medio mundo, vuelvo al pueblo y en las tabernas el gol suena diferente, pero la pasión es la misma. La gran diferencia es que antaño, al finalizar los partidos, discutíamos sobre juego y jugadores y hogaño, perdemos el tiempo hablando de árbitros». Y sigo localizando un agravante en el caso de la Selección, porque no acaba de ser el equipo «España» y nos gusta, o nos disgusta, en función de si son alineados los jugadores de nuestro equipo favorito… Digno de análisis, sin duda.
«Brasil es una potencia cultural en marcha». Escribe Gilda Mattoso, (ElPaís.com) que aceleró su viaje al futuro hace veinte años. Y empezó una carrera para impulsar las diferentes manifestaciones artísticas en los años noventa, apoyando la creación y promoción de toda su cultura por el mundo. En la última década ha aumentado un 900% su presupuesto para cultura, diversificando su imagen y su presencia internacional para «dar visibilidad a otros aspectos de la cultura brasileña, más allá de los tradicionalmente difundidos como son la música popular, el carnaval y el fútbol» (…) «El idioma portugués, cuya musicalidad y sonoridad gusta a todos, ha sido un obstáculo debido a su poco peso geopolítico global. Se comenta también que Brasil quiere conjugar el destino, incluso las palabras que dijera Montaigne de él hace cuatro siglos, según recuerda la crítica de arte Estrella de Diego: «Lo abrazamos todo, pero no atrapamos sino viento». El relevo cultural de Brasil ya está aquí. Es más que fiesta, más que playa, más que ocio, más que fútbol, más que belleza física… Y es que Brasil quiere ser como quiere ser y no como otros dicen que quiere ser…»
Se llegó a pensar que Brasil, con su potencial demostrado un año antes en el «Confederaciones 2013», sería el ganador de este Mundial 2014. El ambiente, los árbitros, su evidente calidad, no denotaba abiertamente los defectos que luego aparecieron en la competición real. Incluso, yo mismo intuí que Brasil no jugaba bien al fútbol y, según su propio Seleccionador, renegaba de la idea de «Jogo bonito»… Aunque llegué a una conclusión que anticipé en el primer capítulo dedicado al Mundial: «Alemania Campeón». Y acerté… Pero quizás jugué con ventaja porque logré abstraerme de lo anterior y aunque sentimentalmente España era mi campeón, mentalmente me negaba porque observé, o quizás intuí, que algunos elementos muy finos no me casaban para que España repitiese Campeonato.
Escribía Juan Arias, desde Río de Janeiro, que «Brasil se propone comprar armas a Rusia, entre ellas un sistema de defensa aéreo para proteger la seguridad en el país durante el «Mundial de fútbol»… ¿Habrá bombardeo de balones? José Ángel de la Casa seguía escribiendo al respecto del Mundial: «¿Cómo va a defender España ese trono y su liderazgo mundial? … pues con las mismas armas con las que ganó ese reconocimiento y sus títulos…» Y De la Casa se preguntaba, «¿Están en condiciones de rendir esos mismos jugadores al nivel que exige la competición, teniendo en cuenta que algunos de ellos están al límite de la edad en la que su rendimiento pueda ser competitivo?» La verdad, esta pregunta era visionaria y se acabó confirmando, de alguna manera, por lo que España no cumplió sus objetivos. «Con estos jugadores, entiendo que España puede afrontar con garantías la defensa del título Mundial ganado en Johannesburgo en 2010. Y lo puede hacer tal vez de una forma no tan brillante como en 2008, que fue un cambio total al fútbol que se hacía en Europa. Un fútbol que se había quedado en tierra de nadie, a mitad de camino entre la elaboración y el contragolpe, entre la técnica y la táctica, entre lo individual y lo colectivo. Un fútbol desubicado con la mezcla de jugadores llegados de todos los rincones del mundo. Un fútbol, en definitiva, huérfano, al que España le mostró el camino de la recuperación, empezando por lo más básico, que es la técnica, el toque, la clase, la calidad, que es lo que marca la diferencia entre un jugador, un buen jugador y un gran jugador»…
(…) «Así lo hizo en el Mundial. Jugó mucho con cabeza, manejando los partidos desde la posesión del balón y el ritmo de juego, hasta los marcadores. Juego menos brillante, menos lúcido, pero más práctico. Calculando el esfuerzo y transformando el juego de ataque cuando las circunstancias lo exigieron. Poniendo en juego a sus extremos. Y lo repitió en la Eurocopa 2012… Por lo tanto hay que vigilar el aspecto físico pues una competición tan corta y exigente, te obliga al máximo y esa es una incógnita que solo llegado el momento, mes de mayo, se puede conocer... « (…) «…estamos viendo como los equipos se cierran cada vez mejor ante nuestros jugadores. Lo vimos en Sudáfrica, en la Eurocopa de 2012 y en la clasificación mundialista. Y nos saldrán así en Brasil. Por lo tanto hemos de acostumbrarnos a ver, en determinados partidos, a una España diferente pero no por ello menos competitiva».
Cuando volvemos a leer esto mismo con la perspectiva del tiempo, vemos que el diagnóstico era acertado pero, como siempre ocurre, lo que está por resolver es el «cómo», y ahí es donde debe aparecer la visión y capacidad de ejecución en el justo momento. Esta es una de las cuestiones fundamentales de nuestro libro. Visualizar los distintos enfoques y las variadas soluciones; siempre para un mejor disfrute y evolución del fútbol… La verdad es que, en algún momento, me he «salido de madre» proponiendo cosas poco comunes como está apuntado sobre las neurociencias u otras disciplinas que puedan hacer aportaciones, mejoras de estructuras o funcionamientos incluso del sistema nervioso de sus futbolistas, entrenadores y gente del fútbol en un sentido muy amplio.
Por supuesto, me he esforzado en plasmar mi peculiar resumen del «Campeonato Mundial 2014-Brasil», pasándolo por mi específico tornasol husmeando cuales pueden ser las últimas tendencias futbolísticas. Con específico análisis de la Selección española y sus comportamientos futbolísticos que no le sirvieron para pasar la primera ronda. Por lo que tuvimos que desviar nuestra atención a las fórmulas aplicadas por la Selección alemana, en esta ocasión como cultura ganadora. Desde luego, y habiendo reflexionado ampliamente en todos mis anteriores libros acerca de que el fútbol siempre admite nuevas mejoras, nuevas evoluciones, nuevos diseños, en éste volvemos a la carga incidiendo en que el fútbol no es un modelo único ni patrimonio de nadie. Incluso llegando a discrepar de aquella opinión de hace ya mucho tiempo a un gran futbolista histórico que decía: «Al fútbol sólo puede jugarse de dos maneras: O bien; o mal». Y ello nos llevaría a un debate aún más prolongado que, difícilmente, acabaríamos con los matices…
Sin entrar al detalle y remitiéndoles a la esencia de los capítulos ya señalados, he plasmado «los nuevos esplendores futbolísticos a medio y largo plazo», así como esas «mezclas sorprendentes en el fútbol» que surgen una y otra vez sin haberlas previsto; también el disfrute singular en «Los gozos y las sombras del fútbol». Y entre preguntas y respuestas, voy recorriendo la actualidad gestando la crónica social del Campeonato 2013/2014. No podemos sustraernos a mostrar algunas claves para dirigir mejor en el fútbol, señalando «las informaciones y formación en el fútbol» que nos lleve a las deseadas mejoras, por supuesto no queremos caer en las tentaciones clásicas que yo me cuestiono: »¿Sólo queremos genios en el partido de fútbol?»… Y es que el fútbol también da protagonismo a jugadores menos dotados y la competición no existiría sin los equipos menos agraciados…
El fútbol sigue siendo, para mí, «un juego de mentalidades» por más que intentemos instrumentarlo con dibujos tácticos, técnica florida o toques de pelota a «tutiplén»… Y es inevitable que aparezcan «Consejos singulares», de mi propia cosecha y las de otros que se aproximan a mis propios pensamientos. «¿El fútbol puede aprender de otras disciplinas?», es mi permanente insistencia en encontrar nuevas fórmulas aunque se alejen de la sabiduría tradicional de los «zorros viejos» que todo lo saben y no permiten que nadie sepa más que ellos; ante la duda, ellos manejan siempre la coletilla absurda: «¡Fútbol es fútbol…!». El fútbol llega a ser bonito incluso por sus pensamientos, encontrando «Contrastes pluscuamperfectos del fútbol», y entre capítulo y capítulo nos encontramos con preguntas sencillas difíciles de responder: «¿El fútbol es una mentira?»; «¿Los goles miden a los equipos?»; «¿Distinguimos el juego de posición?» en capítulos muy interesantes para distinguir las claves de uno de los mejores «fútboles» practicados como el caso del Barcelona de Guardiola… Pero, con todo, a nada se llega sino es «Movilizando voluntades»…
Pero surgen, además, otros capítulos con títulos sugerentes: «El hombre futbolístico y sus dones…»; «La teoría «M» en el fútbol»; «Cinco «CES» del éxito»… Aprovechando para que se concreten también otros aspectos para mí fundamentales: «El buen fútbol también depende de los árbitros…»; así como la «Influencia de los entrenadores en el juego»… Pero, concretando, al fin y al cabo, el «Fútbol puro y duro» nos aclara las ideas y para los menos versados no excluimos enseñanzas en un «Fútbol para «Dummies»…
Es lo que tiene cualquier análisis, cualquier investigación serena… He descubierto que en el fútbol hay mucha gente portadora del «gen Homer Simpson», también llamado «gen de la estupidez». Al parecer, está presente en los seres humanos en la zona del cerebro encargado de consolidar el aprendizaje y la memoria. Cuando observo que todavía pululan aficionados irracionales y «cenutrios» de ideas fijas, es un buen momento para desactivar el referido «gen RGS14» con la intención de generar conexiones neuronales fuertes que erradiquen la estupidez en el fútbol. A pesar de ello, siguen considerándose mejor que todos los entrenadores juntos…
Doy por sentado, antes de escribir sobre el «Mundial 2014-Brasil», que «La realidad ha cambiado», me entran dudas acerca de si el fútbol bonito español puede entrar en regresión y una conclusión abrumadora por la que se necesita una mayor cultura futbolística. Ya es momento para aceptar mejor al contrario y no entrar en complacencia con nuestros equipos y jugadores preferidos, dedicándole varios capítulos a una idea capital: «Se entrena poco para la derrota». ¿Entrenar para la derrota…? Forma parte de mi idea singularizada, a la que también incorporo tres capítulos sobre la «Antropología del fútbol»…
Precisamente cuando el fútbol más importante del globo se desarrolló en la tierra de Pelé, en el «Mundial 2014», con puntos fuertes y débiles como ocurre en todos los eventos de esta naturaleza cada cuatro años. Y podremos constatar que no es comparable, ni son contrapunto, tanto el «Fútbol bueno» como el «Jogo bonito». Podemos adherirnos a ambos, indistinta o conjuntamente. Y, en ningún caso, ninguno de los conceptos anula o excluye al otro… Porque ambos pueden estar comprendidos entre sí, tal como si fueran pompas del fútbol de ensueño que todos perseguimos…
Así que vamos a ello…