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BREVE HISTORIA DE
ATILA Y LOS HUNOS

Ana Martos

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Título: Breve historia de Atila y los hunos

Copyright de la presente edición: © 2011 Ediciones Nowtilus, S.L.
Doña Juana I de Castilla 44, 3º C, 28027 Madrid
www.nowtilus.com

Diseño y realización de cubiertas: Universo Cultura y Ocio

Diseño del interior de la colección: JLTV

Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece pena de prisión y/o multas, además de las corres pondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización.

ISBN: 978-84-9967-018-8

Printed in Spain

Índice

Introducción

Capítulo 1: En las estepas del Asia Central

La vida a caballo

¿Eran turcos o mongoles?

Los pueblos en movimiento

Y Oriente se arrojó sobre Occidente

Historia y leyenda

Capítulo 2: En los imperios asiáticos

Ante la Gran Muralla

En la ruta de la seda

En la China de los Han

Los hunos blancos

En la Persia de los sasánidas

En la India de los guptas

En la India de los heftalíes

Capítulo 3: En las fronteras del Imperio romano

De la paz romana a la paz romano-germánica

El Imperio dividido

El mundo se estremece

Junto al río Siret

En el Danubio

A las puertas de Constantinopla

Capítulo 4: En Panonia

Jinetes antropófagos de rostro inhumano

El gigante pelirrojo

La caída de Roma

Ha muerto el diablo

Un futuro patricio romano

El enano Zercone

La espada de Marak

Atila y Bleda al frente del Imperio huno

Capítulo 5: En la corte de Atila

Un emperador beato y tembloroso

El pacto roto

Tránsfugas y traidores

Un diplomático en la corte de Atila

Retrato de un aspirante a patricio

Capítulo 6: En la Galia

Un sueño que se quiebra

Las amistades romanas

Una princesa para un bárbaro

Bajo los cascos de su caballo no crecía la hierba

Una lucha fratricida

Capítulo 7: En Roma

El azote de Dios

La leyenda del Papa diplomático

La princesa burgundia

El tesoro de Atila

Los hijos de Atila

El último huno

Un emperador y un rey

El último de los romanos

Epílogo

Bibliografía

Introducción

No sabemos gran cosa sobre el origen de los hunos, un pueblo asiático que asoló y aterró durante mucho tiempo al mundo civilizado. Los autores no se han puesto de acuerdo acerca de su procedencia étnica, ya que algunos los consideran mongoles y, otros, turcos. Muchos historiadores los suponen descendientes de los xiongnu, una confederación de pueblos procedente de los montes Altai, que creó uno de los llamados imperios de las estepas en el siglo III a. C. y que, tras largo tiempo de espera, de asedio y de ataques, consiguió dominar la China de los Han.

Algunos historiadores están de acuerdo en que los hunos eran xiongnu oriundos del norte de Siberia, de raza mongoloide y lengua altaica. En una época difícil de determinar, descendieron hacia el sur abandonando la civilización del reno por la del caballo y cambiando el bosque por la estepa.

Tampoco se han puesto de acuerdo los historiadores sobre el salvajismo y barbarie de los hunos. Para algunos, como Amiano Marcelino, eran salvajes antes de abalanzarse sobre el mundo civilizado, superaban en barbarie cuanto se pueda imaginar, vivían como animales y se alimentaban de carne cruda (las gentes llegaron a creer que comían carne humana). «Preguntad a esos hombres de dónde vienen y dónde han nacido», invita el historiador romano, «lo ignoran».

Pero para otros, los hunos no eran tan salvajes, sino que limitan esa conocida imagen de hordas a caballo y de ciudades saqueadas a las épocas de guerra o de grandes migraciones. El retrato que hizo Prisco de Atila y su gente no se parece en nada al de Amiano Marcelino. La corte de Atila contó con intelectuales romanos y, para el propio caudillo, no hubo mayor deseo en el mundo que llegar a ser ciudadano de Roma y lucir insignias, cosa que nunca consiguió. Las descripciones de un historiador romano de origen godo, Jordanes, son sin embargo similares a las de Amiano Marcelino y no a las de Prisco. Parece que Jordanes utilizó a Marcelino como fuente directa, ya que él no vivió la invasión huna.

La mayor parte del conocimiento que tenemos de los hunos nos ha llegado en los escritos de historiadores griegos y romanos, sobre todo, en las crónicas de Prisco de Panio, el embajador que el emperador Teodosio II envió a la corte de Atila, acompañando al embajador Maximino, donde vivió algún tiempo observando y escribiendo sobre las costumbres, los actos y hasta la vestimenta de los hunos del siglo V. Sabemos que el último emperador romano de Occidente, Rómulo Augusto, fue hijo de uno de los secretarios de Atila, el poeta romano Orestes.

Pero la historia de Atila no es la historia de los hunos. Atila fue el más célebre, el más conocido en Europa, pero no fue el único, aunque sí el último de ellos, porque, tras la muerte de su caudillo, aquel que hacía desaparecer la hierba bajo los cascos de su caballo, el Imperio huno se derrumbó, su poder, su ferocidad y su fama se apagaron y su pueblo se disgregó hasta difuminarse en el tiempo y en la historia.

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Roma se impuso durante siglos a los bárbaros que rodeaban sus fronteras, sometiéndolos y maravillándolos con su poder y su civilización. Vercingetórix se rinde a Julio César, de Lionel-Noël Royer (siglo XIX), Museo Crozatier, Le Puy-en-Velay, Francia.

Pastores, nómadas, cazadores de historia incierta, terror apocalíptico para los pueblos establecidos pacíficamente junto a las fronteras de Roma, lo cierto es que fueron los hunos los responsables si no de la caída del Imperio romano, sí de su desaparición bajo las invasiones bárbaras, porque fueron ellos los que empujaron a los godos y los aterrorizaron hasta hacerlos caer sobre el Imperio y derribar el muro de respeto, temor y admiración que venía separando a los pueblos sin civilizar de la civilización.

Y, como responsables de la gran migración de pueblos que se volcaron sobre el Imperio romano, participaron también en la fundación de Europa, porque aquella migración que terminó con el Imperio romano de Occidente acabó por establecerse y fundar las naciones que hoy conocemos. El escritor italiano Cesare Balbo señala la caída del Imperio como el momento en que Italia se independizó de Roma.