Ediciones SM se complace en publicar la colección Somos maestrs,* cuyos títulos están dirigidos a un público amplio y versan sobre temas relacionados con la didáctica, la reflexión pedagógica y la gestión educativa.

Si bien esta colección fue concebida primordialmente para los docentes en servicio, las temáticas que abarca también pueden ser del interés de maestros en formación, estudiantes de pedagogía, autoridades educativas, padres y madres de familia, investigadores, promotores de lectura y, en general, para todas aquellas personas interesadas tanto en comprender y profundizar en aspectos educativos puntuales como en lograr avances significativos en la educación.

Uno de los fines de la colección es identificar experiencias de investigación e innovación educativa desarrolladas en México, con objeto de darles una difusión amplia, pues aunque las hay de gran calidad e importancia para los objetivos de la educación, sus resultados no se conocen en el contexto escolar y permanecen solo en los circuitos más especializados. Esta falta de difusión ocurre por diversas razones, una de ellas es el reto que entraña divulgar el conocimiento, es decir, poner en lenguaje llano lo complejo. En este sentido, un conjunto de propósitos han guiado la concepción y el desarrollo de cada título:

 

proporcionar a los docentes en servicio recursos que orienten su práctica en el aula, así como herramientas para el análisis y el desarrollo de propuestas innovadoras en la escuela;

documentar experiencias pedagógicas exitosas;

establecer las bases teóricas de estrategias que han probado su eficacia en el salón de clases y fuera de él;

impulsar la discusión y el diálogo abierto entre todos los actores del ámbito educativo acerca de temas de interés.

 

Para lograr este ambicioso objetivo, Ediciones SM ha establecido una alianza estratégica con organizaciones e instituciones académicas de gran prestigio y compromiso con la educación; alianza que se ha concretado en la creación de un consejo editorial de la colección y de un comité editorial para cada una de las cuatro series que la conforman: Lectura y Escritura, coordinada por Alma Carrasco Altamirano, a cargo del Consejo Puebla de Lectura; Enseñar y Aprender, coordinada por David Block Sevilla, bajo la tutela del Departamento de Investigaciones Educativas del Cinvestav; Convivencia Escolar, coordinada por Cecilia Fierro y Miguel Bazdresch y auspiciada por la Red Latinoamericana de Convivencia Escolar; y Gestión Educativa, coordinada por Oralia Bonilla, iniciativa del colectivo Asesoría e Innovación Educativa.

Somos maestrs es resultado del trabajo de muchas personas. A todas ellas, Ediciones SM agradece su colaboración.

Somos maestrs quiere aportar en un momento en que el cambio es cualidad de la vida escolar. Esperamos que cada libro cumpla con los objetivos que nos hemos trazado.

Elisa Bonilla Rius
Coordinadora de la colección Somos maestrs


* Ediciones SM refrenda a los maestros y las maestras su compromiso por la equidad de género, el cual se expresa en el logotipo de esta colección, pero con el fin de favorecer la fluidez de la lectura se utilizarán formas masculinas y genéricas del lenguaje a partir del primer capítulo de este libro.

 

La serie Enseñar y Aprender se propone ofrecer a los maestros de educación básica, y a quienes se preparan para serlo, varios títulos concebidos para apoyar su formación y actualización en la tarea de enseñar. En cada libro de la serie se tratan conocimientos esenciales de las distintas áreas que se imparten en este nivel escolar y se proporcionan opciones formativas que han probado su utilidad ante los problemas que estos presentan para su enseñanza y aprendizaje en el aula. También se ponen a consideración las prácticas docentes que más contribuyen a promover el aprendizaje significativo de los alumnos.

La serie pretende compartir con los docentes parte del conocimiento y la experiencia que se han desarrollado en el Departamento de Investigaciones Educativas (DIE) del Cinvestav a lo largo de cuatro décadas de investigación educativa. Los estudios en que se basa se han dirigido a conocer los procesos de enseñanza y de aprendizaje, las prácticas educativas cotidianas en escuelas de distintos medios económicos y socioculturales, la formación de maestros y el desarrollo de materiales curriculares.

En estos libros se busca que los conocimientos sobre las disciplinas y aquellos relativos a la enseñanza y al aprendizaje se estudien de manera integrada. Así, por ejemplo, mediante el estudio de situaciones didácticas relativas a un tema se favorece que el docente desarrolle su capacidad para analizar y crear situaciones didácticas, a la vez que adquiere conocimientos sobre el mismo tema.

Se busca también una estrecha vinculación con la práctica mediante el análisis frecuente tanto de testimonios obtenidos directamente del aula —tales como producciones de alumnos y descripciones de clase— como de documentos que repercuten en el desarrollo de las clases —por ejemplo, los programas de estudio, las lecciones de libros de texto, las pruebas estandarizadas, entre otros.

Los libros de la serie Enseñar y Aprender están escritos en un lenguaje sencillo, accesible y también preciso. Para facilitar su estudio, se proponen diversas actividades diseñadas para los profesores. Se recomienda analizar los libros en grupo, por el enriquecimiento de la experiencia que esta modalidad suele traer consigo, aunque también son adecuados para el trabajo individual.

Además de estas características comunes, cada título de la serie Enseñar y Aprender tiene su propio sello, en función del tema que trata y de las preferencias, experiencia y conocimiento de los autores.

En síntesis, esta serie busca transmitir a los maestros un doble placer: el de aprender algo más sobre las disciplinas y el de mejorar su enseñanza a los niños y jóvenes mediante una lectura que, al mismo tiempo, les resulte interesante, es decir, tan accesible como cercana a su experiencia y a los problemas que enfrentan cotidianamente.

Comité Editorial de la serie Enseñar y Aprender

 

Índice

Portada

Portadilla

Acerca de las autoras

 

Prólogo

Introducción

 

Capítulo I. Las actividades experimentales y el razonamiento de los niños

I.1. Los niños construyen desde su experiencia y razonamiento

I.2. Comparación entre el razonamiento de los niños y las prácticas de los científicos

I.3. Síntesis y preguntas de reflexión

 

Capítulo II. Los docentes ante las actividades experimentales

II.1. ¿Para qué llevar a cabo una actividad experimental?

II.2. Cuando ocurre lo inesperado

II.3. Sugerencias para mejorar

II.4. Enseñar ciencias mediante actividades experimentales

II.5. Síntesis y preguntas de reflexión

 

Capítulo III. Actividades experimentales para la resolución de problemas

III.1. Resolución de un problema: ¿Qué les pasa a las cosas con el calor?

III.2. El razonamiento de los alumnos puede convertir las demostraciones en problemas

III.3. Diseñar experimentos para resolver problemas

III.4. Síntesis y preguntas de reflexión

 

Capítulo IV. Condiciones de trabajo para llevar a cabo actividades experimentales

IV.1. La escuela: ¿Un espacio de experimentación científica?

IV.2. Condiciones de trabajo para resolver un problema: Las moscas

IV.3. El tiempo y las actividades experimentales

IV.4. El espacio y la organización del trabajo

IV.5. Materiales y selección de actividades

IV.6. Afectividad, diversidad y aprendizaje

IV.7. Síntesis y reflexión

 

Bibliografía

Créditos

 

Llevar a cabo actividades experimentales es una de las mejores formas de construir conocimientos científicos. Al efectuar experimentos, los alumnos de primaria ponen a prueba sus ideas, las contrastan con las pruebas empíricas, proponen y comparan explicaciones, y plantean conclusiones. En ese proceso aprenden también acerca del trabajo y el conocimiento científicos, en particular, se percatan de que las ideas científicas están continuamente sometidas al debate y escrutinio y, por tanto, a veces es necesario desechar una idea relacionada con algún problema científico —por buena que parezca— si las pruebas no la apoyan.

En la actualidad se considera que es más importante para los alumnos participar en las prácticas científicas que conocer la naturaleza de este tipo de trabajo; en otras palabras, lo importante es elaborar explicaciones, indagar, y obtener conclusiones a partir de las pruebas. Esto es lo que se conoce como “hacer ciencia”.

Aunque a veces no se les dé la misma importancia que se otorga al aprendizaje de conceptos, las actividades experimentales aumentan el interés de los niños por las ciencias. En efecto, al participar en este tipo de actividades, ellos podrán experimentar cierta fascinación por la ciencia, comenzarán a valorar la importancia que esta tiene en la resolución de interrogantes relacionadas con los fenómenos naturales, y considerarán la posibilidad de investigar más respecto al tema estudiado, elegir en la escuela materias del área de ciencias o, en el futuro, cursar una carrera científica o tecnológica.

En el marco de una alfabetización científica que contribuya a resolver los problemas de las personas —por ejemplo, la disponibilidad de alimentos y agua potable, la prevención y alivio de enfermedades, o el cuidado del ambiente—, la indagación y las actividades experimentales permiten que los alumnos consideren la ciencia como una actividad relacionada con su vida cotidiana, y no como algo remoto, perteneciente solo al ámbito escolar.

Si todo lo anterior es cierto, ¿por qué no se llevan a cabo más actividades experimentales? ¿Cómo es posible que en muchos países haya estudiantes que concluyen la educación obligatoria sin haber hecho experimentos? La respuesta a esta pregunta no se encuentra solo en una causa, sino en varias, y estas pueden ser distintas según el contexto. Sin embargo, uno de los motivos más frecuentes es la inseguridad que muchos profesores muestran ante las actividades experimentales. Este, precisamente, es el problema que se trata en este libro, el cual fue escrito con la intención de proporcionar herramientas útiles a los docentes de educación primaria para que lleven la experimentación a sus aulas.

Antonia Candela se ha encargado de cumplir el objetivo anteriormente descrito de la mejor manera posible: demuestra que sí es posible hacer ciencia en las aulas de primaria. En consonancia con sus trabajos anteriores (1999), Candela va más allá de la simple elaboración de recomendaciones acerca de cómo diseñar y llevar a cabo actividades experimentales. En cada capítulo presenta ejemplos de clases impartidas en escuelas primarias de México, en los que puede apreciarse cómo los niños participan en actividades experimentales, explican sus observaciones, proponen hipótesis distintas a las del docente, argumentan sus ideas y buscan el consenso mediante la persuasión.

En este libro se proporcionan modelos alusivos a las cuatro grandes dimensiones de la enseñanza y el aprendizaje de las ciencias: el papel de los alumnos en las actividades experimentales (capítulo I); el sentido que adquiere la actividad a partir de la intervención del maestro, es decir, el papel de los docentes durante las actividades experimentales (capítulo II); el diseño de actividades que constituyan problemas abiertos y que, a la vez, se relacionen con el currículo (capítulo III), y la generación de un ambiente que fomente la participación de los alumnos y les permita construir de manera colectiva el conocimiento científico (capítulo IV). En otras palabras, más que indicar qué se debe hacer, las autoras señalan cómo hacerlo.

Aunque estas líneas fueron escritas para darle a conocer la tesis de las autoras, debo recordar que la función de un prólogo no es la de resumir todas las ideas incluidas en un libro. Por tanto, a continuación señalaré únicamente algunas de las nociones desarrolladas en el libro, ciertos aspectos que, en mi opinión, revisten un particular interés. Ahora bien, a pesar de que analizo dichas nociones de manera desarticulada, estas no dejan de formar parte de un todo, pues la propuesta de las autoras es global.

En primer lugar, cabe señalar que Candela, Naranjo y De la Riva decidieron analizar y valorar las buenas prácticas de los maestros de primaria, así como reconocer los esfuerzos hechos por muchos de ellos. Considero que este reconocimiento a la excelencia es muy necesario, incluso más que las investigaciones educativas que se centran en las estrategias docentes inadecuadas, ya que el predominio de este segundo tipo de estudios, el llamado modelo del déficit, puede ocasionar que los maestros pierdan su autoestima y se desalienten. Por el contrario, un enfoque en el que se destacan las buenas prácticas, como el que se usa en este libro, contribuye al empoderamiento de los profesores, quienes comprueban que es posible fomentar en los alumnos la capacidad de indagar y la de construir conocimientos mediante la enseñanza de las ciencias.

Este enfoque es inseparable de la segunda idea que me interesa destacar: la reflexión sobre la práctica real en las clases de ciencias. Como usted notará más adelante, este libro se alinea con los estudios de aula, una corriente que, en las últimas décadas, ha intentado superar los manuales y artículos en los que se expresan recomendaciones teóricas muy bien fundamentadas en modelos psicológicos o didácticos, pero que necesitan ponerse a prueba en las aulas de ciencias para mostrar sus beneficios. Es cierto que las revisiones teóricas tienen gran valor, y también es verdad que la mera práctica no siempre produce una mejora en la enseñanza de las ciencias. Por ello, solo la reflexión sobre la práctica, o reflexión en la acción, es capaz de articular la teoría y la práctica de manera fructífera, como queda demostrado en este libro. Según las autoras, con este tipo de reflexión se pretende valorar los saberes docentes y los saberes prácticos para generar el empoderamiento ya mencionado.

En tercer lugar, considero necesario precisar que el hecho de valorar los saberes docentes no significa que debamos conformarnos con el estado actual de las clases de ciencias. Al contrario, a lo largo de este libro las autoras presentan una serie de propuestas para mejorar, las cuales se encuentran vinculadas a las prácticas que ellas analizan. Una propuesta que me parece especialmente interesante es la de llevar a cabo una metarreflexión con los alumnos en torno a las actividades desarrolladas y los conocimientos elaborados.

Verbalizar las ideas nuevas, compararlas con las anteriores, discutir en torno a lo aprendido, y ayudar a los estudiantes, como indican las autoras, a apropiarse de los aprendizajes y transferirlos a otras situaciones: todas estas prácticas constituyen lo que Ann Brown definía como ser aprendices de aprender (en su opinión, era más importante ser aprendices de científicos). Ahora bien, ya que es imposible transmitir todos los conocimientos científicos en la escuela, los docentes deben proporcionar a los estudiantes las herramientas necesarias —sobre todo intelectuales— para que aprendan en el futuro de manera autónoma. Sin embargo, los procesos de aprendizaje en ciencias (y en otras materias) a menudo se vuelven insondables pues los estudiantes no pueden comprender los razonamientos del docente ni sus métodos de resolución de problemas, y el docente no puede descifrar los razonamientos de los alumnos ni sus procesos mentales. Por ello existen distintas actividades, tanto experimentales como discursivas, que hacen explícitos estos razonamientos y procesos. Entre esas actividades se encuentra la argumentación o evaluación de explicaciones y conocimientos (Candela, 1999; Jiménez Aleixandre, 2010).

En cuarto lugar, quisiera señalar que las autoras entienden las actividades experimentales como prácticas con dimensiones empíricas y discursivas. La manipulación de datos, la experimentación y el hecho de colocar a los niños “con las manos en la masa” (hands on) son elementos muy importantes para la actividad, pero sin las dimensiones discursivas que consisten en construir y usar modelos científicos y en argumentar las explicaciones, esta quedaría incompleta. Un ejemplo de ello son las discusiones en torno a los barquitos de papel y la experiencia del hielo (presentadas en el capítulo II, que llevan a los alumnos a distinguir entre cambio físico y cambio químico. De manera que no basta con pedir a los alumnos que usen las manos, es preciso que usen también la mente (minds on), y que “hablen la ciencia”, es decir, que no solo empleen términos científicos, sino que discutan los problemas y cuestionen las explicaciones. Como afirman las autoras, no basta con que los alumnos tengan experiencias, es necesario que las expliquen, que interpreten los resultados —y que entiendan que no todos interpretamos del mismo modo un fenómeno o hecho científico—, y que avancen en la construcción de ideas y modelos más generales y abstractos.

En el transcurso de su análisis, las autoras demuestran que hay actividades experimentales más adecuadas que otras para alcanzar determinados objetivos. Así lo muestran las actividades para la resolución de problemas que se revisan en el capítulo 3.

Gracias a los ejemplos de actividades revisados a lo largo de este libro se pone de manifiesto una práctica favorable que muchos de los maestros analizados emplean. Dicha práctica consiste en establecer un verdadero diálogo con los alumnos, atender sus preguntas y considerar sus propuestas, aun cuando estas generen cambios en el discurso previsto. Sin duda, este método favorece la creación de auténticas comunidades de aprendizaje, en las que docentes y alumnos comparten sus conocimientos y trabajan juntos para resolver los problemas planteados.

En este libro se presentan diversas situaciones gracias a las cuales podemos presenciar lo que ocurre en las innovadoras clases impartidas en escuelas que, a pesar de las adversas condiciones en las que maestros y alumnos trabajan, se han convertido en un espacio de experimentación científica. Con ello se responde afirmativamente a la pregunta que se plantea en el capítulo IV.

Al leer el libro he deseado saber qué más sucedió en algunas de esas clases, leer más diálogos entre alumnos y docentes, presenciar cómo los niños construyen conocimientos científicos. Al leerlo he aprendido mucho, como sin duda aprenderá usted. Lo más importante: me ha dado ideas que intentaré poner en práctica. Los libros que transmiten ideas son interesantes, pero los que nos ayudan a ponerlas en práctica son raros, y por ello son mejores.

María Pilar Jiménez Aleixandre
Universidad de Santiago de Compostela