MOISÉS LEMLIJ y LUIS MILLONES
Historia, memoria y ficción
© Moisés Lemlij, Luis Millones
Primera edición digital: agosto de 2014
ISBN: 978-612-42500-1-9
© Cauces Editores SAC
Kenko 354, Surco.
Lima, Perú
contacto@cauceseditores.com
Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin permiso escrito del autor.
Créditos
Presentación
NOVELA E HISTORIA
Un argumento de novela en torno al Inca Garcilaso de la Vega | Miguel Gutiérrez
La verdad ficta | Fernando de Trazegnies
¿Es la novela histórica un fósil literario? | Serafín Fanjul
Del amor y otros demonios de Gabriel García Márquez: incinerando la colonia | Isabel Rodríguez Vergara
Novela histórica en Hispanoamérica: Filiación y genealogía | Peter Elmore
Los amigos de Elena. Novela histórica del siglo XIX | Percy Cayo Córdova
Perdurabilidad de la novela histórica | José Antonio Bravo
TEXTO Y ANÁLISIS
El corazón de una señorita | Luis Jochamowitz
Apología de Bob López (lo esencial es visible a los ojos) | Guillermo Nugent
En el caos no hay error | Rocío Silva Santisteban
La insurrección como categoría del universo narrativo en Casa de campo, de José Donoso | Manuel Pérez Ruiz
Lázaro y la revolución de Trujillo | Margarita Giesecke
Novela y utopía | Alonso Cueto
Historia personal e historia colectiva en El zorro de arriba y el zorro de abajo | Ana María Gazzolo
La narrativa de Carlos Droguett: una lectura de la (intra) historia de Chile como cristofanía | Mauricio Ostria
SOCIEDAD COLONIAL
Un supuesto romance aclarado gracias a un caso de hechicería-1547 | María Rostworowski
Fragmentos para una historia posible: escritura/crítica/cuerpo en una beata del siglo XVII | María Emma Mannarelli
La fe en la historia: las vidas de Martín de Porres | Celia L. Cussen
Una verdad ficticia: Santa Rosa de Lima y la hagiografía | Frank Graziano
Ciencia, ficción e imaginario colectivo: la interpretación de los cielos en el Perú colonial | Margarita Suárez
Sociedad colonial, discurso literario e imaginario colectivo: Inés de Hinojosa y las mujeres extraordinarias | Luis Miguel Glave
LITERATURA Y PSICOANÁLISIS
La gozosa perturbación de la novela | Marcos Aguinis
Novela, psicoanálisis e historia. Un testimonio y algunas reflexiones | Edgardo Rivera Martínez
La novela y la historia del analizando: algunos paralelismos (Una visión psicoanalítica de Salón de belleza de Mario Bellatin) | Carlos A. Crisanto
De la narrativa de Benjamin al espacio potencial de Winnicott | Eliana Rache
Arguedas: la continuidad de la novela familiar en el género novelístico. El mito del héroe y el tema del niño maravilloso | Noel Altamirano
De una (sub)versión a otra | Matilde Ureta de Caplansky
PERSPECTIVA PSICOANALÍTICA
Una reflexión sobre la temporalidad | Leopold Nosek
La narrativa freudiana | Marcio de Freitas Giovannetti
El caso Dora y las cartas de Freud a Fliess: la historia y la novela | Francisco Otero
La novela familiar del psicoanalista | Augusto Escribens
La seducción en la novela y en la sesión psicoanalítica | Marcos Gheiler
RECONSTRUCCIÓN DEL PASADO
Los esclavos de la Virgen de la Puerta: historia y ficción del pasado | Hiroyasu Tomoeda y Luis Millones
La Ciudad de los Césares: una frontera mítica | Cecilia García Huidobro M.
La primera representación de “La muerte de Atahualpa” en el teatro lírico: Historia y ficción | Malena Kuss
De Fitzgerald a “Fitzcarraldo”: las míticas metamorfosis de un cauchero | Alonso Zarzar
Lope de Aguirre, el traidor | Marco Martos
PUNTOS DE CONTACTO
Contando la historia por el hueco de la cerradura | Guillermo Thorndike
Narrativas etnográficas en la Sierra Tarahumara-México Augusto | Urteaga Castro Pozo
Francisca Pizarro. La historia de un nombre: apuntes psicoanalíticos | Alberto Péndola Febres
Entre huecos y ausencias: en el umbral de la historia | Lucía Aranda Kilian
Algunos personajes históricos en la Recherche du Temps Perdu de Marcel Proust | Jorge Dajes
La novela: la máquina simbólica. El eco del silencio | Javier Arévalo
Historia, literatura y violencia en el Perú de los ochenta | Nelson Manrique
Consignar los hechos por escrito abrió una brecha en el pensamiento humano: permitió la posibilidad de contrastar la información registrada con los sucesos cotidianos, distinción que se hizo sumamente necesaria y útil con el surgimiento del Estado. Reyes y generales victoriosos quisieron dejar testimonio de sus vidas equiparando sus acciones heroicas con las de los dioses. No es extraño que hayan sido considerados como tales por sus vasallos; tampoco que cada cambio de dinastía significase reconstruir la “historia” registrada por los predecesores y destruir lo que hoy calificaríamos como testimonios del pasado. Cuando se divulgó la escritura, y especialmente desde la invención de la imprenta, se universalizó la posibilidad de que individuos y comunidades pudiesen escribir su historia.
Pero, ¿es verdaderamente posible dar cuenta del pasado? Desde el principio los historiadores se encontraron frente a una tarea muy difícil. Y no nos referimos solo a la confiabilidad del documento o a la veracidad del texto del que se valen. Hijos de su tiempo, los historiadores están sujetos a las circunstancias de su formación y de la coyuntura social y política que les toca vivir. Un mismo documento puede ser interpretado de maneras diferentes por distintos estudiosos. Más aun, la propia relación de acontecimientos puede ser ordenada de otra manera y un mismo periodo dar lugar a versiones contrapuestas.
Historiadores, literatos y psicoanalistas comparten un terreno común, el de la experiencia humana. Valiéndose de metodologías diferentes la abordan para dar cuenta de ella, para indagar por sus orígenes, para recrearla, para explorar sus distintas manifestaciones, para aventurar hipótesis sobre su probable evolución, etc. La meta explícita o implícita parece ser la misma: comprenderla. El riesgo que se cierne sobre estos especialistas parece ser también el mismo: el de la imposibilidad de establecer un límite preciso entre lo narrado y lo acontecido, entre la ficción y la realidad, entre la subjetividad y el mundo objetivo.
Explicar el presente a partir de una cadena de eventos iniciada tiempo atrás e intentar anticiparse al futuro, serán siempre ambiciones humanas insatisfechas. No es posible evitar por completo el peligro de la distorsión, de proyectar sobre el pasado la situación presente. Sin embargo, la confluencia de métodos provenientes de distintas disciplinas —cada una inspirando y criticando a la otra— puede reducir este peligro o por lo menos tener conciencia de él y dar lugar a una comprensión más cabal del pasado, del presente y del futuro de la experiencia humana.
La novela histórica, clásico enlace entre la historia y la literatura, es un subgénero novelístico con el que se agrupa, según advierte Serafín Fanjul en el trabajo que figura en este volumen, “un conjunto de obras donde se aúnan calidad literaria, variedad temática y expositiva y fidelidad mayor o menor, según los casos, a la historia real o a la historia que conocemos: desde ficciones casi puras y con escasa apoyatura en los hechos acaecidos hasta textos que siguen muy de cerca los acontecimientos”. Inicialmente, la novela histórica parecía constreñida a los testimonios documentales por el temor a ser refutada por ellos. Se limitaba a explorar terrenos inciertos para solo allí dar rienda suelta a la imaginación. Se esforzaba por alcanzar una recreación fiel del pasado tal como era concebido.
Posteriormente —nos hace notar Marcos Aguinis, en otro de los trabajos que presentamos aquí— los escritores parecen haber tenido que resignarse ante la imposibilidad de reconstruir realidades muchas veces indescifrables e imprevisibles. Esta constatación les ha llevado a permitirse la licencia de distorsionar documentos históricos mediante la omisión, exageración o los saltos temporales. No evitan ya la tentación de ficcionalizar a los personajes históricos limitándose a aquellos que completan su entorno. La novela histórica tradicional era sumamente respetuosa de la historia oficial de los grandes hombres y mujeres; la nueva novela histórica los manipula abiertamente. Se da la paradoja de que los personajes históricos pasan a ser de ficción y los de ficción cobran existencia real. La nueva novela histórica es más novela que historia. “Pero… ¿qué historia no es… en gran medida una novela? ¿Cuánta dosis de verdad tiene la más disparatada de las novelas y cuántas mentiras la más seria de las historias?”.
Freud reconocía en los escritores a sus más inmediatos predecesores. Pensaba que su revolucionario descubrimiento del inconsciente —fruto de una larga y laboriosa investigación— era ya un territorio conocido por los grandes autores de la literatura universal. Muchos de sus críticos lo acusaron de escribir sus historiales clínicos como si fuesen textos literarios, encontrándolos carentes del rigor que requiere la ciencia. No halló Freud mejor forma que ésa para comunicar su manera de lidiar con los abismos de la condición humana.
La admiración por la literatura, y por el arte en general, llevó a Freud a interesarse por el tema de la creación, y a explorar por qué sus producciones despiertan en las personas emociones tan intensas que las llevan a reconocerse en ellas. El psicoanálisis formuló originales concepciones acerca de la naturaleza del trabajo literario ejerciendo una poderosa influencia sobre la crítica literaria, muchas de cuyas escuelas derivan, adhieren, discuten o rechazan sus teorías. La relación entre el psicoanálisis y la literatura, sin embargo, no se restringe a un mero ejercicio académico. La propia producción literaria de este siglo contiene descripciones, interpretaciones y reflexiones acerca de la naturaleza humana que se nutren directamente del psicoanálisis.
Por otro lado, los psicoanalistas están en la posibilidad de aportar a la reconstrucción del universo subjetivo de los actores históricos, “un conjunto de métodos y de proposiciones concebidos para arrebatar al pasado sus significados recónditos”, como apunta Peter Gay. Además del material al que recurre tradicionalmente para reconstruir el pasado, el historiador puede valerse de sueños, diarios íntimos, novelas o relatos populares, incorporando y nutriéndose de aproximaciones propias del psicoanálisis o de la literatura. También se beneficiaría de ellas el estudio de textos biográficos, libros de viaje y crónicas —en las que es notorio que una particular percepción de los hechos convierte a las vidas de sus autores en novelas.
El Simposio Internacional “La Novela en la Historia y la Historia en la Novela”, organizado por la Biblioteca Peruana de Psicoanálisis y el Seminario Interdisciplinario de Estudios Andinos, reunió en octubre de 1995 a escritores, críticos literarios, historiadores, psicoanalistas y otros especialistas peruanos y extranjeros para intercambiar testimonios, marcos de referencia y aproximaciones metodológicas en relación a temas como realidad y ficción, objetividad y subjetividad, usos de la memoria, etc.
Son las ponencias presentadas en ese evento las que presentamos en este volumen, que estamos seguros será de sumo interés para nuestros lectores.
Los editores
Miguel Gutiérrez