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nacida de una intensa y fascinante travesía
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en tu recorrido hacia la libertad financiera.
Título original:
My Business of People, 20 Years Later.
Subtítulo:
Secrets of success for a new generation of people who lead people.
Título en español:
Mi Negocio de Gente, 20 Años Después.
Subtítulo en español:
Secretos de éxito para una nueva generación de gente que lidera gente.
© Copyright 2013. Derechos Reservados.
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© 2013 Global Meanings Publishing LLC. Todos los derechos reservados.
Publicado y distribuido por:
Global Meanings Publishing LLC.
San Antonio, TX, USA.
ISBN: 978-0-9911944-4-5
Un libro de motivación produce alegría.
Uno de educación produce riqueza.
Eran las 6:07 de la mañana cuando me desperté un martes sabiendo que había llegado el momento de escribir este libro. Mis ojos se abrieron sin sueño, de forma casi repentina, como si hubiese una prisa que me empujara a terminar mi rutina matutina, y comenzar a escribir.
Sabía que tenía que hablar sobre muchísimas cosas, todas las que se pueden aprender en una vida completamente dedicada a un negocio en redes. Después de todo, hace exactamente 20 años y 2 meses que emprendí de manera definitiva un viaje que me llevaría por rumbos inimaginados. Y 20 años dedicados a cualquier actividad no son pocos, sobre todo cuando constantemente se nos dice que el primer año en un negocio de gente es el de aprendizaje, de adentrarnos, de mojarnos los pies... no estoy de acuerdo. La travesía nunca termina, cada año que transcurre nos revela cosas mágicas, y entre más años, más magia.
Tras enderezarme sobre la cama me dirigí al baño para darme una ducha. Alcanzaba el final del pasillo cuando observé, al fondo de mi oficina personal, decenas de miles de luces citadinas brillando aún con una claridad abrumadora. La noche parecía no dormir todavía y la vista panorámica desde mi casa estaba tan bella como siempre, destellante, hipnotizante, imposible de acostumbrarse a ella aun a una década de vivir ahí.
Mientras el agua corría por mi cuerpo, los movimientos de mis brazos eran lentos y mi mirada se centraba en un punto fijo. Mi mente no paraba. Las ideas, las palabras, las anécdotas fluían de manera incesante. Cada frase que cruzaba mi mente venía cargada de certeza, de claridad, y sólo se hacía más aguda conforme pensaba en el efecto que podría tener este libro en mí mismo, si hubiera leído algo parecido hace 20 años.
¿Cuánto tiempo hubiera ahorrado si la información que compartiré hubiera llegado a mis manos a esa edad? ¿Hubiera alcanzado la libertad absoluta antes de los 10 años que me tomó lograrlo? ¿Habría podido pasar más tiempo de calidad con mi padre antes de que enfermara? ¿Tendría sobre mí las miradas de asombro de mi familia al verme vender millones de dólares a mis 20's, en lugar de a mis 40's?
Sé que un escritor suele sumergirse en una atmósfera que lo inspire. Muchos usan un tipo específico de libreta y una pluma que les es familiar, con la que escriben todas sus obras. Algunos suelen recluirse en algún lugar del mundo donde hacen uso de un entorno muy específico que les permita conectarse con esa fuente inagotable que es la imaginación. Luego sólo se dejan llevar y comienzan a escribir.
En mi caso, sólo tomó caminar unos cuantos pasos más por el pasillo hasta rebasar ambas puertas, la de mi oficina y la de mi recámara, y llevarme a mi espacio favorito, al fondo, a mi estudio de música.
Con la noche aún sin irse pese a que casi daban las 7:00 de la mañana, abrí las persianas detrás de lo que yo llamo "la estación”, que no es otra cosa que un trípode en el cual tengo una computadora conectada a un equipo de sonido, un sintetizador, una interfase para grabar instrumentos, una pedalera de efectos al piso y un par de guitarras colocadas sobre pedestales horizontales, guardadas en estuches que las mantienen bellas. A fin de cuentas las trato con la misma delicadeza que debe tratarse a la mujer que se desea conquistar.
En las paredes cubiertas con aislante de sonido, me observaban las fotografías tomadas con varios de los músicos que he admirado desde niño, a quienes he podido conocer gracias a la vida que ahora tengo. En especial un recuadro en el que uno, a quien pude invitar a cenar mientras coincidíamos en un restaurante de Ohio, al no tener una foto para autografiarme, me firmó varios billetes foráneos que hoy adornan mi estación.
Nada como esos recordatorios para comenzar a escribir un libro que habla de cómo un chico de clase media y de familia promedio, pudiese llegar un día a convertirse en un empresario. Un hombre de negocios absolutamente libre y dueño de sus circunstancias. Todo gracias a un negocio de redes.
Antes de comenzar quiero compartir que escribiré desde el anonimato casi total, es decir que omitiré nombres, lugar de residencia o cualquier cosa que pueda robarle a esta obra la universalidad que pretendo que tenga, pues es mi intención que TODA persona que lea este libro lo haga sabiendo que el recorrido hacia la libertad es EXACTAMENTE el mismo, sin importar la compañía o tipo de negocio de gente que se ha elegido.
Debido a que tampoco tengo interés en promocionar una empresa en particular, utilizaré todos los medios a mi alcance para que la identidad de las personas o las compañías por las que navegué, puedan ser la de "cualquiera”. Con esto busco que el factor protagónico sea la EDUCACIÓN, y no mi persona o cualquiera de mis negocios. Especialmente porque a pesar de que varios de éstos son una continuación de la primer empresa de MLM que fundé, misma que ha evolucionado hasta convertirse en uno de mis principales activos, las circunstancias actuales también me permiten incursionar en proyectos ajenos a este esquema. En ese sentido este libro es también una forma de honrar la industria que me ha permitido diversificarme y crear nuevas formas de emprender.
Obviamente, el hecho de que mi nombre se conociera y que por consiguiente este libro fuera una forma de promocionarme, dado que se ha traducido a varios idiomas y se vende en distintos países, es algo que se me señaló en algún momento. Pero aun así, mi interés va más allá. El sólo hecho de pensar que muchas más compañías de redes logren crear líderes, y no sólo consumidores, gracias a las enseñanzas que mi recorrido de 20 años me ha dado, es mi modesta contribución para que esta industria siga evolucionando y adaptándose a las realidades de un mundo tecnológicamente cambiante.
Aunque escribiré recordando a toda la gente que me acompañó en mi recorrido hacia la libertad, este libro está escrito para mucha más gente. Es por eso que no sacrificaré la honestidad con la que deben abordarse y "desnudarse" algunos conceptos, sobre todo aquellos que se han repetido religiosamente en nuestra industria, sin que alguien los descifre correctamente.
Salvo mi intención de omitir nombres y lugares específicos, en esta obra hablaré de las verdades en un negocio de redes, sin tapujos o maquillaje. Sólo de esta forma alguien puede tomar decisiones inteligentes basadas en los hechos, no en la motivación efímera de los eventos promocionales que caracterizan la industria.
Todo libro de autoayuda y seminario motivacional es bueno, pero este libro es distinto. En ocasiones en él hablaré de conceptos concretos y muy específicos, pero en otras ahondaré en anécdotas, algunas muy personales, con el objetivo de que quien lo lea, realmente pueda aprender algo NUEVO. Pretendo que no sólo se motive sino que se eduque.
Sospecho que la información que aquí plasmaré, puede ser tan dramática que al momento que termines de leer, tu mente estará vibrando intensamente, de tal forma que querrás comenzar cuanto antes a hacer las cosas bien, tal vez por primera vez, "verdaderamente bien”.
Por otro lado quiero dejar claro que el término "negocio en redes”, en mi percepción, no sólo aplica para compañías de MLM. Cualquier negocio donde se construyan redes de personas y donde se distribuyan beneficios en equipo, es un negocio de redes. Sea éste de venta de seguros, tiempo compartido, ventas directas, ventas de acciones, bienes raíces o relaciones públicas, todos son negocios de GENTE. Cuando leas un concepto que parezca no ser relevante con tu profesión, sigue leyendo. Comprobarás que con tan sólo entender el entorno de cada situación, obtendrás enseñanzas vitales y permanentes.
También quiero advertir que en cada capítulo verás palabras en mayúsculas, algunas frases subrayadas, y párrafos compuestos de oraciones concretas y al punto. Lo he hecho así a propósito ya que siendo un ávido lector, he notado que la lectura sofisticada en la que el escritor pareciera estar más preocupado por lo que diga un panel de jueces literarios, puede llegar a ser inefectiva, aun cuando contenga enseñanzas valiosas. Por el contrario, yo no soy escritor ni vivo de ello. Soy un empresario como tú y he logrado absolutamente todo lo que tengo gracias que un día ingresé a un negocio como el que ahora tú eliges. El único estilo de redacción al que he obedecido es el de utilizar un ritmo, una forma y un lenguaje que te ayude a seguir leyendo. Quiero que cuando pauses la lectura por tus quehaceres diarios, en algún momento recuerdes que estás leyendo un libro que te estimula, y sientas en ese momento ganas de regresar a él.
Por último quiero dejar claro que este libro describirá mi recorrido por un negocio de redes, y que lo he escrito tratando de "allanar" el camino para otro emprendedor que también se dedique a un negocio de estos. Sin embargo, las anécdotas, ejemplos y conceptos que utilizaré, todos tienen ABSOLUTA relevancia para cualquier negocio de personas. Y esto incluye un negocio compuesto de UNA sola. Si éste es tu caso, al final comprobarás que te has regalado una obra hecha para ti, para que tu relación contigo mismo y con los demás, se fortalezca, prospere y genere diversos tipos de riqueza.
Dedicación
Muchos escritores dedican y agradecen sus obras a sus familiares o a su agente literario; a la musa que ha llegado a su vida o a quien les enseñó el camino.
En mi caso, dedico esta obra a mi "gemelo de recorrido”, TÚ, porque aunque no te conozco, entiendo perfectamente la aventura que estás emprendiendo y puedo ver la mirada de esperanza que tienes dibujada en tu rostro. Porque sé que de alguna forma entiendes la magnitud de lo que acabas de descubrir: una forma de alcanzar la libertad financiera a través de un negocio de gente.
PARTE I: LOS CIMIENTOS
(Oprima la flecha de adelantar para capítulos 1 - 3)
Siendo niño recuerdo quedar impactado con las películas que se desarrollaban en el desierto. Tanto las legendarias de los 70's, épicas y filmadas en entornos de proporciones bíblicas, hasta las más recientes como la de Babel (2006), en la que una mujer de origen hispano casi pierde la razón mientras intenta sobrevivir la deshidratación propia y la de dos niños a los que debía cuidar. Por azares de la historia, estos tres personajes terminan caminando sobre el mismo desierto que recorren miles de inmigrantes que intentan cruzar a Estados Unidos, con resultados casi fatales.
El desierto nos hace ver cosas que no son
Mi primer encuentro con un negocio de redes se dio a los 20 años de edad.
En la casa de un amigo de la universidad se llevó a cabo una "reunión”. Ignoro cuántas compañías aún usan este término, pero en mi caso, por 20 años la he llamado simplemente "la presentación”.
Mucho de ese día fue inesperado. Tanto la manera como fui invitado, como lo que terminó ocurriendo al final de la tarde. Me habían comentado que una empresa internacional abriría una "sucursal”, y que un importante ejecutivo estaría en la ciudad buscando gente clave para que pronto pudiesen tomar las riendas de la expansión. Nuevos universitarios que ocuparan "puestos" importantes, nuevos talentos con ganas de subir.
Era una oportunidad casi única que me permitiría dejar de estar a la deriva y sin trabajo, situación por la que estaban pasando varios de mis conocidos recién graduados.
Mi amigo tenía las conexiones, siempre las tenía. Ya sea que se tratara de boletos para conciertos, ropa de marca a descuento o acceso al primer teléfono celular de bolsillo, siempre parecía ir más adelante que nosotros y no había por qué desconfiar de su invitación.
No hice muchas preguntas, cambié mis planes para ese día y me dispuse a coincidir en su casa, donde se me dio a entender que se llevaría a cabo una especie de "reunión previa”. Seguramente estaría estacionada una van corporativa afuera de su casa, con algún logotipo internacional, que luego nos trasladaría a mi futuro hogar laboral.
Mi amigo me había hecho sentir especial, elegido, evaluado por él y por su novia, quien hasta ese momento, nunca había tomado gran interés por mi persona.
"¿Qué la habrá hecho cambiar de opinión?... Mi talento, con seguridad” – deduje.
Pensar eso era mejor que cualquier otra opción, como por ejemplo, que tal vez me querían reclutar para un Multinivel. Imposible saberlo ya que aquella palabra, "Multinivel”, ni siquiera existía en mi vocabulario. Era tan ajeno al concepto que si me hubieran dicho que se trataba de algo parecido, tal vez hubiera sido hasta mayor mi entusiasmo al pensar que se trataría de una compañía que construía edificios de departamentos de "niveles diversos”.
La van corporativa no estaba ahí, tampoco BMW o Mercedes alguno, sólo coches normales y unas siete personas en la sala de la casa mientras en la cocina, la novia de mi amigo preparaba café y galletas.
Tras unos minutos de socialización, una de las personas "ejecutivas" que había llegado y que me había tratado con especial atención, se disculpó con nosotros y se dispuso a buscar algo en su portafolio. Era un pequeño pizarrón portátil.
Mi madre siempre fue una gran devota del catolicismo por lo que en numerosas ocasiones durante mi infancia, me tocó presenciar cómo individuos de una secta ajena, o como mi madre les llamaba, de "hermanos separados”, terminaban aporreados por los argumentos que ella tenía subrayados en amarillo en alguna de sus biblias. Había unas cinco o seis en casa, una abierta en la sala, otras dos o tres en las repisas de las recámaras, la de apuntes y la más nueva, aquella forrada de cuero con el Salmo 23 grabado en letras cuasi-hebraicas.
Al poco tiempo de iniciada la plática, fui yo el que ahora se disculpó con los que estaban a mi lado, y fui de prisa a preguntarle algo a la novia de mi amigo, quien permanecía en la cocina.
Habían pasado un par de años desde que dejara de frecuentar el grupo de jóvenes al que pertenecí desde los 12 años, y me consideraba un católico "extremadamente" relajado, por decirlo de alguna forma, y no iba a hacer una escena ante lo que estaba presenciando: "una treta más de los hermanos protestantes por reclutarme para su iglesia”.
"No sé si sepas que soy católico... ¿Hay algún problema si estoy aquí?” – le pregunté.
Pese a lo gracioso que pudo ser esto, la prisa de ella porque yo regresara a la plática y no me perdiera el mensaje, fue mayor que su risa. Dejó lo que estaba haciendo y tomándome del brazo, me acompañó a sentarme.
Traté de poner atención.
La explicación terminó y ahora en mi mente estaban las fotografías de la gente exitosa que se me habían compartido. Desde luego aquello no era una nueva religión.
Se mencionaban nombres desconocidos para mí, pero se les nombraba como cuando se nombra a un artista, con la misma obviedad de saber quiénes eran. Nombres de productores de ventas, líderes, lideresas, parejas exitosas, familias formadas en "el negocio”, casas, viajes, lujos, etc.
24 horas y $150 dólares después, ya era un distribuidor de una empresa de redes. Desde luego siguieron varias reuniones, afortunadamente algunas en salones de hotel o en la universidad, donde en una ocasión se me ocurrió hacer uso de mis dotes artísticos, y dupliqué el logotipo de la compañía con gis en un pizarrón con ruedas, anteponiendo la palabra "bienvenidos a”. Ante mi sorpresa mi patrocinador lo borró apresuradamente antes que llegara la gente. La razón:
"Nadie debe saber quiénes somos” – me dijo sonriendo.
Es increíble cómo el entusiasmo de una plática, por más que nos haga soñar, puede esfumarse tan rápido cuando nos enfrentamos a algo tan distinto e impredecible, y en el cual se nos instruye a negar lo que verdaderamente representamos: una alternativa inteligente y de la cual debemos sentirnos orgullosos.
Cada reunión se planeaba a discreción de los líderes de la zona, en ocasiones en casas, y otras en hoteles. Muy pronto comencé a experimentar una sensación de que me tomaría "siglos" alcanzar esa libertad de la que me habían hablado.
Recordar ese sentimiento tan vívidamente es en gran parte lo que me ha motivado a escribir este libro, porque esa emoción de desesperanza, a mi punto de vista innecesaria, puede eliminarse por completo con la educación correcta, haciendo algunos ajustes, y sin necesidad de que nos salgamos de la empresa de redes en la que estemos.
Cuando una persona que se dedica a un negocio de gente, comprende la naturaleza de las personas, la forma correcta de confrontarlas, y la manera más inteligente para motivarlas, no ve necesario "trocar" ni manipular a nadie.
Remotivándome
Poco antes de que abandonara esa empresa, me tocó asistir a una convención a cuatro horas de mi ciudad, en la que hablarían algunas personas que ya habían alcanzado el estatus de millonarios.
Al llegar, entré a una gran sala que estaba a reventar, con música estruendosa y miles de personas gritando emocionadas por ver a estos ídolos, desconocidos para el mundo exterior, pero tan famosos dentro de aquel universo de ventas de productos, que la electricidad se asemejaba a la de un concierto.
Yo observaba desde lejos, como sintiéndome un tanto ajeno y a la vez lentamente integrado. No recuerdo haber reaccionado desde el ego, más bien experimentaba asombro ante algo tan nuevo y desconocido. La única familiaridad que tuve fue ver que aquello se asemejaba mucho a varios de los congresos religiosos a los que mi madre me insistía en asistir de adolescente.
A pesar que no habían expuesto una gran cantidad de conceptos educativos, sí hicieron recomendaciones prácticas sobre cómo controlar las influencias a las que nos exponíamos en el día a día. No ver televisión ni leer periódico fueron algunas. La sensación de haber aprendido algo "nuevo”, fue lo suficientemente motivante como para hacerme regresar con nuevos bríos y darme una nueva oportunidad en el Multinivel.
Aquí quiero dejar claro que nunca culparía a una empresa de redes por la forma como sus distribuidores deciden desarrollar la oportunidad. Ni siquiera en la forma o contenido que cubren en un evento como al que asistí. Simplemente son demasiadas personas y como dicen, cada cabeza es un mundo. No hay forma de controlar a tanta gente, con tantas circunstancias de vida, y con tantos hábitos enraizados de años. Ese es el precio que paga una empresa en la industria de las redes, al trabajar con "activos humanos".
Lo que sí es un hecho, es que cada persona en una compañía de éstas, TIENE la oportunidad de ELEGIR a quién seguir, de quién aprender. Cada individuo puede buscar conocimientos nuevos, dentro o fuera de la empresa a la que pertenece.
Aun así me pregunto cuánta gente sigue un mismo patrón: medio tiempo, impredictibilidad, un consumo mensual, desánimo ante tanto rechazo y un evento motivacional que los hace mantenerse ahí, soñando que con perseverancia y motivación, libros y más libros de autoayuda, el grupo un día crecerá. Motivación que los haga consumir, pero sin educación que los enseñe a persistir.
En mi caso, la emoción de aquella convención sólo fue suficiente como para durar unas cuantas semanas más, antes de renunciar de forma definitiva. Ciertamente no era mi tiempo. Metafóricamente hablando, una manzana verde había llegado a una "cocina" un tanto improvisada, donde mis amigos como "chefs”, aún no sabían cómo "cocinarme" mejor.
Creo que a lo lejos del horizonte del desierto, de mi desierto de incertidumbre universitaria, tuve una ilusión que por unos instantes lució como un oasis. Llegar ahí no fue necesariamente difícil, sólo requirió un poco de astucia por parte de un amigo, y explotar en mí un renacido anhelo de libertad.
Lo difícil fue cruzar los muros del oasis, pararme unos momentos, y contemplar un nuevo horizonte del otro lado, uno en el que el desierto que me aguardaba era más extenso aún.
El recorrido se me hizo demasiado largo. Temí sucumbir de sed.
Pocos espectáculos visuales se comparan al festival de globos en Alburquerque, Nuevo México. Cientos de aficionados a las alturas y la aventura, se dan cita ahí para observar cómo el ingenio del hombre, mucho antes de que se inventaran los aviones, ya había logrado conquistar el cielo. Aunque no sé si el término "conquistar" sea el apropiado.
A fin de cuentas si un globo pequeño es capaz de flotar y alegrar el día de un niño en el parque, uno más grande, inflado con calor, puede flotar y ser controlado por tiempos prolongados a gran altura. Incluso pude convertirse en una especie de balcón de alcoba para los enamorados.
¿Qué más cercano a conquistar los cielos que eso?
Siendo objetivos, pese a que un globo vuela alto, sólo lo puede hacer si ciertos elementos "externos" lo permiten, si las condiciones de sol y viento nos dejan volarlo, o mejor dicho, flotarlo. Un globo nos hace sentir que conquistamos el cielo, pero en realidad sólo estamos "flotando”, y flotar no es conquistar.
Por el contrario nunca dejará de fascinarme subir a un avión, amo la experiencia. Cada que abordo uno, siento una fascinación al ver cómo esa cantidad abrumadora de acero es capaz de desplazarse a 800 kilómetros por hora.
En especial me gusta ver la perfección de las alas, su rectitud, el aerodinamismo de su diseño y la forma como sus aspas se abren al aterrizar. Me hacen sentir protegido. Tal vez sea por su arquitectura, o porque representan para mí la libertad absoluta, los aviones me hacen preferir observar las nubes por encima, desde la comodidad de un asiento de piel, con el aire acondicionado manteniéndome fresco, y sabiendo que en unas cuantas horas podré pasar del verano al invierno en un vuelo de Dallas a Buenos Aires. Prefiero eso a estar en un cubículo menor a dos metros cuadrados, viendo cómo lo único que me separa de una muerte aparatosa es un poco de gas calentado, o que no se le ocurra al cielo nublarse justo en los momentos en que mi globo haya tomado altura.
Una nueva forma
A dos semestres de graduarme de una carrera doble, perdí el empleo que había conseguido al salirme de aquella compañía de Multinivel. La institución para la que trabajaba se había quedado sin un directivo, y tras varios meses intentando hacerme notar, terminaron ignorando mi trayectoria en el puesto que había ostentado por más de un año, y decidieron contratar a un individuo sin gran capacidad.
Pasé de dedicarle más tiempo a mi trabajo de lo estipulado en mi contrato, principalmente por el amor que le había tomado a lo que hacía, para luego estar bajo las órdenes de una persona con mucho menos conocimientos que los míos. Por las constantes presiones e ineptitud de este nuevo jefe, terminé fuera mucho más pronto de lo que imaginé. Suficiente como debut para alguien que intentaba abrirse paso en el mundo laboral.
Si la incertidumbre que el Multinivel me había dejado se había achicado con ese empleo, ahora crecía exponencialmente al no saber en dónde acomodarme una vez que llegara mi graduación. Una sensación de urgencia comenzaba a pesar sobre mí.
Fue entonces que buscando en el periódico por anuncios laborales, y tras haber intentado la contratación por amistad con algunos conocidos, me tocó ver un anuncio un tanto distinto, uno que ofrecía una oportunidad de crecimiento pero que no contenía muchos detalles.
El anuncio lucía distinto al de un negocio y a la vez al de un empleo. Ahora entiendo que estaba redactado con inteligencia y creatividad. Era lo suficientemente informativo como para que llamaran las personas, pero lo suficientemente escueto como para mantener la curiosidad.
Al otro lado del teléfono un joven me respondía al mismo tiempo que me hacía preguntas acerca de mi experiencia laboral y estudios, las cuales me mantuvieron entretenido hablando de mí. Una vez que escuché la dirección y se me dieron instrucciones de cómo llegar, sentí una gran ilusión al identificar que se trataba de una zona comercial de buen nivel. No era un corporativo de Silicon Valley, pero definitivamente era mucho más que una reunión en la sala de una casa.
Conduje hasta ahí y al llegar merodeé por el estacionamiento mientras mi emoción se hacía mayor al corroborar que me encontraba en un lugar por demás profesional, corporativo, comercial. Finalmente me estacioné cerca de la dirección indicada, acomodé mi corbata y me dispuse a entrar.
Había una recepción amueblada con excelente gusto, y habían otros chicos de corbata, lo que me hizo pensar que también buscaban "acomodarse”. Mantenían en sus manos los característicos portapapeles color maní, en los que guardaban su currícula, y al igual que yo, tenían un rostro de asombro al encontrarse ante un lugar tan profesional.
La persona que me había atendido al teléfono llegó y se acercó hasta donde me encontraba cómodamente sentado. Yo estaba tratando de denotar una seguridad que internamente no sentía. Mi cruzar de piernas se asemejaba al de un psiquiatra que escucha sin expectativa a sus pacientes, pero en mi interior había un poco de ansiedad al ver que no era el único candidato que evaluarían.
Con una sonrisa, un fuerte apretón de manos y una seguridad amigable, mi reclutador me invitó a pasar a la "sala de presentaciones”, donde se me daría una información general de la empresa, así como detalles sobre las industrias en las cuales estaba incursionando aquella innovadora compañía.
Al entrar, pude observar al fondo de la sala, misma que estaba casi a reventar, un muestrario de productos muy bien acomodado, un pizarrón perfectamente centrado y un televisor visible desde cualquier punto. El ruido de la gente conversando con sus reclutadores me dio tranquilidad y las preguntas que continuaban haciéndome, ahora cara a cara, me mantuvieron alejado de cualquier sospecha que me hiciera sentir que se tratara de un negocio "de esos”.
Sin embargo, a unos minutos de haber comenzado la plática, una sensación de incomodidad se apoderó de mí y casi instintivamente sentí deseos de buscar la puerta nuevamente.
Es curioso pero, a pesar que la plática no había comenzado con preguntas dirigidas a estimular los sueños de los asistentes, tal vez los nervios que el orador dejó escapar, fueron lo que le dio un leve toque de "venta" a su plática, suficiente para que optara por no escuchar más.
"Otro negocio piramidal” – pensé.
Sin un amigo ahí con quién sentirme culpable por abandonar la charla, me levanté de mi asiento y salí de inmediato.
Pasando el marco de la puerta, lo único que me detuvo fue la sonrisa de un personaje que se encontraba en las afueras de la sala y que al verme, sin yo saber cómo lo había investigado, pronunció mi nombre. Intentó decirme algo más pero le interrumpí.
"Ya sé de qué se trata esto y no es para mí” – le advertí.
Sin dejar de verme a los ojos y pese a que su estatura era notablemente menor a la mía, con una sonrisa que lucía casi perfecta, me dijo:
"¿Crees que es inteligente evaluar cualquier tipo información sin ver el 100% de su contenido?"
Se quedó mirándome a los ojos, como si intentara no darme otra opción más que responderle.
¡Ja!, podría retarme en cualquier tema, el que fuera, pero hacerlo en algo que pusiera a prueba mi inteligencia, fue lo más efectivo que se le ocurrió. A fin de cuentas todos traemos programas relacionados con nuestra capacidad intelectual, tras años y años en las escuelas evitando a toda costa sentirnos menos que los demás.
La estrategia funcionó.
Más tardé en haber dicho "disculpe, disculpe”, mientras me abría paso al salir, que en regresar a sentarme nuevamente y poner atención a la plática. Quería demostrarle a aquella persona que en efecto yo era alguien inteligente.
Para mi sorpresa, fue precisamente la "inteligencia" de la presentación en sí, su contenido, independientemente de las habilidades de exposición del orador, lo que poco a poco fue seduciéndome. Cada punto y la forma como éstos eran presentados, disminuía cualquier sensación negativa que hubiese tenido al inicio.
Hoy comprendo que la combinación de asistir a un lugar preparado específicamente para dar presentaciones, combinado con una presentación bien estructurada y fortalecida con un equipo de personas que se apoyaban entre sí, había surtido su efecto.
Estaba frente a una empresa que, aparte de tener una cantidad abrumadora de personas trabajando de medio tiempo, todas desde sus casas y conservando sus empleos, también había figurado una forma de que los dispuestos a hacerlo de tiempo completo supieran montar una estructura apropiada, algo que se asemejara a una franquicia y que les permitiera trabajar en equipo.
Era como tener lo mejor de ambos mundos.
Aquella compañía parecía haber figurado la forma de combinar el reclutamiento del "mercado cálido", amigos y conocidos, con el a veces difícil "mercado frío", compuesto por gente que llega a nuestro negocio por anuncios, Internet o recomendaciones en frío. Éste es un mercado que pese a que puede llegar por montones, sobre todo por las herramientas de publicidad que hoy podemos utilizar, suelen hacerlo con un gran nivel de escepticismo.
Aun así, pocas cosas nos hacen crecer y madurar como empresarios de un negocio de redes, como trabajar con gente que no nos conoce y a quienes debemos de "conquistar”. Es como la canción de "New York, New York”, si lo logras ahí, lo lograrás en cualquier lado. Si logramos conquistar el mercado frío, lograremos conquistar cualquier tipo.
Desde luego que el mercado de las redes se ha caracterizado por ser uno de "gente que conoce a más gente”, amigos invitando amigos. Sin embargo las condiciones de la tecnología actual nos permiten empujar un poco más y reclutar un mercado, que si aprendemos a dominar, puede convertirse en un importante generador de VELOCIDAD para nuestro negocio.
En realidad no importa si al momento de leer este libro, estás construyendo tu negocio de medio tiempo o tiempo completo. Las enseñanzas que aquí se comparten son tan relevantes para el que está de lleno, como para el que aún tiene otra actividad.
Además, lejos de lo que se pudiera pensar, el hecho de que una persona aún conserve su empleo no lo hace un candidato en desventaja, sobre todo si se está dispuesto a redefinirlo por lo que puede llegar a ser: una herramienta con la cual apalancar su negocio. Esto en algunas ocasiones ha salido a la plática en eventos sociales, cuando conocidos de amigos cercanos que recién han ingresado a otra compañía de redes, al enterarse que la mayoría de mis negocios han provenido del MLM, me hacen la pregunta casi obligada: ¿qué nos recomiendas para hacer el negocio de tiempo completo?
Pese a que su pregunta generalmente se refiere a si deben poner una oficina, en lugar de hacerlo en hoteles o casas, a muchos les sorprende que mi respuesta sencillamente sea: "hagan un buen equipo y logren periodicidad, nada más”.
Conformar un equipo de distribuidores comprometidos con invitar personas constantemente, y contar con un lugar que la gente identifique como una "base permanente" donde se presente el negocio, sin importar que éste sea un local dedicado a mostrar la oportunidad, o uno donde se monte un club de degustación de productos, será suficiente para que se cree una estructura que facilite la duplicación. Sólo quedará elegir entre prospectar desde casa, o tener un espacio dedicado para esta labor también, decisión que dependerá de cada persona.
Yo construí gran parte de mi negocio de redes, haciéndolo de tiempo completo, y este libro hablará de ello a fondo. Explicar a detalle mi estrategia, desde luego puede ser de gran beneficio tanto para gente de medio tiempo como para los que están de lleno, ya que si una persona de horario parcial se adentra al universo de alguien que se ha dedicado de lleno a las redes, por más de dos décadas, tendrá una mayor claridad al momento de determinar cuándo y bajo qué circunstancias es inteligente realizar cambios, y si acaso le conviene hacerlo.
Dedicarse de lleno al negocio no tiene nada que ver con ser exitoso. Hacerlo bien sí.
Esa decisión viene en su tiempo para cada quien. Depende de lo que la mente razona, lo que el instinto nos dice, y más importante aún, depende de lo que nuestro espíritu anhela por encima de lo que los demás digan que debemos de hacer.
Al término de este libro, una vez que hayas obtenido el 100% de la información, sabrás exactamente lo que tu espíritu anhela obtener de este fascinante negocio compuesto por gente, y de qué forma lo ejecutarás TÚ específicamente.
Por ahora, gracias por el recorrido que hacemos juntos. Quiero que sepas que me siento afortunado de que gracias a este libro estemos conectándonos, sin conocernos, sin yo saber cómo es tu rostro, ni tú el mío. Sólo sabe que he escrito "Mi Negocio de Gente, 20 Años Después" para que obtengas de tu empresa en redes el máximo beneficio posible, con el mayor estímulo posible y en el menor tiempo posible. Esa es mi intención y quiero que lo tengas presente en cada capítulo.
Impactado
El sistema educativo de esa empresa era evidente. Había una estructura a seguir y un lugar dónde ejercer una rutina. Un sitio dónde copiarle a los que más sabían y que se asemejaba a un "gimnasio" diseñado para ejercitar el "músculo" emprendedor. Algunos se la pasaban ahí todo el día y otros llegaban por las tardes. No importaba, a la hora de invitar gente y presentar el negocio, todos formaban un mismo equipo.
Había un horario para presentaciones y uno para educar a otros, o a uno mismo. Videos hechos por los fundadores de la empresa, quienes habían logrado ganar millones de dólares y en los que se enseñaban conceptos, tanto básicos como avanzados. Toda una estructura mucho más intensa que la que manejaba aquella empresa que me tocó ver en casa de mis amigos.
Con dos semestres por terminar mi carrera universitaria, me era imposible llevar el negocio de tiempo completo, razón por la que comencé a ir por las tardes solamente. Al poco tiempo aprendí a dar presentaciones y pronto gustaron lo suficiente como para dejarme realizar una gran parte de ellas. Me sentía tan cómodo frente al público que incluso se había llegado a preferirme sobre algunos más experimentados.
Debido a mis actividades escolares, sólo me alcanzaba tiempo para venderle a amigos y familiares en mis ratos libres e invitar conocidos a una que otra presentación. Iba y daba las presentaciones, me gustaba hacerlo, pero muchas veces no tenía gente en ellas.
Las mañanas las saturé de clases cuando decidí tomar las de los dos semestres faltantes, e intentar graduarme en uno. Mi entusiasmo por una carrera laboral relacionada a mis estudios había desaparecido. No me interesaba más que graduar, como fuera, tan sólo para darle la satisfacción de ser un universitario titulado a mis padres. Quería ser libre para dedicarme de tiempo completo al negocio, e imitar a los que ya habían alcanzado un "rango" mayor.
Finalmente llegó el día en el que la empresa anunció un seminario educativo en el área. Pese a que mi primer impulso fue no asistir, ya que éste costaría $300 dólares, era tal la convicción de las personas que estaban al frente de la zona, cuando hablaban de la educación de la empresa, que me entusiasmé y decidí buscar la forma de asistir. Tal vez también fue el "miedo a perder" que sentí al ver que todos los demás asociados estaban pagando su inscripción. Compartí mi interés con un familiar y lo convencí para que me ayudara con el gasto.
Hoy puedo decir con absoluta certeza que mi inversión primera no fueron los productos que adquirí, mismos que ascendieron a unos $1,000 dólares, sino esos $300 dólares invertidos en mi nueva educación.
Pocas cosas son comparables a recibir conceptos NUEVOS, conceptos que son tan poderosos que sentimos como si nuestra cabeza estuviera siendo "sacudida" sin que podamos hacer algo al respecto, pero a la vez felices al sentir que comenzamos a entender los "porqués" de la pobreza y la riqueza. Aprender nuevos conceptos relacionados con el dinero cambia nuestra vida. Nos permiten explorar mundos de conocimiento no disponibles en el sistema escolar del que la mayoría venimos.
A diferencia de aquella convención en la empresa de mis amigos, donde sobró la motivación pero escaseó la educación, este seminario intensivo de dos días había sido tan impactante que me mantuvo pensando, meditando, motivado por seguir desarrollando el negocio, por mucho más tiempo.
Con lo que aprendí, y sobre todo porque los líderes del área fueron muy efectivos en ayudar a que algunos de los pocos amigos míos que entraron al negocio asistieran también, durante seis meses nunca se disipó el sentimiento de "avance” con el que salí. Con cada semana que pasaba prevalecía en mí una sensación de descubrimiento, de novedad.
"En unos meses podré hacer esto de tiempo completo y en un año, máximo en un año, alcanzaré la cima” – pensaba.
Durante esos seis meses yendo sólo por las tardes, mis días estaban llenos de "actividades”. Desde los 12 años había estado enrolado en todo tipo de ministerios en la iglesia, independientemente de qué tanto impacto tenían en la gente que intentábamos ayudar, y el hecho de ahora saturar mi agenda con "nuevas actividades”, encajaba perfecto para mí. Por las mañanas me la pasaba ocupado, clases y más clases, y por las tardes recibía un gran reconocimiento por parte de las personas en el negocio, debido a que cada vez me salían mejor las presentaciones.
Con el paso de los meses comencé a perder el interés de reclutar más gente debido principalmente a las tantas "ocupaciones” que ahora tenía. Me convertí en una especie de estrella de la exposición en grupo, al grado que en algún momento varios compañeros redactaron una carta y la enviaron a las oficinas corporativas de aquella compañía, para compartir mi tan inusual historia. Querían que ésta apareciera en la revista mensual.
"Hay un chico que aún no gradúa de la universidad, pero que decidió tomar dos semestres en uno... ¡increíble!... todo con tal de graduar y dedicarse de lleno al negocio. No conforme con eso, ha aprendido a dar unas presentaciones muy motivantes. Queremos que publiquen su historia” – Algo parecido expresaba la carta.
Era tan romántica la historia, que no se preguntaban por qué había dejado de invitar prospectos. Nadie parecía notar que pese a mi gran entusiasmo, comenzaban a asomarse algunos de mis malos hábitos, mismos que hoy identifico como los principales causantes de pobreza en millones de personas. Hábitos en los que ahondaré más adelante.
Aclaro que cuando hablo de "pobreza”, no me refiero a aquellos que vagan por las calles, sino a los millones de pobres que tienen un título universitario y que a pesar de ello, no han podido resolver su vida financiera. Aquellos que pese a sus estudios carecen de ingreso residual llegando a sus vidas, simplemente porque no tienen idea de cómo generarlo. Llamo pobres a quienes como yo en ese entonces, se llenan de actividades infructuosas, presumen un nivel académico que sólo alimenta la vanidad y la necesidad de reconocimiento, y hacen esto mientras sus cuentas bancarias se vacían.
Es increíble cómo aun estando en el negocio, una persona puede caer fácilmente en actividades que lo alejen de su motivación inicial. Pareciera como si una fuerza "extraña" se encargara de empujarnos en dirección opuesta, llevándonos a actuar acorde la frase que dice: