INTRODUCCIÓN
En mi primer libro, Basic Principles of Biblical Counseling [Principios bíblicos del arte de aconsejar], desarrollé en un bosquejo más o menos extenso un enfoque del arte de aconsejar que creo que está psicológicamente bien fundado y acorde con las Escrituras. El libro ofrece el pensamiento filosófico y conceptual sobre el cual baso mi enfoque de cómo aconsejar. Mi propósito al escribir este libro es hallar un modelo de aconsejar que pueda integrarse adecuadamente en el funcionamiento de la iglesia local. En mi opinión, cualquier enfoque de la obra de aconsejar que sea verdaderamente bíblica funcionará con mayor eficacia cuando se lleva a cabo en el contexto de un cuerpo local de creyentes. En estos días oímos mucho acerca de conceptos como vida de cuerpo, compañerismo koinonía , y amor ágape. No sólo es bíblico el énfasis; también es oportuno para una iglesia cristiana que se ha vuelto demasiado impersonal y superficial en su vida de comunidad.
Sin embargo, una efectiva vida de grupo también tiene sus propios problemas. Cuando los cristianos comienzan a experimentar la emoción de la verdadera aceptación y empiezan a saborear las posibilidades de un profundo compañerismo, tanto con el Señor como entre sí, a menudo ocurre que comienzan a aflorar problemas que estaban profundamente ocultos desde mucho tiempo atrás. En estos casos el cuerpo local no debe entonces decir de entrada a sus hermanos y hermanas que están sufriendo que busquen ayuda profesional. Tenemos que proveer recursos alternativos o diferentes para encarar estos problemas dentro del grupo, donde la gente pueda beneficiarse del potencial sanador inherente al funcionamiento de grupo, a la vez que recibir consejos apropiados. El aconsejar y la vida en el cuerpo no deben estar separados. La tarea que tenemos por delante es desarrollar un modelo bíblico de cómo dar consejo que pueda integrarse con propiedad a la iglesia local. Mi meta en este libro es hacer un bosquejo de tal modelo y explorar algunas ideas preliminares en cuanto a estrategias de integración.
La labor de aconsejar no es una disciplina como la odontología o la medicina que dependen fundamentalmente de un agregado creciente de conocimiento técnico administrado por un profesional altamente especializado. El dar consejo es más bien en esencia y práctica una relación entre personas solícitas. Como con la mayoría de los conceptos, podemos equivocarnos por caer un uno u otro de los dos lados de la angosta plataforma de la verdad. Algunos insisten en que aconsejar no es otra cosa que relación. Yo no estoy de acuerdo. Hay conocimiento técnico de la dinámica psicológica y procedimientos terapéuticos que dan más efectividad al consejo. Otros caen del lado opuesto al insistir en que el arte de aconsejar no es otra cosa que la operación científica de aplicar experimentalmente verdades confirmadas de laboratorio para resolver problemas de conducta. Pero cuando consideramos que el hombre es una criatura personal hecha a la imagen de Dios, concebida para tener compañerismo con Dios, comprendemos que la orientación o consejo que desvaloriza las dimensiones personales de confianza, solicitud, y aceptación no puede ser verdaderamente efectiva.
Si el consejo efectivo requiere a la vez de cuidado y solicitud personal y de comprensión del funcionamiento humano, tenemos que buscar en nuestras iglesias locales, creyentes maduros llenos del amor de Cristo, y prepararlos en la habilidad y la intuición del arte de aconsejar. Este libro está dedicado a la idea de que personas cristianas solícitas y maduras (solícitas porque conocen el amor de Cristo y maduras porque por sobre todas las cosas desean conocerlo a él) puedan llegar a ser consejeros aptos dentro de sus iglesias locales.
Es posible que algunos consejeros profesionales se sientan amenazados por semejante idea o tal vez la rechacen como nacida de un optimismo ignorante. Los invito a considerar el potencial curativo disponible de ser cierta la anterior proposición. Al tratar con personas afligidas, los consejeros que son miembros de la misma iglesia local y por lo tanto conocen bien a los otros podrán movilizar recursos de amistad, cuidado, ayuda, y oración y ponerlos al servicio de sus pacientes. En mi opinión, nosotros los profesionales seguiremos siendo necesarios, pero cambiará nuestro papel. Ya no seremos los sacerdotes de ese mundo secreto, sagrado, y misterioso de la psicoterapia. La oportunidad de la consulta privada hace que muchos se olviden de la gente que los conoce y se preocupa por ellos para ir a un profesional y pagarle por oírles y aconsejarles. En el modelo que propongo muchas personas se volverán unas a otras y a los líderes que hayamos preparado para encontrar respuestas bíblicas a sus problemas. Los consejeros que son parte de la congregación podrán con inteligencia aprovechar los recursos de una comunidad solícita y en disposición de ayudarles a remediar las necesidades de sus «pacientes».
La función de los profesionales cristianos será doble: (1) entrenar cristianos de la iglesia local que adquieran el don de aconsejar, (2) ofrecer recursos de apoyo cuando fuere necesario. No estoy de acuerdo con la opinión de algunos, de que los psicólogos deberían cerrar sus puertas y referir sus pacientes a los pastores. Aunque las Escrituras proveen la única información con autoridad para aconsejar, la psicología y su disciplina especializada, la psicoterapia, ofrecen algunos enfoques válidos acerca de la conducta humana que en ningún sentido contradicen la Biblia. Si combinamos estas ideas con los recursos curativos de un grupo local de cristianos dedicados y solícitos, mediante el entrenamiento de miembros de las iglesias para asumir buena parte de la tarea de aconsejar, podríamos ver un tremendo aumento en madurez espiritual y emocional en nuestras iglesias.
Tres tipos de consejo
Todo creyente ha sido llamado a un ministerio de ayuda y estímulo para otros, especialmente a los de la familia de la fe. Lo que necesitamos no es más conferencias ni libros acerca de la teoría del don de aconsejar, sino llamar, estimular, y apoyar a miembros de las iglesias locales para que lleven adelante la comisión de amarse unos a otros, llevar las cargas los unos de los otros, orar unos por otros. Dar aliento es una clase de ministerio de consejo que está a la disposición de todo cristiano. Los pastores, ancianos, y otros líderes de las iglesias tienen la oportunidad y la responsabilidad especial de enseñar principios bíblicos para la vida. Ese es un segundo tipo de consejo. Algunos deberán ser preparados específicamente para el ministerio de dar consejo que conlleva la exploración profunda de problemas serios. Este es un tercer tipo de forma de aconsejar y constituye el tema principal de este libro.
En mi empeño por comunicar un modelo bíblico de dar consejo he sugerido algunas ideas acerca de cómo reaccionan las personas. Cualquier cristiano puede entender y usar estas ideas de manera práctica para tratar sus propios problemas personales y para ayudar a otros a encarar los suyos. Aunque parte del material es un poco técnico, en general está escrito en un estilo tal que podrán seguir sin dificultad personas sin ninguna formación académica en el arte de aconsejar. Es mi esperanza que cada uno de nosotros, como miembro del cuerpo viviente de Cristo, se tornará más atento a sí mismo y hacia los demás, y más apto para utilizar de manera efectiva la suficiencia de Cristo para sanar el dolor propio y el ajeno.