Zapallo para consumo en fresco y fines agroindustriales: Investigación y desarrollo
Universidad Nacional de Colombia, Sede Palmira.
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Universidad Nacional de Colombia
2015
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Sanín Ortiz Grisales
Franco Alirio Vallejo Cabrera
Diosdado Baena García
Edgar Iván Estrada Salazar
Magda Piedad Valdés Restrepo
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA
SEDE PALMIRA
FACULTAD DE CIENCIAS AGROPECUARIAS
DEPARTAMENTO DE CIENCIAS AGRÍCOLAS
Y DEPARTAMENTO DE CIENCIA ANIMAL
Palmira, Valle del Cauca, 2013
Zapallo para consumo en fresco y fines agroindustriales : investigación y desarrollo / Sanín Ortiz Grisales, Franco Alirio Vallejo Cabrera, Diosdado Baena García, Edgar Iván Estrada Salazar, Magda Piedad Valdés Restrepo. --Palmira, Valle del Cauca.: Universidad Nacional de Colombia, 2013.
250 p.; 24 cm.
ISBN digital: 978-958-775-505-3
1. Calabaza (Cucurbita) - Cultivo – Colombia. 2. Calabaza (Cucurbita) - Producción – Colombia. 3. Calabaza (Cucurbita) - Control de calidad – Colombia. 4. Calabaza (Cucurbita) - Industria y comercio – Colombia. 5. Aceite de semillas de calabaza I. Ortiz Grisales, Sanín.
635.62 cd 21 ed.
A1381602
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Zapallo para consumo en fresco y fines agroindustriales : investigación y desarrollo
© Universidad Nacional de Colombia - Sede Palmira
Facultad de Ciencias Agropecuarias
Departamento de Ciencias Agrícolas y
Departamento de Ciencia Animal
© Sanín Ortiz Grisales
Franco Alirio Vallejo Cabrera
Diosdado Baena García
Edgar Iván Estrada Salazar
Magda Piedad Valdés Restrepo
Primera edición, mayo de 2013
ISBN digital: 978-958-775-505-3
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Sanín Ortiz Grisales. Zootecnista, MSc., PhD. Profesor Asociado. UBA en Ciencia Animal. Facultad de Ciencias Agropecuarias. Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira. Editor. sortizg@unal.edu.co
Franco Alirio Vallejo Cabrera. I.A.; MSc.; PhD. Profesor Titular. UBA en Ciencias Agrícolas. Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira. Líder del Programa Mejoramiento Genético, Agronomía y Producción de Hortalizas, de la Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira.
Diosdado Baena García. I.A:, MSc.; PhD. Profesor Asociado. UBA en Ingeniería. Facultad de Ingeniería y Administración. Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira.
Edgar Iván Estrada Salazar. I.A.; MSc.; Profesor Titular. UBA en Ciencias Agrícolas. Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira.
Freddy Antonio Salazar Villarreal. Biólogo Genetista. I.A., MSc., PhD. Fitomejorador Centro de Investigación en Caña de Azúcar (Cenicaña). Profesor Catedrático Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira.
Magda Piedad Valdés Restrepo. Ingeniera Agroindustrial MSc. PhD en Ciencias Agropecuarias con énfasis en Mejoramiento de Plantas. Facultad de Ciencias Agropecuarias.
Dora Enith Tobar Toshe Bióloga. MSc. Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira.
Eleonora Zambrano Blanco. I.A. MSc. Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira.
Leydy Julieth Sánchez Ledesma. Ingeniera Agroindustrial. Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira.
Sonia Carolina Pasos. Ingeniera Agroindustrial. Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira.
Ximena Constanza Rivas A. Ingeniera Agroindustrial. Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira.
Paola Andrea Betancourth. Zootécnica. Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira.
Ana Carolina Bravo Marín. Zootécnica. Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira.
Beatriz Helena Acevedo Castaño. Ingeniera Agroindustrial. Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira.
Fraisury Canizales Chiquito. Ingeniera Agroindustrial. Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira.
A lo largo de la última década, el Programa de Hortalizas y, en especial, el editor de la obra que usted, amable lector, tiene en sus manos hemos estado aupando a estudiantes de los pregrados Ingeniería Agroindustrial, Ingeniería Agronómica y Zootecnia y, en el presente, estudiantes de maestría y doctorado en Ciencias Agropecuarias con énfasis en mejoramiento de plantas y producción animal tropical, para que en sus tesis de grado para optar por su título de posgrado desarrollaran investigación básica y aplicada con base en un material biológico vegetal de amplia utilización como hortaliza fresca pero relativamente marginado del tratamiento científico y del saber técnico industrial. Esa especie vegetal es el zapallo Cucurbita moschata Duch.
Se invirtió tiempo, dedicación y esfuerzo en enrolar estudiantes, venderles la idea, generarles los recursos conceptuales, físicos y logísticos para que la idea pasara de la mente al papel y del papel a la construcción (como dicen los filósofos, “a la cosa en sí”) y lograr que en los idearios mentales de quien escribe y de los estudiantes se fijara la importancia del zapallo ya no como la hortaliza cotidiana y común sino al modo del inolvidable maestro José Enrique Ararat: “como un recurso”, para los fines agronómicos, agroindustriales y zootécnicos…
Todo lo anterior ha desembocado en que el editor de este opúsculo desarrolló y aplicó el doctorado en Ciencias Agropecuarias con énfasis en mejoramiento de plantas, con dedicación especial, en zapallo, a la identificación de padres promisorios con alta habilidad combinatoria general para las características agroindustriales, y de él se han graduado una veintena de estudiantes de las carreras agropecuarias y de Ingeniería Agroindustrial.
El presente texto contiene una reseña de varios trabajos sobre zapallo generados en la Universidad Nacional de Colombia Sede Palmira y dirigidos por los profesores y estudiantes de maestría y doctorado del Programa de Hortalizas. Ello supuso la reunión de una serie de actividades que, a la larga, se han tornado complementarias o interdisciplinarias y que fueron el prolegómeno a la generación del registro de obtentor ante el Instituto Colombiano Agropecuario de los cultivares Llanogrande y Dorado para consumo en fresco y Abanico-75 para la industria de alimento balanceado para animales.
Al final de cada sección se presentan algunas conclusiones y recomendaciones derivadas de los aportes de los diferentes autores a los temas específicos tratados, de modo que la composición del texto final suponga un aporte a los estudiosos del zapallo como hortaliza de amplio valor de uso.
Se espera que este libro sea herramienta de consulta de futuros investigadores, profesores, estudiantes y productores de zapallo, para que la comunidad hortícola adopte los adelantos de investigación y sus desarrollos en conocimiento básico y aplicado en procesos agroindustriales y zootécnicos, así como el progreso paralelo de investigación en mejoramiento genético de plantas hasta la obtención de cultivares registrados de zapallo C. moschata Duch. Si bien en su conformación el discurso de uso agroindustrial de zapallo apenas inicia, es notable el grado de madurez e indicadores que se reportan en este libro, ya como fruto de la investigación básica, ya como parte de la indagación inicial en sus aplicaciones con animales.
Y como toda idea que se proyecta en el tiempo, con las ansias de un múltiple desideratum, se espera que esta obra contribuya a aumentar el consumo del fruto fresco de zapallo por humanos y animales y como fuente de materia prima en la elaboración de alimentos balanceados para animales.
Finalmente es importante agradecer a:
Doctor Franco Alirio Vallejo Cabrera, director del Programa de Hortalizas, por dejar en plena libertad de acción al editor de este libro para que a pesar de venir del mundo de la Ciencia Animal pudiese ingresar y deambular en el mundo del Fitomejoramiento, meterse en los intersticios disciplinares de un quehacer con tendencias iniciáticas y a veces mesiánicas de sus más encarnados representantes y finalmente capacitarse y alcanzar la titularidad máxima que la República de Colombia confiere y la Universidad Nacional reconoce en su nombre: Doctor en Filosofía de la Ciencia con énfasis en Ciencias Agropecuarias. Desde un principio el doctor Vallejo, quizá al modo de Heidegger, permitió la acción del suscrito como un Dasein o “ser ahí”, para que con base en su propia voluntad de poder y voluntad de verdad y con un enfoque interdisciplinario y transdisciplianrio pudiese operar una propuesta que una inmensa mayoría de autoridades consideraban y consideran en la actualidad como descabellada: convertir el fruto de zapallo, una hortaliza con tradición para consumo en fresco, en una hortaliza que fuese la base de una agroindustria forrajera para el diseño de alimentos balanceados para animales. El editor de este libro reitera su agradecimieto al doctor Vallejo, en especial por permitir un saludable laissez faire et laissez passer, que sin dudas se traduce en un entendimiento cabal del papel del full professor de una Escuela de Posgrado en Ciencias Agropecuarias
Doctor Diosdado Baena García, por la dirección acertada, paciente, calmada y enjundiosa del proceso de formación del editor de esta obra. Gracias a usted, señor profesor, por el privilegio de ser su discípulo.
Doctor Fredy Antonio Salazar Villarreal, en su especialidad como genetista y mejorador de plantas de amplia trayectoria, por su dedicación a la explicación didáctica de los más intrincados fenómenos del fitomejoramiento, y claro, por revisar y corregir los capítulos relacionados con análisis genético y por sus pertinentes anotaciones.
Maestro Edgar Alberto Cárdenas Rocha, por la revisión del texto y sus anotaciones en su especialidad como Zootecnista e investigador en Livestock Gas Emissions, Methane and Nitrous oxide y Environment Education.
Doctora Luz Estella Muñoz Arboleda, por sus comentarios y aportes en los capítulos de su especialidad en nutrición animal.
Doctora Lucena Vázquez Gamboa, por sus comentarios y recomendaciones generales.
A todos los estudiantes de pregrado y posgrado de las diferentes especialidades de las Ciencias Agropecuarias, quienes han acompañado un proceso de Quid pro quo, en el cual todos hemos cambiado en la búsqueda incesante de la excelencia.
SANÍN ORTIZ GRISALES
Editor
SANÍN ORTIZ GRISALES
El género humano, como fenómeno biológico actuante, no puede subsistir en modo alguno sin la naturaleza, y ello ha supuesto la utilización libérrima de sus recursos: agua, suelo, aire, plantas y animales. El hecho de que nunca se haya tenido límite en el acceso a los recursos de la naturaleza ha causado que no haya habido un límite en su explotación, lo cual va peligrosamente en contra del supuesto de que el hombre, obediente a su naturaleza de ser dialogante y convivial, goza de “la libertad y la responsabilidad asociadas al sitio que ocupa […] dentro de la naturaleza y el manejo que hace de la misma” (Ángel, 2000).
Así las cosas, el desafío de los quehaceres empírico-analíticos (eso son las ciencias agrarias), en tanto suponen capacidad de integración interdisciplinaria, es contribuir a que se cumpla la premisa fundamental y positiva de Occidente, como dice Gómez:1 “El desarrollo exitoso de una sociedad se basa en su capacidad para producir, almacenar y distribuir alimentos”. Y ello supone recurrir a todos los recursos genéticos, de modo que se pueda mantener una oferta de alimentos a precio justo y de calidad. Un ejemplo de un recurso económico y de alta calidad nutricional tanto en fresco para consumo humano como procesado para nutrición animal es, qué duda cabe, el fruto de zapallo Cucurbita moschata Duch.
El zapallo es una manifestación de la biodiversidad silvestre y cultivada originaria de América neo-tropical y una contribución de la domesticación precolombina de plantas en las tierras bajas del norte de Suramérica (Piperno, 2011), con evidente variabilidad genética y morfoagronómica (Montes et al., 2004; Restrepo y Vallejo, 2008). De lo anterior dará fe el padre jesuita Joseph Gumilla, quien en El Orinoco Ilustrado (1741) describe un sistema agrícola diverso que incluye por lo menos dos cucurbitáceas de utilidad en los conucos del Orinoco:
"Quando siembran el maiz, ya la yuca lleva una cuarta de retoño, y entre una y otra de yuca siembran una mata de maíz; entre la yuca y el maíz siembran batatas o chacos, calabazas, melones y muchas otras cosas, cuyos retoños como corren extendidos por los suelos, no impiden al maiz, ni á la yuca; ántes bien, como cubren todo el suelo, a manera de verde alfombra, impiden que brote la tierra otras malas yerbas".
Según Piperno, Andres y Stothert (2000):
"Cucurbita spp. (zapallos y calabazas) y la calabaza botella Lagenaria siceraria estuvieron entre las primeras plantas domesticadas y manipuladas en las Américas. Aunque por lo menos una especie de zapallo, C. moschata Duch fue domesticada en las tierras bajas del Neotrópico, específicamente en el norte de Suramérica, en Colombia, donde es endémica”.
De la importancia del zapallo como alimento humano en la época precolombina da evidencia la alfarería de culturas Lambayeque, Chimú y Moche del sur de Ecuador y norte de Perú (Figuras 1 y 2). Esto se ve muy especialmente en el pueblo lambayecano, cuya rica cerámica y orfebrería fidelísima con el objeto original dan fe de su preferencia por el zapallo, palpable ogaño (Figura 3). El excepcional valor nutricional del zapallo, junto con los peces, la caza, los insectos comestibles, de la dieta ancestral lambayeque, la hacen una de las mejores de su tiempo.
Figura 1. Botella fitomorfa de arcilla en forma de calabaza de la cultura Chimú (Tomado de http://www.precolombino.cl/coleccion/botella-fitomorfa-calabaza/).
Por su parte, la cultura Chimú, relata Álvarez (2009), ocupó la costa y valles, desde Lambayeque en el sur de Ecuador hasta cerca de Lima, en Perú, hacia 1200 d.C., y presenta un parentesco innegable tanto en la iconografía como en los relatos míticos con sus predecesores Moche. Resulta interesante ver las palabras del historiador local, don Luis Álvarez Agurto, de Chiclayo, Perú:
“El loche (lots) vocablo de origen Muchik, cuyo significado sería “lágrima de luna” (lotscataen) de la familia de las Cucurbitáceas, pertenece a la especie C. moschata, diferente de la calabaza (tsum) C. maxima; por lo que nunca se debe decir “zapallo loche”. Por su valor culinario, es usado desde épocas precolombinas como saborizante natural y de incomparable aroma en la preparación de platos autóctonos de la Costa Norte, dando fe de ello su constante representación en huacos de las culturas Cupisnique (1500 a.C.), Mochica, Lambayeque y Chimú”.
Figura 2. Botella fitomorfa de la cultura Lambayeque, del sur de Ecuador (Tomado de Álvarez, 2009).
Figura 3. Loche o Zapallo C. moschata Duch (Tomado de Elera, sin fecha).
El zapallo nativo de América fue adoptado más tarde por los negros traídos a la fuerza del África, y les resultó tan agradable que surgió por este fruto una avidez manducatoria amorosa. Pasado el tiempo, y cansados de los oprobiosos trabajos por el látigo castellano en el urticante cañaduzal, en el campo flamígero de algodón o del campo astringente del tabaco al fragante caney, los negros se rebelaron e iniciaron su revolución libertaria y marcharon para el palenque, la ciénaga, el manglar, la mina comunal, el río, el huerto habitacional. El zapallo conservó su lugar como comida preferencial y aun ganó fuerza en las comunidades que no renunciaron a Changó, Omolú, Babalú-Aye, Obatalá, Oyá, entre muchos otros dioses; estas creencias se mezclaron convenientemente con la religión cristiana y con el tiempo se convirtieron en un Dasein, al modo de Heidegger, “el ser ahí”: la santería.
En este nuevo culto el zapallo juega un papel importante como indicador del progreso de la limpieza posritual en la sahumada del tabaco. El rito consta de la lectura premonitoria de este cigarro y las abluciones de extractos de hierbas en alcoholato, debidamente asperjadas con la boca de quien hace la limpieza, seguidas de oraciones varias masculladas por el negro o la negra (sólo para iniciados) con que se invocan diferentes entidades de los panteones cristiano y africano. La recomendación perentoria es: “Ponga un zapallo en un lugar preferente de su casa y déjelo por los próximos quince días. Si en ese tiempo el zapallo se deteriora, debe tirarlo a un río para que con él se retire el maleficio. Si en ese tiempo no se daña la fruta, es porque está correctamente ejecutado el conjuro y sólo requiere una nueva lectura del tabaco y una nueva limpieza”. ¿Qué hay de verdad? Eso no puede ser acreditado ni refutado por la ciencia. Sólo está ahí, para quien quiera y pueda creer.
Estas creencias están vigentes en la actualidad, y no son sólo un atavismo ancestral asociado con el origen del sincretismo africano o el monoteísmo mediterráneo de un dios que se transustancia reiteradamente ante el conjuro del sacerdote y el pan se torna carne y el vino sangre, y se comen y beben de manera ritual. Esto ocurre aun en plena transición de una civilización tipo cero (combustión recursos naturales y diversidad cultural) hacia una civilización tipo uno (que utilizará más las energías no orgánicas y será monocultural). Hoy la globalización no sólo es material ni involucra solamente las mercancías que se transan o la moda. También es mental, y esto toca igualmente al zapallo. Una inmensa masa de jóvenes y niños de todas las Américas creen que el zapallo y la calabaza son lo mismo y lo asocian sólo con un adorno del burdo carnaval bárbaro del Halloween, o en el mejor de los casos, sólo un oropel más del Christmas Time.
Ante esto resulta muy útil el trabajo erudito de Víctor Manuel Patiño (1967), que es una descripción cuidadosa del zapallo, su origen y utilidad, más que el trabajo de un meticuloso intelectual teutón que indaga por los nombres vernáculos, las sinonimias y usos del zapallo en la América equinoccial. Por la fidelidad a la fuente y el trato didáctico del tema bien vale presentar, a modo de facsímil, algunos apartes de esta obra, como una contribución documental y un cumplido al autor (Facsímil 1).
Facsímil 1. Descripción de los nombres vernáculos, sinonimia y usos del zapallo C. moschata Duch en la América equinoccial (Patiño, 1967).
En este punto resulta muy interesante la historia de Lope de Aguirre y su inocente hija, apenas una nínfula vilmente asesinada por su delirante padre, aguas abajo por el Marañón (Amazonas) en una aventura trágica repleta de color, codicia, infamia y dolor descrita por los cronistas y retomada hoy día en libros novelados como Ursúa y El País de la Canela. Ese despliegue de concupiscencia avariciosa pueril hizo que los europeos en medio del infierno verde tuvieran que decidir si merendar sus traíllas con todo y correas, o sus cabalgaduras con todo y aperos y, en el peor de los casos, vencer el tabú máximo: el canibalismo. Al final, para poder Continúar con su labor exterminadora de civilizaciones, debieron los castellanos, presa de la tarumba tropical, comer de los novísimos y frescos frutos del huerto ancestral, entre otros el zapallo.2
Por definición, el fruto de zapallo es comida. Con base en la tradición indígena precolombina, de hace más de 10.000 años, podemos inferir que se consume hace cientos de años (Piperno y Stothert, 2003). El zapallo y las calabazas fueron matalotaje para los famélicos y hambreados europeos dedicados al pillaje y al desfloramiento de la jungla y de las agraciadas aborígenes (Sender, 1962).3 Se hace agua la boca por seguir a los cronistas en su epopeya, de la que sólo salieron vivos los que aprendieron a comer sin asco los frutos del huerto ancestral. Quiere el deseo continúar el hilo conductor del coronel Joaquín Acosta y de cómo la comida sale de las rozas y conucos indígenas al paso de los españoles muertos de hambre. Quiere la indagación indignada seguir la historia del infame Ursúa, quien con vesania sin par asesinó aborígenes por toda Suramérica y en su expedición faraónica por la selva húmeda, aguas abajo del río Marañón, recibió su merecido de manos del paranoico Lope de Aguirre; o las locuras de Quesada por los Llanos Orientales, de donde regresa en harapos y con hambre. Y quiere el deseo también saber más de todo lo que encontró el médico José Celestino Mutis en su propia tragedia tropical en la minas del Sapo en el Tolima… Pero, qué duda cabe, el lector puede no tener el mismo sentir, pues requiere saber más de las prácticas, las técnicas, las tecnologías asociadas con la utilización integral del zapallo. Por eso este libro está en sus manos. Dejaremos, pues, este devaneo y regresaremos a la razón de ser de este texto: el zapallo.
Todo indica, según la extensa documentación proporcionada por Patiño (1967), Piperno, Andres y Stothert (2000), Piperno y Stothert (2003) y Piperno (2011) que la familia de las Cucurbitaceas, y en especial el género Cucurbita, ha acompañado a los aborígenes americanos desde su formación como entidad social propiamente dicha, y les ha servido de alimento y como materia prima para la fabricación de utensilios caseros (Mejía, 1983; Mejía 1984).
En Perú se han encontrado evidencias de C. moschata entre 3000 y 5000 a.C., especialmente en la cultura Moche (Whitaker y Bemis, 1975). Los indígenas aprovechaban diferentes calabazas; consumían la pulpa o las usaban como vasijas. Ejemplo de ello es la cultura Quimbaya, que aun imitó en utensilios cerámicos la forma de calabazas (Pérez, 1978).
El género Cucurbita se ha dividido en dos grupos: Grupo 1: Especies mesofíticas anuales o perennes sin raíces almacenadoras. Cinco especies domesticadas se originaron del grupo mesofítico (Nee, 1990); Grupo 2: Especies perennes de zonas áridas con raíces almacenadoras. Algunos autores han considerado que el género Cucurbita contiene de 20 a 26 especies, pero según Nee (1990), el género se puede reducir a 12 ó 13 especies.
En Colombia, específicamente, se han encontrado de manera espontánea algunas de sus variedades regionales y se las ha calificado impropiamente como “malezas” (Mejía, 1984). Se hace evidente que el género Cucurbita, de la mano del indígena precolombino, ha colonizado pisos térmicos de manera eficiente y se han identificado ejemplares desde el nivel del mar hasta los 3000 m de altura (Jaramillo, 1980).
Al parecer, el género Cucurbita tiene dos centros de origen en el Nuevo Mundo. El área de México es el centro de origen de C. pepo, mientras que C. mixta tiene su centro de origen en Centroamérica, y lo comparte con C. moschata, que a su vez se extiende hasta el norte de Colombia y Venezuela (Esquinas-Alcázar y Gulick, 1983).
Según Nee (1990), no se conoce actualmente el silvestre ancestral de C. moschata, y afirma que el nordeste de Colombia es el área más promisoria para descubrirlo, pues allí se encuentran cultivares con la mayor variación de tipos de frutos y en algunas ocasiones con sabor amargo, cosa que sugiere hibridaciones naturales con una especie local silvestre. En la Tabla 1 se resume la clasificación taxonómica del zapallo Cucurbita moschata Duch.
Inicialmente se pensó que C. moschata tenía origen asiático, ya que aparentemente en el siglo XIX ya se cultivaba en la región oriental de la India, Angola, Japón y la isla de Java; también por las numerosas colecciones de los países del Viejo Mundo. Sin embargo, desde hace casi medio siglo es claro que se trata de una especie domesticada en América Latina. Aunque no existe acuerdo sobre el área precisa de domesticación, se ha reportado en numerosas ocasiones el área mesoamericana, América del Sur y más específicamente el norte de Colombia como su centro de origen (Whitaker, citado por Lira, 1995).
Tabla 1. Clasificación taxonómica del zapallo C. moschata Duch.4
Categoria | Taxón | Observación |
Reino | Plantae | Seres orgánicos multicelulares con “habilidad” para generar sus propios nutrientes mediante la fotosíntesis. |
Subreino | Tracheobionta | Plantas con sistema vascular. |
Súper división | Spermatophyta | Plantas con semilla. |
División | Magnoliophyta | Plantas con flores. |
Clase | Magnoliopsida | Semillas con dos cotiledones. |
Subclase | Dilleniidae | Fruto bacciforme.5 |
Orden | Cucurbitales | Fruto en forma de baya en cápsula raramente seco e indehiscente. |
Familia | Cucurbitaceae | Frutos provenientes de un ovario ínfero, por lo general tricalpelar y trilocular, con placentas marginales, que se prolonga hacia la pared carpelar. No comprende más que esta familia.6 |
Género | Cucurbita | Grupo de las dicotiledóneas metaclamídeas, que constituyen, por sí solas, el orden de las cucurbitales.7 |
Especie |
Cucurbita moschata
Dúchesne Ex. Poir |
La designación de Cucurbita moschata por parte de A. N. Dúchesne (Dúchesne, 1786) no fue aceptado inicialmente por Lamarck, a la sazón editor de Encyclopédie méthodique botanique. De Candolle (1805) y Poiret (1818) agregan confusión aplicando la nomenclatura binomial de Linneo al trabajo de Dúchesne. Más tarde se acepta C. moschata como separada de C. pepo y por eso se antepone “Ex”, o pasado, para referir que ya no se da crédito al trabajo de Poiret.8 |
Las anteriores teorías las confirmaron Sanjur et al. (2002), quienes tras estudiar las relaciones filogenéticas entre especies domesticadas y silvestres de Cucurbita, mediante el uso de un gen marcador mitocondrial (Nad1), reportaron que el ancestro silvestre de C. moschata es todavía desconocido, pero los datos del ADN mitocondrial combinado con otras fuentes de información sugerían que éste probablemente se encuentre en las tierras del norte de Suramérica, especialmente en la costa norte de Colombia (Wessel y Carbonell, 1989).
Respecto de este recurso genético se están desarrollando tres frentes de trabajo en la investigación del Programa de Mejoramiento Genético y Producción de Semillas de Hortalizas. En los últimos diez años se ha enfatizado en cultivares para consumo en fresco, y en el quinquenio inmediatamente pasado, los esfuerzos se han dirigido hacia cultivares para fines agroindustriales. El tercer frente, que se encuentra en progreso y que aquí solamente mencionaremos, es investigación y desarrollo de cultivares de zapallo para generar biocombustibles. Esa área no sólo es fascinante; es también tecnológicamente una obligación moral y ética para la seguridad energética nacional.
1- Tomado de http://www.unam.mx/pual/notitec3/papel.html; 06/04/2004 11:49 a.m.
2- Esa crónica corre por cuenta de uno de los mejores hombres del ejército libertador, quien nunca ambicionó el enceguecedor poder o la fatal fama. Al fin de cuentas era un hombre de Ciencia y Letras Humanas embutido en su uniforme de soldado. Ese hombre ilustre fue el Coronel Joaquín Acosta (1800-1852). Véase: Compendio histórico del descubrimiento y colonización de la Nueva Granada en el siglo decimosexto. Por el coronel Joaquín Acosta. Santafe de Bogotá. Banco de la República. En: http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/compendi/inicio.htm. 14/03/2012.
3- La aventura de Lope de Aguirre, río abajo por el Marañón hasta el Amazonas, contada maravillosamente por Ramón Sander, es sin duda el relato más fascinante de lo ilimitado de la locura a la cual llegaron los españoles en la búsqueda del Dorado. En ese proceso se toparon con el verdadero dorado, que en realidad era verde: toda la inmensidad de plantas domesticadas por los nativos silvícolas. El zapallo era uno de esos frutos salvíficos. Los datos históricos y arqueológicos así lo demuestran.
4 Véase: Natural Resources Conservation Service. Plants Classification. En: http://plants.usda.gov/classification/output_report.cgi?3|S|CUMO|u|140|+63 21/07/2004.
5 Véase FontQuer P. Diccionario de Botánica. Labor. Barcelona. 1982. p. 128. “Se refiere a frutos en forma de baya. Del latin bacca, nombre común de diversos frutos carnosos y jugosos, que se ha denominado baya, baia, baie, en castellano, italiano y francés respectivamente. Llámese baya cualesquier fruto, monocárpico o sincárpico, con el epicarpio generalmente muy delgado y el mesocarpio y el endocarpio carnoso y más o menos jugoso. En sentido restringido se reserva el nombre de baya a los frutos con los caracteres mencionados procedentes de un gineceo monocalpelar”.
6 Op. Cit. P. 293.
7 Op. Cit. P. 293. “Compuesto de plantas herbáceas anuales raramente subfruticosas o arbustivas, a menudo trepadoras mediante zarcillos que son de naturaleza caulinofoliar; flores por lo común unisexuales, con los cinco estambres libres o concrescentes de dos en dos y uno suelto o soldados los cinco en un sinandro axial, incluso la región anterífera; ovario con un estilo trífido, de ramitas estigmatíferas bifurcadas, y de frutos generalmente indehiscentes, abayado, a veces de considerable tamaño. Esta familia comprende unas 760 especies de los paises tropicales y subtropicales”.
8 Véase: Paris, H.S. Paintings (1769±1774) by A. N. Duchesne and the History of Cucurbita pepo. Annals of Botany 85: 815±830, 2000
SANÍN ORTIZ GRISALES
La importancia de C. moschata Duch en el mundo ha sido reconocida principalmente por su valor nutritivo (alto contenido de vitamina A, carbohidratos, fósforo y minerales) y propiedades medicinales (efecto protector sobre enfermedades cardiovasculares, vista, cáncer de piel y de estómago, efectos nutracéuticos, entre otros). Nunca los nativos precolombinos ni las gentes pobladoras de las Américas han sufrido de resequedad de los ojos, como sí les ocurre a los africanos por carencia de vitamina A.
Las cifras más recientes indican que en el 2007 se sembraron en el mundo 1.503.336 hectáreas con una producción total de 20.296.443 toneladas de fruto fresco y rendimientos promedio de 13,50 t/ha (FAO, 2008). En América se sembró durante este mismo periodo una superficie de 175.064 hectáreas, con una producción total de 2.208.930 toneladas y rendimientos promedio de 12,62 t/ha. Para Colombia se reportó un aumento del 7,35% en el área de siembra, al pasar de 3.400 hectáreas en el 2002 a 3.650 hectáreas en el 2007 con una producción de 60.000 toneladas y rendimientos promedio de 16,44 t/ha (Estrada, 2003).
El cultivo mundial de zapallo es importante, pues de 1994 al 2001 el área sembrada se ha incrementado en un 94%, al pasar de 564 a 1.297 millones de hectáreas (Espitia, 2004), y del 2002 al 2007 1.432 a 1.546 millones de hectáreas sembradas (www.faostad.org).
La productividad por hectárea en la Isla de Malta, Austria, Holanda, Israel y España, que en el 2001 osciló entre 35 t/ha-1 y 50 t/ha-1, ha crecido a ritmo constante en los últimos cinco años, hasta alcanzar rendimientos de 42 t/ha, 72 t/ha y 92 t/ha para Austria, Holanda y la Isla de Malta, respectivamente (www.faostad.org).
Según Krautgartner (2006), del USDA-Foreign Agricultural Report (USDA-FAR), es Austria el país europeo que le ha dado marcha hacia adelante a la producción de reemplazo de combustibles fósiles por aceites de semillas de oleaginosas, y en ese sentido, ya presenta en sus estadísticas al aceite de semilla de zapallo como una parte de la oferta, con un 3% de la producción nacional (Figura 4). Lo anterior demuestra que el zapallo es una fuente importante de biocombustible proveniente de las semillas y de nutrientes en la pulpa del fruto para los ABA.
Figura 4. Producción austriaca de aceites proveniente de semillas de oleaginosas, en el 2005 (Tomado de Krautgartner, 2006).
Si bien en Colombia para el periodo comprendido entre 2001 y 2006 el área sembrada de zapallo fluctuó entre 3.400 y 3.700 hectáreas, su productividad ha mejorado notablemente, pues para esos mismos años se pasó de 9,7 a 16,6 t/ha, muy superior a la media mundial, que osciló entre 12,5 y 13,48 t/ha para ese mismo período (www.faostad.org).
En Colombia la demanda de zapallo se ha incrementado debido a su versatilidad en el uso (consumo directo, materia prima para la agroindustria, artesanías, decoración) y alta calidad alimenticia relacionada con el contenido de β-carotenos (provitamina A), ácido ascórbico (vitamina C), minerales (calcio, hierro, fósforo) y aminoácidos como tiamina y niacina. La producción de zapallo es frecuente en cultivos de “pancoger” en agroecosistemas de economía campesina y en las medianas explotaciones productivas, ya sea como cultivo principal o transitorio o en sistemas de producción intercalados y de relevo con frutales, ornamentales y forestales, por lo cual sobresale como una especie hortícola de gran importancia en la seguridad alimentaria del país (Jaramillo, 1980).
Actualmente la producción comercial de zapallo en Colombia cuenta con algunas desventajas, entre las que se encuentran:
• Poca disponibilidad de cultivares nacionales mejorados.
• Ciclos largos de producción por falta de genotipos precoces.
• Genotipos sensibles al ambiente, debido a las condiciones contrastantes de clima, suelo, fertilidad, incidencia de plagas y enfermedades.
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