Edición en formato digital: enero de 2016
En cubierta: Eclipse de sol (1926), de George Grosz
Diseño gráfico: Ediciones Siruela
© José María Guelbenzu, 2016
Autor representado por Casanovas & Lynch Agencia Literaria
© Ediciones Siruela, S. A., 2016
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Ediciones Siruela, S. A.
c/ Almagro 25, ppal. dcha.
www.siruela.com
ISBN: 978-84-16638-41-3
Conversión a formato digital: María Belloso
Cita
Dedicatoria
Prefacio
I. Arriba el telón
II. El Círculo Gongorino
III. Una fiesta por todo lo alto
IV. Prosigue Beovide
V. Se amplía el escenario
VI. Otras actividades
VII. Irrumpe el narrador
VIII. Continúa la ficción
IX. El narrador, de nuevo
X. Confianza en el diablo
XI. Miscelánea
XII. El narrador exige un descanso
XIII. Desesperanzas
XIV. El narrador precisa por su cuenta
XV. Negocios a la luz de la luna
XVI. El narrador se impacienta
XVII. Acciones y reacciones
XVIII. El discurso del príncipe
XIX. El narrador toma decisiones
XX. Un final precipitado
XXI. Punto final
Agradecimientos
«Una noche se salieron del lugar sin que persona los viese».
MIGUEL DE CERVANTES
EL CAN: ¡Guau! ¡Guau!
ZARATUSTRA: ¡Está buena España!
RAMÓN DEL VALLE-INCLÁN
In memoriam
Jaume Vallcorba
Señoras y señores, distinguido público, sean todos bienvenidos a este modesto tablado de marionetas en el que se va a representar la comedia intitulada Los poderosos lo quieren todo. Permítanme dirigirles tan sólo unas palabras desde este proscenio, antes de que la obra que pretendemos representar ante ustedes ocupe el escenario que ahora oculta el telón. A lo largo de su desarrollo verán desfilar la penosa historia de dos jóvenes prometedores en busca del amor y el mundo aborrecible que encontrarán en su camino. O quizá sean ellos los aborrecibles e idílico el mundo por el que transitan. Chi lo sa. Lo que nosotros ofrecemos es una representación de la realidad que se dirige a su imaginación. No es poco intento y lo reconocemos humildemente. En cualquier caso, todos en la compañía venimos dispuestos a dar lo mejor de nuestro oficio con la única intención de entretenerles o desconcertarles, no estamos seguros. Pero ¿qué sería de nosotros si no fuéramos capaces de sorprendernos una vez más? La sorpresa excita, conmueve, despierta nuestra curiosidad, renueva nuestro espíritu primaveral adormecido por el frío y perezoso invierno.
Así pues, y sin más preámbulo, voy a dejarme de palabrería y de prolegómenos, que toda afectación es mala, como bien nos advertía Maese Pedro, y dispónganse a presenciar esta historia de nuestro tiempo que comienza en la capital de España una mañana de grata temperatura en las calles, aire limpio, viento moderado, a principios de la primavera, cuando el eminente fiscalista Hermógenes Arbusto se dispone, en la confortable soledad de su despacho, a dar buena cuenta de un abundante y bien servido desayuno...