Un jurado compuesto por Miguel Dalmau Soler, Juan Planas Bennásar y Joan Bufill, reunido en enero de 2014 en Palma, decidió por unanimidad otorgar el Premio Ciutat de Palma Joan Alcover 2013 de Poesía al libro La Fiera de Ben Clark.
Casi todos los poemas de este libro se escribieron durante la estancia del autor en The Hawthornden Castle International Retreat for Writers, (2012. Escocia); y en The Château de Lavigny International Writers’ Residence (2013. Suiza).
Most of the poems in this collection were written during the authors stay in The Hawthornden Castle International Retreat for Writers, (2012. Scotland); and The Château de Lavigny International Writers’ Residence (2013. Switzerland).
Primera Edición en SLOPER:
abril de 2014
Ilustración de portada:
Detalle de El encantador de serpientes (1907) Henri Rousseau.
Museo de Orsay, Paris.
La fiera
© Ben Clark
© Sloper, S.L.
C/ Victoria, 2, 3º C
07001 Palma de Mallorca
www.editorialsloper.es

Edición digital a cargo de Vorpal Editorial
Depósito Legal: PM-209-2014
ISBN: 978-84-942494-0-2
Las cosas mejores y más vivas son los bichos,
de modo que tu lenguaje está hecho de ellos.
FRANCISCO UMBRAL
Esta noche las inmensas galaxias
me parecen diminutas sobre el cristal de mi ventana.
GJERTRUD SCHNACKENBERG
El hombre que vive solo
o es una bestia o es un dios.
ARISTÓTELES
Quizá
La tormenta
Orillas
¿Cómo se dice esto que no perdura?
Titanio
La fiera
El amo
Los bichos (I)
Los bichos (II)
Sed
Casa de los salvajes
Über Den Proßeb Der Zivilisation
Reasons to leave the slaughter
Lo que voy a pedirte
El embajador
Big Bang
Traduciendo «The sun used to shine»
Si llega el fin del mundo (21.12.12)
WR 104 (el último optimismo)
Cubierto
La pareja extranjera
La hija que no ha nacido
Retorno del prisionero de Chillon
Has llegado (ante el primer almendro en flor)
Vuelvo de los viajes largos
Si lo pudiéramos ver todo, quizá todo pareciera bueno.
EDWARD THOMAS
Cuando no había labores y la gente caminaba
de norte a sur huyendo de un dios niño
salvaje, cuando con pocas
palabras era fácil hacer fuego,
debió existir por fuerza un hombre bruto,
el primero de todos los que habrían
de poblar los pasillos con nuevas mansedumbres.
Debía parecerse en algo a mí,
quizá,
mirando hacia la luz del horizonte
y caminando solo.
Yo no sé si él llegó a intuir entonces
el increíble número no nato
de cuerpos y kilómetros que aún
faltaban todavía.