1.- Camila tiene preguntas
2.- Alejandro
3.- Patricia
4.- El abuelo Juan
5.- Dicho y hecho
6.- A cocinar
7.- Chuparse los dedos
8.- Camila plastilina
9.- Dulzuras y otras que no lo son
10.- La pesquisa
11.- La muerte y la vida
Camila se lo pregunta: ¿Pero a quién le gusta mudarse?
Desde luego que a ella no, aunque allí está, recién mudada a la casa nueva sin que nadie le pidiera su permiso.
-Esta es la casa nueva- dice todo el mundo como si la otra estuviera en ruinas.
Camila está enfadada, rabiosa. Porque la casa de antes tenía de todo lo mejor: los amigos, el patio, el desván, el perro Maco, y muy cerca el campo de fútbol para jugar hasta hartarse.
En esta casa nueva no cabe Maco. Ya ves, un perro tan bueno… Claro que su madre opina que era una pesadilla solo porque le gustaba travesear y divertirse. Menos mal que se lo quiso quedar en la finca la madre de Cristina que si no…desde luego ella jamás en la vida hubiera abandonado a su fiel perro, ni por todas las casas ni los palacios más nuevos del mundo, ni por nada de nada. Le gustaría saber a ella qué piensa Maco de toda esta crueldad humana.
Por no hablar de otra cosa importante: aquí, en este barrio lujoso de la casa nueva nadie sabe quién es ella. Claro que su padre opina que es mejor así.
Nada de nada.
- No nos queda nadica de la casa mía de antes.
Camila mira con desolación el piso reluciente y resbaladizo y decide firmemente que nunca, nunca jamás le gustará esta nueva vivienda.
Se le antoja terrible con qué facilidad se pueden renunciar y abandonar los perros, las personas y las casas. Como si nada. Así como así. La gente se olvida de todo en un plisplás. Ella no. Camila jamás va a olvidarse de nada ni de nadie.
Ahora ni siquiera está Beatriz.
Beatriz dijo que la casa nueva está lejos y es demasiado grande para limpiar. Desde luego. Ya ves, su madre que parecía que no podía vivir sin Beatriz ha dicho, ni más tranquilamente, que hay que acostumbrarse a pasar sin ella.
Qué pena tan grande. Porque Bea era buena. Buenísima. Y le gustaba merendar bocadillos de sobrasada, como a Camila, igual igual. Aunque todo hay que decirlo, tenía su genio si le pisabas por lo recién fregado.
A esta casa nueva ahora viene Loli, por horas. No es mala, pero no es lo mismo.
A Loli ni le gusta la sobrasada ni merienda porque está de régimen. Y tiene el carácter como su madre, de <ordeno y mando>.
La verdad es que Camila no logra explicárselo. ¡Con lo estupenda que era aquella casa! Ésta está llena de inconvenientes, por todas partes. No hay más que ver cómo se ponen los padres de fatal con la dichosa novedad…venga con las recomendaciones.
-Camila, mucho ojo. A ver dónde dejas el chicle… Camila no arañes la pintura… Camila, cuidado con la madera…
Se ha tenido que subir a la terraza de arriba, más sola que la una.
Menos mal que esta casa tiene una terraza en lo alto. La terraza es lo único bueno de la casa nueva.
Allí se sube Camila, a llevarse su tristeza, lejos de todas las miradas, sin que nadie la moleste puede pensar todo lo que quiera y recrearse en la pena, llorando si le apetece por lo desgraciadísima que se siente. Allí se consigue estar tranquilamente, sola en el mundo y sin sus queridos amigos. ¿Qué estarán haciendo ahora, sin ella?