Ahora YO
La respuesta está en tus manos
Primera edición en esta colección: noviembre de 2011
Cuarta edición: marzo de 2012
© Mario Alonso Puig, 2011
© de la presente edición: Plataforma Editorial, 2011
Plataforma Editorial
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ISBN: 978-84-15577-75-1
Idea de cubierta: Jaime y Javier Antoñanzas, Comunica + A
Realización de cubierta: Utopikka
Composición: Grafime
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A mi mujer, Isabela, y a mis tres hijos, Mario, Joaquín y Borja, por ser para mí seres preciosos que cada día me inspiráis y me ayudáis a ser un poquito mejor. Vosotros sois mis verdaderos maestros y la gran motivación que me ayuda a superar el miedo a romper mis propios límites.
A mi madre, María Celia, un ser lleno de belleza, coraje, compromiso y amor a la vida. Una inspiración constante y un ejemplo de espíritu de superación.
A José María, Manuel, Juan Ignacio, Fernando y Alejandro, mis cinco hermanos. Siempre sentiré una infinita gratitud por la inmensa suerte de haberos encontrado en mi camino.
A la memoria de mi padre, que siempre estará presente en mi vida como alguien que buscó darme raíces para crecer y alas para volar.
A la memoria de Joaquín, una persona a la que jamás olvidaré.
«La salvación de nuestro mundo se encuentra en el corazón de las personas, en su humildad, responsabilidad y capacidad de reflexión.»
VACLAV HAVEL
«La ocasión hay que crearla, no esperar a que llegue.»
FRANCIS BACON
Este primer capítulo quisiera que sirviese también de introducción, al ser un resumen de todo lo que vamos a tratar a lo largo de las páginas de este libro. Me gustaría que fuera una manera de presentar al lector la totalidad del «bosque», antes de adentrarnos en él y empezar a explorar con más detalle las características de cada «árbol».
El objetivo que me he trazado es que, a medida que avancemos en su lectura, vayamos descubriendo de una manera progresiva toda la sabiduría, la creatividad y la bondad que hay en nuestro interior. Todos tenemos un enorme potencial, y sin embargo o nos cuesta creer en él, o sencillamente no sabemos cómo desplegarlo. Toda bellota tiene el potencial de convertirse en encina. También nosotros tenemos el potencial para crecer y evolucionar como personas y alcanzar nuestra plenitud. Sin embargo, esto va a exigir un cambio profundo en la configuración de nuestra mentalidad. El estado de ánimo que tenemos en cada momento tiene mucho que ver con cómo nos estamos relacionando con las cosas. Sólo cuando nos damos cuenta de que cualquier realidad con la que nos encontremos nos está apelando para desplegar nuestra capacidad de interactuar con ella de una forma creativa, podemos alcanzar las mayores cotas de nuestra evolución personal.
«El objetivo que me he trazado es que, a medida que avancemos en su lectura, vayamos descubriendo de una manera progresiva toda la sabiduría, la creatividad y la bondad que hay en nuestro interior.»
Hay ciertas cosas que no se pueden enseñar, sino únicamente facilitar que se descubran. Algunos de los temas que vamos a tratar van a exigirnos leer con detenimiento y reflexionar sobre lo leído, para ver qué es lo que nos están diciendo a cada uno de nosotros en el momento particular que estamos viviendo. Tengo una enorme confianza en el Ser Humano y en todo aquello que podemos generar cuando miramos las cosas desde una perspectiva más elevada. En una ocasión le preguntaron a Hellen Keller, que era ciega, muda y sorda, si había algo peor que ser ciego. Ella respondió que sí, que era peor poder ver y no tener una visión. Es importante que recordemos que la manera en la que vemos el futuro afecta a la forma en la que vivimos el presente. Por eso, hemos de alcanzar la perspectiva que nos permita ver el futuro como algo que nos haga sentir la alegría y el entusiasmo de lo que ha de venir. No cabe duda de que esto es especialmente desafiante cuando una persona se encuentra en unas circunstancias difíciles, como haciendo frente a una enfermedad, viéndose sin trabajo, o teniendo un trabajo en el que no ve ningún futuro de mejora. Recordemos, porque es clave hacerlo, que sólo un cambio radical en nuestra actitud frente a lo que nos sucede puede favorecer que salga de nosotros lo mejor.
Por todo ello, podríamos comenzar nuestro viaje de aventura con unas palabras del genial escritor Víctor Hugo, autor de esa maravillosa obra titulada Los miserables que creo que no ha dejado indiferente a nadie que haya tenido la ocasión de leerla, o de verla representada en película o en teatro. Decía el gran escritor que «no hay nada más potente que una idea cuyo momento ha llegado». Ninguno de nosotros puede avanzar demasiado en la vida si lo acompañan esas conversaciones interiores que lo único que producen es desasosiego y desaliento. No podemos despegar hacia una nueva tierra de oportunidad si no eliminamos tan pesado lastre. Por eso, si nos sentimos hundidos, ha llegado el momento de levantarse y de dar un paso adelante. Ha llegado el momento de dejar de seguir hablando de problemas y empezar a hablar de oportunidades. Ha llegado el momento de dejar de sentirse como una víctima incapaz de hacer frente a las circunstancias y empezar a tomar más responsabilidad sobre nuestra propia vida. Ha llegado el momento de dejar de darle vueltas y más vueltas a lo que está mal y empezar a enfocarnos y a trabajar en crear aquello que puede abrirnos nuevos horizontes en la vida. Tenemos que salir de una vez por todas, si hemos caído en ello, del pozo de la frustración, de la impotencia y de la desesperanza. Cuando una persona queda esclavizada por estas emociones aflictivas, no puede ver la luz, sencillamente porque sólo mira a la oscuridad.
Qué distinta experiencia se tiene cuando se mira al suelo o a las estrellas. Todos necesitamos encontrar referencias que para nosotros tengan verdadero sentido y que nos llenen de ilusión en nuestro día a día.
Donde no hay dirección hay deriva, y de la deriva sólo pueden surgir la frustración y la pérdida de oportunidades. Todos sabemos que, «para el marino que no sabe adónde va, ningún viento es favorable». Cuando sólo nos enfocamos en lo negativo, vamos a la deriva y a merced de «vientos» nada propicios. Por eso, damos un primer paso cuando nos deshacemos de esa carga que limita nuestra movilidad. En esta línea me gustaría proponer algo:
Se acabó el echar la culpa a las circunstancias externas, porque para lo único que sirve es para llenarnos de ira y de resentimiento. Hay que enfocarse no sólo en lo que hay, sino, y sobre todo, en lo que todos juntos podemos hacer con lo que hay. No podemos seguir levantándonos sin ganas, como simples zombis que no viven, sino que sólo sobreviven. Si no recibimos el nuevo día con entusiasmo, estamos perdiendo la ocasión de experimentar una vida mucho más plena y de inspirar a otros con nuestro ejemplo.
Tengo un buen amigo que colabora en una obra social en una isla que pertenece a Mozambique. Mi amigo estaba impresionado con dos cosas. La primera era el número de personas que enfermaban y morían por la malaria y por el sida. La segunda, el nivel de alegría que transmitían los habitantes de ese lugar tan pobre. En una ocasión, mi amigo le preguntó a uno de aquellos mozambiqueños:
–Dime, ¿cómo es posible que se os vea tan alegres cuando estáis sometidos a tantas calamidades?
La respuesta de aquel hombre fue contundente y sin duda da que pensar.
–Porque para nosotros, Juanjo, cada día que nos despertamos es porque seguimos vivos y eso para nosotros es una celebración.
Sería de verdaderos ignorantes no reconocer que la vida nos impone duras pruebas y que parece como si a veces quisiera que aprendiéramos complicadas lecciones. Sin embargo, todos nosotros, sin excepción alguna, podemos entrenarnos para aumentar y mejorar nuestra fortaleza mental y emocional. Este es un entrenamiento imprescindible para desplegar lo mejor que hay dentro de nosotros, sobre todo en momentos de incertidumbre y cambio, en los que muchas veces nos sentimos acosados e inquietos. Es un entrenamiento que nos va a permitir conectar con nuestra esencia más profunda, que es de donde puede emanar esa fortaleza mental y emocional tan necesaria cuando estamos sumergidos en la confusión y el desconcierto.
Nosotros tal vez no podamos muchas veces cambiar lo que nos pasa, pero lo que sí podemos hacer es cambiar la manera en la que nos relacionamos con eso que nos pasa. En esto podría radicar la clave para tener una experiencia radicalmente diferente frente a lo que nos está ocurriendo en cada momento. Ahora bien, tenemos que ser muy honestos con nosotros mismos, ya que quien quiera ser señor de sus propios estados de ánimo ha de estar dispuesto a entrenarse continuamente. No olvidemos que el precio de la libertad es la eterna vigilancia.
Todo entrenamiento, sea en fortaleza física, mental o emocional, para que sea efectivo, no puede hacerse con desgana, como si fuera una obligación, porque entonces se abandonará ante la primera dificultad que tenga cierta envergadura.
«Nosotros tal vez no podamos muchas veces cambiar lo que nos pasa, pero lo que sí podemos hacer es cambiar la manera en la que nos relacionamos con eso que nos pasa.»
Un entrenamiento, para que produzca en nosotros los cambios necesarios, ha de ir acompañado de la pasión que se siente cuando se es plenamente consciente de los sufrimientos que se van a evitar, y de las alegrías que se puede llegar a experimentar como consecuencia de dicho entrenamiento. Si no ponemos emoción en lo que hacemos, ni el inconsciente se va a movilizar, ni nuestra consciencia se va a expandir hasta los niveles a los que podría llegar a hacerlo.
Es la visión de aquello que es posible alcanzar, de la nueva realidad que se puede crear, lo que actuará como palanca imprescindible para desplazar al miedo, a la ignorancia y a la pereza de nuestro camino. Nuestra misión como líderes de nosotros mismos, si decidimos aceptarla, no es resolver los problemas que podamos estar experimentando en cada momento, sino crear una nueva realidad mucho más apasionante, un proyecto vital mucho más ilusionante, un proyecto que movilice esas energías que todos tenemos dormidas y que urge despertar. Hemos de trabajar mucho más con nuestras posibilidades que con nuestras limitaciones y, para eso, tenemos que aprender a conectar con algo en nuestra naturaleza, mucho más profundo que aquello con lo que habitualmente conectamos. Un algo que va más allá de nuestro yo superficial, que no es otra cosa que nuestro ego limitado y limitante. Permanecer sólo en este plano superficial nos impide reconocer aspectos fundamentales de nuestra realidad, de la realidad de los demás y de la realidad que impera en el propio mundo. Es esta conexión con lo profundo la que nos va a inspirar y la que va a dar la libertad y la amplitud a nuestro pensar que son necesarias para poder desvelar muchas más dimensiones en las personas y en las cosas de las que normalmente vemos. En esto consiste la «alquimia de lo profundo».
Recorrer con paciencia y confianza el camino que nos lleva a recuperar esta conexión olvidada, nos hace recuperar también nuestra libertad perdida y transforma nuestra sensación de desamparo y desarraigo en una experiencia de claridad y de esplendor. Si queremos abrirnos a la consciencia profunda, que es fuente de sabiduría y energía transformadora, tenemos que aprender a cambiar el estado en el que se halle nuestra mente cuando nos sintamos pequeños, insignificantes e impotentes. El estado en el que está nuestra mente es determinante en la valoración y en la respuesta que vamos a dar frente a lo que nos ocurra en la vida.
Un cambio en el estado mental se logra utilizando algunos de los recursos más importantes que tenemos y que son nuestra inteligencia, nuestra memoria, nuestra imaginación, nuestra atención, nuestra fisiología y nuestra voluntad. En el entrenamiento personal, hemos de tener nuestra mirada siempre puesta en lo que queremos y no en lo que tenemos. Hay un profesor de golf muy conocido en Australia que se dedica a enseñar a golfistas invidentes. Él no les habla de los obstáculos que hay en el camino y que pueden hacer que su bola caiga donde no ha de caer. Él les dice dónde está la bandera y les hace sentir su capacidad para golpear la bola con suavidad y precisión.
Dado que hay una serie de pensamientos automáticos que nos bombardean sin cesar y que siembran en nosotros la duda y la inseguridad, necesitamos saber cómo interrumpir este diálogo interior disfuncional que lo único que hace es llenar nuestra cabeza de ruido y de desconcierto. Además, hemos de comprender la manera en la que tenemos que prepararnos antes de entrar en la «batalla», ya que los seres humanos estamos en frecuente contradicción con nosotros mismos. Yo no puedo avanzar mucho si doy un paso adelante y otro atrás. Es preciso que se produzca una alineación interior para que todas las fuerzas que hay en nuestro interior se muevan en el mismo sentido. Existen algunas miserias en la condición humana, y sin embargo, también hay algo dentro de nosotros que puede transformar por completo toda esa miseria y convertirla en belleza y en espíritu de contribución. No es esta una transformación que nos aleje de la realidad, sino que, muy al contrario, nos permite acercarnos a ella desde una perspectiva mucho más amplia y profunda.
«Yo no puedo avanzar mucho si doy un paso adelante y otro atrás.»
Recordemos que, aunque parezca lo contrario, el verdadero conflicto es algo que tiene lugar dentro de nosotros, y ese es el espacio donde todos tenemos que triunfar como sea, porque es demasiado lo que está en juego. El trabajo interior es necesario para ganar confianza en nosotros mismos y para desarrollar en nuestra mente la absoluta certeza de que triunfaremos sean cuales sean las dificultades. En esta lucha de superación personal, el fracaso no lo podemos ver como una opción. Cometeremos errores y nos caeremos unas cuantas veces, pero siempre nos levantaremos una vez más de las que nos hayamos caído. Eso es lo que hace que salgamos de la experiencia, sin duda, fortalecidos. Así se transforma el error en algo creativo.
Finalmente, en nuestro entrenamiento personal, íntimo e intransferible, hemos de aprender cómo caminar con confianza en medio de los peligros, de la dificultad y de la incertidumbre.
En este libro existen cuatro partes que no se pueden separar, aunque sí distinguir. Estas partes constituyen los pilares de aquello que vamos a crear, si así decidimos hacerlo, y que no es otra cosa que una nueva realidad y, por qué no decirlo, una nueva vida.
«Es la imaginación la que nos descubre no lo que hay, sino lo que podría haber.»
Durante la primera parte del programa que seguiremos, vamos a aprender cómo utilizar nuestra imaginación y nuestra atención para que colaboren en nuestro favor y no en contra de nosotros, que es lo que con frecuencia sucede. La imaginación creativa nos permite acceder a un espacio muy diferente de aquel en el que normalmente vivimos. Es esta facultad extraordinaria la que nos permite dar luz a una nueva realidad a partir no de lo que vemos, sino de lo que imaginamos. Es la imaginación la que nos descubre no lo que hay, sino lo que podría haber.
El resultado del trabajo con la imaginación creativa es un sentimiento de alegría e ilusión ante aquello que se vislumbra como la posibilidad de una vida nueva y mucho más plena. Estas emociones positivas son también las que a su vez van a despertar nuestras energías dormidas y las que van a impulsarnos a seguir actuando a pesar del desconocimiento y del miedo.
La atención es uno de los recursos más valiosos y menos explotados que tenemos. No somos de verdad conscientes de lo que la manera en la que usamos nuestra atención puede ayudar a construir o a destruir posibilidades y oportunidades en nuestra vida. Es muy improbable que podamos tener éxito en la creación de una mayor plenitud en nuestra vida si no conocemos y usamos estrategias que nos ayuden a centrar nuestra atención en este «sol», en este horizonte apasionante que empieza a iluminar nuestra existencia, sin dejarnos distraer por los «negros nubarrones» que van a aparecer en el cielo de nuestra mente en cuanto nos pongamos en marcha. Muchas de las conversaciones que tenemos con nosotros mismos sólo generan dudas, inseguridad y desconfianza. Son estas conversaciones interiores negativas las que evocan en nosotros imágenes de desamparo e impotencia. Son estas mismas conversaciones negativas, las que generan en nuestro interior muchos de los límites intelectuales, emocionales, sociales y económicos que vivimos como si fueran realidades inmutables.
Hellen Keller, aquella niña que a temprana edad se quedó ciega, muda y sorda, conocía muy bien el poder de la atención y lo plasmó con gran precisión en unas palabras llenas de belleza: «Si miras al sol, no podrás ver la oscuridad». Por eso, el entrenamiento de la mirada es clave. Si queremos acceder a un mundo nuevo, hemos de convertirnos en observadores diferentes de la realidad, ya que, si queremos ver algo distinto de lo que hemos visto hasta ahora, tenemos que aprender también a observar de una manera diferente.
Durante la segunda parte de nuestro programa de entrenamiento en fortaleza mental y emocional, aprenderemos cómo cambiar el estado de nuestra mente, de un estado neutro o un estado aflictivo y disfuncional, a un estado de máxima eficiencia. A través de la utilización de estrategias físicas, mentales y lingüísticas, descubriremos progresivamente cómo cambiar la química de nuestro cuerpo para que nos ayude y no nos anule. Seguiremos una metodología específica a través de las palabras, utilizando el llamado lenguaje transformacional, que es el que permite que se expanda nuestra percepción. También le enseñaré, apreciado lector, algún ejercicio para que serene su mente en momentos de duda, confusión y miedo. Tanto el lenguaje transformacional como ciertos ejercicios de meditación absorben por completo nuestra atención, induciendo lo que se denomina un estado de trance. Los estados de trance han sido muy estudiados y son muy apreciados en medicina, y además son conocidos desde la antigüedad. En occidente, los utilizaban médicos griegos ya en el siglo VI a. de C. y fueron estos propios médicos los que descubrieron el impacto que tenía en sus enfermos. En la época romana, el mismo Cicerón se refería a ellos. No estamos hablando de algo extraño o esotérico, sino de un estado especial de la consciencia humana en el que pueden producirse transformaciones que no serían posibles o requeriría muchísimo tiempo hacerlas en un estado de consciencia ordinaria. Los estados de trance son tan valorados en medicina y en psicología porque ayudan a influir en nuestro inconsciente y en nuestra fisiología, algo que es impensable utilizando otros abordajes. Uno de mis maestros en este campo, un afamado cardiólogo de la Universidad de Harvard en Boston, me comentaba la marcada reducción de la presión arterial y la potenciación del sistema inmunológico que se producían en estos estados, tan beneficiosos para aquellas personas que se tenían que someter a cirugía cardiaca. Muchos maestros orientales son expertos en entrar en estos estados y en ayudar a otros a hacerlo.
«(…) el entrenamiento de la mirada es clave.»
La inquietud al hablar de estos estados de trance ha surgido cuando una serie de charlatanes, sin apenas formación y con intenciones poco claras, han presentado estos estados de una manera que resulta a la vez insultante y bochornosa, dando una pobre imagen de esta apasionante metodología. En un estado de trance, la persona es absolutamente dueña de sus decisiones y además mantiene un diálogo radicalmente diferente con su inconsciente, de tal manera que puede influir en él de una forma mucho más potente. Los estados de trance son parte del día a día y así, por ejemplo, se producen cuando uno está ensimismado leyendo un buen libro, escuchando música, jugando al fútbol o viendo un precioso amanecer. Su interés tanto en la medicina como en el deporte va en aumento, sencillamente porque produce resultados y es además un proceso natural.
Recordemos que el objetivo fundamental que se percibe con un cambio de estado mental es doble. En primer lugar, una ampliación del nivel de consciencia. Nuestra consciencia es aquello que nos permite darnos cuenta de lo que hay en cada lugar y de lo que sucede en cada momento.
En segundo lugar, a lo que lleva este cambio en el estado mental es a la generación de confianza como sentimiento profundo de que podemos hacer frente con posibilidades de éxito a cualquier desafío que se nos presente. Cuando cambiamos el estado de nuestra mente, escapamos de las limitaciones profundas que a menudo nos imponen ciertos rasgos de nuestra personalidad. Son estos mismos rasgos los que muchas veces impiden que seamos conscientes y que despleguemos nuestros verdaderos recursos, fortalezas y capacidades.
Un cambio de un estado mental limitante a uno de máxima eficiencia produce de inmediato una percepción completamente diferente de las cosas. Es como si algo nos «sacara del agua» y pudiéramos entonces descubrir un nuevo espacio. De alguna manera dejamos de ser «peces» y nos convertimos en «aves». Así de potente resulta el cambio de estado mental a la hora de percibir las cosas.
Cuando la consciencia se expande, vemos las cosas con mucha más claridad y perspectiva, y por eso los pasos que damos son más certeros. Se expande nuestra inteligencia, y los procesos de análisis, toma de decisiones y aprendizaje se hacen también más ágiles y potentes.
Cuando la confianza aumenta, nuestra manera de mirar y de hablar cambia. La postura de nuestro cuerpo y la manera en la que respiramos se transforman. Además, nuestra forma de movernos refleja una fuerza hasta entonces desconocida para nosotros y para los demás. El impacto que tiene en estos es muy llamativo y, lejos de intimidarlos, los impulsa a colaborar con nosotros para ayudarnos a alcanzar nuestra meta.
En la tercera fase de nuestro programa de entrenamiento en fortaleza mental y emocional, aprenderemos a gestionar el diálogo interior para evitar que nos distraiga de nuestro camino y, sobre todo, para impedir que sus pobres asesoramientos nos aparten de lo que verdaderamente queremos.
En la cuarta y última fase, tenemos que saber cómo mantenernos caminando a pesar de las dificultades, los errores y las caídas. Necesitamos aprender una forma nueva de relacionarnos con el error, porque lo que nos hace más fuertes no es no caernos, sino levantarnos siempre una vez más de las que nos caemos. El error sólo puede ser creativo si cuando se produce en lugar de intentar negarlo, borrarlo, esconderlo o martirizarnos por haberlo cometido, seguimos construyendo algo valioso a partir de lo que aprendemos de él.
Si tengo la fortuna de acompañarlo en este entrenamiento en fortaleza mental y emocional, es importante que sepa que donde debe depositar su confianza no es sólo en mí, sino sobre todo y por encima de todo en usted. Se lo digo porque es donde yo también he de depositar mi confianza, no en mi mayor o menor capacidad, sino en usted y en su enorme potencialidad como persona. Sé que mi misión no es nada más y nada menos que ayudarlo a usted, si me da su permiso, a descubrir su grandeza y a caminar hacia su plenitud. El gran atleta es usted, no yo. Yo sería su coach, su entrenador personal, alguien que sabe, aunque tal vez no lo conozca personalmente, que usted puede experimentar una vida mucho más plena de lo que quizá imagine. Si se anima vamos a dar un paso adelante, porque entre el saber y el saber hacer está precisamente esa sabiduría que posibilita la transformación.