¿Y si me opero?
La cirugía plástica: mucho más que una cuestión estética
Primera edición en esta colección: octubre de 2015
© Agustín Blanch, 2015
© de la presente edición, Plataforma Editorial, 2015
Plataforma Editorial
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ISBN: 978-84-16429-81-3
Diseño de cubierta y composición: Grafime
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Este libro se lo dedico a Montse, mi mujer, y a mis hijos, Ali, Agus y Sandra, quienes con su apoyo y cariño incondicional me han permitido dedicar el tiempo necesario para que pueda consagrarme a mi trabajo y a escribir este manuscrito, y quienes con su estímulo me han ayudado a convertir los sueños de mi vida en una realidad; juntos, venerando la vida, hemos logrado ser una familia llena de respeto, amor y confianza.
«Sempre a les teves mans.»
SÍLVIA SOLER
¿Qué sensación os produciría entrar por primera vez en el despacho de un cirujano plástico y encontrar, colgado en la pared, un retrato de la madre Teresa de Calcuta en actitud de recogimiento y con un libro abierto?
Personalmente, pensé que no me había equivocado. Me encontraba delante de un profesional que conocía su trabajo a la perfección, un hombre honesto, sencillo, con la cabeza sobre los hombros y los pies arraigados. En la sociedad frívola y mercantilista en la que vivimos, aún hay detalles que nos sorprenden. ¡Qué sensación más mágica, la de una sorpresa! La educación, el respeto, la excelencia, la humildad, el honor, la dignidad, la sinceridad, la búsqueda continuada de la calidad… No se imparten clases sobre estas cualidades en las universidades.
Los valores se heredan de los padres, se cultivan en las escuelas, maduran como el vino en las sobremesas con los amigos y la familia y, a veces, si alguien le pone voluntad, perviven entre cuatro hojas de papel ordenadas para que la esencia y la experiencia de una vida y una profesión perduren en el tiempo y den coraje a las nuevas generaciones para trabajar y vivir entre los acordes de la ilusión, el carácter emprendedor y la superación constante. Como un navegante, atento siempre a los contratiempos del mar, a los cambios repentinos del viento. Solo los escogidos cruzan el cabo de Hornos.
La cirugía plástica y reparadora es una disciplina de la medicina que no tiene entre sus objetivos principales curar. En estas páginas intentaremos demostrar que la cirugía plástica puede y debe actuar como un motor de cuatro tiempos en nuestra psique. La Declaración de la Organización Mundial de la Salud (OMS) define salud como el conjunto del estado óptimo de todos los órganos vitales, lo que incluye conseguir el mejor estado de la persona para que se sienta bien con ella misma y tenga la máxima calidad de vida posible. Sentirse bien con uno mismo, afrontar con seguridad nuestras relaciones y quererse forman parte de un concepto extraño que mantiene al ser humano, aunque parezca una paradoja, en una eterna contradicción: entre el yo más egoísta —que nos transforma en personas más seguras, más valientes— y la generosidad y la responsabilidad del individuo socializado —que pertenece a una familia que lo mantiene, hoy en día, en un estado permanente de dedicación a los demás—. En otras palabras, tiempo para el «yo» y tiempo para «los otros»; la eterna lucha.
Algunas de las experiencias que describiremos en los próximos capítulos nos ayudarán a descubrir que, más allá de la visión simplista, comercial y superficial de la cirugía plástica y reparadora, hay algo más: hay personas, ilusiones, ganas de sentirse mejor y reconciliaciones con uno mismo. Esta es la esencia de la cirugía plástica para este médico que parece dirigir una orquesta con sus manos prodigiosas, para que de ella salgan las notas de una sinfonía beethoveniana.
En el momento actual, en esta sociedad presa de la dictadura de la belleza, los cirujanos plásticos y estéticos tienen que definir muy bien el camino que quieren seguir: la coherencia y la seriedad con el trabajo que realizan es una máxima que no pueden perder de vista. Hay intervenciones posibles; otras que nunca deberían haberse imaginado, sugerido ni alentado. Y esta actitud, responsable y meticulosa, tendría que ser la pauta que debería seguir la cirugía plástica y reparadora en el futuro.
El miedo, la incertidumbre, la vergüenza o los dimes y diretes nos paralizan y, a veces, incluso nos detienen o nos hacen postergar acciones de nuestra vida que tendrían que haberse materializado. ¿Cuántas veces hemos dejado de decir «no» cuando era el momento de hacerlo? ¿En cuántas ocasiones no nos hemos atrevido a conocer a alguien que nos interesaba, o no hemos saltado al vacío por miedo a lo desconocido? No siempre nos sentimos bien. A menudo, y a medida que el tiempo transcurre y los agentes externos —el exceso de sol, la contaminación, el paso del tiempo— manchan o envejecen nuestra piel, deseamos rejuvenecer nuestro aspecto. Quién sabe, incluso mejorar aquellas grandes orejas que fueron el hazmerreír de los compañeros de clase o una nariz aguileña, reducir unos pechos desmesurados o satisfacer el anhelo de poder usar dos tallas más de sujetador, tener unos labios carnosos, lucir unos abdominales perfectos o reducir el exceso de grasa mediante una intervención son deseos íntimos, anhelos postergados o un runrún de fondo de nuestra existencia que, a veces, puede solucionarse con una simple intervención. El peeling químico, la otoplastia, la rinoplastia y el aumento o la reducción mamaria son intervenciones y tratamientos que tenemos a nuestro alcance, no solo para aplacar el paso del tiempo, sino, a veces, simplemente para sentirnos mejor con nosotros mismos. Quizás ha llegado la hora de romper tabúes y dejar atrás los complejos adolescentes que tanto daño nos han causado; nos merecemos reconciliarnos con el yo más personal, el más íntimo.
En estas páginas trataremos de atenuar los miedos y dar respuesta a inquietudes e incertidumbres que nos acechan. También desvelaremos secretos e intríngulis de las intervenciones, con la esperanza de que, una vez vencidos el miedo y la vergüenza, decidamos, desde la serenidad, si nos damos la oportunidad de sentirnos mejor. Esperemos que estas páginas contribuyan a mediar en esta batalla constante que mantienen la «psique» y el «soma» —el alma y el cuerpo— y animen al lector, a la lectora, a reconciliarse consigo mismo.
Agradezco sinceramente al doctor Agustín Blanch la oportunidad que me ha brindado. Ayudarlo a escribir estas páginas ha sido, para qué nos vamos a engañar, un reto difícil, pero compartido. Hemos ordenado las ideas y los pensamientos que existen hoy en día acerca de la cirugía plástica e intentaremos romper los tabúes que han perjudicado —¡y mucho!— esta disciplina de la medicina que, como las otras, tiene su única razón de ser al servicio de las personas. Desde la responsabilidad de trabajar con un equipo humano bien preparado y cohesionado, con la premisa constante de la formación y la innovación continua, las manos del doctor Agustín Blanch parecen las de un pianista. Las notas, la armonía de ese lenguaje universal, impregnan sus manos. Está claro que, ocasionalmente, las cosas no salen como nosotros desearíamos: los problemas también están presentes en las intervenciones; sin embargo, si el trabajo es riguroso, tenemos bien definidos los inconvenientes que puedan surgir y no dejamos nada en manos del azar, el impacto es menor.
También quiero agradecer a Mª Carmen de Fez y a Sílvia Oros, que me han ayudado en este proceso de recogida de datos. A Mª Carmen, por ser la memoria histórica de todos los pacientes que han visitado la consulta del doctor, y a Sílvia, por ser la partitura en la que el doctor lee las notas; sin ellas tampoco hubiéramos podido escribir este libro. El resto del equipo está presente en cada uno de los pentagramas de las melodías que interpreta el doctor Agustín Blanch.
SÍLVIA SOLER
«Las honestas palabras nos dan un claro indicio de la honestidad del que las pronuncia o las escribe.»
MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA
¿Qué diríais de un cirujano que en su escritorio conserva, enmarcada, una litografía de los Juegos Olímpicos de Barcelona dedicada por el presidente del Comité Olímpico Internacional?
La pasión por el deporte ha hecho mella en él. Es un extraordinario preparador de los discípulos que acoge en su instituto en el marco de una colaboración con la Universidad de Milán y un excelente capitán del equipo que colabora con él. A la meta solo se llega tras una larga trayectoria de aprendizaje y de esfuerzo: eso lo sabe bien. Y, a menudo, la victoria es compartida: los maestros, los compañeros y la familia tienen un papel primordial en el largo camino hacia la exquisitez y la profesionalidad; esa es su divisa.
La excelencia y la exigencia han sido dos palabras clave latentes en nuestras conversaciones, cocinando este libro. Del mismo modo, ha habido espacio para el recuerdo y la gratitud a todos aquellos que han dejado una huella de conocimiento en su forma de trabajar y de ser: a su padre, el doctor Francesc Blanch, del cual heredó la pasión por el ejercicio de la medicina; a todos y cada uno de los pacientes que ha operado, y a sus maestros, porque la práctica de la medicina solo se aprende desde la maestría. La realidad nos muestra que no todos los problemas se resuelven con la cirugía, pero sí que es una buena solución para muchos de ellos. Además, no todo es blanco o negro en cirugía plástica y reparadora; hay un abanico de grises que no podemos olvidar y debemos tener siempre presentes. Este es el tipo de detalles que enseña el ejercicio consciente de la medicina, y es en buena parte lo que quiere transmitir este libro.
El doctor Agustín Blanch Rubió es licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Barcelona. Consiguió, no sin esfuerzo, el primer puesto en el concurso oposición para aprender la especialidad de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora en la Universidad de Milán con una beca del Ministerio de las Universidades italiano. Fue el primer miembro de la Comunidad Económica Europea no italiano que lo consiguió. Su tesis de especialidad, que defendió en la Universidad de Milán, llevaba por título: «Interventi Chirurgici tendenti alla rianimazione del volto in casi recenti ed inveterati nella paralisi del nervo faciale» y fue dirigida por el profesor Alberto Azzolini y correlatada por el doctor Maurizio Petrolati.
Durante los años de formación, fue cirujano asistente del Departamento de Cirugía General del Hospital Clínic de Barcelona. Posteriormente, durante cuatro años ejerció como cirujano en el Departamento de Cirugía Plástica y Reconstructora del Ospedale Universitario de San Donato y en el servicio de cirugía plástica y de la mano del Ospedale Civile di Legnano, ambos de Milán. A finales de la década de 1990 se instaló en Pensilvania, donde colaboró con el profesor Ernest K. Manders en el Hospital Universitario de Hershey en la investigación y el desarrollo de la expansión cutánea.
Asimismo, fue cirujano en el equipo del servicio de cirugía estética del doctor Antoni Tapia en Barcelona durante más de diez años. Actualmente, dirige el Instituto Doctor Agustí Blanch Cirugía Plástica y Medicina Estética en Barcelona, que cuenta con un equipo de profesionales médicos que trabajan para conseguir el objetivo prioritario de este profesional: «Cualquier técnica médico-quirúrgica es buena siempre que logre alcanzar algo tan importante como que todos podamos sentirnos mejor».
SÍLVIA SOLER