HÉCTOR AZAR
DRAMATURGIA Y TEORÍA ESCÉNICA
II
Compilación y prólogo de
PEDRO ÁNGEL PALOU
letras mexicanas
FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
Primera edición electrónica, 2014
Primera edición, 1998
D. R. © 1998, Fondo de Cultura Económica
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ISBN 978-607-16-2460-4 (ePub)
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II. VERSIONES Y PARÁFRASIS
(TEATRO DIDÁCTICO)
Doña Endrina
POEMAS DE JUAN RUIZ, ARCIPRESTE DE HITA
[1955]
DOÑA ENDRINA
DON MELÓN
ARCIPRESTE
TROTACONVENTOS
Del fondo entran el Arcipreste y Trotaconventos; por derecha, doña Endrina seguida de don Melón.
DON MELÓN.—
¡Ay, cuán fermosa viene doña Endrina por la plaza.
Qué talle, qué donaire, qué alto cuello de garza.
Qué cabellos, qué boquilla, qué color, qué buenandanza.
Con saetas de amor fiere cuando los sus ojos alza.
Pero tal lugar non vale para fablar en amores:
a mí luego se me vienen munchos miedos e temblores,
los mis pies e las mis manos non siento de mí, señores;
pierdo seso, pierdo fuerza, múdanse los mis colores.
Unas palabras tenía pensadas por le decir;
el miedo de las compañas me facen ál departir.
Apenas si me conozco nin sé por do debo ir,
con mi voluntad mis dichos juntos no pueden seguir.
ARCIPRESTE.—
Fablar con mujer en plaza es cosa muy descobierta:
A veces hay mal atado un perro tras de la puerta.
Bueno es jugar fermoso, echar alguna cobierta:
Ado es lugar seguro, es bien fablar cosa cierta.
DON MELÓN.—
Señora, la mi sobrina, que en Toledo seía,
se vos encomienda mucho, mil saludos vos envía,
si ovíes lugar e tiempo, por cuanto de vos oía,
deseavos mucho ver e conocervos querría.
Querían mis parientes casarme esta sazón
con una doncella rica, la fija de don Pepión,
a todos di por respuesta que non la quería, non;
¡D’aquélla será mi cuerpo, que tiene mi corazón!
ARCIPRESTE.—
Abaxó más la palabra y díxole que en juego hablaba,
porque toda aquella gente de la plaza los miraba;
desque vio que eran idos, que ome non fincaba,
comenzol’ decir la quexa del amor que l’afincaba.
DON MELÓN.—
Otro non sepa la fabla, desto juramento hagamos;
do se celan los amigos son más fieles entreamos.
En el mundo non es cosa que yo ame a par de vos;
y tiempo es ya pasado de los años más de dos
que por vuestr’amor me pena: amo a vos más que a Dios.
Non oso poner persona que lo fable entre nos.
Con la gran pena que paso, vengo a deciros mi quexa,
vuestro amor e mi deseo que m’afinca e m’aquexa, non me
tira, non me parte, non me suelta, non me dexa:
tanto me da la muerte, cuanto más se me alexa.
Recelo que non oídes esto que vos he fablado:
Fablar muncho con el sordo es mal seso, mal recabdo;
creed que vos amo tanto, que non ey mayor cuidado:
esto sobre todas las cosas me tralle más afincado.
Señora, yo non me atrevo a deciros más razones,
fasta que me respondades a estos pocos sermones,
decidme vuestro talante, veremos los corazones.
ARCIPRESTE.—
Ella dijo:
DOÑA ENDRINA.—
Vuestros dichos non los precio dos piñones.
Bien así engañan munchos a otras munchas Endrinas:
El ome es engañoso e engaña a sus vecinas:
non cuidedes que so loca por oír vuestras parlinas;
vuscat a quien engañedes con vuestras falsas espinas.
ARCIPRESTE.—
Él le dixe:
DON MELÓN.—
Ya, sañuda, anden fermosos trebejos! Son los dedos en las
manos, pero non todos parejos;
todos los omes non somos d’unos fechos nin consejos:
la peña tiene blancos, prietos, pero todos son conejos.
A las vegadas pagan justos por pecadores,
a munchos empeecen los añejos errores,
el yerro que otro fizo a mí non faga mal;
tened por bien que vos fable bajo de aquel portal:
non vos vean aquí todos los que andan por la cal,
aquí vos fablé una cosa, allí vos fablaré ál.
ARCIPRESTE.—
Paso a paso doña Endrina bajo el portal es entrada,
bien lozana e orgullosa, bien mansa e sosegada,
los ojos baxó por tierra, en el poyo asentada;
él tornó a la su fabla, que tenía comenzada.
DON MELÓN.—
Escúcheme, señora, la vuestra cortesía,
un poquillo que vos diga del amor y muerte mía;
cuidades que vos fablo en engaño e folía,
e non sé qué facer contra vuestra porfía.
A Dios juro, señora, e por aquesta tierra,
que cuanto vos he dicho, de la verdat non yerra;
estades enfriada más que nief de la sierra,
e sodes a tan moza, que esto me atierra.
Daos cuenta, señora, que en la placentería
se usa en tales juegos edat de mancebía;
la vejez en el seso lleva la mejoría;
a entender bien las cosas el gran tiempo nos guía.
Ve y retorna a la fabla otro día por mesura,
pues que hoy non me creedes o non es mi ventura;
ve y retorna a la fabla: tu creencia tan dura
usando oír mi pena entenderá mi quejura.
ARCIPRESTE.—
Esto dixo doña Endrina, esta dueña de prestar:
DOÑA ENDRINA.—
Honra e non deshonra es cuerdamente hablar;
las dueñas e mujeres deben su respuesta dar
a quien con ellas fable e con quien razonar.
¿Estar sola con vos solo? Esto yo non lo faría:
Non debe mujer ser sola en tamaña compañía:
nace dende mala fama e mi deshonra sería:
ante testigos, que veyan, fablarvos he algún día.
DON MELÓN.—
Señora, por la mesura que agora prometedes
non sé gracias que valan cuantas vos merecedes:
pero yo fío de Dios que aún tiempo verná
que quien es buen amigo sus obras mostrará;
quisiera deciros algo, mas temo que os pesará.
DOÑA ENDRINA.—
Pues decildo e veré qué tal será.
DON MELÓN.—
Señora, que prometades de lo que de amor queremos
si hubiera lugar e tiempo, cuando en uno estemos,
según que yo deseo, vos e yo nos abracemos:
para vos non pido muncho, con esto la pasaremos.
DOÑA ENDRINA.—
Es cosa muy probada
que por sus besos la dueña se ha quedado engañada,
pues tal incendio nace al abrazar la amada
que se vence la mujer desque esta joya es dada.
Esto yo non vos otorgo, salvo platicar de mano;
mi madre vendrá de misa, quiérome ir de aquí temprano,
non sospeche contra mí que ando ya con seso vano;
fablaremos algún día, tiempo habrá este verano. (Vase.)
ARCIPRESTE.—
Fuese la su señora de la fabla ese día.
Desque él fue nacido nunca vio mejor día.
Solaz tan placentero e tan grande alegría:
quísole Dios bien guiar e la ventura mía.
Si no la sigue, non uso, el amor se perderá:
si ella veye que la olvida, ella a otro amará:
el amor con uso crece; desusado menguará,
do la mujer olvidares, ella a ti te olvidará.
Do añadieres la leña, crece sin dubda el fuego;
si la leña se tirare, el fuego menguará luego:
el amor e bien querencia crece con usar el juego;
si la mujer olvidares, poco preciará tu ruego.
Munchas veces la ventura con su fuerza e poder
a muchos omes non dexa su propósito facer,
por esto anda el mundo en levantar e caer;
sólo Dios e el trabajo grande pueden los hados vencer.
Hermano nin sobrino non quiere por ayuda:
el amor con su fuego, todo corazón muda,
uno a otro non guarda lealtat nin la menuda
amistat, debdo e sangre, todo la mujer muda.
El cuerdo con un buen seso pensar debe las cosas:
escoger las mijores e dexar las dañosas;
para mensajerías personas sospechosas
nuinca son a los omes buenas nin provechosas.
Busca Trotaconventos, cual lo manda el amor,
de todas las maestras escoge la mijor;
¡Dios e la su ventura que le fueron guiador!,
acertó en la tienda del sabio corredor.
Falló una tal vieja cual avía menester,
artera e maestra e de muncho saber:
doña Venus por Pánfilo non pudo más facer
de cuanto fizo ésta por le facer placer.
Sale Trotaconventos.
Era vieja búhona de las que venden joyas:
éstas echan el lazo, éstas cavan las foyas;
non hay tales maestras como estas viejas troyas:
éstas dan la mazada: si as orejas oyas,
como lo han de uso estas viejas búhonas
andan de casa en casa vendiendo munchas donas;
no se resguardan dellas, están con las personas
y facen con buen viento andar las atahonas.
Desque fuera a la casa desta vieja sabida, díxole:
DON MELÓN.—
Madre, señora, también seades vivida:
en vuestras manos pongo mi salud e mi vida;
si vos non me acorredes, mi vida es perdida.
Oí decir de vos mucho bien e aguisado,
de ¡cuántos bienes faces al que os viene cuitado!,
cómo ha bien e ayuda quien de vos es ayudado:
por vuestra buena fama fasta vos he llegado.
Quiero fablar convusco bien como en penitencia:
toda cosa que vos diga oilda en paciencia;
si non vos, otro non sepa mi dolencia.
ARCIPRESTE.—
Diz la vieja:
TROTACONVENTOS.—
Pues decildo y ten en mí creencia,
conmigo seguramente vuestro corazón soltat
faré por vos cuanto pueda, guardarvos he lealtat;
oficio de correderas es de muncha seriedat,
más encobiertas cobrimos que mesón de vecindat.
Si a cuntos desta villa nos vendemos las alhajas
sopiesen de vos e de otros, munchas fueran las barajas,
munchas bodas ayuntamos que vienen a repintajas
y munchos panderos vendemos que no suenan las sonajas.
DON MELÓN.—
Amo una dueña sobre cuantas nunca vi;
ella, si me non engaña, parece que me ama a mí:
por escusar mil peligros fasta hoy la encobrí:
toda cosa deste mundo temo e mucho más temí.
Vive cerca, es mi vecina, ruégovos que a ella vayades,
e fablad entre vos ambas lo mejor que entendades;
encobrid aqueste pleito lo más muncho que podades,
acertad el fecho todo: veredes las voluntades.
TROTACONVENTOS.—
Yo iré a la su casa de esa vuestra vecina
e le diré tal escanto e le daré tal atalvina
que haré que esa vuestra llaga la cure mi melecina.
Decidme, ¿quién es la dueña?
DON MELÓN.—
Doña Endrina.
TROTACONVENTOS.—
Alafé, que aquesta dueña es muy bien mi conocienta.
DON MELÓN.—
Por Dios, amiga, te ruego cuida de alguna imprudencia.
TROTACONVENTOS.—
Ya fue casada una vez, creed que ella consienta
que no hay mula de alabarda que tal silla non consienta:
Amigo, non vos durmades, que la dueña que decides,
otro quier casar con ella e pide lo que pedides:
es ome de buen linaje, viene donde vos venides;
vayan antes vuestros ruegos, que los ajenos convides.
Esta dueña que decides, muncho es en mi poder:
si non es por mí, non la puede ome del mundo haber:
Yo sé toda su facienda e cuanto quiere facer
por mi consejo lo face, más que por el su querer.
Non vos diré más razones, que asaz ya vos he fablado;
de aqueste oficio yo vivo, non he de otro cuidado.
Munchas veces entristezco por en el tiempo pasado,
porque non me es gradecido nin me es galardonado.
Si me diéredes ayuda de que pase un poquillo,
yo faré por vos mi escanto, que venga paso a pasillo.
DON MELÓN.—
Madre, señora, yo vos quiero bien pagar;
el mi algo e mi casa en vuestro mandar:
de mano tomad pellote; it, non le dedes vagar.
Pero ante que vayades, quiero vos encomendar:
porque todo vuestro cuidado sea en aqueste fecho,
trabajat en tal manera porque hallades
provecho:
de todo vuestro trabajo tenrás ayuda e pecho,
pensat bien lo que fablaredes con seso e con derecho.
Se va don Melón y la Trotaconventos se dirige a la casa de doña
Endrina.
ARCIPRESTE.—
La búhona con arnero va taniendo cascabeles,
menando de sus joyas sortijas et alfileles
diciéndoles a las gentes:
TROTACONVENTOS.—
Compradme aquestos manteles.
ARCIPRESTE.—
Oyérala doña Endrina.
DOÑA ENDRINA.—
Entrades, no receledes.
ARCIPRESTE.—
Entra la vieja en su casa.
TROTACONVENTOS.—
¡Señora del alma, fija!
¡Para esa mano bendita aquí traigo esta sortija!,
y si non me la descubres, yo vos diré una pastija
que pensara aquesta noche.
ARCIPRESTE.—
Poco a poco se la aguija.
TROTACONVENTOS.—
Fija, ¿por qué estades en la casa siempre tan ensimismada?
Sola aquí tú te envejeces, estades tan encerrada...
¡Salid e andad por la plaza! Beldat ansí de loada
entre aquestos paredones non vos dará nada, nada.
En aquesta villa mora muy fermosa mancebía:
mancebillos apostados e de muncha lozanía,
en la mijores costumbres van creciendo día con día,
e nunca puede ver ome alguno a tan buena compañía.
Muy bien me reciben todos en esta mi pobledat,
el mijor, el más noble de linaje e de beldat
es don Melón de la Huerta, mancebillo de verdat:
a todos los otros sobra en fermosura e beldat.
Todos cuantos en su tiempo en esta tierra nacieron,
en costumbres y en riqueza tanto como él no crecieron,
con los locos face el loco, los cuerdos de él bien dixeron,
manso más que un cordero, nunca pelear lo vieron,
con los cuerdos estar cuerdo, con los locos estar loco:
yo lo pienso en mi pandero munchas veces que lo toco.
Mancebillo en la villa a tal non se fallará:
Non estraga lo que gana: mas ante lo guardará.
Creo bien que tal fijo al padre semejará.
En el becerrillo vemos lo que de buey rendirá.
Ome de buena vida es bien acostumbrado;
creo que casará el con vusco de muy buen grado.
Agora, mi señora, decit vuestro corazón
esto que vos he fablado si vos place o si non.
ARCIPRESTE.—
Respóndele la dueña con mesura e con bien.
DOÑA ENDRINA.—
Buena mujer, decit ¿cuál es o quién
que vos tanto loades? ¿Cuántos de bienes tien?,
yo pensaré en ello si para mí convién.
TROTACONVENTOS.—
¿Cuál es? Fija, señora.
Es aparejo bueno que Dios vos traxo agora,
mancebillo quisado que en vuestro barrio mora
¡don Melón de la Huerta, queredlo en buena hora!
DOÑA ENDRINA.—
¡Callad ese predicar
que ya ese parlero cuidó de me engañar!;
munchas otras veces me vino a retentar;
mas de mí non vos podedes él nin vos alabar
la mujer que vos cree mentiras tales parlando
e se cree de los hombres con amores jurando,
sus manos se contuerce, del corazón trabando:
¡Mal se lava la cara con lágrimas llorando
dejatme de roído, yo tengo otros cuidados,
de muchos que me tienen los mis algos forzados!;
non me vienen en miente esos malos recabdos,
bien te cumple agora decirme esos mandados.
TROTACONVENTOS.—
Alafé, desde vos veyen viuda,
sola, sin compañero, non sodes ya temida:
es la viuda tan sola, más que vaca corrida;
por ende aquel buen ome vos tendría defendida.
Éste vos tirará todos esos pelmazos
de pleitos e de fuerzas, de vergüenzas e plazos.
Dios bendixo la casa do el buen hombre cría:
siempre anda gasajado, con placer e alegría:
por ende el mancebillo para vos yo querría;
ante de munchos días veríedes mejoría.
DOÑA ENDRINA.—
Non me estaría bien
casar ante del año, que a viuda non convien
casarse fasta que pase el año de los lutos que tien
ya que el luto con esta carga vien.
TROTACONVENTOS.—
Fija, el año ya es pasado:
tomad este marido por ome e por velado;
andémoslo, fablémoslo, tengámoslo celado:
hado bueno vos tienen vuestros hados ha dado.
DOÑA ENDRINA.—
Dejat, non osaría
facer lo que decides nin lo que él querría;
non me digas agora más de esa letanía
y non me afinques tanto luego al primero día.
Yo non quise fasta agora muncho buen casamiento
de cuantos me rogaron sabes tú más de ciento.
TROTACONVENTOS.—
Jergas por mal señor, burel por mal marido
a caballeros y dueños es provecho vestido.
(A don Melón, que entra en escena.)
Fijo, el mejor cobro de cuantos vos habedes
es olvidar las cosas que haber non podedes:
lo que non puede ser nunca lo porfiedes:
lo que facer se puede, por ello trabajedes.
DON MELÓN.—
¡Ay de mí, con qué cobro tan malo me venistes!,
que nuevas a tan malas, tan tristes me trojistes.
¡Ay vieja matamigos!, ¿por qué me lo dijistes?
ARCIPRESTE.—
¡Ah viejas pitofleras, mala presa seades!,
el mundo revolviendo a todos engañades
mintiendo, aponiendo, diciendo vanidades
a los necios facedes las mentiras verdades.
DON MELÓN.—
¡Ay, corazón quejoso, cosa desaguisada!
¿Por qué matas el cuerpo do tienes tu morada?
¿Por qué amas la dueña que non te precia nada?
Corazón, por tu culpa vivirás vida penada.
ARCIPRESTE.—
¡Ay, que todos sus miembros comienzan a tremer;
su fuerza e su seso e todo su saber,
su salud e su vida e todo su entender
por esperanza vana todo se va a perder!
DON MELÓN.—
¡Ay ojos, los mis ojos vos fuistes a poner
en dueña que non quiere nin vos catar nin ver!
¡Ojos, por vuestra vista vos quisistes perder;
penaredes mis ojos, penar e amortecer!
ARCIPRESTE.—
Ay lengua sin ventura ¿por qué quieres decir?,
¿por qué quieres fablar?, ¿qué quieres departir
con dueña que non quiere nin escuchar nin oír?
¡Ay cuerpo tan penado, cómo vas a morir!
DON MELÓN.—
Pues que la señora con otro sea casada
la vida deste mundo yo non la precio nada;
mi vida e mi muerte están ya señaladas:
pues que haber non la puedo, mi muerte es llegada.
ARCIPRESTE.—
Mujeres alevosas de corazón traidor
que non habedes miedo, mesura nin pavor
de mudar do queredes el vuestro falso amor.
¡Ay, muertas vos veades de rabia e de dolor!
DON MELÓN.—
Mi vida e mi muerte están ya señaladas;
pues que haber non la puedo, mi muerte es llegada.
TROTACONVENTOS.—
¡Loco! ¿Qué habedes que tanto vos quexades?
Por ese quexo vano vos nada ganades;
templad con el buen seso el pesar que tengades,
alimpiad vuestras lágrimas e pensad que fagades.
DON MELÓN.—
¿Cuál arte, cuál trabajo e sentido
sanará tan gran golpe de tal dolor venido?
Pues que la mi señora pronto tendrá marido
mi esperanza perece e me siento perdido.
TROTACONVENTOS.—
Después de muchas lluvias viene la buena oriella;
después de los grandes nublos, gran sol e gran sombriella.
Viene salud e vida después de gran dolencia
e vienen los placeres después de la tristencia.
Tranquílate, mi amigo, tened buena creencia,
cerca están grandes gozos de la vuestra querencia.
Doña Endrina es nuestra e fará mi mandado:
non quiere ella casar con otro ome nado,
todo el su deseo en vos está fincado.
Si muncho vos la amades, más vos tiene ella amado.
DON MELÓN.—
Señora, madre vieja, ¿qué decides agora?,
facedes como madre cuando el mozuelo llora,
que le dice falagos porque calle esa hora:
Por esto me decides que es mía mi señora.
TROTACONVENTOS.—
Siempre acontecerá tal así al amador:
como al ave que sale de uñas del azor,
en cada lugar teme que esté el cazador,
y que quiera llevarla; siempre tiene temor.
Todo nuestro trabajo e la nuestra esperanza
está en aventura e está en la balanza.
A veces vien la cosa, aunque faga tardanza.
DON MELÓN.—
Madre ¿vos non podedes conocer o asmar
si me ama la dueña o si me querrá amar?
Que, quien amores tiene non los puede negar
en gestos o en suspiros o en color o en fablar.
TROTACONVENTOS.—
Amigo, en la dueña muy claro que lo veo,
que vos quiere e vos ama e tien de vos deseo:
cuando de vos le fablo, yo muy bien que la oteo,
y todo se le demuda el color e el aseo,
los labros de la boca le tiemblan un poquillo,
el color se le muda de bermejo amarillo,
el corazón le salta ansí de menudillo
e apriétame mis dedos con los suyos quedillo.
Cada que vuestro nombre yo se lo estoy diciendo,
otéame, sospira e se está comediendo,
aviva más el ojo, está toda bullendo.
DON MELÓN.—
Señora, madre vieja, la mi placentería,
por vos la esperanza siente ya mejoría.
TROTACONVENTOS.—
Amigo, según creo, por mí tendrás consorte
mas yo de vos non tengo sinon este pellote:
si buen manjar queredes, pagad bien el escote
que a veces non facemos todo lo que decimos
e cuanto prometemos, quizá non lo cumplimos.
DON MELÓN.—
Madre, vos non temades que en mentira vos ande,
ya que engañar al pobre es pecado muy grande:
non vos engañaría, ¡nin Dios aquesto mande!
Si yo a vos engañare, Él a mí me lo demande.
TROTACONVENTOS.—
Esto, fijo querido, bien se dice fermoso;
mas el pueblo pequeño siempre está temeroso
en que, sobrado el rico que es tan poderoso:
por chica razón pierde el pobre e el cuitoso.
Lo que me prometistes, póngolo en aventura,
lo que yo vos prometí, creed y habed folgura;
quiérome ir a la dueña, rogarle por mesura
que vos abra su casa, e a vos fable segura.
Si por ventura solos vos pudiese yuntar,
ruégovos que seades ome de buen hogar.
Vase don Melón y la Trotaconventos regresa a casa de doña Endrina.
ARCIPRESTE.—
Desque dijera esto la quisquillosa vieja
dexólo con la duda e fuese a la calleja.
Comenzó la búhona decir otra conseja.
A la razón primera cambióle la pelleja.
TROTACONVENTOS.—
Pues qué, señora, fija; ¿cómo está aquella cosa?
Veovos bien lozana, bien gordilla e fermosa
ARCIPRESTE.—
Preguntóle la dueña:
DOÑA ENDRINA.—
Pues ¿qué nuevas de aquél?
TROTACONVENTOS.—
¿Qué nuevas de aquél?, ¿qué sé yo qué es de él?
¡Mezquino e magrillo non hay más carne en él
que en un pollo invernizo después de san Miguel!
El gran fuego non puede encobrir la su llama.
DOÑA ENDRINA.—
Ni el gran amador puede encobrir lo que ama.
TROTACONVENTOS.—
Ya la vuestra manera entiéndela mi alma.
DOÑA ENDRINA.—
Mi corazón con duelo sus lágrimas derrama.
TROTACONVENTOS.—
Porque veo e conozco en vos cada vegada,
que sodes de aquel ome tan locamente amada.
¡Su color amariello, la su faz demudada!
En todos los sus fechos vos tralle antojada
si anda o si se queda, en vos está pensando,
los ojos faz a tierra se queda sospirando,
apretando sus dedos, en su cabo fablando:
¡Rabiosa vos veades!, ¿doledes fasta cuándo?;
primero por la calle él fue de vos pagado.
Después de vuestra fabla fue muncho engañado:
por aquestas dos cosas él está enamorado.
Desque con él fablastes más muerto le traedes
y es mijor que calledes, tan bien como él ardedes:
descobrid vuestra llaga, si non ansí morredes
el fuego encobierto vos mata: ¡penaredes!
DOÑA ENDRINA.—
Sí, el gran amor me mata, el su fuego parejo,
a la quexa grande, non le fago consejo.
TROTACONVENTOS.—
Fija, perdet el miedo que se toma sin razón
en casarvos en uno aquí no hay traición:
éste es su deseo, tal es su corazón
de casarse con vusco a ley e con bendición.
DOÑA ENDRINA.—
Lo que tú me demandas, yo muncho lo codicio.
Si mi madre quisiera otorgar el permisio
yo muncho mas faría por el amor del de Hita,
mas guárdame mi madre, de mí nunca se quita.
TROTACONVENTOS.—
¡Ah!, ¡la vieja pepita!
Ya la cruz la llevase con el agua bendita.
DOÑA ENDRINA.—
Mi corazón te he dicho, mi razón e mi llaga;
pues mi voluntad ves, conséjame qué faga.
ARCIPRESTE.—
¡Ay Dios, corazón de amador!,
en cuántas priesas se vuelve con miedo e con temor.
Aca a allá lo trexna el su quexoso amor:
e de los munchos peligros non sabe cuál es mayor.
TROTACONVENTOS.—
Por ende, fija, señora, id a la mi casa a veces;
jugaremos, folgaremos, darvos he muy ricas nueces;
nunca está la mi tienda sin frutas de las lozanas:
munchas peras e duraznos, qué sidras e qué manzanas,
qué castanas, qué piñones e que munchas avellanas.
Las que vos queredes más, ésas vos serán más sanas;
idos tan seguramente conmigo a la mi tienda
como a la vuestra casa a tomar la merienda.
Iremos calla callando por que otro non lo entienda.
ARCIPRESTE.—
Mujer e liebre seguida, muncho seguida conquista,
pierde el entendimiento, se ciega e pierde la vista.
Otorgóle Doña Endrina de ir con ella a folgar
e comer de la su fruta e a la pellota jugar.
Vínole Trotaconventos alegre con el mandado.
TROTACONVENTOS.—
(A don Melón, que entra.) Amigo, di cómo estades y ve perdiendo cuidado. (Vase don Melón.)
ARCIPRESTE.—
Después fue de Santiago otro día siguiente
a hora de mediodía, cuando yanta la gente
vínose doña Endrina con la mi vieja sabiente;
entró con ella’n su casa bien asodegadamente.
(Entra doña Endrina en casa de los Trotaconventos.)
Como la vijisuela lo había apercibido
non se detuvo mucho y para allá fue ido.
Falló la puerta cerrada mas la vieja bien lo vido.
Don Melón trata de entrar en la casa de la Trotaconventos.
TROTACONVENTOS.—
¡Yuy! ¿Qué es aquello que face aquel roído?
¿Es ome o es viento? ¡Creo que es ome, non miento!
¿Vedes, vedes cómo otea el pecado carboniento?
¿Es aquél, non es aquél? ¡Se semeja, lo siento!
¡Alafé, es don Melón! ¡Yo lo conozco, lo viento!
¡Aquella es la su cara e su ojo de becerro!
¡Catat, catat cómo asecha, barrúntanos como perro!
¡Allí rabiará agora, non puede tirar el fierro!
¿Es que quebrará las puertas? ¡Las menea como cencerro!
¡Cierto, aquí quiere entrar! ¡Mas!, ¿por qué yo non le fablo?
¡Don Melón, tiradvos dende! ¿Tróxovos aquí el diablo?
Non queblantedes mis puertas! ¡Que del abad de san Pablo
las ove ganado! ¡Non posistes vos un cablo!
Yo vos abriré la puerta, esperad, non la quebredes
e con bien e con sosiego decid si algo queredes.
La Trotaconventos abre la puerta a don Melón, que entra.
DON MELÓN.—
¡Señora doña Endrina, vos la mi enamorada!
Vieja, ¿por qué teníades a mí la puerta cerrada?
¡Tan buen día es hoy éste, que fallé a tal celada!
Dios e la mi ventura me la tuvieron guardada.
Trata de abarzar a doña Endrina, que se resiste un poco.
TROTACONVENTOS.—
Fija, a daño fecho haber ruego e pecho
y haced como la picasa mejor que la codorniz
pues todos los omes facen como don Melón Ortiz.
ARCIPRESTE.—
¡Ay viejas perdidas, a las mujeres traedes engañadas e vendidas!
Ayer mil cobros le dábades, mil artes e mil salidas;
y cuando son escarnidas, todas son fallecidas.
Si las aves pudiesen bien saber e entender
cuántos lazos las tienden, non las podrían prender;
cuando el lazo veyen, ya las llevan a vender.
Mueren por el poco seso, non se pueden defender.
Y a los peces de las aguas, cuando veyen el anzuelo
el pescador los tiene e los trayhe por el suelo.
Está en los antiguos el seso e la sabiencia
es en el mundo tiempo el saber e la ciencia.
La mi vieja maestra ovo buena conciencia
e dio en este pleito una buena sentencia.
TROTACONVENTOS.—
El cuerdo gravemente non se debe quexar
cuando el aquexamiento no lo puede tornar:
lo que nunca se puede reparar ni enmendar
débenlo cuerdamente sufrir e endurar.
A las grandes dolencias e a las desventuras,
a los acaecimientos e yerros de locuras,
debe buscar consejo, melecinas e curas,
el sabedor se prueba en cuitas e en presuras.
La ira e la discordia, a los amigos mal faz
ponen sospechas malas en el pecho do yaz.
Habed entre vos amos la concordia e la paz,
el pesar a la saña tórnense en buen solaz.
Pues que por mí decides que el daño es venido,
por mí quiero que sea el vuestro bien habido,
vos, sed la mujer suya e él vuestro marido.
Todo vuestro deseo es por mi bien cumplido.
ARCIPRESTE.—
Doña Endrina e don Melón en uno casados son,
alégranse las compañas de las bodas con razón.
Si hubo alguna villanía haya de vos el perdón:
que lo feo de esta historia se le deberá a Nasón.
Glosario de “doña Endrina”
cál. Calle.
ál. (Del lat. ant. alid por aluid.) pron. indet. Otra cosa.
poyo. (Del lat. podium.) Banco de piedra, yeso u otra materia que ordinariamente se fabrica arrimado a las puertas de las casas, en los zaguanes y otras partes.
folía. (Del lat. folie, de fol, y éste del lat. folis, fuelle.) f. ant. Locura. fig. Cualquier música ligera, generalmente de gusto popular.
placentería. (De placentero.) f. ant. Placer. 2° art., 1a. y 2a. aceps.
foyas. (Del lat. fovia.) f. ant. Hoya.
aguisado, da. adj. ant. Justo o razonable. p. p. de aguisar (de a, 2° art., y guisa.) tr. ant. Aderezar y disponer una cosa; proveer de lo necesario.
escanto. Lic. poet. Encanto.
atalvina. (Del ár. at-talbina.) Manjar hecho con harina, leche y miel.
azaz. (Del lat. ad, a, y satiente, acus. de saties, saciedad.) adv. c. Bastante, harto, muy. Ú. generalmente en poesía.
pellote. m. Pellón (del lat. pellis, piel.) m. Vestido talar antiguo, que se hacía regularmente de pieles.
harnero. (Del lat. cribrum farinarium.) m. Criba.
estragar. tr. Viciar, corromper. Ú. t. c. r.
convusco. (Del lat. cum võscum, por võbiscum, ablat. ant. de pl. del pron. pers. de 2a. pers. en gén. m. y fem.) Con vos.
guisado, da. p. p. de guisar. adj. ant. Útil o conveniente. ant. Aplicábase a la persona bien parecida o dispuesta. ant. germ. Mancebía. Justo, conveniente, razonable. Usáb. t. c. s. m.
pitoflero, ra. (De pito, 1er. art., y el lat. flare, soplar.) m. y f. fam. Músico de corta habilidad. fig. persona chismosa, entremetida o chocarrera.
amortecer. (Del lat. ad, a, y mor, mortis, muerte.) r. Desmayarse, quedar como muerto.
nado, da. (Del lat. natus.) p. p. irregular ant. de nacer. Lic. poet. Nacido.
asmar. (Del lat. adaestimãre, estimar.) tr. ant. Estimar. ant. comparar.
labro. (Del lat. labrum. infl. por labium.) m. ant. Labio.
escote. (Del got. skaut, orilla.) Escotadura, y especialmente la hecha en los vestidos de mujer; que deja descubierta parte del pecho y de la espalda. Parte del busto que queda descubierta por estar escotado el vestido. Adorno de encajes pequeños cosidos con una tirilla de lienzo y pegada al cuello de la camisa de las mujeres por la parte superior que ciñe los hombros y el pecho.
escote. (Del germ. skot, tributo.) m. Parte de cuota que cabe a cada uno por razón del gasto hecho en común por varias personas. A escote m. adv. Pagando cada uno la parte que le corresponde por un gasto común.
trexnar. Tresnar (De tresna.) tr. ant. Arrastrar.
folgar. (Del lat. follicare, de follis, fuelle.) intr. ant. Holgar.
yuy. Interj. ant. ¡Huy!
catar. (Del lat. captare, coger, buscar.) tr. Probar, gustar alguna cosa para examinar su sabor o su sazón. Ver, examinar, registrar. Mirar, etcétera.
barruntar. tr. Prever, conjeturar o presentir por alguna señal o indicio.
picaza. (Del lat. pica.) f. Urraca. Chillona o manchada. Pega reborda. Marina. Flamenco.