Jaume Carbonell Sebarroja
Pedagogías del siglo XXI
Alternativas para la innovación educativa
Colección Recursos educativos
Título: Pedagogías del siglo XXI
Primera edición en papel: enero de 2015
Primera edición: junio de 2015
© Jaume Carbonell Sebarroja
© De esta edición:
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ISBN: 978-84-9921-739-0
Diseño, realización y digitalización: Editorial Octaedro
PRÓLOGO
Juana M. Sancho Gil
[Profesora del Departamento de Didáctica y Organización Educativa Universidad de Barcelona]
Conociendo la vida profesional de Jaume Carbonell, no parece sorprendente que quiera cerrar esta etapa de su intensa trayectoria vital ofreciéndonos una imagen de conjunto de lo que ha denominado Las pedagogías del siglo xxi. Esta obra marca un hito que comienza con la creación, hace 40 años, junto a Fabricio Caivano, de la revista Cuadernos de Pedagogía. En un momento en que las rendijas abiertas por la Ley General de Educación y el esperado final de la dictadura fueron aprovechadas por los distintos movimientos de renovación pedagógica y por otras personas para plantear y mostrar que otras formas de concebir y llevar a cabo la educación eran posibles. La revista, en la que Jaume trabajó desde sus inicios y de la que fue director durante los últimos 16 años, hasta su jubilación a finales de 2012, ha sido testigo y promotora de nuevas perspectivas para la educación.
Cuando la reforma ligada a la LOGSE promovió en su primera etapa, por primera y última vez en la historia de este país, la experimentación de formas de enseñanza centradas en los estudiantes, en la indagación y resolución de problemas, en la liberación del yugo de los libros de texto, etc., y se comenzó a hablar de innovación más que de renovación pedagógica, él también estuvo ahí. Junto con Fernando Hernández, Antoni Tort, Emilia Sánchez-Cortés, y Núria Simó, y con una ayuda del CIDE, realizamos un estudio de tres innovaciones en la acción, que nos permitió dimensionar las posibilidades y dificultades de poner en práctica principios pedagógicos que cuestionasen lo que Tyack y Tobin denominaron las normas de la gramática de la escuela (Sancho y otros, 1993/1998).
En el momento de componer este texto nos llega un regalo de una colega inglesa en forma de postales que recogen fotografías en color sepia del Froebel Educational Institute de Londres, en torno a 1900. Nos muestran a niños y niñas en grupos hablando, interactuando con distintos objetos, trabajando en un huerto… Enseguida conecto con las últimas imágenes en color que retengo de distintos centros de enseñanza: estudiantes en filas y columnas frente al docente y la pizarra, incluso en una escuela de idiomas, con gente en edades tempranas. Se ven ordenadores, proyectores…, pero los entornos se parecen más a los que yo viví como estudiante que a lo que reflejan esas fotos centenarias. También lo vinculo con el libro de Jaume, con la configuración que nos presenta del conjunto de pedagogías, como formas de entender la educación, que sitúa en el comienzo del siglo xxi. Esta triple conexión me provoca tal conjunto de cuestiones que me llevaría a extender lo que se supone que ha de ser la introducción a una publicación.
Entiendo —tal como señala la contraportada del libro— que Jaume intenta situar las pedagogías alternativas que están marcando el rumbo de la innovación educativa en estos momentos. Unas tendencias o iniciativas que, en general, beben de las ideas y proyectos elaborados y tratados de poner en práctica por las pedagogías progresistas, la escuela nueva, los movimientos de renovación pedagógica del xx. Y la pregunta que se me aparece de forma destacada es: ¿por qué es tan difícil introducir cambios significativos en la forma de entender lo que significa enseñar y aprender? ¿Por qué nos sorprendería, y desde luego no aceptaríamos, que un médico siguiese basando su práctica en los saberes de finales del xix y principios del xx, y entre nosotros perdure y se arraigue una y otra vez —vistas las contrarreformas impuestas en algunos países— la idea de que enseñar es decir, aprender es escuchar y el conocimiento es lo que pone el libro de texto y se repite en el examen (Cuban, 1993).
El trabajo de Jaume nos ofrece valiosas pistas no sé si para dar respuesta a este problema, pero sí para explorarlo, dimensionarlo y comprenderlo mejor. Porque solo así estaremos en condiciones de enfrentarnos a él sin ingenuidad y simplicidad. Lo que subyace a todas y cada una de las ocho pedagogías, a las ocho formas de entender la educación consideradas es una concepción bastante diferente de la que hoy subyace en la mayoría de las instituciones educativas —incluso algunas informales— sobre:
Tendríamos que seguir las concepciones sobre las relaciones de poder, los materiales y recursos de enseñanza, el tiempo y el espacio, la disminución de las barreras entre el dentro y el fuera de la institución, la relación entre los distintos componentes del sistema social… En definitiva, no estamos hablando de la aplicación de una serie de principios, métodos o materiales; estamos hablando de una concepción del mundo, de formas de entender la educación que ponen a los sujetos en el centro del proceso e intentan no reproducir desde el principio el ideal de la República de Platón, de una sociedad compuesta por personas de oro, personas de plata y personas de bronce.
En este sentido, el trabajo de Jaume nos ofrece muchos e interesantes temas de estudio y reflexión. Pero sobre todo, al estar anclado en el presente y fundamentado en ideas precedentes, ayuda entender lo que vivimos, porque, como argumenta Søren Kierkegaard, «la vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás». Y también nos encomienda la difícil y estimulante misión de inventar, construir, soñar el presente/futuro. Pero, como termina la frase del filósofo danés, «únicamente puede ser vivida mirando hacia delante». Un delante en el que se siguen generando ideas, propuestas, miradas, acciones… a las que merece la pena seguir prestando atención.
Como referencias tengamos en cuenta:
PRESENTACIÓN
Jaume Carbonell Sebarroja
En el año 2000, siendo director de Cuadernos de Pedagogía, se publica el libro Pedagogías del siglo xx, donde se condensaba la memoria pedagógica de un siglo a través de la obra de once autores cuyas ideas habían influido en el pensamiento y en la práctica del profesorado más innovador, tanto en España como en el conjunto de Europa y Latinoamérica: Montessori, Ferrer i Guàrdia, Dewey, Giner de los Ríos, Freinet, Neill, Makarenko, Piaget, Milani, Freire y Stenhouse. Once maneras distintas de entender la mejora, el cambio y la transformación de la escuela. Once historias personales comprometidas con pequeñas o grandes utopías. Once modos de pensar, construir y vivir la escuela de una manera más plena, creativa y equitativa. De algún modo, fueron, junto a algunos más, los «inventores» o «descubridores» de la educación contemporánea. Su proyección y reconocimiento universal, la vigencia de sus textos y sus propuestas y las marcas imborrables que han dejado en las mentes y corazones de numerosos educadores y educadoras les ha valido el merecido reconocimiento de clásicos.
No obstante, no vamos a ahondar aquí —y tampoco en el libro que presentamos— en el grado de influencia y validez que siguen teniendo hoy estas pedagogías, con sus correspondientes relecturas, adaptaciones y aplicaciones en los diversos y complejos contextos educativos actuales. Porque la pregunta básica que me incitó a escribir este libro no es qué queda de aquello, sino qué hay de nuevo; cuáles son los nuevos discursos y prácticas pedagógicas que están emergiendo e iluminando este nuevo siglo y partir de dónde se construyen. Una reposada indagación atesorada por mi experiencia profesional como periodista y viajero educativo, con visitas a numerosos centros y con asistencia a congresos y encuentros profesionales, me proporcionó una de las claves para la selección de las pedagogías del siglo xxi: ahora los referentes, como en el siglo anterior, ya no son, fundamentalmente, los autores antes citados, sino las redes educativas que generan complicidades y compromisos. Es evidente que detrás de estas redes hay nombres, pero las señas de identidad se asociación a una pedagogía, y el protagonismo mítico de una persona se comparte con otras y se diluye en el colectivo. Así, por ejemplo, adquieren relevancia las pedagogías sistémicas, críticas, lentas, inclusivas, no directivas o que tienen que ver con las inteligencias múltiples o con los proyectos de trabajo. Todas y cada una de ellas disponen de redes de intercambio y colaboración, de espacios de encuentro y de un buen puñado de publicaciones y materiales.
¿Puede hablarse de unas características o atributos comunes? Depende de la lupa con que se miren: si la aproximación es muy genérica y se realiza con el ánimo de destacar las coincidencias, convergencias y complementariedades o, por el contrario, se quieren captar los detalles y matices y el foco se pone, sobre todo, en las singularidades y las diferencias. En cualquier caso, como indica el subtítulo, se trata de «alternativas a la innovación educativa», donde se percibe una misma música de fondo —la insatisfacción con la institución escolar tradicional-convencional y con los valores y contenidos dominantes, y la búsqueda de nuevos horizontes educativos y de nuevos modos de enseñar y aprender—, pero con letras que subrayan o enfatizan determinados tópicos o dimensiones educativas. En unos casos puede ser la inclusión escolar para el logro equilibrado y exitoso de la igualdad/diversidad, o bien la creación de recursos, escenarios y oportunidades de aprendizaje para activar cotidianamente la inteligencia, estrechando los lazos indisociables entre razón y emoción. En otros casos puede ser la apuesta decidida por el conocimiento integrado y la transdisciplinariedad, donde las preguntas, interrogantes e hipótesis ponen patas arriba la organización curricular por materias, o bien por el cuidado y el cariño que se requiere para favorecer unas relaciones más fluidas y cercanas entre los diversos actores de la comunidad educativa que contribuyan a mejorar el bienestar individual y colectivo. Pero todas ellas se ocupan y preocupan por mejorar las relaciones educativas y lograr un entorno escolar más amable; por fomentar una mayor cooperación, participación y democratización de la gestión diaria de la escuela; por estimular el protagonismo del alumnado y su curiosidad por el conocimiento; por convertir el aula en un espacio de investigación y conversación; por acercar la escuela a la realidad y esta a la escuela para conseguir que cuanto se enseña y aprende en la escuela sea estimulante y tenga un sentido para la formación de una futura ciudadanía más libre, responsable, creativa, crítica y responsable; con el fin de que se active al propio tiempo el desarrollo del pensamiento y del conjunto de sentimientos; y, en definitiva, para que la escuela sea más educativa.
Estas pedagogías alternativas se nutren progresivamente —como ya sucedía en el siglo pasado— de otros campos del saber: es la manera de ensanchar una perspectiva educativa excesivamente recurrente y encerrada en sí misma. También es destacable que, en muchos casos, no se circunscriben únicamente a la escuela, porque cada día gana terreno el aprendizaje y la formación fuera de ella. Las evidencias y experiencias que lo avalan son numerosas. Se trata, sin duda, de uno de los cambios más emblemáticos de esta nueva época: por ello le dedicamos el primer y más extenso capítulo.
Se habla de «pedagogías del siglo xx» y no de las pedagogías: una precisión que no es baladí, por aquello del dicho de que son todas las que están, pero no están todas las que son. Los criterios de selección —como suele ocurrir a menudo— responden a una compleja mezcla de objetividad y subjetividad. Eso sí, como se señala al principio, se prescinde de los grandes relatos pedagógicos del siglo xx —aunque algunos referentes y sus huellas son perceptibles— y de aquellos otros considerados menores o que, por diversas circunstancias, aún no han cristalizado en un discurso pedagógico suficientemente vertebrado y con una cierta influencia entre el profesorado y los centros de nuestro país. En este sentido, no figura un capítulo específico dedicado al constructivismo, una de cuyas expresiones alcanzó su máximo auge durante la aplicación de la LOGSE (la reforma educativa socialista más emblemática), aunque su poso está presente implícita o explícitamente en varias perspectivas pedagógicas. Ni tampoco contiene uno específico sobre la neurociencia y la educación, que, a buen seguro, será uno de los temas estrella de las publicaciones pedagógicas de los próximos años.
Hay centros que se identifican —e incluso es su razón de ser— en su proyecto educativo con una pedagogía específica. Es el caso, por ejemplo, de las escuelas libres o no directivas, o de las escuelas Waldorf, mencionadas estas últimas en un par de capítulos. En otros centros, en cambio, el nivel de identificación es menor y los seguidores de tal o cual propuesta pedagógica se circunscriben a una parte del claustro o a unos profesores individuales. Y quizás lo que es más común son las escuelas que no se casan e identifican con ninguna etiqueta pedagógica y que toman, de manera más o menos integrada, diversos elementos de las propuestas pedagógicas incluidas en esta obra. Sí, porque el profesorado innovador investiga y experimenta continuamente guiado por una perspectiva bastante pragmática.
¿Cómo se ha elaborado este libro? La idea inicial me vino en el momento de jubilarme y, a medida que iban pasando los meses, iba cobrando más fuerza. Empezaron las notas dispersas, las hipótesis y algunos esquemas clasificatorios que se iban modificando continuamente. Y en el 2014, con un plan ya más sistematizado, empezaron las consultas, lecturas, relecturas, navegaciones por Internet, conversaciones con expertos o conocedores de las distintas pedagogías y visitas a unos cuantos centros. He recurrido con mucha frecuencia a los textos de la revista Cuadernos de Pedagogía porque forma parte de mi memoria y de mi proceso formativo desde su primer número (enero de 1975) hasta mi jubilación (noviembre de 2012). Porque, en cierto modo, como escribe Juana María Sancho en el prólogo este libro, empezó a gestarse desde que entré en la redacción de Cuadernos.
La estructura interna de cada capítulo —que corresponde a una pedagogía— es siempre la misma y consta de cinco partes. En la primera se incluyen uno o varios breves relatos vivenciales expresamente encargados o entresacados de otras publicaciones. En la segunda se señalan, de modo muy sintético, algunos de los antecedentes y referentes más emblemáticos con el objeto de mostrar que todo paradigma educativo tiene su propia genealogía y nunca se parte de cero. La tercera constituye el núcleo central más desarrollado, donde se plasman las señas comunes de identidad de cada tendencia pedagógica con los pertinentes matices diferenciales, siguiendo siempre un registro descriptivo y poniendo el énfasis tanto en las bases teóricas que lo sustentan como en su traducción en la intervención educativa y en el proceso de enseñanza y aprendizaje. En la cuarta se presenta una muestra representativa de experiencias explicadas con cuatro pinceladas. Se ha primado la diversidad, dando cabida a prácticas de largo recorrido y muy reconocidas, pero también a iniciativas muy sencillas y modestas. Incluso es posible que alguna de las experiencias, por aquello de los vaivenes y dificultades educativas, ya no existan cuando se lea este libro, pero su valor seguirá siendo válido, porque constituyen una fiel expresión de la pedagogía tratada. Cada capítulo contiene sus referencias bibliográficas (además se facilita una extensa webliografía sobre el tema en www.octaedro.com). La quinta parte: «A modo de conclusión. Cuestiones para el debate», poco habitual en los ensayos pedagógicos, tiene la función de someter a crítica e interrogación las ocho pedagogías del libro con el propósito de promover el debate entre estudiantes, docentes o profesionales y ciudadanos interesados por la educación, lejos de simplismos y apriorismos maniqueos. Es, por tanto, una invitación a la lectura personal y crítica de cada lector y lectora.
Quisiera agradecer, por último, a todos los centros que me han abierto las puertas y a las numerosas personas que me han aportado algún tipo de información. Y de modo muy especial a las que se han leído previamente todo o alguna parte del texto y me han proporcionado sugerencias para enriquecerlo.
Una última apreciación. Este libro bascula entre el ensayo de divulgación y el manual no convencional para estudiantes en los diversos campos educativos. Será el público lector quien determine el valor y utilidad de esta obra. Pero en todos los casos descubrirá que aquí no se habla únicamente de cómo podrían ser las escuelas donde se aplican estas pedagogías, sino de cómo son realmente. Es decir, algunas utopías ya se están aplicando hoy en algunos centros escolares y en otros espacios educativos. Y aunque estas innovaciones requieren siempre renovarse, enriquecerse y consolidarse, sirven de faro para un montón de educadores y educadoras que piensan y luchan cada día para convertir en sueño el anhelo de una educación innovadora, socialmente equitativa, culturalmente poderosa y totalmente libre. Vaya, la EDUCACIÓN en mayúscula.