La colección Emaús ofrece libros de lectura

asequible para ayudar a vivir el camino cristiano

en el momento actual.

Por eso lleva el nombre de aquella aldea hacia

la que se dirigían dos discípulos desesperanzados

cuando se encontraron con Jesús,

que se puso a caminar junto a ellos,

y les hizo entender y vivir

la novedad de su Evangelio.

José Antonio Goñi

Tierra Santa

Libro del peregrino

Colección Emaús 108

Centre de Pastoral Litúrgica

Director de la colección Emaús: Josep Lligadas

Diseño de la cubierta: Mercè Solé

© Edita: CENTRE DE PASTORAL LITÚRGICA

Nàpols 346, 1 – 08025 Barcelona

Tel. (+34) 933 022 235 – Fax (+34) 933 184 218

cpl@cpl.es – www.cpl.es

Edición digital noviembre de 2016

ISBN: 978-84-9805-778-2

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

• Cada capítulo de este libro ofrece los datos básicos del lugar correspondiente, los acontecimientos bíblicos allí acontecidos, las iglesias y otros lugares significativos, y algunos textos para la oración.

• Los apéndices 1 y 2 reproducen los cantos y los textos para la renovación de la vida cristiana en sus diferentes vocaciones que se ofrecen en el libro Peregrinar a Tierra Santa. Las celebraciones para cada lugar, publicado por el CPL en su colección Dossiers CPL.

Introducción

Se conoce como Tierra Santa al territorio donde tuvieron lugar la gran mayoría de los acontecimientos narrados en la Biblia. Ahí se asentaron antiguamente las tribus de Israel, el pueblo elegido, pues había sido prometido por Dios a Abrahán, su antepasado, como heredad: «Sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre hacia la tierra que te mostraré» (Génesis 12,1), fue el mandato divino que acompañó a la promesa de ser el padre de un gran pueblo.

Ubicación

Tierra Santa se encuentra situada entre la orilla oriental del mar Mediterráneo y el río Jordán, en la parte más occidental de Oriente, uniendo África con Asia.

Ocupa unos 26.000 km2, 470 km de norte a sur con una anchura que oscila entre 50 y 90 km, que en la actualidad pertenecen parte a Israel y parte a la Autoridad Nacional Palestina (Franja de Gaza y Cisjordania).

Limita al norte con el Líbano, al este con Jordania y Siria, al sur con Egipto y al oeste con el mar Mediterráneo.

Tradicionalmente se divide, de norte a sur, en cuatro regiones: Galilea, Samaria, Judea y el Negueb.

Topografía

Su topografía es variable, partiendo de tierras fértiles al norte se llega a una zona desértica al sur, siendo la parte central montañosa.

Clima

Todo el territorio se encuentra en la zona subtropical, contando con clima mediterráneo, continental y tropical según se avanza de oeste a este. Las temperaturas varían en cada región, pero en general son moderadas. El año se divide en dos estaciones, la seca o veraniega, que discurre desde principios de mayo hasta mediados de octubre, y la lluviosa o invernal, que comprende los meses restantes.

Historia

Cuando las tribus de Israel, también llamado el pueblo judío o hebreo, tras haber salido de Egipto guiados por Moisés en el siglo XIII a.C., llegaron a la tierra prometida para establecerse allí, los cananeos y filisteos ocupaban el lugar. La zona había estado habitada desde la prehistoria: los restos humanos más antiguos encontrados se remontan al año 700.000 a.C.

Inicialmente, el pueblo hebreo, tras la muerte de Josué, sucesor de Moisés, fue gobernado por medio de jueces (1200-1030 a.C.).

A finales del siglo XI a.C. modificaron este sistema y establecieron una monarquía. Saúl fue el primer rey. Fue sucedido por David, que consolidó el reino y fijó la capital del reino en Jerusalén. Salomón sustituyó a su padre en el gobierno del país, destacando por construir el primer templo en Jerusalén. La subida de impuestos que realizó produjo un cisma que dividió el reino en dos: el reino de Israel, en el norte, cuya capital fue Siquem, Tirsa y Samaria, sucesivamente, y el reino de Judá, en el sur, cuya capital fue siempre Jerusalén.

En el año 721 a.C. los asirios conquistaron el reino del norte, deportando a parte de los israelitas a Mesopotamia. Los que quedaron se mezclaron con los nuevos habitantes, perdiendo su pureza étnica, dando lugar a los samaritanos.

El reino del sur pervivió hasta el año 587 a.C. cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, conquistó Judá, destruyó Jerusalén y el templo, y llevó cautivos a los judíos.

Posteriormente los persas conquistaron el imperio babilónico y su rey, Ciro, permitió a los judíos regresar a su patria en el año 538 a.C. y reconstruir el templo. El pueblo judío vivió pacíficamente bajo el dominio persa.

Alejandro Magno conquistó el territorio en el año 333 a.C., comenzando la helenización de Oriente Próximo. En este periodo el pueblo judío vivió momentos de dificultad con el rey Antíoco Epífanes, que atentó contra el templo y las costumbres religiosas judías, en la primera mitad del siglo II a.C. El pueblo hebreo se rebeló y en el año 164 consiguieron recuperar el templo y purificarlo.

A partir del año 63 a.C., los romanos entraron en estas tierras, quedando bajo su autoridad. El emperador puso al frente de Judea al rey Herodes el Grande, iniciándose la dinastía herodiana que duró del año 40 a.C. al 93 d.C. Bajo su reinado fue el nacimiento de Jesús, él tuvo el encuentro con los magos de Oriente y ordenó la matanza de los niños menores de dos años (santos inocentes). A su muerte, el reino fue dividido entre sus tres hijos: Arquelao, Herodes Antipas y Herodes Filipo. El primero, por su mala gestión, fue reemplazado por un procurador romano, siendo el más conocido Poncio Pilato. Herodes Antipas fue quien ordenó la decapitación de Juan Bautista. En el año 66 estalló una rebelión judía contra la ocupación romana que fue controlada en el año 70, pero que conllevó la destrucción del templo de Jerusalén, que ya nunca sería reconstruido. Una nueva revuelta, en el año 135, tuvo como consecuencia la destrucción de Jerusalén, levantándose en su lugar la colonia Aelia Capitolina.

Con la división del imperio romano en dos, Occidente y Oriente, llevada a cabo en el año 395, Tierra Santa quedó asignada a la parte oriental, cuya cabeza era Bizancio. Éste nuevo periodo finalizó en el año 636 con la invasión musulmana. Durante esta época, gracias a la libertad religiosa concedida en el año 313 y la conversión del emperador Constantino al cristianismo, comenzaron a construirse iglesias en Tierra Santa para conmemorar aquellos acontecimientos salvíficos que allí habían sucedido, particularmente los relacionados con la vida de Jesús y los apóstoles.

Jerusalén fue tomada por los árabes el año 636, destruyendo las iglesias, persiguiendo a los cristianos y levantando mezquitas. A finales del siglo XI se produjo una dura intolerancia contra los cristianos que provocó la intervención de Occidente. Europa se armó contra el islamismo para recuperar los santos lugares, iniciándose las Cruzadas. Jerusalén fue conquistada en el año 1099.

Durante casi dos siglos, del año 1099 al año 1291, los cruzados tuvieron el gobierno de Tierra Santa, levantando nuevamente iglesias en los santos lugares, en muchas ocasiones sobre las ruinas de las iglesias bizantinas. Pero en el año 1187, los cruzados perdieron Jerusalén ante los musulmanes. Y cien años después, en 1291, los musulmanes, concretamente los mamelucos, recuperaron nuevamente el dominio de toda Tierra Santa, hasta el año 1517.

Los turcos fueron los siguientes en ocupar Tierra Santa, desde el año 1517 al 1917. A inicios del siglo XIX permitieron la libertad religiosa.

Durante la primera guerra mundial los turcos cayeron vencidos por los ingleses, quedando Tierra Santa como protectorado británico desde 1917 hasta 1948.

Los ingleses abandonaron el país el 14 de mayo de 1948. Ese mismo día estalla la guerra árabe-israelí. El Consejo de las entonces pocas Naciones Unidas toma la decisión de partir Palestina, quedando constituido el estado de Israel el 18 de julio de 1948.

Población

Algo más de 7.500.000 de habitantes residen en Tierra Santa, de los cuales aproximadamente el 78% son judíos, el 15,1% musulmanes, el 2,1% cristianos y el 1,6% drusos. Muchos de los judíos son inmigrantes y la gran mayoría viven en los grandes centros urbanos: Jerusalén, Tel Aviv, Haifa, Berseba…

Idiomas

Dos son los idiomas oficiales: el hebreo y el árabe. También se encuentra muy extendido el inglés y minoritariamente se habla castellano antiguo o ladino y español.

Religión

Hay tres religiones mayoritarias en Tierra Santa: el judaísmo, el cristianismo y el islamismo.

El judaísmo cree en la existencia de un solo Dios que se ha revelado al pueblo de Israel ofreciéndole una alianza por medio de la cual Dios protege a su pueblo y ellos cumplen la ley contenida en las Sagradas Escrituras. Dedican a Dios el sábado como día de culto, leyendo en la sinagoga la palabra divina contenida en los libros revelados. Dentro del judaísmo distinguimos varias tendencias: la ortodoxa, que sigue al pie de la letra los mandamientos divinos presentes en la Torá –los cinco primeros libros de la Biblia– o en la tradición oral; la tradicional (masortí), que a pesar de ser conservadora propugna la adaptación a las exigencias de la vida actual; y la progresista o reformista, que defiende el derecho del individuo a establecer su propio comportamiento religioso.

El cristianismo, enmarcado dentro de la historia de la salvación judía, cree que Jesús fue el Hijo de Dios enviado al mundo para salvar a la humanidad del pecado y de la muerte. De este modo se llevó a plenitud la comunión de los hombres con Dios al hacerles partícipes de su propia vida divina. Los cristianos se reúnen el domingo para actualizar la muerte y resurrección de Jesús por medio de la celebración eucarística. En el cristianismo, dejando de lado las numerosas sectas, distinguimos cuatro confesiones: la Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa, la Iglesia protestante y la Iglesia anglicana. Los primeros, fieles al Papa de Roma, tienen diferentes tradiciones occidentales (romana, ambrosiana…) y orientales (bizantina, copta, caldea, melquita…) cada una con un modo diferente de celebrar la liturgia. La Iglesia ortodoxa rompió su comunión con Roma en el año 1054, teniendo como cabeza el Patriarca de la comunidad cristiana correspondiente, pero con el Patriarca de Constantinopla como primado de honor. Sus ramas son prácticamente semejantes a las tradiciones orientales de la Iglesia católica (bizantina, copta, caldea, melquita…), pero en lugar de tener como cabeza al Papa, tienen al Patriarca de la Iglesia correspondiente. La Iglesia protestante tuvo su origen en la reforma iniciada por Lutero en el siglo XVI con sus corrientes luteranas, anabaptista, calvinista… Finalmente, la Iglesia anglicana nació en el año 1536 cuando el rey de Inglaterra Enrique VIII se autoproclamó jefe supremo de la Iglesia de Inglaterra rompiendo la comunión con el Papa de Roma.

El islam se basa en la enseñanza dada por Dios al profeta Mahoma recogida en el Corán. Aceptan como profetas a Adán, a Noé, a Abrahán, a Moisés, a Jesús…, teniendo además en consideración la Biblia. Los cinco principios fundamentales de su fe son: existe un único Dios y Mahoma es su profeta, hay que rezar cinco veces al día en dirección a la Meca y los viernes hay que acudir a la mezquita para la oración comunitaria, debe darse limosna a los necesitados, en el mes de Ramadán se ayunará durante las horas de luz y una vez en la vida hay que peregrinar a la Meca, donde está la mezquita santa. En el islam son varias las corrientes que encontramos: la sunita, fiel a la tradición de Mahoma; la chiíta, de tendencia más fundamentalista; y el grupo formado por los jariyies, más intransigentes; desde el siglo XIX existen corrientes reformistas que intentan imponer la vuelta a las fuentes, caracterizadas por un extremo fundamentalismo.

Ain Karem

Ain Karem se encuentra en las montañas de Judea a unos 7 kilómetros al suroeste de Jerusalén.

Su fundación parece remontarse a la Edad de Bronce.

Cuenta con unos 2.000 habitantes.

1. Acontecimientos bíblicos

Ain Karem no se menciona en la Biblia, pero aquí sitúa la tradición la residencia de Zacarías e Isabel, prima de la Virgen María y padres de Juan Bautista.

De modo que, a este pueblo vino la Virgen María para visitar a su prima Isabel, cuando en la anunciación, el arcángel Gabriel le comunicó que esta, a pesar de su vejez y esterilidad, estaba embarazada de seis meses (cf. Lucas 1,39-56).

En este lugar habría nacido san Juan Bautista (cf. Lucas 1,57-80).

2. Iglesias y otros lugares significativos

2.1. Iglesia de San Juan Bautista

La iglesia de San Juan Bautista, de finales del siglo XIX, está construida en el lugar tradicional de la casa de Zacarías e Isabel sobre los restos de una iglesia bizantina del siglo IV, que habría sido reconstruida por los cruzados y restaurada por los franciscanos, sus actuales custodios.

En los muros del patio que precede a la iglesia hay una serie de azulejos con el texto en varios idiomas, que se conoce como Benedictus, con el que Zacarías agradeció a Dios el nacimiento de su hijo.

La iglesia alberga la gruta donde la tradición sitúa el nacimiento de san Juan Bautista, señalado con una estrella con la indicación: «Aquí nació el precursor del Señor», un cuadro que representa la circuncisión de san Juan Bautista adorna el lugar. En la iglesia, diferentes lienzos muestran pasajes de la vida del santo como su predicación en el desierto, junto al órgano, o su martirio, por decapitación, sobre la puerta de la sacristía.

El santuario fue propiedad española hasta 1980, que fue cedido a la Santa Sede. Por lo que no es de extrañar la abundancia de recuerdos españoles, ni que sea la Inmaculada, patrona de España, quien presida el altar principal.

2.2. Iglesia de la Visitación

La iglesia de la Visitación, en el alto, fue reconstruida y decorada a mediados del siglo XX, por el arquitecto A. Barluzzi, sobre una anterior de la época de los cruzados. Está bajo la custodia de los franciscanos.

La iglesia conmemora el encuentro entre Isabel y María, que había recorrido unos 150 kilómetros para ayudar a su prima embarazada. En el Evangelio figura el canto de alabanza que María elevó a Dios en ese momento, conocido como Magnificat. Con motivo del año mariano de 1954 su texto fue escrito en diferentes lenguas sobre azulejos en los muros del patio que precede a la iglesia. Sobre el pórtico de la fachada un mosaico representa a María sobre un borriquillo rodeada de ángeles de camino a Ain Karem.

La iglesia inferior o cripta está decorada con varios frescos que representan: el encuentro de María e Isabel, Zacarías ofreciendo el incienso en el templo, y a la derecha Isabel protegiendo al niño Juan de la muerte decretada por Herodes. A la derecha vemos un nicho que conserva la piedra que habría escondido a Isabel con el pequeño Juan, de los soldados de Herodes. Este episodio está narrado en el evangelio apócrifo de Santiago. En el fondo vemos un pozo que pertenece a una antigua construcción.

2.3. Fuente de la Virgen

La fuente de la Virgen está ubicada en el corazón del pueblo. Y es donde posiblemente iba la Virgen María a recoger agua durante los tres meses que permaneció junto a su prima. Actualmente su agua no es potable.

3. Para meditar y rezar

3.1. Lucas 1,39-45.56

En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá». María se quedó con ella unos tres meses y volvió a su casa.

3.2. Lucas 1,46-55 (Magnificat)

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia –como lo había prometido a nuestros padres– en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

3.3. Lucas 1,68-79 (Benedictus)

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, por el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

3.4. Oración colecta de la Visitación de santa María Virgen (31 de mayo)

Dios todopoderoso, que inspiraste a la Virgen María, cuando llevaba en su seno a tu Hijo, el deseo de visitar a su prima Isabel, concédenos, te rogamos, que, dóciles al soplo del Espíritu, podamos, con María, cantar tus maravillas durante toda nuestra vida.

3.5. Prefacio de la Natividad de san Juan Bautista (24 de junio)

Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, al celebrar la gloria de Juan Bautista, precursor de tu Hijo y el mayor de los nacidos de mujer, proclamamos tu grandeza. Porque él saltó de alegría en el vientre de su madre al llegar el Salvador de los hombres, y su nacimiento fue motivo de gozo para muchos.

Él fue escogido entre todos los profetas para mostrar a las gentes el Cordero que quita el pecado del mundo. El bautizó en el Jordán al autor del bautismo, y el agua viva tiene, desde entonces, poder de salvación para los hombres. Y él dio, por fin, su sangre como supremo testimonio por el nombre de Cristo.