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Título original: The Inner Cause: A to Z Self-Healing

Traducido del inglés por Antonio Luis Gómez Molero

Diseño de portada: Editorial Sirio S.A.

Composición ePub por Editorial Sirio S.A.

Imagen de portada: ©Halfpoint-Fotolia.com

RECONOCIMIENTOS

Gracias a los estudiantes y a todos aquellos que preguntaron por muchos de los síntomas recogidos en la lista y dejaron comentarios positivos sobre la exactitud de nuestros análisis. Gracias al doctor Pierre Aubert (Francia) por revisar la lista de descripciones médicas buscando «anomalías», sin encontrar ninguna.

Mi enorme agradecimiento al constante aliento y apoyo de los instructores de mis métodos y a mi adorable familia, mi esposa, Annick, y mi hijo, Edouard.

PRÓLOGO

Conozco a Martin Brofman desde que en 1980 tuve el privilegio de ser su traductor cuando vino a Ginebra a dar su primera conferencia en Europa. Estaba totalmente de acuerdo con todo lo que decía. Como médico holístico, me alegró oírle explicar que la totalidad de las enfermedades empieza en nuestra conciencia ¡y que no podemos sanarlas sin trabajar primero en ella!

Durante años he disfrutado viendo cómo Martin, a través de sus conferencias y seminarios en muchos países, proporcionaba a muchísimas personas herramientas maravillosas para ayudarles a convertirse en sanadoras de sí mismas y de otras. Con su enseñanza sobre el método de sanación cuerpo-espejo ha mostrado a miles de practicantes cómo mejorar la manera de ayudarse a sí mismos y ayudar a los demás.

Su libro Todo se puede curar se ha convertido en una de esas obras que puedo recomendar entusiásticamente a cualquiera que esté interesado en la salud y en la sanación.

Durante la mitad de su vida, Martin se centró en cuantificar la conexión cuerpo-mente, y este libro es el resultado de su investigación interior y exterior durante todo este tiempo, una visión de cómo los síntomas y las enfermedades están relacionados con lo que acontece en la conciencia de la persona afectada.

Como médico, valoro la precisión de las descripciones de las enfermedades hilvanadas por el autor. Como alguien que representa también a las comunidades alternativas y complementarias, disfruto de la claridad de las explicaciones al lector, independientemente de su nivel de evolución espiritual. Después de todo, se escribió pensando en el paciente que tiene el síntoma, a pesar de lo útil que pueda serle también a quienes le prestan ayuda profesional.

Creo que este libro lo apreciarán no solo quienes ya han estado en contacto con las enseñanzas de Martin Brofman sino también todos los que estén buscando una forma de ayudarse y ayudar a los demás a trascender una mentalidad materialista y limitada para llegar a entender el valor de lo que sucede en sus vidas a todos los niveles. El significado profundo de nuestras vidas en el planeta Tierra es crecer en conciencia y felicidad, y este libro jugará un papel importante en esa dirección, para todos los que estén interesados en el progreso espiritual, para todos los que quieran caminar en la luz. Hemos vivido durante miles de años en el miedo, los conflictos y las enfermedades. ¡Ya llegó el momento de salir de estas pesadillas, de despertar, de hacernos responsables de nuestra vida con objeto de participar en el nacimiento venidero de una humanidad consciente!

CHRISTIAN TAL SCHALLER[1]

[1]. El médico suizo Christian Tal Schaller es uno de los pioneros de la medicina holística europea desde hace más de cuarenta años. Autor de sesenta libros, Tal trabaja con muchos centros de salud de todo el mundo y, junto a su esposa, Johanne Razanamahay, enseña en varios países que «¡la salud se puede aprender!».

INTRODUCCIÓN

Soy un superviviente del cáncer

En 1975 me diagnosticaron un tumor de la médula espinal que los médicos decidieron que era inoperable, intratable y terminal. Tenía el brazo derecho paralizado, espasmos en las piernas y sensaciones como de descargas eléctricas que me recorrían la columna y salían por las extremidades. Me dieron uno o dos meses de vida, siempre que no tosiera o estornudara, en cuyo caso podría morir en ese mismo momento. Un año después los mismos médicos decidieron que debían de haber cometido un error, porque no quedaba el menor rastro del tumor ni de sus síntomas.

Durante el tiempo que transcurrió entre el diagnóstico original y la versión revisada, me dediqué a trabajarme, realizando un trabajo interior y explorando mi conciencia, ejercitándome diligentemente como si se tratara de un trabajo a tiempo completo, un asunto de vida o muerte. Usé afirmaciones y visualizaciones, con niveles alfa de conciencia. Investigué varias filosofías orientales y enseñanzas esotéricas, y llegué a comprender cada vez mejor la conexión entre el cuerpo y la mente. Con todo lo que aprendí durante el proceso de autocuración creé en mi conciencia un modelo en el que podía encajar las diversas enseñanzas que había explorado. Este modelo se llamó posteriormente método de sanación cuerpo-espejo.

Mi primer libro sobre sanación, Todo se puede curar, se centra en la dinámica del método cuerpo-espejo en los requisitos para poder actuar como sanador, y también cubre los conceptos básicos de la exploración del cuerpo como mapa de la conciencia interior. Con el tiempo se me hizo evidente que tenía que escribir otro libro, esta vez centrándome en los planteamientos que son imprescindibles en la conciencia de alguien que experimenta los síntomas y desea curarse. Ese es el propósito de la obra que tienes entre las manos. En ella se documenta la investigación que he llevado a cabo durante los últimos treinta y ocho años, cuantificando los perfiles específicos de personalidad asociados con los diversos síntomas físicos. Aunque va dirigido principalmente a quien está experimentando el síntoma, al mismo tiempo es muy interesante para aquellos que trabajan en profesiones asistenciales, sanadores y terapeutas, con objeto de ayudarles a comprender mejor la dinámica de la conexión cuerpo-mente.

Desde que me curé del cáncer en 1976 y seguí danzando con las diversas enfermedades que me regaló la vida, en ocasiones he tenido que tratar, y eliminar, otros síntomas que en aquellos momentos me demostraron que tenía más tareas que realizar para permanecer en equilibrio a todos los niveles.

Tuve la oportunidad de examinar las actitudes que había mostrado durante mis experiencias más recientes, así como las del primer proceso de sanación, y entender lo que funcionó y lo que no, para así cuantificar mejor el proceso de autocuración y las actitudes que podrían optimizarlo. Este libro incluye el resultado de esta investigación interna y también mis observaciones y experiencias sanadoras con los miles de personas con quienes he trabajado desde 1976, en procesos de sanación individual así como en las clases que he impartido.

De hecho, muchos de los síntomas que aparecen en este libro los conocí a través de los grupos de debate por Internet a los que pueden acceder los graduados de nuestras clases y quienes piden asesoramiento en el tablón de anuncios gratuito de sanadores que desde hace años está disponible para quienes no han asistido a las clases.

Además, para las definiciones médicas y las descripciones de los síntomas usamos como referencia varios diccionarios médicos de la Red.

Los perfiles de personalidad asociados a los diversos síntomas surgen de mi propio conocimiento de los chakras y de la conexión cuerpo-mente dentro del contexto del método de sanación cuerpo-espejo, y con arreglo a sus conceptos.

El objeto de este libro es servir de referencia para comprender las causas internas, las tensiones de la conciencia asociadas a los diversos síntomas. La liberación de las tensiones y cómo lograr esta liberación está en manos de quien experimenta los síntomas. Por supuesto, conocer la relación entre el síntoma y la causa interna correspondiente puede proporcionarle una información valiosa sobre las opciones de que dispone a quien padece el síntoma.

Espero que tú, querido lector, encuentres en este libro un recurso valioso para ayudar y entender a quienes te rodean, o para propiciar tu propia sanación, independientemente del método que elijas para hacerlo.

Todo se puede curar

SECCIÓN 1

ORIENTACIÓN

Capítulo 1

EL PUNTO INICIAL: LA ACEPTACIÓN

De acuerdo. Tienes cierta clase de síntoma. Puede que creas, o no, que es el resultado de un accidente, de algún microorganismo o, sencillamente, de la mala suerte; pero la cuestión es que hay algo a lo que tienes que enfrentarte, algo que debes entender o quizá alguna medida que has de que adoptar.

Y ahora ¿qué?

El diagnóstico de una enfermedad, sobre todo si potencialmente entraña un riesgo mortal, puede causar una conmoción, propiciando que surjan muchas emociones intensas en quien lo recibe. Antes de tomar ninguna decisión sobre cómo proceder, el primer paso sería la aceptación emocional de que la enfermedad existe.

Aceptación no es derrotismo. No es decir que al aceptar el hecho de que sufras una enfermedad estés aceptando que seguirá desarrollándose hasta lo que, aparentemente, sería su conclusión lógica. Aceptar emocionalmente que existe tan solo te proporciona un punto de inicio desde el que puedes decidir lo que quieres hacer acerca de ello. Así empiezas en un espacio libre. La enfermedad existe. Ha sido diagnosticada al nivel físico, como resultado de algún tipo de prueba física o médica. Esto es un hecho.

Si a alguien le diagnostican una enfermedad descrita como terminal, lo que esto significa es que ha recibido una opinión médica basada en el resultado de un examen físico. Es importante aceptar emocionalmente el diagnóstico, que refleja el estado del cuerpo físico en el momento en que fue examinado, desde el punto de vista del sistema médico. También es importante entender que la prognosis, la predicción según el punto de vista médico de la posible evolución de la enfermedad es una opinión basada en el diagnóstico. Cualquier facultativo estará de acuerdo en que no solo es razonable sino recomendable escuchar otra opinión. Luego se verá si hay opiniones diferentes, o si hay un diagnóstico y una prognosis en los que todos concuerdan.

Si el sistema médico está de acuerdo en una prognosis, es decir, si varios médicos coinciden en que esta es la prognosis o, lo que es lo mismo, la conclusión final de la enfermedad tal y como se percibe, el afectado debe llegar a tener claro que es así. Ha de aceptar emocionalmente que lo que pronosticaron los médicos es una posibilidad real. Puede suceder, y, de hecho, es muy probable que lo haga. Una vez que se ha aceptado emocionalmente podrán examinarse otras posibilidades.

En mi propio caso, tuve que aceptar emocionalmente que los médicos esperaban que muriera muy pronto del tumor de médula espinal que sufría. Cuando lo hice, cuando acepté la posibilidad de la muerte inminente, soltándome de mi miedo a la muerte, fui capaz de experimentar la vida de una manera más plena en el momento de la experiencia. Más tarde conseguí plantearme otros futuros posibles, entre ellos la posibilidad de curarme a mí mismo, y ta mbién pude manifestar esto en una realidad.

Un axioma entre quienes trabajan con su conciencia es que cuando pones ciertas imágenes en ella, incrementas la probabilidad de que se manifiesten. Si tienes miedo a algo, continuamente pones en tu conciencia una imagen de eso a lo que temes. Estás diciendo: «No quiero que eso suceda». La imagen es clara. El miedo de lo que está sucediendo es como un pegamento que te adhiere a esa imagen.

Si tienes miedo a la prognosis, mantienes esa imagen de lo que podría ocurrir en tu conciencia, y de acuerdo con su dinámica, aumentas la posibilidad de que eso suceda. Si tienes miedo a oír la opinión del médico sobre lo que en realidad podría suceder, debes hacer algo para soltar ese miedo y disolver así el pegamento.

Cuando hayas aceptado emocionalmente la posibilidad de que lo que temes podría pasar en realidad, deshaces el pegamento al desprenderte del miedo, y entonces eres capaz de mantener tu atención con más facilidad en lo que quieres que suceda, manteniendo esa imagen en tu conciencia, en lugar de en lo que temías que sucediera. Tienes claros la enfermedad y el diagnóstico.

Lo que suceda a partir de ahí depende de ti, tú decides

Puedes decidir seguir el enfoque médico tradicional y trabajar con el asesoramiento y los tratamientos médicos. Yo lo hice, y accedí a someterme a una operación con el ánimo de eliminar el tumor, aunque más tarde me dijeron que no tuvo éxito y que el tumor no era accesible. En ese momento fue cuando me dijeron que me quedaban uno o dos meses de vida, a menos que tosiera o estornudara. También tenía que aceptar esto emocionalmente para plantearme otras posibilidades.

Puedes decidir trabajar con enfoques alternativos o complementarios, y también con tu conciencia, como hice yo. Los métodos que elijas no tienen por qué considerarse mutuamente exclusivos. Puedes emplear cualquier cosa que tenga sentido para ti, cualquier cosa que te sientas bien al usar, para hacer algo con el síntoma.

Es importante entender que los síntomas de una enfermedad no son el problema: son indicios del problema, una indicación de la existencia de algo más. La perspectiva médica nos dice que son un signo de un trastorno o de una enfermedad, y además pueden verse como una indicación de las tensiones en la conciencia, que proporcionan el entorno en el que pueden darse el trastorno o la enfermedad, y que podrían considerarse como la causa interna.

Explicaré esto más a fondo en el próximo capítulo.

Capítulo 2

¿POR QUÉ SE PRODUJO ESTE
SÍNTOMA O ENFERMEDAD?

Cuando hayas decidido lo que vas a hacer con respecto a la enfermedad, tanto si has tomado la decisión de seguir el modelo médico tradicional como de usar hierbas, terapias energéticas, dieta o cualquier otro enfoque encaminado a tratar los síntomas, sería interesante que te plantearas también cómo y por qué aparecieron dichos síntomas.

Al hablar sobre las causas de los síntomas físicos, solemos pensar en términos de causa física, o de lo que vemos como causa en la realidad física de causa y efecto. Sabemos que los síntomas se manifiestan en la realidad física a través de accidentes, heridas, microorganismos, etc. Sin embargo, es importante comprender también que no se habrían manifestado si las condiciones para ello no estuvieran ahí en la conciencia de la persona.

Por ejemplo, el comportamiento de tipo A es un perfil de personalidad que se asocia a las enfermedades cardiacas. Esto revela que estadísticamente existe una correlación significativa entre quienes presentan un comportamiento de tipo A y quienes desarrollan estas enfermedades. En otras palabras, se considera que quienes tienen un comportamiento de tipo A son más propensos a sufrir una enfermedad cardiaca que otros. Podemos decir que el comportamiento de tipo A es una personalidad de enfermedad cardiaca. Independientemente de lo que consideremos la causa física de la enfermedad cardiaca, aceptamos que este tipo de personalidad es una constante en su aparición.

También hay personalidades propensas al cáncer, a la miopía, a la artritis, etc. De hecho, cada enfermedad física puede asociarse a una forma determinada de ser. Si padeces una enfermedad, tienes una forma de ser que se corresponde con ella.

La manera de ser asociada a esa dolencia no eres tú, sino más bien es una manera de ser que has adoptado como consecuencia de las decisiones que tomaste ante tus circunstancias vitales. Si no naciste con la enfermedad, no naciste con esa manera de ser. Más bien la enfermedad refleja las decisiones que adoptaste como respuesta a tus circunstancias de ese momento y esa manera de ser estresada con la que desde entonces te has venido identificando.

Aun en el caso de que se tratase de una enfermedad evidente al nacer, era un reflejo de la tensión producida en tu conciencia en ese momento por tus circunstancias vitales. Todavía es posible cambiar las decisiones que tomaste entonces, no importa a qué nivel, y puedes liberarte de la tensión, para regresar a una manera de ser que exprese con más autenticidad quien de verdad eres.

El síntoma de una enfermedad a nivel físico refleja la tensión que vivió tu conciencia por algo que estaba sucediendo en tu vida en el momento en que apareció dicho síntoma.

Tomaste decisiones en respuesta a las circunstancias que se daban en tu vida en aquel tiempo, decisiones que te causaron estrés y que fomentaron una manera de ser que se corresponde con la enfermedad que se desarrolló. De ese modo podría decirse que la manera de ser que adoptaste atrajo o alimentó a esa enfermedad, independientemente de la causa aparente en el nivel físico.

Si tienes una manera de ser estresada que dio lugar a una dolencia física, es importante volver a resaltar que esa manera de ser no es quien de verdad eres, sino solo lo que has hecho hasta ahora, un reflejo de la forma en que decidiste responder a las circunstancias que te rodean. Puedes tomar una decisión distinta. Siempre tienes elección.

Con independencia de los métodos que hayas decidido emplear para tratar el síntoma o liberarte de él, también puedes decidir desprenderte de esa manera estresada de ser asociada con él que puede considerarse su causa interna. Si las decisiones que has tomado han dado lugar a una manera de ser estresada, si te has creado un perfil de personalidad asociado a una determinada enfermedad, por lógica es posible desprenderse de esa manera estresada de ser, del perfil de personalidad que atrajo la enfermedad. Puedes cambiar tu forma de pensar acerca de un determinado asunto y relacionarte con tu entorno de un modo diferente, sin tanto estrés, de un modo que exprese mejor tu verdadero ser. Hacerlo puede propiciar que te deshagas de la enfermedad, ya que el ambiente que la atrajo o la nutrió ha dejado de existir. Al desprenderte del estrés y de tu manera estresada de ser, la causa interna, puedes tener una mayor seguridad de que el problema no reaparezca.

De esta forma el proceso de sanar implica una transformación, un desprenderse de una manera de ser que no es quien realmente eres y una vuelta a quien de verdad eres, a tu yo auténtico. Podemos estudiar el mecanismo responsable de este proceso.

Todo empieza por tu conciencia

Veamos lo que esto significa. Tú estás en el interior, dentro de tu cuerpo, mirando a través de tus ojos, y todo sucede a tu alrededor. Eres tú quien decide qué pensar, qué sentir y cómo responder a estas circunstancias.

El «yo» que está tomando estas decisiones es lo que llamamos tu conciencia.

La forma en que eliges responder (y siempre hay una elección) puede hacer que permanezcas en equilibrio, o puede ocasionarte estrés. Cuando te provoca estrés, pierdes el equilibrio en tu conciencia. Hay tensión en ella sobre lo que está sucediendo en tu vida en ese momento.

Si la tensión alcanza cierto nivel de intensidad, puede dar lugar a una enfermedad en el nivel físico. La enfermedad habla un lenguaje, y este lenguaje refleja la idea de que creamos nuestra realidad y señala a lo que consideramos como su causa interna.

Analizaremos esta idea más a fondo. Por ahora lo que se puede decir es que, a cierto nivel, la enfermedad sirvió al propósito positivo de ayudarte a que te entendieras a ti mismo y entendieras la forma en que reaccionas ante la vida. Era un mensaje de una parte más profunda de tu conciencia acerca de la tensión que estabas acumulando sobre una situación de tu vida que había que solucionar en ese momento.

Creamos nuestra realidad

Los síntomas son el resultado del estrés. Cuando estudiamos su causa interna, consideramos que los hemos creado a través de la forma estresada de ser que elegimos para responder a las circunstancias que se producían en nuestra vida en el momento en se desarrollaron o fueron descubiertos.

Cuando decimos que hemos creado el síntoma, no significa que hayamos elegido tenerlo conscientemente, sino más bien que era la consecuencia lógica de los pensamientos y emociones específicos que elegimos, que nos provocaban estrés y que dieron lugar al síntoma.

No es algo sobre lo que debamos sentirnos culpables sino más bien hay que entenderlo como un proceso lógico. Así podremos tomar decisiones diferentes, elegir otros pensamientos y emociones, otras percepciones que podrían tener el efecto de desprendernos de la causa interna, la manera estresada de pensar que creaba el síntoma. Si este sirvió para comunicarnos un mensaje, y hemos escuchado el mensaje y cambiado algo como consecuencia, el síntoma deja de tener una razón para estar ahí y podemos desprendernos de él en la medida en que nos permitamos creer que esto es posible.

El síntoma habla un lenguaje que expresa la idea de que creamos nuestra realidad. Independientemente de que comprendamos o no del todo el mensaje de esta afirmación, que creamos nuestra realidad, es interesante emplear este modelo como un medio para entender lo que el síntoma ha estado diciéndonos sobre esa manera estresada de responder que hemos elegido para reaccionar ante nuestras circunstancias en el momento en que se produjo. La metáfora del síntoma resulta evidente. Podemos ver si tiene sentido para nosotros, si podemos vernos reflejados en la metáfora.

Cuando tuve que curarme a mí mismo, podía decir que estaba paralizado y que tenía dificultades para caminar. Si la enfermedad me hubiera impedido caminar, y yo hubiera cambiado las palabras con objeto de describirlo desde el punto de vista de que fui quien la creó, tendría que matizar que me estaba impidiendo andar a mí mismo; en otras palabras, que me estaba impidiendo salir de una situación en la que me sentía desgraciado. La parte profunda de mí quería marcharse, pero había estado tratando de convencerla para que permaneciera en esa situación que le hacía sentir tan infeliz. El estrés de hacerme esto a mí mismo había alcanzado proporciones catastróficas en mi cuerpo.

Me vi reflejado en esa explicación

En lugar de decir que estaba paralizado, tendría que decir que me estaba paralizando a mí mismo. En otras palabras, que estaba intentando ser lo que creía que los demás querían que fuese, que estaba reteniendo mi verdadero ser, y a consecuencia de esto el estrés había alcanzado proporciones catastróficas en mi cuerpo. Como dije antes, me vi reflejado en esa explicación, y supe que tenía que hacer algo diferente. Mi cuerpo estaba diciéndome: «Mira lo que te has estado haciendo».

Si tienes un síntoma, ese síntoma empezó en el nivel físico con una cierta tensión, que reflejó en tu conciencia lo que estaba sucediendo en tu vida en los momentos en los que comenzaste a sentirlo o fue detectado. Al ver las cosas desde este punto de vista puedes asumir la responsabilidad de la enfermedad que te provoca ese síntoma.

Se trata de responsabilidad sin culpa. No es cuestión de castigarte a ti mismo por haber creado la enfermedad, sino de entender que si tú decidiste pensar de una forma determinada que la creó, elegir pensar de forma diferente puede ayudar a desprenderse de ella. Se trata estrictamente de un asunto de mecánica: causa y efecto.

Es una perspectiva que te devuelve el poder

Cuando aceptas tu responsabilidad de la enfermedad estás tomando en tus manos el control de tu vida. Dejas de ser una víctima a la que le suceden las cosas sin que pueda hacer nada. Puedes optar por otra forma de pensar o de actuar, que puede tener el efecto de desprender de tu conciencia el estrés asociado con ese síntoma.

Eso es lo que hice yo, y lo que me funcionó.

Enfermedades «terminales»

Al trabajar con la idea de que todo empieza en tu conciencia, si has desarrollado una enfermedad cuya conclusión lógica podría ser tu muerte, llegas a la conclusión de que la enfermedad debió de haber comenzado cuando a un nivel profundo tomaste la decisión de morir. Normalmente cualquiera a quien se le diagnostica una enfermedad terminal ha estado enfrentándose a una situación en su vida que consideraba inaceptable pero de la que no encontraba manera de salir, a excepción de morir. Cuando entendemos esto, la consecuencia es que el cuerpo ha estado realizando los deseos del individuo, y el tipo de dolencia puede explicarnos las razones para no querer continuar.

Otra conclusión es que el individuo puede tomar una decisión distinta en lo más hondo de su ser, basándose en encontrar una salida para solucionar la situación que había visto como inaceptable y en eliminar las tensiones de su conciencia, para que su cuerpo pueda ejecutar la nueva decisión desprendiéndose de la enfermedad basada en las viejas percepciones y sus tensiones asociadas.

Podemos decir que la enfermedad ha sido una reflexión a nivel físico de la parte más profunda de tu conciencia, la parte a la que nos referimos como el Espíritu, que en las tradiciones occidentales se conoce como el «inconsciente» o el «subconsciente».

Cuando no encuentras una manera de solucionar algo en tu conciencia cotidiana, algo sobre lo que sientes tensión, lo escondes en esta parte más profunda de tu conciencia, tu Espíritu, donde sigue ejecutándose en segundo plano. Es la tensión que se experimenta en segundo plano la que crea la enfermedad en el nivel físico.

Es la parte más profunda de tu conciencia, tu Espíritu, la que es tu yo auténtico, tu Yo Superior, la parte de tu conciencia que ha estado dirigiendo tu vida, la que te ha estado diciendo a través de la enfermedad: «Esto es lo que has estado haciéndote a ti mismo».

Esto implica que puedes hacer algo distinto. Tienes la capacidad de decidir hacer algo que tenga el efecto de desprenderte de la enfermedad.

Puedes decidir qué hacer.

Capítulo 3

LA CONEXIÓN CUERPO-MENTE

El sistema direccional humano

Estás siendo guiado desde el interior, por medio de algo que quizá conozcas como intuición o instinto. Habla un lenguaje sencillo y te da una sensación buena o mala. El resto son detalles.

Se afirma que escuchar a esta voz interior, a esta sensación interna de saber, nos lleva al éxito y a conseguir nuestros objetivos. Haz lo que te proporciona una buena sensación, y estarás haciendo lo apropiado. Suele decirse que cuando uno no se siente bien haciendo algo, no debería hacerlo.

Puedes escuchar a esta sensación interna de dirección haciendo instintivamente lo que sientes que está bien, o bien hacerlo a través de un diálogo interior. Puedes preguntarle a tu interior: «¿Cómo me siento yendo en esta dirección? ¿Cómo me siento yendo en esa otra?». En una dirección sentirás que fluyes más mientras que en la otra podrías sentir más resistencia. Comprueba con cuál te sientes mejor, y confía en tu sensación.

Si por alguna razón decides ir en la dirección de la resistencia («Bueno, tenía que asegurarme» o «La gente querría que hiciera esto en vez de eso»), la voz interna tiene que volverse más fuerte.

El próximo nivel de la comunicación son las emociones. A medida que te adentras en ese campo puedes sentir una mayor resistencia. Sientes cada vez más emociones que no son agradables, y también la resistencia a ciertas cosas, algunas de las cuales no sucederán. De hecho, hay una resistencia a que sucedan.

En algún punto puedes decir: «Detente. Mira. Escucha. Debía haber hecho caso a mis sensaciones, a la pequeña voz dentro de mí que me dijo que hiciera lo otro». Eso significa que escuchaste esa vocecita. De lo contrario, no habrías podido decir: «Debía haberle hecho caso».

En este punto puedes cambiar de idea e ir en la dirección de la corriente, en la dirección de lo que te hace sentir mejor. Si lo haces, experimentarás una sensación de vitalidad, las cosas tenderán a hacerte sentir mejor, y a fluir más fácilmente, y sabrás que estás en la senda apropiada de nuevo.

Si por alguna razón continúas yendo en la dirección de la resistencia («Bueno, lo prometí» o «Las circunstancias aún no son apropiadas para hacer un cambio»), la comunicación interior se vuelve más ruidosa, y el siguiente nivel es el cuerpo físico. Creas una enfermedad, la cual habla un lenguaje que refleja la idea de que creas tu realidad. Cuando la describes desde ese punto de vista, la metáfora de la enfermedad se vuelve clara. Se trata del mecanismo para la comunicación desde la parte profunda de tu ser, para hablarte de lo que has estado haciéndote a ti mismo, que es diferente de lo que esa parte de tu ser, tu yo auténtico, tu Espíritu, quiere realmente que hagas.

Los grados de comunicación de tu Yo Superior al nivel de tu personalidad en la conexión cuerpo-mente son:

Intuición → Emoción → Cuerpo físico

En el nivel físico, el síntoma se manifiesta en la realidad física, a través de algún «accidente», por ejemplo, o de algún microorganismo. Los medios de manifestación no son tan importantes como el resultado final, la enfermedad misma, y lo que ha estado comunicando. Si es el resultado de un accidente, por ejemplo, podemos preguntar qué te ha guiado a encontrarte en esa situación. Si es el resultado de lo que comiste, puedes preguntarte qué te ha conducido a comer eso. Si es el resultado de algún microorganismo, puedes preguntarte por qué te afectó, cuando a otros no les afecta, o qué te llevó a estar en ese lugar en ese momento para atraer a ese microorganismo. Recuerda que siempre estás guiado por tu Espíritu.

La enfermedad te sirvió para decirte algo acerca de una tensión en tu conciencia aún no resuelta, una tensión sobre algo que estaba ocurriendo en tu vida en ese momento.

Los síntomas en el nivel físico reflejan las tensiones que hay en tu conciencia y las maneras de ser que están relacionadas con esos síntomas.

Cuando haces algo distinto de lo que la enfermedad dice que has estado haciendo, eso significa que has escuchado su mensaje a algún nivel y lo has entendido. En ese caso ya no tiene más razones para estar ahí, y puedes desprenderte de ella, si te permites a ti mismo creer que ello es posible.

Eres un sistema de energía

Tu conciencia, tu experiencia de ser, quien realmente eres, es energía. Es como la «Energía Vital», que no solo vive en tu cerebro sino que recorre todo tu cuerpo. Tu conciencia está conectada a cada una de las células de tu cuerpo. A través de tu conciencia puedes comunicarte con todos los órganos y con todos los tejidos, y muchas terapias están basadas en esta comunicación con los órganos que han sido afectados por algún tipo de síntoma o trastorno.

Esta energía que es tu conciencia, y que refleja tu estado de ser, puede medirse a través de un método conocido como fotografía Kirlian.

Cuando tomas una fotografía Kirlian de tu mano, muestra un determinado patrón de energía. Si tomas una segunda fotografía mientras imaginas que estás mandando amor y energía a alguien que conoces, aparecerá un patrón diferente de energía. Así, podemos ver cómo un cambio en tu conciencia crea un cambio en el campo energético que está siendo fotografiado, lo que llamamos el aura. El campo energético mostrado en las fotografías Kirlian ha sido cuantificado, de manera que cuando hay «agujeros» en partes específicas del campo energético se dice que se corresponden con debilidades concretas en determinadas zonas del cuerpo físico. Lo interesante de esto es que la debilidad aparece en el campo energético antes de que haya ninguna prueba de ella en el nivel físico.

Por tanto, tenemos una dirección interesante de la manifestación:

1. Un cambio de conciencia crea un cambio en el campo energético.

2. Un cambio en el campo energético se produce antes que el cambio en el cuerpo físico.

La dirección de la manifestación va desde la conciencia, a través del campo energético, hasta el cuerpo físico.

Conciencia → Campo energético → Cuerpo físico

Cuando miramos lo que nos rodea de esta manera, vemos que no es el cuerpo físico el que crea el campo energético, el aura, sino que es más bien el aura o campo energético el que está creando el cuerpo físico. Lo que hemos visto como cuerpo físico es el resultado de un proceso que empieza con la conciencia.

Cuando tomas una decisión que te provoca estrés, esto afecta a tu conciencia y por tanto a tu campo energético. Si la tensión aumenta hasta un cierto grado de intensidad, alcanza el nivel físico y crea una enfermedad.

Eso significa que si tomas una decisión diferente ante una situación a la que previamente has respondido con estrés, al desprenderte de la tensión interior, ese cambio puede afectar a tu campo energético y tal vez seas capaz de desprenderte de la enfermedad, en función de tus creencias sobre lo que es posible.

Incluso cuando la liberación de la enfermedad se consiga a través de la tecnología médica clásica, llevar a cabo los cambios internos descritos anteriormente puede darnos más garantías de que el problema no se reproducirá, de que puede ser menos probable que la parte del cuerpo o la función que ha sido afectada vuelva a serlo en el futuro.

De cualquier modo, serás más feliz al liberar las tensiones de tu conciencia y tomar las riendas de tu vida.

Por supuesto, si estás trabajando con métodos alternativos o complementarios, te habrás planteado que la liberación de los síntomas puede darse (o acelerarse) por medio de estos u otros medios, ya sean físicos o metafísicos, usando hierbas o dieta, trabajo energético o métodos de autoayuda.

Trabaja con lo que tenga sentido para ti, lo que resuene contigo, lo que te diga algo.

Todos los métodos funcionan para alguien, y pueden funcionar también para ti.

Capítulo 4

LEER EL CUERPO COMO UN
MAPA DE LA CONCIENCIA

Las tensiones en el cuerpo físico reflejan las tensiones de la conciencia acerca de algo que ocurría en la vida de la persona en el momento en que empezó el problema, y este proceso es cuantificable. Los síntomas específicos están relacionados con tensiones específicas de la conciencia, que podemos ver como la causa interna del síntoma.

Si alguien quiere eliminar un síntoma, debe liberarse de la manera de ser asociada a ese síntoma, la causa interna. Para entender la causa interna de los síntomas físicos, habría que ver al cuerpo como una representación del mapa de la conciencia que hay en su interior. Las tensiones en una parte determinada del cuerpo físico reflejan tensiones específicas de la conciencia. Un entendimiento de los centros de energía conocidos como «chakras» nos da la clave para leer este mapa.

Los chakras regulan el flujo de la energía a través del sistema energético del que estamos compuestos.

Cada uno de nosotros es un campo energético, energía en estado de movimiento.

En el individuo equilibrado y sano la energía fluye libremente. Cuando tomamos una decisión que nos causa tensión, bloqueamos el flujo de energía. Esta deja de fluir libremente.

Cuando la tensión alcanza un cierto grado de intensidad, podemos crear una enfermedad en el nivel físico.

De esta manera, podemos decir que todos los síntomas físicos pueden verse como energía bloqueada. Toda enfermedad, toda herida, todo malestar puede verse y entenderse sencillamente como energía bloqueada.

Restaurar el flujo de energía y volver a nuestro estado natural de equilibrio e integridad puede conseguirse cambiando nuestra manera de pensar sobre algo, tomando una decisión diferente, liberando la tensión interior, la causa interna, y viendo los efectos de esto en el nivel físico como una liberación del síntoma.

Los Chakras

Chakra es un término sánscrito que significa «rueda» o «vórtice», y se refiere a cada uno de los siete centros de energía que forman nuestra conciencia, nuestro sistema energético. El funcionamiento de los chakras refleja las decisiones que tomamos con relación a cómo elegimos percibir las circunstancias de nuestra vida y responder a ellas. Abrimos y cerramos esas válvulas cuando decidimos qué pensar y qué sentir, y qué filtro perceptivo elegimos para experimentar las circunstancias en el mundo que nos rodea.

Los chakras no son físicos, pero eso no significa que no sean reales. Son aspectos de la conciencia, del mismo modo que el aura. Los chakras son más densos que el aura, pero no tanto como el cuerpo físico. Los chakras se relacionan con el cuerpo físico a través de dos vehículos importantes, el sistema endocrino y el sistema nervioso.

Cada uno de los siete chakras está asociado con una de las siete glándulas endocrinas, y estas controlan el equilibrio químico de tu cuerpo. Cada chakra está también vinculado a un grupo de nervios llamado plexo. Cada plexo controla ciertas partes del cuerpo y determinadas funciones corporales. Así, cada chakra puede ser asociado con áreas y funciones particulares del cuerpo controladas por ese plexo, y con la glándula endocrina relacionada con ese chakra.

Todos tus sentidos, todas tus percepciones, todos tus posibles estados de conciencia, todo lo que para ti es posible experimentar puede dividirse en siete categorías. Cada categoría, cada porción de tu conciencia, puede asociarse con un chakra determinado. Así, los chakras representan no solo partes concretas de tu cuerpo físico sino partes concretas de tu conciencia.

Cuando sientes tensión en tu conciencia por algo que está sucediendo a tu alrededor, la sientes en una parte determinada del cuerpo, dependiendo del motivo de la tensión. El lugar donde sientes la tensión depende de por qué la sientes. La sientes en el chakra asociado con esa parte de tu conciencia que experimenta el estrés, y en las zonas del cuerpo físico asociadas con ese chakra.

La tensión del chakra es detectada por los nervios del plexo asociado con ese chakra, y después, transmitida a las partes del cuerpo controladas por ese plexo, por ese grupo de nervios. Así, las tensiones en la conciencia se experimentan como tensiones en el cuerpo físico.

De esta manera, si te enfrentas con lo que percibes como una amenaza a tu supervivencia, el miedo localizado en uno de los chakras (el chakra raíz) estimula las glándulas adrenales, preparándote para luchar o escapar. Entre las partes del cuerpo asociadas con ese chakra se encuentran las piernas; es por eso por lo que nos tiemblan cuando tenemos miedo.

Cuando la tensión continúa durante un cierto periodo de tiempo, o hasta un nivel determinado de intensidad, es posible crear una enfermedad en el nivel físico. En el ejemplo que acabo de darte sobre una posible amenaza a la supervivencia, sus síntomas podrían incluir dificultades en las piernas.

Siguiendo este modelo, podemos decir que cuando tienes un síntoma en el nivel físico, está reflejando una tensión en tu conciencia por algo que está ocurriendo en tu vida en ese momento, y la tensión por lo que está sucediendo se experimenta en el chakra asociado con esa parte específica de tu conciencia, así como en la parte de tu cuerpo físico asociada con ese chakra; así es como experimentas el síntoma.

Lo que muestro brevemente, en el resumen que viene a continuación representa la relación entre las diversas zonas del cuerpo y las partes de la conciencia que corresponden a cada chakra. En secciones posteriores veremos un análisis más detallado y completo de esto. Otros aspectos de la conciencia de naturaleza más esotérica (como las asociaciones con varios cuerpos sutiles, los colores y las notas musicales) no están incluidos porque no tienen una relación directa con la conexión cuerpo-mente, aunque sí se mencionan en la tabla de referencia de los chakras al final de este capítulo.

Si has estado padeciendo una enfermedad, este resumen te indicará la tensión de tu conciencia que puedes asociar con ella en el nivel físico, en lo que se refiere a lo que estaba ocurriendo en tu vida en el momento en que empezó la enfermedad. Sabes qué es aquello con lo que te has sentido bien y también aquello que te ha hecho sentir tensión. Eres un experto en lo que ha estado sucediendo en tu propia conciencia.

El chakra rojo (raíz)

Partes del cuerpo: piernas, sistema de eliminación, sistema esquelético, sistema linfático, glándulas suprarrenales, sentido del olfato, nariz, dientes y encías.

Partes de la conciencia: la seguridad, la supervivencia, la confianza: las partes de tu vida vinculadas con la protección. Normalmente tiene que ver con el dinero, la casa, el trabajo y la conexión con la madre.

Las tensiones en este chakra pueden experimentarse como miedo, inseguridad o desconfianza, y relacionarse con las tensiones sobre el hogar y su entorno, problemas de dinero o en el trabajo, dificultades para dejar entrar el amor de la madre. Con frecuencia la relación de la persona con su madre establece el patrón de su relación con todo lo que representa seguridad: dinero, casa y trabajo.

El chakra naranja

Partes del cuerpo: gónadas, sentido del gusto, órganos y glándulas sexuales y lengua.

Partes de la conciencia: relación con la comida, con el sexo y con tener hijos.

Las tensiones pueden estar relacionadas con la tensión o la ambivalencia sobre el sexo o sobre tener hijos, o con que la persona no escuche lo que su cuerpo le pide en términos de comida o de sexo.

El chakra amarillo (plexo solar)

Partes del cuerpo: todos los órganos localizados en la parte central del cuerpo, así como la piel, los músculos, la mandíbula, los ojos y el sentido de la vista.

Partes de la conciencia: el poder, el control, la libertad, la tranquilidad.

La tensión en el plexo solar puede estar relacionada con la ira o la falta de control, o con tensión sobre la libertad o sobre cómo se siente la persona acerca de la opinión que tienen los demás sobre ella.

El chakra verde (corazón)

Partes del cuerpo: corazón, sistema circulatorio, pulmones, glándula del timo, sistema inmunitario y sentido del tacto.

Partes de la conciencia: percepciones de amor, el área de las relaciones, la gente cercana a tu corazón: la pareja, los padres, los hermanos, los hijos.

Las tensiones en este chakra reflejan conflicto o desengaño con alguien cercano, no sentirse amado o tensiones sobre tener una relación (o no tener ninguna).

El chakra azul (garganta)

Partes del cuerpo: garganta, brazos, muñecas, manos, dedos, glándula tiroides, oídos, sentido del oído.

Partes de la conciencia: expresar, recibir, comunicar, fijar metas.

Aquí las tensiones podrían experimentarse como la dificultad de comunicarse o expresarse uno mismo, o problemas para expresar las emociones.

El chakra índigo (frente)

Partes del cuerpo: frente, glándula pituitaria, nervios trigéminos y plexo carotideo.

Partes de la conciencia: espíritu (inconsciente, subconsciente), sentidos sutiles (clarividencia, clariaudiencia, etc., percepción extrasensorial).

Las tensiones podrían experimentarse en el modo de no escuchar a tu propia voz interior, no sentirte a gusto en tu propia piel o experimentar un conflicto profundo por sentir que no te ven tal y como eres.

El chakra violeta (coronilla)

Partes del cuerpo: cerebro, cabeza, cuero cabelludo, sistema nervioso y glándula pineal.

Partes de la conciencia: unidad o aislamiento, sentido de la dirección, conexión con el padre, la autoridad.

Las tensiones podrían experimentarse como conflicto con la autoridad o sentirse aislado o separado de alguien cercano. Con frecuencia la relación de la persona con su padre establece el patrón para la relación con la autoridad y con Dios.

Yin y Yang

Al leer el cuerpo como un mapa de la conciencia interior, es importante prestar atención a cuál de sus lados está afectado. Tenemos un lado derecho y uno izquierdo que pueden ser descritos como lado yang y lado yin, o lados masculino y femenino (yang=masculino, yin=femenino), lados del actuar y del sentir (yang=actuar, yin=sentir) o lados de la voluntad y emocional (yang=voluntad, yin=emociones). Por tanto, la dualidad yang/yin podría expresarse como:

  • Masculino/Femenino
  • Actuar/Sentir
  • Voluntad/Emociones

Para los diestros, el lado derecho es el lado yang. Para quienes son zurdos, su lado izquierdo es el lado yang, aunque hayan aprendido a usar el derecho como lado dominante.

Por tanto, la pierna derecha de la mayoría sería la pierna masculina, o de la voluntad, y su pierna izquierda la pierna femenina, la emocional o la de sentir. Para los zurdos, la polaridad sería a la inversa, y su pierna izquierda, sería la pierna masculina, de la voluntad o de actuar, mientras que la derecha sería la pierna femenina, la emocional, la de sentir.

De esta manera, podemos hablar de ojo masculino y ojo femenino, o de ojo de la voluntad y ojo emocional, etc., diferentes según la persona sea diestra o zurda

El efecto del síntoma

Es importante tener en cuenta no solo dónde se localiza el síntoma sino cómo se siente afectada por él la persona, a fin de darles la vuelta a las palabras o reorganizarlas para reflejar la idea de que ella lo creó.

Así, en lugar de que alguien diga: «No puedo caminar», debería reconocer que ha estado impidiéndose a sí misma andar (metafóricamente), imposibilitándose a sí misma salir de una situación en la que se sentía desgraciada. En lugar de decir: «No puedo ver», podría aceptar que ha estado impidiéndose ver algo, o que ha evitado mirar algo, dentro del contexto de lo que estaba sucediendo en su vida en el momento en el que el síntoma empezó. Este puede verse como una metáfora de lo que la persona se ha estado haciendo a sí misma, un mensaje de la parte profunda de su conciencia, que es lo que se conoce como el Espíritu, el Yo Superior o, en las tradiciones occidentales, como el inconsciente o el subconsciente.

Cuando vemos este principio en acción, resulta cada vez más evidente hasta qué punto creamos de verdad nuestra realidad.

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