Cuando Rupert Spira tenía 15 años descubrió la poesía de Rumi y eso marcó el inicio de su búsqueda espiritual. Muy pronto estaba estudiando danzas y movimientos sufíes al tiempo que practicaba la oración y la meditación. Posteriormente descubrió el sistema advaita, que sería el centro de su interés y de su práctica a partir de entonces. A finales de la década de los 70 asistió a numerosas charlas de Krishnamurti mientras estudiaba las enseñanzas de Ramana Maharshi y Sri Nisargadatta Maharaj, pero sería su encuentro con Francis Lucille lo que propiciaría el florecimiento de toda su búsqueda anterior. Los siguientes doce años Rupert pasaría con Francis Lucille todo el tiempo que su trabajo como ceramista y sus obligaciones familiares le permitían. Otros libros suyos son Presencia, The Transparency of Things, The Light of Pure Knowing y The Perfume of Silence. Rupert vive en Oxford, Reino Unido, con su esposa Ellen y su hijo Mathew pero realiza con frecuencia charlas y retiros por todo el mundo.
Sé tan solo Ser.
Conoce tan solo Conocer.
Ama tan solo Amar.
Qué extraño.
Podemos consumirnos.
Qué extraño y qué asombroso; podemos consumirnos de pies a cabeza y, aun así, sentirnos absolutamente colmados.
Cada estrofa de este libro es una antorcha abrasadora. Acercarse de verdad, con confianza y apertura, es prenderle fuego a toda esa maraña de creencias e ilusiones que nos mantienen en un estado de tranquila desesperación que hemos llegado a considerar inevitable. Cada estrofa de este libro reduce a cenizas lo que no somos y revela lo que somos.
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Somos la libertad misma, la alegría sin causa y la paz sin enemigo. Más aún (y resulta tan chocante...), para empezar jamás hemos estado limitados.
Este libro es una sublimación de penetrantes afirmaciones recogidas de las muchas enseñanzas de Rupert Spira, adoptando en ocasiones la musicalidad del haiku, la precisión y sobriedad de una instrucción profunda o la fuerza de convicción de un discurso. Pero, independientemente de su forma, todas ellas contienen la riqueza de su enseñanza completa.
Tan solo podemos maravillarnos ante la naturaleza simple y sin esfuerzo del redescubrimiento de la verdad que llevamos dentro. Porque no hay nada que hacer; se hace sin nosotros, en el simple soltar de todo lo que se puede soltar. De hecho, vemos que el mayor esfuerzo consiste en estar constantemente creando y manteniendo una ilusión, la ilusión de creer que somos una entidad separada, a pesar de la evidencia de nuestra experiencia real de identidad universal y sin división.
De este modo, las ideas sin fundamento y las creencias que adoptamos sin cuestionarlas son quemadas y convertidas en cenizas, y su cremación se siente como una disolución. Sin que lo notemos realmente, el entendimiento se va extendiendo dentro de nosotros y toma posesión total del territorio en un amplio barrido que no es un movimiento de la mente sino una ola de amor.
Porque el amor está totalmente presente aquí. El amor es el personaje principal de este libro, porque el amor es el corazón de lo que somos.
Rupert Spira es un artista. Esculpe las palabras en formas condensadas de pura inteligencia a las que no hay que añadir ni quitar nada. Cincela nuestro entendimiento hasta que se convierte en pura luz, pura llama.
Los buscadores de la verdad que estén familiarizados con su enseñanza encontrarán su esencia en este libro: conciso, cortante como un diamante, abrumador con sus increíbles y elevados razonamientos, a la vez que nos inunda con su amor incondicional. Otros se sorprenderán con la claridad y profundidad de la Realidad tal como es expresada por este maestro del Advaita y serán iluminados al comenzar a vislumbrar una revolución en su interior.
MONIQUE PROULX,
enero de 2013
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Título original: ASHES OF LOVE
Traducido del inglés por Diego Merino Sancho
Composición ePub por Editorial Sirio S.A.
Diseño de portada: Editorial Sirio S.A.
© de la edición original
2015, Rupert Spira
© de la presente edición
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I.S.B.N.: 978-84-16579-617
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La Consciencia y la luz
del puro Conocer
En Las cenizas del amor, tanto la palabra consciencia como la expresión la luz del puro Conocer hacen referencia a nuestra verdadera naturaleza. Aunque ambas aluden a la misma experiencia sin objeto –el conocimiento de nuestro propio Ser como esencialmente es– y por lo tanto son idénticas, se emplean en dos contextos distintos para indicar diferentes etapas de la comprensión. Lo que sigue es una descripción de estas dos etapas que clarifica el contexto en el que las expresiones aparecen en este libro.
Desde el punto de vista convencional, se cree que la experiencia está compuesta por dos elementos esenciales: un sujeto –el cuerpo-mente– y un objeto –las cosas, los demás y el mundo–. Por este motivo, podríamos llamar a esta visión de la experiencia Dualidad Convencional, en la cual está implícita la relación sujeto-objeto.
En la Dualidad Convencional, se cree que el cuerpo-mente –el sujeto de la experiencia– conecta con las cosas, los demás y el mundo –los objetos de la experiencia– mediante un acto de conocer, sentir o percibir. De ese modo, se considera que el cuerpo-mente es consciente, y que «las cosas, los demás y el mundo» son aquello de lo cual «yo», el cuerpo-mente soy consciente.Esta creencia es la asunción fundamental en la cual está basada nuestra cultura mundial y es encumbrada en nuestro lenguaje con frases como «yo conozco esto y lo otro», «yo te quiero», «yo veo el árbol». En todos los casos, hay un sujeto, «yo», que conoce, siente o percibe un objeto –«tú» o «ello»–. De hecho, esta creencia está tan integrada en nuestra cultura que la mayoría de la gente no lo considera en absoluto una creencia, sino que lo asume ciegamente como una verdad absoluta.
Como un primer paso hacia la comprensión de la verdadera naturaleza de la experiencia, las enseñanzas no duales señalan que no es el «yo», el cuerpo-mente, el que es consciente de las cosas, de los demás y del mundo, sino que es el «yo», Consciencia, el que es consciente del cuerpo y de la mente, así como de las cosas, de los demás y del mundo. De este modo, el cuerpo y la mente son entendidos como objetos de la experiencia, no como el sujeto.
En este caso, se entiende que el sujeto o el conocedor de la experiencia no está hecho de nada objetivo, como pudiera ser un pensamiento, una imagen, un sentimiento, una sensación o una percepción; está simplemente presente y consciente, y por lo tanto nos referimos a él como «Consciencia».1 Al no tener ninguna característica objetiva, se dice que el sujeto de la experiencia –pura Consciencia– está inherentemente vacío: vacío de pensamientos, imágenes, sentimientos, sensaciones y percepciones; transparente, sin color, sin forma, imperceptible y, en última instancia, inconcebible; sin embargo, si queremos poder hablar o escribir sobre la naturaleza última de la experiencia, no nos queda más remedio que hacer una concesión y concebirlo provisionalmente.
El proceso mediante el cual descubrimos que no es el «yo» como cuerpo-mente el que es consciente de las cosas, de los demás y del mundo, sino que es el «Yo» como Consciencia el que es consciente del cuerpo y la mente, así como de las cosas, los demás y el mundo, es denominado en ocasiones neti-neti: no soy esto, no soy aquello. No soy mis pensamientos; soy consciente de mis pensamientos. No soy mis sentimientos; soy consciente de mis sentimientos. No soy mis sensaciones corporales; soy consciente de mis sensaciones corporales. No soy mis percepciones –visiones, sonidos sabores, texturas y olores–; soy consciente de mis percepciones.
Así, el neti-neti es un procedimiento de discriminación o exclusión, mediante el cual vamos de la creencia de que soy «algo» –una mezcla de un cuerpo y una mente– a la comprensión de que soy «nada» (ninguna cosa) –ningún pensamiento, imagen, sentimiento, sensación o percepción.
De este modo, la culminación del camino del neti-neti –el Camino de la Exclusión– es conocer nuestro Yo como pura Consciencia. Sin embargo, este proceso aún no nos dice nada sobre cuál es la naturaleza de la Consciencia, más allá de que está simplemente presente y consciente. Y en ese sentido, no es esto lo que se ha entendido tradicionalmente por despertar o iluminación. El despertar o iluminación no es tan solo la revelación de la presencia de la Consciencia –aunque este sea el primer paso– sino la revelación de su naturaleza.
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