Roberto Aguado Romo

 

 

 

 

LA EMOCIÓN DECIDE Y
LA RAZÓN JUSTIFICA

 

 

 

 

 

 

 

 

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COLECCIÓN: Gestión Emocional

DIRECTORA DE LA COLECCIÓN: Ana Martínez Dorado

 

 

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© Roberto Aguado Romo

 

© Editorial EOS

Avda. Reina Victoria, 8. 2ª planta. 28003 MADRID

 

ISBN: 978-84-9727-682-5

 

Preimpresión: Ubica-t Soluciones Creativas

 

Made in Spain

 

 

 

Para Pilar, que desde sus diecisiete años ha sabido conjugar el amor con la amistad.

Para María, que sabe en cada canción recordarme la esencia de la honestidad.

Para Javier, que en su silencio supo decir que merece la pena la soledad
para descubrir un suspiro en quien prueba uno de sus platos.

Para Ana, que es pura lucha y defensa del amor incondicional, la honradez y la entrega.

Para mi hermana, que sigue siempre a mi lado, aunque se derrumben los mitos.

Para Aritz Anasagasti y para el País Vasco, que me han demostrado
el cariño de los hermanos que no he tenido.

Para Ángel Fernández, que consigue que el sufrimiento se convierta en satisfacción.

Para Miguel Martínez, responsable de que haya confiado en las editoriales.

Claro que se puede, todos podemos, créeme.

 

 

 

 

 

Prólogo

 

 

Roberto Aguado es uno de los mejores psicólogos de España y, desde luego, el campeón de todos ellos frente al micrófono. No he conocido a ninguno –y he escuchado a unos pocos– que hagan tan suyo un programa de radio como Roberto. Le encanta la madrugada, esas horas donde el insomnio se pelea con los recuerdos que vienen de visita tras las cortinas de la habitación. Es una lucha constante donde el dial se cuela sin permiso y la voz de Roberto es un bálsamo para quien la escucha. Uno se coloca tras la pecera y observa cómo dirige él solo, con batuta magistral, una partitura no escrita que emerge del silencio y forma columnatas de Bernini en forma de palabras enlazadas. Recuerdo la noche que me propuso hablar del suicidio... Llevábamos ya un par de años juntos y lo miré como las vacas lo hacen al tren. Es un asunto del que los periodistas, como norma general, solemos huir igual que si de pólvora se tratase. Cómo vamos a hablar del suicidio si es leyenda urbana aceptada que mentarlo solo induce directamente a él. Me contó que, ya hace tiempo, entró una llamada en otra emisora donde el oyente decía que quería quitarse la vida en ese momento. Roberto utilizó todo su temple y sabiduría para acompañar al interlocutor el mayor tiempo posible, incluso fuera de antena. Logró que mediante la palabra acertada y la escucha, el oyente desistiera en su empeño y diera tiempo suficiente para que alguien llegara a su rescate. Ahora, cada Navidad le envía una tarjeta de felicitación. Al final, tras pensarlo mucho, acepté el reto. Esa noche se convirtió en una danza de duendes que habían pensado en alguna ocasión quitarse la vida... Incluso hubo quien aseguró que lo haría... Roberto lo emplazó quince días más tarde y obtuvo respuesta positiva. La centralita “petó”, como dicen los jóvenes, y estuve recibiendo correos varias semanas sobre el tema. Con esto quiero decir que el autor de esta obra que tienen entre manos es un Merlín de las emociones, que sabe en cada momento qué tecla pulsar en el piano desafinado de la vida. Cuando digo que es Merlín no lo hago en balde, pues algo de brujo y mago tiene este talaverano de 51 años, que tiene registrado, incluso, un método propio de terapia, la de tiempo limitado. Más de un millar de psicólogos han salido ya, de sus clases y con sus métodos, instruidos en una forma de ejercicio profesional reconocible a distancia. La novela que tienes delante, lector, te hará ver, mejor que cualquier tratado, cómo entiende Roberto la psicología. Los hombres y mujeres adorables, que entran y salen en el libro a modo de personaje colectivo, que a uno le lleva a La Colmena o a Manhattan Transfer, explican por sí solos el título de la obra. La emoción siempre decide, pues es algo que está en la base de lo que somos... Por más que el clásico nos definió como seres racionales, lo cierto es que, lo fundamental, lo que mueve claramente nuestro comportamiento, son las emociones que surgen en el camino de la vida... Es lo que desequilibra, determina y decide, sin duda alguna. Incluso en las personas más frías, distantes y calculadoras, la emoción siempre desempeña un papel trascendental, que a veces pasa, incluso, por la ausencia larvada de la misma. Siempre está ahí, permanece... por más que las cenizas del volcán parezcan acabadas. Las zonas volcánicas siempre lo son por más que pasen los años... igual que el alma –ahora que parece que se ha redescubierto la palabra– guarda brasas de la infancia que después pueden trocar en llamaradas hasta el techo. Parte de esta circunstancia se da en el libro. Los personajes que entran y salen podrían ser cualquiera de nosotros, con problemas que llegan a interferir y cambiar sus comportamientos según sepan encajarlos mejor o no. La apasionante historia de Escarabajo y Natalia atrapará al lector desde la primera línea, pues en ellos puede verse algo que Galdós experimentó como nadie en los Episodios Nacionales y es que la mejor manera de enseñar algo es novelándolo. Aquí, el lector medio aprenderá psicología amenizada con el trepidante curso de los acontecimientos con los que se topan los protagonistas. El psicólogo profesional encontrará, sin duda, también un gran libro donde Roberto desarrolla puntualmente toda su teoría basada en la experiencia de tantas horas de consulta. Al final, queda evidenciado que la razón construye una serie infinita de argumentos en forma de castillos en el aire para dar un discurso coherente a lo que ya antes, de forma contundente, ha determinado la emoción. Montse, Félix, María Luisa, el argentino neurobiólogo y tantos otros personajes que desfilarán por estas páginas componen un fresco psicológico de primer orden al que Roberto les ha dado su toque especial... Les ha insuflado vida al modo del creador que sopla sobre su estatuilla de barro. Mediante ellos, sus actuaciones, complejos, manías, fobias y filias comprenderemos, mucho mejor que con cualquier tratado clásico, los puntos fuertes de una teoría validada por la experiencia y por horas y horas de consulta. Mientras leía sus páginas tenía la sensación de estar nuevamente tras la pecera. Como si de un programa de radio se tratara. Porque, no lo duden, quien ha escrito este libro es el mejor ante el micrófono, ante el paciente y, ahora también, frente a la cuartilla en blanco. Y si la emoción de la amistad y los años juntos han decidido la aseveración de esta frase, la razón de los hechos y la experiencia hacen que se sostenga firme y le den su condición de verdadera. Tras la última página, tendrán la sensación de saber mucho más de la vida y de haberse conocido a sí mismos un poco mejor. Disfruten de su lectura, no van a encontrar libro igual entre mil manuales de psicología que hubiera. Estamos en el aire.

 

Javier Ruiz

Periodista.

Director del programa “En marcha”
de Onda Cero Nacional

 

 

Introducción

 

 

¿Son historias reales o realidad inventada? No es lo más importante. Son hechos. Los nombres son recursos del psicólogo clínico Roberto Aguado Romo. Casos muy diferentes, mezclados y con características propias. Conclusiones científicas correctas verificadas con otros investigadores. Un ensayo y una mezcla de emociones. Tienen en sus manos el quinto libro en solitario, el séptimo compartido, de un psicólogo inquieto, capaz de escribir en sus ratos libres, de madrugada, mientras en un momento íntimo acompaña a su padre que cerrará los ojos para abrirlos en ese otro lugar que aún no hemos sido capaces de descubrir.

Yo he disfrutado con “La emoción decide y la razón justifica”. Lectura muy rápida, para disfrutar. Hago una interpretación como comunicador, no como psicólogo, de ahí que en la introducción de este libro no vaya a entrar en valoraciones netamente técnicas, sino centradas, sobre todo, en las huellas que nos ha dejado. Pero no nos centraremos solo en este trabajo. Del autor hay mucho que escribir, pero poco espacio para concretar. Aguado utiliza sus conceptos, meditaciones, descripciones muy exactas y conclusiones científicas, sin saltarse nombres que merecen ser citados por estar en líneas parecidas a sus propias argumentaciones.

Hay que hablar de Roberto. Hombre muy familiar, a pesar de la mella de los kilómetros hechos cada día. Con Pilar siempre presente y empleando su poco tiempo libre en sus tres hijos, María, Ana y Javier. Cuando uno conoce a Roberto, queda cautivado, desde el principio, con sus gestos de persona segura y esa sonrisa que forma parte de su ADN. De saludo muy seguro y abrazo sincero, irrenunciable, ese que con tanto énfasis destaca en este libro.

Hace más de 20 años realizábamos un programa de radio en directo con un objetivo: hipnotizar al presentador, que era yo. Entré en una sensación muy placentera (como saben los que han tenido esa experiencia). Y me sorprendí, porque no sentí miedo, ni angustia, viendo cómo me atravesaba la mano con una larga aguja. No sentí nada. Lo recuerdo como si hubiese sido una experiencia normal. En su primer trabajo, “Terapia de Interacción Recíproca, Hipnosis Clínica en Psicoterapia” (2002), habló con claridad de una arriesgada e innovadora técnica, a la que no todos llegaban, que, después, ampliaría con muchos más detalles en “Manual Práctico de terapia de Interacción Recíproca. Hipnosis clínica en psicoterapia” (2005). en esta etapa llegó a profundizar en actuaciones con pacientes que son intervenidos sin anestesia gracias a la aplicación de su método.

Volviendo con nuestras experiencias radiofónicas, cada nuevo programa es “su debut”. Un rotundo “buenos días” (tardes o noches), sin complejos, que llena las ondas. Siempre con llamadas de oyentes en directo, sin reparos, cara a cara, sin complejos. Quienes lo descubrimos apostamos, desde nuestra humildad, por intentar proyectar su gran carisma, para que muchas personas tuvieran la suerte de compartirlo. En la radio se adentra en el interior del oyente. Es un maestro, modula con fuerza cuando debe subir el tono de voz, pero acaba debilitándolo cuando busca la paz. Respira entre líneas y sabe cuándo parar. Para los periodistas radiofónicos encontrar un colaborador como Roberto Aguado es muy difícil. Tiene un contenido donde pone criterio sin guión ni pauta. Conoce muy bien lo que pasa en el mundo y sabe lo que le reclama la audiencia.

Nunca pierde el contacto personal, el cuerpo a cuerpo, pese a la falta de tiempo. Siempre hay un momento para tomar un café muy cargado instantes antes de partir para Bilbao, Madrid o Almería, de norte a sur, para impartir másteres, conferencias, sesiones de hipnosis, intervenciones en hospitales, atender a víctimas de la barbarie, plantar cara a casos complicados, estar con héroes y villanos del día a día y atender a las personas con las que nos cruzamos anónimamente por la calle con sus realidades, muy humanas, que para los demás no existen.

Ya he dicho que Roberto es un hombre discreto; en este libro nos cuenta historias, posiblemente reales, aunque, por supuesto, oculte sus rasgos personales. Todos van ocupando las piezas de este libro, de este puzzle del que hablaremos en un instante.

No quiero olvidarme que ha sabido sufrir y luchar mucho en los años más duros de la anorexia y la bulimia, cuyos dramas fueron tormentas donde era muy difícil encontrar el desenlace. Y también nos ha sabido colocar delante de un toro y buscar nuestras respuestas, justificarlas. En “Sos…tengo miedo a tener miedo” (2009) nos adentramos en el pánico, la angustia, la crisis, la ansiedad…, volvíamos a encontrarnos con sus experiencias de investigación. Decía, esclarecedoramente, en su página 93 que, “la muerte está muy segura, porque es así y nada lo cambiará, de modo que te mereces esa vida que te da ventaja”. Es una de las claves para el lector, a medida que vamos descubriendo lo que somos y las facultades que podemos potenciar, entenderemos nuestra vida de otra forma.

Los libros de Roberto Aguado no son de “autoayuda”, todos muy respetables. Me quedo con sus conclusiones. Ha compartido trabajos con Javier Urra, Alejandra Vallejo-Nájera y varios reconocidos expertos de la profesión con los que han contrastado sus experiencias profesionales. “Más cerca del hogar” (2008) y “Secretos de consulta” (2009) son buena prueba de ello. Roberto Aguado está entre los más valorados, tanto por sus alumnos, como por quienes siguen sus investigaciones.

En 2013 llegó un libro rompedor, “Es emocionante saber emocionarse”, con ese juego de palabras, que tanto le gusta, para expresar conclusiones con mucho peso. Es un gran titular donde, con cuatro palabras, lo dice todo. Aquí llegamos al autodescubrimiento, a la empatía, a la Vinculación Emocional Consciente y tuvimos la primera cita con el Miedo, la Rabia, la Culpa, el Asco, la Tristeza, la Sorpresa y también con la C.A.S.A, la Curiosidad, la Admiración, la Seguridad y la Alegría, que ahora, en este nuevo libro, tienen un papel fundamental.

En “La emocion decide y la razón justifica” descubrimos la capacidad de un personaje, Escarabajo, para hacer felices a los demás desde su humor sincero. Nos acercamos a la complejidad de los elementos que integran nuestro cerebro, con toda su química, la dopamina que nos da el “chute” de felicidad y la serotonina que nos aporta la seguridad, la mezcla de la locura y el control.

Para adentrarnos en las facetas que destaca el autor, nos identificamos con personas que, en algunos casos, comparten elementos coincidentes y, en otros, forman parte de contextos muy distintos. Y vemos como hay mundos que, tras permanecer separados, se acaban juntando. Tenemos al veterano Ismael, que sabe muy bien lo que quiere y hacia donde va. Logra vincularse a Félix, el abandonado que vive sin rumbo, a quien en pocos días le hace cambiar su presente y futuro. O los dos enamorados, Pedro, el que se entrega siempre y es capaz de dejarlo todo por quien quiere, y Natalia, quien debe superar un pasado que ni siquiera conoce y donde aparecerá un personaje que se introduce en su vida para cambiarla. Descubriremos también la diferencia entre el momento mágico del amor, que aparece con dulzura, y el enamoramiento. Y frases como la de Gala “no hay nada que una tanto a dos personas como mirar algo juntas, mucho más que mirarse la una a la otra”, para saber caminar y crecer con la mejor compañía.

Conoceremos a Álvaro, un niño que, pese a sus dificultades, termina sonriendo; a Montse, Sonia y sus vidas, muy complicadas por circunstancias físicas y personales; a los profesionales del hospital, como la Doctora Gimeno y López, que se entregan, sufren y a quienes acaba exigiendo que nunca olviden que cada persona “es un ser único e irrepetible”. El libro avanza y no tienen más remedio que aparecer dos figuras importantes, Verónica y Rosario. Regresan, sienten y aparece una nueva vida. Hay un aprendizaje para “gestionar la emoción y hacernos dueños de nuestro destino, donde la emoción decide y la razón justifica”. Aprendemos que, lo menos esperado, nos termina emocionando. Y nos regala música, como paréntesis en el argumento. Dice Barry White: “tú eres lo primero, lo último y lo único”, un reconocimiento a la fidelidad (a veces podemos estar con otras personas que no están en nuestra vida, pero también podemos ser capaces de renunciar a las tentaciones si no merecen la pena). Frases que ponen en escena el Vínculo (“lo importante no es lo que dices, sino desde dónde lo dices y a quién llegas”), haciendo bueno aquello de que “en comunicación es más importante la emoción que la razón”, buena lección para todos los dirigentes políticos que siguen sin ver la realidad. Y también hay críticas a las subvenciones, a quienes viven del Estado del Bienestar sin merecimiento, que acaba siendo el mazo más duro para los verdaderos luchadores, como Roberto.

La Inteligencia Emocional, la que nos fascina desde finales del pasado siglo, tiene un importante referente en el Modelo V.E.C., junto al resto de emociones o conceptos nuevos, como la Poda Sináptica sobre nuestras neuronas, cómo actúan las mezclas químicas, nuestras emociones de reptil, mamífero, homo sapiens y su cerebro y cómo llegamos a la ya citada Inteligencia Emocional.

Resulta difícil magnificar o sacar una gran lección al margen del título, que es el gran mensaje. La felicidad se consigue cuando estás desconectado de las tragedias, pero la satisfacción es la que te da fuerzas en los momentos más duros. Resulta mucho más fácil entender que “la Felicidad es un sentimiento más, pero no puede ser la meta en la vida”. En realidad ¿sabemos tomar decisiones transcendentales para nuestra vida cuando somos felices?

El pasado nos ha podido marcar, pero hay que vivir el presente, “conocerte a ti mismo es conocer tu historia y diferenciar entre lo que ya pasó y lo que pasa hoy”, por eso debemos procurar “echar a la Culpa, porque cuando sale de un habitáculo toma emociones básicas para terminar en síndrome o enfermedad” y no es nada recomendable.

Son frases de Roberto Aguado que encontramos en este texto, con personajes e historias muy intensas. Relatos, pasión y drama. Crítica, juegos de palabras y conclusiones muy certeras, donde la emoción decide y la razón justifica, un gran titular. Roberto Aguado, además de ser un prestigioso psicólogo clínico, demuestra ser un muy buen escritor, además de gran comunicador. Antes de la obligada finalización de esta introducción, aprovecho para utilizar otra de sus frases, muy ilustrativa, referida a lo que a veces olvidamos en las relaciones diarias entre padres e hijos, parejas, amigos y que acaba siendo mucho más que un gesto y que nunca debemos olvidar: “Para empezar y terminar, un abrazo. Nos cuesta hacerlo, pero es fundamental”. Y ese sencillo y esencial mensaje: “aquellas personas con menos necesidades son habitualmente las más felices”.

 

Jesús Javier Rodríguez Gallardo

Periodista