© Cala Cervera.
© Ediciones Robinbook, s. 1., Barcelona
Diseño de cubierta: Regina Richling
Fotografías de interior: Veturian.
Ilustración de cubierta: iStockphoto
Compaginación: MC producción editorial.
ISBN: 978-84-9917-420-4
Digitalización: Vorpal. Servicios de Edición Digital
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Los ataques de pánico que sufrí desde mi infancia hasta casi cumplir los 28 años me hicieron visitar una larga lista de médicos, psiquiatras y psicólogos que, a pesar de intentarlo, no lograron ayudarme. Durante años puse en práctica el consejo más recomendado por todos ellos: enfrentarme al miedo. Según esta teoría, el demostrarme a mí misma que, a pesar de sufrir ataques de pánico, no me ocurría nada grave, me convencería de que no tenía sentido pasar miedo. Día tras día me enfrenté a él y comprobé que, efectivamente, era cierto que nunca me pasaba nada (más allá de los síntomas tan desagradables del ataque de pánico). Sin embargo, el miedo nunca desapareció. Así que mi vida se convirtió en un esfuerzo tremendo para llevar a cabo tareas tan fáciles como salir a cenar con amigos, ir de compras o al cine. Lo que para la mayoría de mis amigos y familiares era un placer, para mí significaba sudores fríos, náuseas, mareo, taquicardias, espasmos intestinales y, sobre todo, miedo.
Así pasaron los días, meses y años y mi vida se iba limitando cada vez más. Sólo me sentía, relativamente, tranquila en casa. Una mañana, harta de la monotonía de mis problemas y de mi vida, me propuse superar el problema fuera como fuera. No sabía cómo iba a hacerlo, pero creí que lo más oportuno, en principio, sería quitarme la etiqueta de agorafóbica y dejar de dirigirme a mí misma de esa manera. El segundo paso fue empezar a leer libros sobre salud, los cuáles me abrieron un mundo totalmente desconocido para mí. Hasta entonces habían caído en mis manos libros médicos que hablaban de enfermedades con síntomas muy parecidos a los míos. Sin embargo, conforme iba descubriendo nuevas enfermedades, mis síntomas iban a peor. No tardé en ser categorizada como hipocondríaca. Los primeros libros que leí, dedicados al estudio de la salud, fueron los de la autora Leslie Kenton. En ellos se hablaba de cómo potenciar, mantener o recuperar la salud desde un punto de vista bioquímico. Con estos libros aprendí la importancia de la alimentación, desintoxicación, nutrientes, ejercicio y otros aspectos absolutamente necesarios para sentirse bien. Poco a poco fui cambiando ciertos hábitos alimenticios y para mi gran sorpresa empecé a sentirme mejor. La curiosidad y el hecho de que lentamente me sentía más equilibrada y fuerte internamente me animaron a estudiar en el Institute for Optimum Nutrition (I.O.N.), en Londres. En los años que duraron los estudios aprendí sobre la bioquímica del cuerpo y cómo ésta, cuando se desequilibra, puede causar todo tipo de trastornos físicos y mentales, desde depresión, fobias e incluso esquizofrenia. En I.O.N. descubrí cuáles eran mis desequilibrios bioquímicos. Poco a poco fui tratándomelos con una nutrición óptima y el uso de nutrientes específicos, y lentamente fui resolviendo mis problemas de salud físicos y mentales. Hoy en día, la agorafobia y ataques de pánico son sólo un recuerdo cada vez más distante y borroso.
Cuando llegué a España en 1999, después de once años en Londres, me di cuenta de que la nutrición ortomolecular apenas se conocía en nuestro país. Actualmente, aún se confunde esta terapia con la dietética y nutrición, y, sin embargo, no tienen nada que ver, excepto que las dos usan la alimentación como base terapéutica. La nutrición ortomolecular trabaja a nivel celular. Se encarga de reequilibrar la bioquímica del organismo a través de la alimentación y de suplementos nutricionales específicos (vitaminas, minerales, ácidos grasos y aminoácidos). Por otro lado, esta terapia trabaja con total independencia de la rama médica, pudiendo evaluar desequilibrios y preparar tratamientos con plena autonomía. La filosofía básica de la nutrición ortomolecular es tratar a la persona y no la enfermedad, y, por lo tanto, sus tratamientos son totalmente personalizados.
Lo primero que hice al instalarme en Barcelona fue ofrecer varios artículos sobre nutrición ortomolecular a un par de revistas de salud, concretamente a CuerpoMente y Vital. A partir de esos primeros artículos empecé a publicar mensualmente con Vital. Mi colaboración duró un año y medio. Durante ese tiempo me dí cuenta del gran interés del público por esta terapia. Empecé a recibir llamadas de lectores pidiendo más información e interesados en probar la nutrición ortomolecular como terapia. A raíz de la publicación de esos artículos, me fueron invitando a dar conferencias sobre el tema en centros de salud, congresos... En el año 2000 la Universidad de Medicina de Santiago de Compostela me invitó a dar unos seminarios para un máster en medicina natural. La experiencia me encantó porque, además de tratar con gente estupenda, pude apreciar que algunos médicos y farmacéuticos también empezaban a mostrar interés por esta terapia. A partir de entonces he intentado dar a conocer al máximo la nutrición ortomolecular dando conferencias, entrevistas en medios de comunicación y publicando en más revistas de salud como Integral, Natura Medicatrix, Info-Inca y otras.
Durante estos años muchas personas me han pedido bibliografía para ampliar sus conocimientos, pero la realidad es que apenas existen libros en castellano sobre nutrición ortomolecular. Así que en el año 2000 decidí publicar mi primer libro Nutrición ortomolecular: Revoluciona tu salud con la medicina del siglo XXI. Tres años después, debido al gran interés que esta terapia está teniendo en general y debido también a las lagunas que la medicina alopática presenta respecto a la salud y alimentación y por las cuales muchas personas están optando por tratarse con terapias naturales, ha sido necesario hacer una segunda edición revisada y ampliada de aquel mismo libro.
En esta segunda edición he actualizado todos los tratamientos y he añadido información de última hora sobre temas tan polémicos respecto a alimentación como el consumo de carne, lácteos, azúcares, grasas y alimentos ecológicos; al igual que he actualizado temas tan candentes como, por ejemplo, la candidiasis.
Es importante que tengas en cuenta que, a pesar de que la nutrición ortomolecular es una terapia que ante todo respeta la individualidad bioquímica de la persona, en un libro es imposible individualizar. Así pues, los tratamientos que propongo en este libro son generales, aunque no por ello, menos eficaces. Estos tratamientos se basan siempre en el uso de un multinutriente general como base, al que le añado los nutrientes específicos que en consulta he observado suelen ser necesarios para los determinados desequilibrios que trato en este libro. En cada tratamiento recomiendo y especifico el nombre de los suplementos que, personalmente, utilizo en consulta y los cuales me han dado muy buenos resultados. Por supuesto, seguramente existen otros suplementos de excelente calidad en el mercado que aunque no menciono en este libro o no utilizo en mi consulta, probablemente puedan cumplir la misma función terapéutica. Al final del libro, en «Fuentes de Información», especifico las marcas a las que pertenecen los suplementos que recomiendo. La decisión de hacerlo se basa en que no todos ni cualquier suplemento nutricional es válido a la hora de hacer un tratamiento. Las dosis, la combinación de nutrientes y la calidad del producto (entre otros factores) son de vital importancia para el éxito del tratamiento.
Creo importante mencionar que, a pesar de nombrar marcas, no recibo comisiones, ni ningún tipo de beneficio por parte de las compañías que fabrican dichos productos. Si los menciono es porque sinceramente creo que son los mejores productos que he encontrado hasta ahora, y los que mejor resultado me han dado en los tratamientos de mis pacientes, y por ello, estoy encantada de compartir mi experiencia con cualquier persona que desee tomar una postura activa respecto a su salud.
No hay que olvidar nunca que los suplementos nutricionales jamás podrán sustituir a una buena alimentación. La sinergia de nutrientes de cada uno de los alimentos que ingerimos, sus enzimas, color, forma, textura y energía no se pueden imitar en un laboratorio. Así pues, mi consejo es que, ante todo, sigas una dieta sana y si deseas potenciar tu salud, la apoyes con suplementos nutricionales.
Ojalá disfrutes de la lectura de este libro y te sirva para mejorar tu salud.
CALA H. CERVERA
Nutrición ortomolecular: la medicina del siglo XXI
Suplementos nutricionales
Recupera tu salud gota a gota: Los misterios del agua
Fobia a las grasas
Este libro es el fruto de los años de lucha contra mi agorafobia y ataques de pánico. Gracias a ellos conocí la nutrición ortomolecular.
El contenido de este libro es puramente informativo. No debe interpretarse como sustitución al tratamiento de un terapeuta o médico. La autora queda exenta de responsabilidades ante cualquier problema de salud que pueda derivarse de la aplicación de los consejos recomendados en este libro.
Otro aspecto muy importante de la nutrición ortomolecular, aparte de la dieta, es el de los suplementos nutricionales, basados principalmen te en vitaminas, minerales, aminoácidos y ácidos grasos esenciales. Este punto es muy polémico, ya que hay gente que opina que con una dieta equilibrada no hace falta tomar suplementos nutricionales. Para empezar, no existe la dieta equilibrada, puesto que no tenemos control sobre las cantidades de nutrientes que contienen los alimentos que ingerimos. Hoy en día, estamos sobrealimentados pero desnutridos, y aunque tengamos mucho cuidado con lo que comemos y cómo lo comemos, la mayoría de los alimentos que ingerimos no nos aportan los nutrientes que requerimos para estar bioquímicamente equilibrados. Esto es debido, por ejemplo, a una desmineralización de los terrenos y/o al tiempo que le toma al producto, una vez recolectado, llegar a las tiendas.
Por otro lado, necesitamos tomar suplementos nutricionales para protegernos de los antinutrientes a los que estamos expuestos y que no podemos evitar completamente, como son la contaminación, pesticidas, conservantes y otras sustancias que nos roban nutrientes del cuerpo. Y no olvidemos las necesidades bioquímicas de cada individuo, porque no todo el mundo «desgasta» el cuerpo de la misma manera, ni tiene las mismas necesidades nutricionales. Por todos estos motivos, es muy importante acompañar la dieta con unos suplementos, con la idea de proporcionarle al organismo una cantidad óptima de nutrientes.
Otro aspecto polémico es el de las dosis de los nutrientes que debemos tomar. La nutrición ortomolecular suele recomendar cantidades mucho más altas que las recomendadas habitualmente, basadas en la «Cantidad Diaria Recomendada». A principios de los años cuarenta, debido a la II Guerra Mundial y a la escasez de alimentos, se hizo un estudio de cuáles eran las necesidades nutricionales básicas del individuo para no desarrollar enfermedades como el escorbuto (deficiencia de vitamina C), pelagra (deficiencia de vitamina B3) y beriberi (deficiencia de vitamina B1). Estas dosis pasaron a llamarse «Cantidad Diaria Recomendada».
Hoy en día, en los países de Occidente, estas cantidades nos sirven de poco. Es difícil en la época en la que vivimos, con tanta abundancia de alimentos, no cubrir las necesidades básicas nutricionales para prevenir ciertas enfermedades. Sin embargo, hay que recordar que el objetivo de la nutrición ortomolecular se basa no solamente en prevenirlas, sino en obtener una salud óptima. Para esto sí es necesario proporcionarle al cuerpo unas dosis altas de nutrientes que potencien la salud de cada individuo.
El peligro de toxicidad tomando suplementos nutricionales es muy reducido. Sin embargo, ciertas vitaminas como la A y D deben tomarse con cuidado ya que pueden acumularse en el organismo. Por otro lado, la ingesta de dosis altas y sin control de ciertos nutrientes puede causar desequilibrio de otros nutrientes. Por ejemplo, un exceso de vitamina B2 puede provocar una deficiencia de vitamina B2; el exceso de cobre puede afectar negativamente los niveles de cinc en el organismo. Esto nosignifica que no se puedan usar dosis altas de nutrientes específicos, sin embargo, es recomendable hacerlo bajo la supervisión de un experto en el tema.
Un exceso de esta vitamina, posiblemente más de 100.000 u.i. durante una temporada de más de 6 meses, puede causar efectos secundarios como vómitos, falta de apetito, y enrojecimiento de la piel, entre otros. Una vez que se discontinua la ingesta de la vitamina, los síntomas desaparecen. Por el contrario, durante el embarazo se recomienda no tomar más de 7.500 u.i. diarios.
Esta vitamina, se transforma en vitamina A solamente cuando el organismo la necesita, por lo tanto, no se considera tóxica. El único efecto secundario que puede ocurrir debido a su exceso, es que la piel se vuelva amarilla o anaranjada.
Todas estas vitaminas (que incluyen la vitamina B1, B2, B3, B5, B6, B12, biotina, ácido fólico, colina e inositol), no presentan toxicidad, por lo general. Esto es debido, a que son solubles en agua y los excesos son eliminados del cuerpo a través de la orina. Sin embargo, la niacina o B3 en dosis superiores a 75 mg puede causar un efecto ruborizante que, aunque no es síntoma de intoxicación, sino signo de liberación de histamina, puede resultar desagradable para algunas personas. En los casos en que se requieran dosis altas de este nutriente, es importante comprar un producto que especifique en la etiqueta «efecto no ruborizante». Lo mejor es tomar esta vitamina después de las comidas.
Es recomendable siempre que se deba tomar una vitamina B en concreto, acompañarla de un complejo multinutriente o complejo de las B, que las contenga todas, para así, evitar posibles desequilibrios.
Al igual que las vitaminas B, la vitamina C es soluble en agua, por lo que no presenta efectos tóxicos en dosis altas. Hay una gran polémica sobre esta vitamina, ya que se dice que puede causar piedras de riñón. Sin embargo, se ha demostrado que esto no es cierto. El único síntoma que se puede presentar con una ingesta excesiva de esta vitamina es un efecto laxante. Una vez que se reduce la dosis, desaparece el síntoma.
Posiblemente ésta sea la vitamina más tóxica. Un exceso puede producir calcificación de los tejidos blandos, ya que ayuda en la absorción del calcio. Sin embargo, la toxicidad aparece con dosis superiores a 10.000 u.i.
Aunque no está demostrado su efecto tóxico, a pesar de haberse usado en experimentos niveles muy altos de esta vitamina (3.000 u.i. e incluso hasta 55.000 u.i.), es importante no abusar de ella cuando, por otro lado, se están tomando anticoagulantes, ya que puede potenciar sus efectos. Tampoco se recomienda tomar dosis altas para personas que sufren de fiebre reumática. Por otro lado, nunca se debe comenzar a usarla en dosis por encima de 400 u.i. cuando la persona sufre de hipertensión. En estos casos se aconseja empezar lentamente con 100 u.i. e ir subiendo la dosis cada 2 o 3 semanas hasta conseguir alcanzar la dosis deseada, y siempre controlando la presión arterial.
Los trastornos de riñón o de la paratiroides, o un exceso de vitamina D, pueden aumentar considerablemente los niveles de calcio en el organismo. Las personas que toman productos lácteos, altos en calcio, pueden sufrir con mucha facilidad de hipertensión, osteoporosis, calcificaciones en los tejidos blandos, arterosclerosis, quistes, etc, debido a que el calcio de estos productos es de difícil asimilación, por lo que no se absorbe bien en los huesos y, por el contrario, queda depositado en forma de «calcificaciones» en distintas partes del organismo.
En los últimos años han aparecido diversos estudios y publicaciones que hablan de que, en contraste con lo que hasta ahora se decía, el cobre puede acumularse fácilmente en el organismo. Un libro excelente al respecto es el de la autora Ann Louise Gittleman, titulado Why am I always tired?. En él se explica con mucha sencillez y claridad lo fácil que es acumular cobre en el organismo, y lo poco en cuenta que se tiene este desequilibrio entre médicos y terapeutas a la hora de diagnosticar. Por ejemplo, factores como el uso de agua del grifo; el consumo excesivo de productos de soja, cereales y frutos secos; el vegetarianismo; el uso de la píldora anticonceptiva o el DIU; las deficiencias de cinc, hierro, manganeso y cromo... pueden aumentar los niveles de cobre en el organismo, causando síntomas como cansancio crónico, dolores musculares, problemas de piel, hiperactividad mental, ansiedad, insomnio, ataques de pánico y un largo etcétera.
Es, posiblemente, uno de los minerales más seguros en cuanto a toxicidad se refiere. El único efecto que puede producir, y sólo en casos esporádicos, es que si se toma a partir de media tarde puede causar sueños muy vividos y necesidad de dormir menos horas.
Este mineral en dosis altas puede dar lugar a hemosiderosis, una acumulación de hierro en los tejidos. Por otro lado, un nivel alto de este mineral puede causar un aumento de problemas cardiovasculares, al liberar en la sangre radicales libres que pueden dañar el colesterol o las paredes de las arterias. Este mineral es antagonista del cinc, por lo que se recomienda, en los casos en que sea necesario tomar hierro, asegurarse de que la persona dispone de un buen nivel de cinc, o en caso contrario, suplementar también este mineral.
A pesar de ser un mineral muy seguro, es recomendable que las personas con problemas de riñón o con alguna enfermedad de corazón no lo tomen, a no ser que lo hagan bajo la supervisión de un terapeuta.
Hasta ahora no se ha dado ningún caso de toxicidad en el hombre.
Las dosis por encima de 900 mcg, durante un tiempo prolongado, pueden producir síntomas como depresión, nerviosismo, inestabilidad emocional, náusea, vómitos, olor corporal a ajo, caída del cabello y de las uñas.
Las dosis por encima de 150 mg al día pueden causar deficiencia de selenio, ya que el cinc es antagonista de este mineral. Con estas dosis también se ha observado un descenso del nivel de colesterol HDL, y depresión del sistema inmunitario. Es muy raro, sin embargo, que se manifieste una toxicidad aguda, ya que la ingesta de cinc en grandes dosis causa el vómito. Si se toma este mineral con el estómago vacío, sobre todo por la mañana, aunque sea en dosis bajas, puede resultar en trastornos gastrointestinales y náuseas.
A pesar de que ya hemos visto que la mayoría de los nutrientes no presentan problemas de toxicidad, especialmente si se toman las dosis óptimas recomendadas, es importante tener en cuenta algunas recomendaciones:
Al igual que no se puede estandarizar una dieta, tampoco podemos hablar en términos generales de un programa de suplementos nutricionales ideal para cada individuo. Sin embargo, sí podemos hablar de unas vitaminas y minerales básicos que nos pueden ayudar a sentirnos mejor, aunque no hay que olvidar la individualidad bioquímica si se quieren conseguir resultados terapéuticos óptimos. Desde luego, no es necesario tomar individualmente cada una de las vitaminas y minerales descritos anteriormente, ya que hoy día existen complejos nutricionales fabulosos que facilitan la labor de tomar muchas pastillas. Así pues, un plan sencillo de suplementos sería:
Ver «Fuentes de Información» al final del libro, para mayor información sobre los suplementos.
Hay personas que sienten rechazo por los suplementos nutricionales, ya que piensan que al estar tomando un producto hecho en un laboratorio, están tomando algo sintético. Sin embargo, no hay que confundir lo sintético con lo sintetizado. O sea, un suplemento nutricional puede ser sintetizado o fabricado en un laboratorio, y, aún así, provenir de una fuente natural.
Existen muchas marcas en el mercado y la elección puede resultar confusa, pero los siguientes pasos te ayudarán a seleccionar un buen producto:
Toma los suplementos regularmente y a diario. Observarás que la orina se vuelve de color amarillo chillón. Esto es reflejo de la excreción de restos de la vitamina B2, y significa que estás absorbiendo bien los nutrientes. Si al hacer cambios en tu alimentación y tomar nutrientes experimentas cansancio, irritabilidad, dolor de cabeza, apatía, escalofríos, síntomas de gripe, o alguno de tus síntomas ya presentes, pero un poco más agravados, no te preocupes porque es parte del proceso de mejoría. En muchas ocasiones, al principio del tratamiento, hay personas que se sienten peor durante, aproximadamente, una semana (depende del organismo). No pienses que el tratamiento te está perjudicando. En general, estos síntomas no son más que una desintoxicación y un reajuste del cuerpo al tratamiento. Hay personas que en verano dejan de tomar suplementos nutricionales porque han oído o leído o sus médicos les han dicho que en épocas de calor no se deben tomar vitaminas. Esto no es así. El organismo necesita nutrientes durante cada día del año, y sobre todo, si la persona está combatiendo alguna enfermedad, desequilibrio o sufre de síntomas crónicos. Esta teoría equivaldría a decir que en verano es aconsejable no comer, para no ingerir nutrientes, porque éstos no son recomendables en esta época del año.
Si al comenzar a tomar suplementos nutricionales experimentas ansiedad o molestias estomacales, lo mejor es que dejes de tomarlos durante un par de días, y luego empieces de nuevo a introducirlos uno por uno, con un par de días de diferencia entre cada uno. A veces, es sólo cuestión de acostumbrarse a ellos.
El agua es la sustancia inorgánica más importante y abundante de todos los sistemas de vida. Es, sin duda, la sustancia más abundante de nuestro cuerpo. Compone casi todo el volumen de las células y fluídos del cuerpo. Para entender la importancia que el agua cumple en nuestro organismo, es imprescindible entender sus funciones.
Mucha gente hoy en día no bebe suficiente agua. Algunos de los pacientes que veo día a día en mi consulta, me comentan que nunca sienten sed y que por este motivo, nunca beben agua, o que para hacer más agradable la ingesta de líquido consumen refrescos o alguna bebida alcohólica. Sin embargo, mientras el fluído ingerido a diario puede parecer suficiente, si parte de éste proviene de café, té, refrescos o bebidas alcohólicas, corremos el riesgo de estar deshidratados, ya que los efectos diuréticos y desmineralizantes de estas sustancias le roban al organismo más agua (y minerales) de las que, por otro lado, le suministran. Igual ocurre si la persona toma diuréticos, ya sea en forma de fármacos o a través de métodos más naturales, con el objetivo de perder peso o reducir la presión sanguínea.
Nuestro organismo no dispone de una reserva de abastecimiento de agua, y por este motivo es importante beber agua regularmente. Cuando ignoramos esta norma, aparece la deshidratación. La primera respuesta del cuerpo ante ésta es limitar la pérdida de agua del organismo, de esta manera la producción de orina y sudor decrece. El siguiente recurso, el más lógico de que dispone el cuerpo para conseguir agua es absorberla de cualquier parte del organismo que disponga de ella, por ejemplo, del colon. Cuando esto ocurre, las heces se vuelven más secas y aparece el estreñimiento. Pero esto no es lo peor, el agua del colon está llena de toxinas, así pues, su absorción es sinónimo de toxicidad. Ésta a su vez, pone presión en el hígado, el cual tiene que enfrentarse a la ardua tarea de filtrar grandes cantidades de toxinas. Ante esta situación el hígado tiene menos capacidad de realizar sus otras funciones, como guardar y liberar glucógeno para mantener unos niveles estables de glucosa en la sangre, o la metabolización de grasas, las cuáles cuando no se queman adecuadamente quedan acumuladas en los tejidos.
Los efectos de la deshidratación, aparecen mucho antes de que notemos los primeros síntomas de sed o de tener la boca seca. Cuando sentimos estos síntomas, ya es demasiado tarde, estamos deshidratados.
Este test lo aprendí en el Institute for Optimum Nutrition y se puede hacer en cualquier momento para saber si estás deshidratado/a:
Mantén el brazo caído y relajado durante unos segundos. Observa cómo se hinchan las venas de la mano. Ahora, ve subiendo el brazo poco a poco enfrente tuyo y no pierdas de vista el dorso de la mano. Si al llegar a la altura de los ojos, las venas siguen hinchadas es que estás deshidrato/a. Si, por el contrario, las venas van desapareciendo a medida que subes la mano, tu nivel de hidratación es bueno.