Si este libro le ha interesado y desea que lo mantengamos informado de nuestras publicaciones, puede escribirnos a comunicacion@editorialsirio.com o bien regristrase en nuestra página web:
www.editorialsirio.com
El objetivo de este libro es proporcionar información precisa y seria sobre el tema del que trata. Ni el autor ni la editorial se responsabilizan del uso que se pueda hacer de la información contenida en el mismo ni ofrecen servicios profesionales de carácter psicológico, financiero, legal o de otro tipo. Si el lector necesita ayuda o consejo experto, debería buscar los servicios de un profesional competente.
Diseño de portada: Editorial Sirio S.A.
Composición ePub por Editorial Sirio S.A.
© de la edición original
2016, Emilio Carrillo
© de la presente edición
EDITORIAL SIRIO, S.A.
www.editorialsirio.com
E-Mail: sirio@editorialsirio.com
I.S.B.N.:978-84-16579-952
«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra».
Permíteme que arranque estas páginas con una pregunta muy directa: ¿llevas el mando consciente de tu vida?
Ya sé que es una manera poco convencional y hasta quizá inapropiada de iniciar un libro. Sin embargo, no me negarás que se trata de una cuestión trascendente e importante... ¡sobre todo para ti! Entonces, dime, ¿sí o no?:
Comprendería perfectamente que, tras leer lo precedente, te sintieras un tanto incómodo y prefirieras acudir al viejo truco de responderme con una pregunta: «¿Qué es lo que quieres decir exactamente, Emilio, cuando utilizas los términos consciente o inconsciencia?».
Obviamente, ambos giran en torno al vocablo consciencia. Y esta, a su vez, como tendrás ocasión de constatar al pasearte por este texto, se halla muy unida a la expresión estado de consciencia. Pero vayamos por partes; hablemos de la consciencia primero, y del estado de consciencia después.
La palabra consciencia deriva del latín conscientia y, acudiendo al Diccionario de la lengua española de la RAE, tiene dos significados primarios:
Por tanto, ser consciente o tomar consciencia conlleva dos capacidades estrechamente interconectadas: la de reconocer la realidad que hay a tu alrededor y la de conocerte a ti mismo. No está nada mal para empezar, si bien en este libro encontrarás que la consciencia tiene un alcance aún más relevante.
En cuanto al estado de consciencia, está intrínsecamente ligado a estas dos capacidades y puede ser explicado como la percepción que uno tiene de sí mismo y de los demás, de su vida y las de los otros, del mundo y lo que en él sucede, de la muerte, de la divinidad... Es, en definitiva, la visión de las cosas con la que andas por la vida. ¿De qué depende? De cómo ves la realidad que te rodea y de cómo te ves a ti mismo, es decir, de tu consciencia. Eso sí, esta visión es distinta para cada ser humano, pues cada cual tiene la suya, e incluso para una misma persona no siempre es igual, porque va evolucionando como consecuencia de las experiencias que vive y, sobre todo, de cómo las vive. Por todo esto (por estar unida a la consciencia, por ser diferente para cada uno y por ir variando de la mano de las experiencias) denomino estado de consciencia a esta visión que cada uno tiene de la realidad.
Por tanto, aunque la consciencia es algo objetivo en cuanto a su conceptualización (es la doble capacidad a la que he hecho mención), se plasma de modo íntimo en cada persona y en cada momento de su vida a través de las experiencias que vivencia. Esta plasmación constituye el estado de consciencia de la persona, que está siempre en evolución (más lenta o más rápida, según los casos).
En los términos reseñados, la evolución del estado de consciencia es individual. Ahora bien, cuando alguien abre nuevas puertas conscienciales para sí mismo, esto repercute en el estado de consciencia de la humanidad, que viene a ser algo así como la suma de los estados de consciencia de cada uno de sus integrantes. Algunos científicos lo han llamado campo mórfico o morfogenético y han explicado que la evolución del estado de consciencia global, impulsado por el de cada individuo, retroalimenta, igualmente, el de todos y cada uno de los miembros de la especie. Desde esta perspectiva, cabe afirmar que la evolución del estado de consciencia, siendo personal, también es colectiva; y que la colectiva influye en la individual.
Ahora bien, ¿en qué consiste tal evolución? Expresado coloquialmente: ¿de dónde viene y hacia dónde va?
En cuanto a lo primero, cada ser humano, en particular, y la humanidad, en general, tuvieron en su origen una consciencia prehomínida, desde la que, por las experiencias vividas a lo largo de milenios, se progresó a otra mágica, luego mítica y, finalmente, mental y racional. El resultado de este discurrir ha sido el nacimiento y la consolidación del «yo» y la percepción de uno mismo y de los demás como individuos, como sujetos. De este modo, se ha ido forjando y plasmando en la humanidad una consciencia asociada a ese yo, la consciencia egoica. ¿Cuáles son sus características? Retomando lo indicado por la Real Academia Española y aplicándolo a esta consciencia egoica, sus principales señas de identidad son dos:
Sobre estos dos pilares se han construido las pautas civilizadoras de las que proceden la forma de vida de cada persona y el modelo de sociedad imperante en la humanidad, es decir, el sistema socioeconómico en sentido amplio; las instituciones y su gestión política; los paradigmas y sistemas de creencias; las normas morales y las escalas de valores; el estilo de vida y los hábitos, conductas y comportamientos colectivos e individuales; la ciencia y el enfoque y utilización de los avances tecnológicos; las ideologías, credos y religiones, etc. En todo ello se halla subyacente la citada consciencia egoica y todo ello es, a su vez, manifestación y expresión de esa consciencia.
Sin duda, el yo (autopercepción como sujeto; identificación con el yo físico, mental y emocional; asociación a una personalidad forjada desde la experiencia de individualidad, y gestación de una consciencia egoica como lógica consecuencia de lo anterior) constituye un éxito de la evolución. Pero, a su vez, llegado un punto concreto del proceso evolutivo (precisamente el punto histórico en el que la humanidad y cada ser humano se encuentran hoy), supone un obstáculo para que la evolución continúe su avance. El yo es un obstáculo hasta el extremo de que ha puesto en serio peligro la propia supervivencia del género humano y del hábitat ecológico que la hace factible. Esta es la tesitura consciencial, nunca mejor dicho, en que actualmente se halla el género humano y, por tanto, tú mismo: la consciencia que ha servido para llegar adonde se está ya no resulta útil para seguir adelante y provoca tanto la ralentización evolutiva como el riesgo de que se venga abajo todo lo edificado.
Esto responde la pregunta antes abierta con relación a la evolución y su dirección: se encamina hacia la ampliación o expansión de la consciencia más allá de las fronteras de la consciencia egoica.
¿Qué implica y comporta esta expansión consciencial? Fundamentalmente, dos cosas:
Muchos piensan todavía que la identificación con el yo físico, mental y emocional y la consciencia egoica constituyen la única vía para saber y comprender. Sin embargo, esto es tan ridículo como lo era la creencia de que la Tierra era el centro del universo (no hace tanto tiempo de esto: la sentencia condenatoria contra Galileo Galilei por refutar el geocentrismo data de 1633, no han transcurrido ni cuatrocientos años; y la interdicción formulada por la Inquisición contra el sistema copernicano heliocéntrico no se levantó hasta 1812). Con esta concepción, la humanidad se ha instalado en un gran egocentrismo, que es la causa de los problemas, los conflictos y el sufrimiento que sientes en tu vida, en los demás y en el mundo.
Para salir de esta limitación, es el momento de dar un paso en el proceso evolutivo y adentrarse en otro estado de consciencia desde el discernimiento de que la auténtica y genuina existencia del ser humano no es la consciencia egoica del yo, sino la consciencia del Ser, que es algo que no nace y no muere. Una consciencia que, como se desarrolla en los capítulos que siguen, cuenta con dos esferas inseparables: la consciencia de lo que se es y la consciencia de lo que es. Esto abre las puertas a una nueva visión que se relaciona con lo transpersonal y que, sin rechazar a la diversidad ni renunciar a ella, sino todo lo contrario, percibe la Unicidad en la constatación de que somos uno con todo.
Esto no es algo teórico, ni mucho menos teológico, sino eminentemente práctico, y tiene rotundas e importantísimas repercusiones en la vida de cada individuo y en el devenir colectivo y social. De hecho, enlazando con lo expuesto al comienzo de la presente Introducción, solo por medio de esta expansión de la consciencia podrás tomar y llevar el mando consciente de tu vida.
Desde la tranquilidad de haberme desidentificado del yo físico, mental y emocional y estando libre, por tanto, de la falsa modestia, que es una de las manifestaciones del ego, puedo decirte que el texto que tienes en tus manos es fruto precisamente de dicha expansión consciencial. Y sin ánimo de convencer a nadie de nada, ni de sustituir unos sistemas de creencias por otros, este libro muestra en detalle (para los que en su libre albedrío estén interesados) las características del estado de consciencia que surge de la evolución descrita y sus plasmaciones prácticas. Dichas plasmaciones se hacen efectivas en la vida cotidiana de cada cual y en la configuración de la sociedad en sus distintos aspectos y vertientes.
Concretamente, la estructura básica del libro puede sintetizarse así:
1
NO ESTAMOS ANTE UNA CRISIS, SINO ANTE
UNA MUTACIÓN DEL SISTEMA SOCIOECONÓMICO
El sistema socioeconómico vigente, comúnmente llamado capitalismo, cuenta, desde su aparición en el siglo xvi, con siete señas de identidad fundamentales:
Sobre estos siete pilares, el sistema ha crecido y se ha desarrollado en tres grandes fases, la última de las cuales corresponde a su mutación actual, mal llamada crisis.
Fase 1 |
Origen y primera evolución: siglos XVI a XVIII |
|
1 |
Característica básica |
Mercantilismo: creación y ampliación de mercados (regionales, nacionales) |
2 |
Eje sectorial |
Comercio |
3 |
Agente hegemónico |
Comerciante (mercader) |
4 |
Geoestrategia expansiva |
Conformación de mercados regionales y nacionales |
5 |
Perfil institucional |
Instituciones predemocráticas |
6 |
Referente territorial |
Europa |
7 |
Arquetipo simbólico |
Roedor: ardilla, ratón... |
Fase 2 |
Durante y tras la Revolución Industrial: siglos XIX y XX |
|
1 |
Característica básica |
Productivismo: maximización de la producción y la productividad |
2 |
Eje sectorial |
Industria |
3 |
Agente hegemónico |
Empresa |
4 |
Geoestrategia expansiva |
Colonialismo y configuración de mercados internacionales |
5 |
Perfil institucional |
Instituciones democráticas |
6 |
Referente territorial |
Europa y Estados Unidos |
7 |
Arquetipo simbólico |
Gran felino: león, tigre... |
En esta tercera fase, la geoestrategia expansiva abarca el mundo entero. La conformación de mercados planetarios va unida a la globalización. Debido a ello, se está produciendo en este momento un cambio en las instituciones; se están promoviendo unas instituciones posdemocráticas. La idea de la representación democrática y de que los gobiernos mandan se ha caído como un castillo de naipes, por más que haya gente que siga aferrada a esta antigua idea. Hoy, los gobiernos y partidos de cualquier color están bajo el mando directo del mercado financiero y la banca internacional; y quienes, por las razones que sean, no quieren obedecer sus dictados, son castigados. Lo ocurrido en 2015 en Grecia es un claro exponente de cómo funciona el sistema. Difícilmente llega a configurarse un gobierno que quiera hacer algo distinto de lo que dice el sistema, pero si por casualidad llega a configurarse, se le castiga de una forma tremenda: se le van cortando las salidas, de modo que tiene que efectuar recortes y ajustes especialmente duros, con lo cual se va viendo obligado a regresar a los derroteros que el sistema impone.
Más fuertes que los estados-nación, tenemos unos organismos internacionales que no deben rendir cuentas ante nadie (como la Comisión Europea, el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el G20) y que van tomando decisiones sin que los ciudadanos tengan ninguna capacidad de incidencia. Los ciudadanos no podemos hacer otra cosa que aceptar sus decisiones, y nuestros gobiernos, que se afanan en aparentar que aún hacen algo, no pueden hacer absolutamente nada, porque están plegados a ese sistema (muchas veces están puestos por el sistema mismo). Esas organizaciones supranacionales tienen un contenido puramente económico; están vacías desde una perspectiva política (democrática) y social.
En cuanto a la representación territorial, Europa desaparece del escenario. Hoy día, Estados Unidos y Extremo Oriente (China, Japón...) constituyen el eje clave. Europa ha quedado fuera de juego sobre todo porque durante unas décadas alentó un formato que el sistema dominante quiere fulminar cuanto antes: el estado del bienestar. El estado del bienestar fue un invento del sistema, temporal, destinado a detener la influencia de los regímenes llamados comunistas en Europa occidental; pero una vez que estos regímenes se han diluido, el estado del bienestar es una amenaza para el sistema. Europa está en declive y seguirá estándolo.
El nuevo arquetipo con el que representar el sistema en esta fase es un gran reptil (un cocodrilo). El cocodrilo mata siempre, tanto si ha comido como si no: si se acerca una cebra al río en que está, la ataca. No puede evitarlo; es insaciable. El cocodrilo es voraz, y esta es la característica fundamental del sistema actual.
Fase 3 |
Mutación actual, durante y tras |
|
1 |
Característica básica |
Especulación global y cortoplacista: mayor beneficio posible a toda costa y en el menor tiempo posible |
2 |
Eje sectorial |
Financiero |
3 |
Agente hegemónico |
Banca |
4 |
Geoestrategia expansiva |
Conformación de mercados planetarios |
5 |
Perfil institucional |
Instituciones posdemocráticas |
6 |
Referente territorial |
Estados Unidos y Extremo Oriente |
7 |
Arquetipo simbólico |
Reptil: cocodrilo, lagarto... |
La configuración y plasmación de la tercera y última fase de las descritas es lo que explica el contenido y alcance de la llamada crisis de la economía actual: en realidad no se trata de una crisis, sino de una profunda mutación del sistema socioeconómico. Vamos a explicarlo.
Se habla sin parar de crisis. Los análisis al respecto se suceden y multiplican, en un intento de explicar y valorar lo que está aconteciendo. Mientras, una nueva y cruda realidad se va imponiendo con celeridad por la vía de los hechos. Ante ella, mucha gente se muestra desconcertada, con miedo ante el presente y el futuro y sumida en un pesimismo y escepticismo crecientes. La economía real se doblega ante la monetaria: se precariza el empleo, se deterioran y envilecen las condiciones laborales y los empresarios constatan con estupor cómo el devenir de sus empresas ya no depende de su trabajo o inteligencia, ni de la marcha de su sector de actividad, ni de la bondad de su producto o servicio y de su estrategia empresarial, sino que ha quedado a merced de los criterios y prioridades de los que manejan el grifo de la financiación bancaria.
En paralelo, las instituciones se muestran incapaces de reaccionar y su credibilidad se diluye con inusitada rapidez. Los gobiernos, da igual su color político, transforman en razones de Estado las razones del mercado financiero y se pliegan a este con cinismo y descaro. Y el estado del bienestar, forjado con tesón en Europa durante el siglo xx, sufre un intenso seísmo que quiebra sus cimientos... Los ciudadanos tenemos cada vez más claro que los gobiernos no mandan, sino que simulan que mandan. Se han convertido en los títeres de alguien, de algo que no sabemos muy bien qué es.
Observa lo sospechoso que es esto. El Banco Central Europeo (BCE) –institución oficial de la Unión Europea–, cuando crea euros, no se los puede prestar a los estados, a causa de su reglamento interno, que está elaborado y promovido por la banca internacional. Cuando un gobierno europeo necesita euros, el BCE se lo da a la banca privada, al 1% de interés, y esta se lo presta al gobierno al tipo que quiere (el 4, el 5, el 6%...), lo cual es un auténtico disparate. ¿De qué depende este tipo de interés? De la prima de riesgo que decide la propia banca. Es decir, ella decide si un gobierno es solvente o no. Si ese gobierno hace lo que la banca estima oportuno, la prima de riesgo disminuye, y el tipo de interés es más bajo, pero si ese gobierno quiere actuar de forma distinta, le imponen un interés mayor, con lo cual la deuda se incrementa.
Antes, las cosas no funcionaban de esta manera. Por ejemplo, en España, el Banco de España creaba las pesetas y cuando el Estado necesitaba dinero, se lo pedía a dicho banco, el cual le imponía unas condiciones de devolución al 0% de interés. Eran los denominados anticipos del Tesoro, lo cual le daba al gobierno una excelente capacidad de acción, en tanto que su deuda no se incrementaba a causa del tipo de interés. En contraste con esto, la forma de proceder actual constituye un ejemplo de los resortes que ha puesto en marcha el sistema para controlar y dominar los estados.
¿Qué está sucediendo? Que no estamos ante una crisis, sino ante una mutación: la transfiguración del sistema socioeconómico en un entramado de especulación global y cortoplacista y la conversión de ciudadanos, empresas y estados en una nueva raza de esclavos... La noción de crisis va ligada a lo fortuito de su aparición y a que, pasado un tiempo, la situación vuelva a ser como antes. Pero lo que estamos viviendo ahora no es una crisis, sino una mutación. Porque no es fortuita, sino que deriva de la evolución e imposición de la «lógica» del sistema vigente; además, en su esencia subyace precisamente el objetivo de que la situación nunca vuelva a ser como antes...
Sólo en la comprensión de que el sistema ha mutado puede entenderse el porqué y el calado de hechos como estos:
13 BILLONES DE EUROS DE FONDOS PÚBLICOS DESVIADOS A LA BANCA PRIVADA
Los principales directivos de los más importantes bancos centrales del planeta (los que emiten el dinero y deberían controlar los flujos y comportamientos financieros) celebraron un encuentro en Suiza el 9 de noviembre de 2009. Al finalizar la reunión, el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, fue el encargado de actuar como portavoz y difundir una información que no tiene desperdicio: el dinero público que los países que conforman el G20 (las veinte naciones con mayor potencia económica del planeta) destinaron a ayudar a la banca privada en el período 2007-2009 se elevó a 10 billones de euros (el 60% de esa cifra, 6 billones de euros, correspondieron a estados de la Unión Europea), montante equivalente al 17% del PIB mundial. Dicho monto incluye subvenciones, ayudas diversas, compra de activos de mala calidad, garantía de las emisiones de la deuda privada, entrada en el capital de entidades bancarias (nacionalizándolas durante un «rato» para devolverlas después a manos privadas), etc.
Casi coincidiendo en el calendario con la indicada reunión de bancos centrales, la FAO (la agencia de la ONU para la alimentación) celebró en Roma la Cumbre Mundial sobre Seguridad Alimentaria. Con los datos analizados durante esta cumbre se llega a la conclusión de que el dinero público canalizado a la banca privada multiplica por ciento ochenta y cinco los fondos anuales precisos (54.000 millones de euros) para acabar totalmente con la hambruna en el mundo, por lo que con esos 10 billones de euros se podría haber eliminado completamente el hambre en el planeta hasta el año 2194.
Cuando se escriben estas líneas ha transcurrido más de un lustro desde las informaciones precedentes. Y la indicada cifra de 10 billones de euros, siendo colosal, se ha quedado pequeña, pues las ayudas públicas a la banca privada han seguido produciéndose a escala internacional hasta alcanzar un importe no inferior a los 13 billones de euros, equivalente a más del 20% del PIB mundial y suficiente para erradicar el hambre en el planeta ¡hasta el año 2257!
El truco para que las élites financieras se enriquecieran con la «crisis» es sencillo. La banca afirmó que estaba arruinada, si bien no hay manera de comprobarlo en el sistema económico-financiero actual basado en la especulación. Porque todo se basa en los teóricos valores de unos activos que no son tangibles, sino que su valor es el que se les quiera dar en el mercado especulativo. Cuando la banca aseguró que estaba arruinada, los gobiernos del mundo tenían dos opciones. Una de ellas era responder como responden cuando se arruina cualquier otro tipo de empresa: no rescatándola en modo alguno. De hecho, la banca es un intermediario financiero; no es el sostén de la economía (el sostén de la economía es la producción de bienes y servicios). Los gobiernos habrían podido crear una banca pública con el dinero que destinaron a la privada, una banca propiedad de los ciudadanos y que estuviese a su servicio. Pero el poder político está bajo la influencia del poder económico y financiero, por lo que se plegó a la élite financiera y desvió esas enormes cantidades de dinero público hacia la banca privada. Al final, la banca que estaba en crisis y a la que los estados rescataron es aquella a la que ahora los estados deben dinero. Ello ha ocasionado que estén absolutamente endeudados. Por ejemplo, España, que tenía un déficit público de poco más de 300.000 millones de euros antes de la crisis bancaria, presenta hoy un déficit de más de 1 billón de euros. Los estados se ven obligados a acudir al sistema financiero para refinanciar la deuda, con lo que están permanentemente atrapados por dicho sistema financiero. Esto no es una crisis; es algo mucho más serio. Salta a la vista que es la culminación del dominio de los poderes financieros sobre los estados.
La actual mutación del sistema socioeconómico no ha sido fruto de la casualidad. Durante décadas se fueron creando las condiciones adecuadas para ello. Se ha producido una transición del ahorro al consumo, y a través del consumo se ha efectuado una transición al crédito; y a través del crédito la sociedad en su conjunto (ciudadanos, empresas y estados) ha acabado siendo objeto de una nueva esclavitud. Veamos a continuación el proceso que nos ha llevado hasta aquí: