Seguridades

Dices que no hay respuestas,

que no has hallado aquello que buscabas.

Difícil es hacerse a la renuncia

de seguir apostando.

Con trabajo ganamos las mínimas verdades.

Sin conocerlo apenas, dejamos este mundo.

Invade, sin pesar, esa melancolía

que traen los años últimos, cuando ya nada asombra

y vamos de regreso con cierto desencanto.

Habrás de conformarte y contener tu orgullo

en los muchos obstáculos que conlleva la búsqueda.

No cedas al extraño; desconfía e insiste.

A veces sobrecoge un bien desconocido

que inunda la conciencia de belleza y respeto.

Los días se detienen si te acercas y cantas,

si quieres recibir el natural prodigio.

Hoy la tarde te espera con sus dones

en el alto escenario que la plaza ilumina,

y colma el imafronte en su hermosura.

Arrimado a la piedra, un músico sonríe.

Venturoso poder presenciar el instante

y disfrutar con creces su refugio.

Posible que las horas te parezcan distintas

y ayuden a templar el cansancio y los límites,

que no han de ser motivo de tristeza,

más bien digna cordura en el empeño.

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Dionisia García

SEÑALES

Calle del aire

Renacimiento

© Dionisia García

© 2012. Editorial Renacimiento

Diseño de cubierta: Equipo Renacimiento

ISBN: 978-84-8472-718-7

A Arancha Berasategui

«Como el Señor cuyo templo divinatorio

está en Delfos, ni dice ni oculta,

sino que hace señales».

Heráclito

Inutilidad de la tristeza

Que la pasión no cese,

y los días oscuros

sean preludio fiel

de los comienzos nuevos.

Si el dolor nos acecha,

vendrá sin animarlo.

Hemos de consentirle

tan sólo lo preciso,

no más de su medida,

aquello que los hombres

no pueden remediar.

El paisaje de luz

que la vida nos brinda,

se arriesga sin demora.

Puede ser este instante

en la tarde de otoño,

que ahora se vislumbra

con ocres y rojizos

brillando entre los árboles.

No sólo la belleza

es armonía y gozo,

también la lucha cómplice

con quienes convivimos

y por amor se entregan

a una dicha posible,

que es hoy y no mañana.

Para el ayer el llanto.

SINFONÍAS QUEBRADAS