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Glosario

Ab-e-gusht. Especie de cocido con carne, garbanzos y grasa de culo de oveja que se sirve muy caliente en un pote, común para todos los comensales.

Albalú. Fruto redondo como un guisante, rojo y ácido.

Anayon. Forma cariñosa de nombrar a una persona.

Arusi. Boda en farsí.

Bazar. Centro comercial. Se refiere tanto al lugar como a la sociedad que interviene en él. El pulso del país está en el bazar.

Bazarí. Comerciante del bazar. Acostumbra a ser piadoso, nacionalista y liberal en cuanto a la economía se refiere. Siempre ha apoyado económicamente a la mezquita y ha subvencionado la Revolución, por lo que quiere sacar beneficios de la situación derivada de ella.

Buzkashi. Deporte nacional afgano.

Chador. Prenda femenina. Velo negro que cubre de la cabeza a los pies.

Chahar ranguí. Arroz dulce de cuatro colores: el de la naranja, el rojo del zereshk, el verde del pistacho y el blanco de la almendra.

Chai.

Chaijané. Casa de té.

Charshambé-ye-surí. Último miércoles antes del Año Nuevo, inicio de los festejos del NowRuz.

Chelo-kebab. Cordero marinado y asado en carbón presentado en pincho y acompañado de arroz blanco.

Duj. Bebida típica, muy refrescante en verano, consistente en yogur muy diluido en agua bien fresca, un poco de sal y menta picada.

Fardá. Mañana; en Irán, todo «se hará mañana».

Gabaleh. Contrato de matrimonio.

Golestán. Palabra que designa Irán como «el país de las rosas»; también título del libro de poesía de uno de los grandes poetas persas, Saadí.

Hadit. Comentarios del Profeta Mahoma.

Hejab.Uniforme islámico que deben utilizar las mujeres; consiste en una especie de guardapolvo o gabardina fina, de manga larga, y que cubra hasta más abajo de las rodillas, preferible hasta los tobillos.

Imam. También llamado Emam, en el mundo islámico es el guía de la comunidad o el que dirige la plegaria. Para los musulmanes chiítas, son doce los imam descendientes del Profeta [ver seyed], aunque el único imam legítimo es el Duodécimo, el oculto, el que ha de venir. Se le dio este título a Jomeiní cuando regresó de Irak después de estar ausente unos años.

Joresh. Sopa espesa preparada principalmente a base de verduras, legumbres y berenjenas.

Jub. Canales que bordean las aceras a lo largo de las calles y base del urbanismo en Irán. En los barrios elegantes tienen el agua clara, en los otros es maloliente y oscura. «Caerse al jub» es caer en la miseria o en la mierda.

Jubí. Derivado de jub, el que pertenece al arroyo sucio.

Kashk. Yogur seco, solidificado y un poco agrio.

Kashk e badenjon. Un plato riquísimo elaborado con berenjenas y kashk.

Ketman. Actitud teatral que consiste en afirmar lo contrario de lo que se piensa. Juego en defensa de los pensamientos y de los sentimientos propios.

Madrasa. Escuela de estudios islámicos; se estudian árabe, gramática, lógica, retórica, filosofía islámica, derecho, jurisprudencia islámica, literatura, etcétera.

Mahr. Cantidad de dinero, propiedades o joyas con la que se compensa a la mujer en caso de divorcio solicitado por el marido; se pacta antes del matrimonio.

Maktab. Escuelas primarias tradicionales de enseñanza islámica.

Matalak. Piropo. Los hombres iraníes también dicen piropos a las mujeres por la calle.

Moharram. Fiesta que recuerda el martirio del Tercer Imam Hossein y de sus partidarios en Kerbala.

Mosaferjané. Pensión.

Mostazafón. Pobres y desheredados.

Mulá. Maestro del islam.

Nan. Pan, torta.

NowRuz. Año Nuevo.

Pahlavan. Atleta tradicional iraní de la institución de las zurjané (casas de fuerza).

Persia. Nombre con el que se conocía Irán hasta el mandato de Rezá Sah, padre del último sah. Irán significa «tierra de los arios».

Qhanat. Conducciones de agua, canales subterráneos artificiales.

Rusarí. Pañuelo que cubre la cabeza de las mujeres; forma parte del uniforme islámico.

Sabsí. Verduras crudas.

Sarai. Plaza cubierta con bóveda.

Sekeh. Moneda de oro.

Serké. Vinagre.

Se-tar. Instrumento musical de tres cuerdas.

Seyed. Para nosotros sería descendiente del Profeta, pero como los iraníes solo consideran descendiente al varón, y Mahoma no tuvo más que una hija, seyed es el descendiente de Alí, que se casó con Fatmá, la hija del Profeta. En consecuencia, seyed es el que desciende de un imam. Los seyed en Irán se distinguen porque llevan el turbante negro, Jatamí es seyed, Jomeini también lo era; en cambio Rafsanjaní no lo es.

Shuluk. Embotellado. Las calles de Teherán, en horas punta, están siempre embotelladas.

Sib. Manzana.

Sir. Ajo.

Taarof. Juego social de buenas maneras. No tiene nada que ver con la sinceridad a la que estamos acostumbrados en Occidente. Las invitaciones tienen que ser repetidas más de tres veces para que sean sinceras, a menos que exista una amistad muy cercana. Si uno regala algo, se rechaza amablemente hasta que la insistencia dé el hecho por bueno. En el bazar o en los taxis es la manera de obtener un mejor precio por parte de los comerciantes, o una mayor propina para el taxista. En definitiva, es el arte de obligar al otro.

Tadiq. Especie de costra tostada que queda en el fondo de la cazuela en que se cocina el arroz; se sirve en bandeja aparte.

Tagutí. Después de la Revolución, es el término que utilizan los que no están con ella incondicionalmente para designar todo lo que es lujoso, en oposición a lo feo y frustrante. Viene del vocablo tagut, que en el Corán significa «mal». Durante la Revolución, tagutí era todo lo que se refería al antiguo régimen, que era corrupto, inmoral.

Toman. Antigua unidad dineraria que equivalía a 10 riales. En la vida cotidiana, los iraníes no siempre cuentan en riales, muchas veces utilizan el término toman, por lo que habrá que multiplicar por diez el importe.

Torshi. Conservas avinagradas.

Vali-e-fag. Líder supremo de los chiítas.

Zereshk. Especie de pasas chiquitas, rojas y ácidas.

Zurjané. Casas de fuerza, local donde se practica el deporte nacional iraní por excelencia: el vargesh-ye Bastaní.

Negro sobre negro

Ana M.ª Briongos

Negro sobre negro
Irán, cuadernos de viaje

Este libro está dedicado con amor a Bubu y a Rave, a Irene que me convenció para que la acompañara, a Bahram que bordó su papel de anfitrión persa y a su madre, que me alojó en su casa y me cuidó. Y también a mi compañera Homa.

Mis agradecimientos a Toni Catany que fue un magnífico compañero de viaje, a Javier Fernández de Castro, cuyos consejos han sido definitivos para poder terminar el libro, a Francesc Casademont que leyó y opinó, y a mi familia que me animó a volver a Irán.

Algunos de los nombres utilizados en esta obra son ficticios (por razones obvias).

Prólogo a la séptima edición

Han transcurrido años desde que realicé el viaje que dio pie a este libro. Negro sobre negro apareció en el momento en que Irán empezaba a dar muestras de una cierta apertura y dejaba de ser, de alguna manera, el coco del mundo. Desde entonces Negro sobre negro, junto con su edición en inglés Black on Black (Lonely Planet) que estuvo según el jurado del prestigioso Thomas Cook Travel Book Award entre los cinco mejores libros de viaje publicados en lengua inglesa en 2001, se ha convertido, para las personas que están interesadas en Irán, en un libro de referencia.

A raíz de él he recibido cartas entrañables, me han llamado por teléfono personas desconocidas y me han reconocido en Isfahán vendedores de alfombras y turistas españoles y también australianos, polacos, italianos o ingleses. De sus comentarios me gustaría aclarar para futuros lectores y viajeros que Negro sobre negro no es una guía sino un libro de viajes cuya única intención es mostrar Irán como yo lo veo y lo siento, en definitiva, como yo lo he vivido, para que las personas que solo tienen referencias del país a través de las noticias que aparecen en los periódicos y en la televisión, dispongan de más información y conozcan otro punto de vista. Como cuando se publicó por primera vez no había en el mercado ninguna guía de Irán en castellano, se añadió una pequeña guía al final para que el libro fuera más completo y útil. Ahora que Editorial Laertes publica la extensa y completa guía de Irán escrita por Toni Vives, mi pequeña guía es casi innecesaria, pero ahí queda porque todavía puede aportar algún dato inmediato a la lectura.

Sigo encontrando iraníes que piensan que el título Negro sobre negro da la imagen, una vez más, de un país siniestro, y es posible que así sea, aunque mi intención no fue tal. Si escogí este título fue porque de negro visten la mayoría de las mujeres cuando salen a la calle, ya lleven chador o pañuelo y guardapolvo; negra es la riqueza que Irán extrae del subsuelo, el petróleo, sobre el que se sustenta su economía; y negro es el manjar exquisito que Irán exporta a toneladas, el caviar. Los otros colores se van descubriendo a medida que se avanza en la lectura del libro y se va conociendo el país. Irán tiene los colores escondidos, hay que buscarlos y ahí reside su encanto. De haber vivido en Isfahán, como hice posteriormente a la escritura de este libro, en vez hacerlo en el Teherán de mis primeros tiempos en Irán, quizá no hubiera inventado un título tan oscuro, entonces seguramente hubiera pensado como el escritor y viajero Robert Byron que si hay que atribuir un color a Irán ese sería el azul, por los cielos y por los mosaicos que decoran paredes, cúpulas y minaretes.

En la actualidad ya hay una oferta variada para viajar a Irán en grupo organizado. También se puede ir sin que nadie dirija tus pasos, cosa imposible cuando visité el país justo antes de escribir este libro. Incluso la obtención del visado necesario para poder entrar en Irán resulta ahora menos complicado pudiéndose tramitar por Internet a través de agencias de viajes iraníes o, si se trata de un viaje de hasta dos semanas, se puede obtener directamente en el aeropuerto de Teherán a la llegada previa obtención por Internet de un número acreditativo (para más información visitar mi web: www.ana-briongos.net). En posteriores viajes he encontrado a grupos de extranjeros en las ciudades turísticas, también jóvenes viajeros con mochila y algún trotamundos empedernido por los lugares más recónditos. Irán se ha abierto al turismo en todo lo que ello significa de bueno y de malo. Ya no hay problema con las cámaras de video y en los hoteles donde me he hospedado hay papel higiénico. Es una buena noticia saber que Irán ha dejado de ser un país imposible a la hora de recorrer caminos para conocer nuestro planeta. Desde que ocurrieron los atentados del 11 de septiembre de 2001 el turismo descendió de forma drástica a pesar de que su gobierno adoptó una actitud sumamente prudente ante los acontecimientos. Irán fue incluido entre los países del «eje del mal» desde aquella fecha fatídica.

Los jóvenes iraníes con los que hablé en posteriores viajes a Irán decían que apoyaron masivamente al candidato Mohammad Jatamí como mejor opción entre la estrecha variedad de posibilidades que se les ofrecía. Lo votaron en las elecciones de 1997 con la esperanza de conseguir más libertades aunque estas llegaran a paso lento. Sin embargo, y a pesar de haber ganado las elecciones en dos ocasiones consecutivas por una amplia mayoría, ni las reformas cumplieron las expectativas del electorado, ni se apreció ningún cambio fundamental del actual régimen teocrático cuya figura suprema, el Guía de la Revolución, ostenta los máximos poderes por encima del presidente elegido por sufragio universal. Los más mayores, antiguos detractores del sah, ahora hablan del zaman-e-shah («el tiempo del sah») como un tiempo mejor. Si entonces el sah y su familia tenían fama de corruptos, ahora han adquirido la misma fama quienes los han sustituido en el poder, los miembros del clero chií. El enfrentamiento entre las dos facciones del régimen, la fundamentalista liderada por el Guía de la Revolución y sucesor de Jomeiní, Alí Jameneí, y la del reformista Mohammad Jatamí, era evidente mientras este fue presidente, la gente lo comentaba y los periódicos también. Pero en 2005, ante el desencanto de la población, las elecciones presidenciales dieron la victoria a un fundamentalista seglar, el ingeniero Mahmud Ahmadineyad. Con su discurso populista a favor de la energía nuclear en Irán consiguió ganar adeptos entre los iraníes que se sentían amenazados por las tropas extranjeras que ocupaban el país vecino, Irak, y los discursos de Washington.

El actual presidente Hassan Rouhaní, elegido en 2013, tiene una actitud más abierta e inició conversaciones internacionales para llegar a un acuerdo sobre la energía nuclear a cambio de que se retirara el embargo económico sobre Irán. En 2015 se firmó finalmente el acuerdo que fue considerado un éxito de la diplomacia. Eso ha reabierto las puertas al turismo y parece que Irán se está poniendo de moda entre los viajeros, ahora que los países de su alrededor están en guerra. Cuando escribo este prólogo, Irán es un país estable, es un país donde se puede viajar sin problemas y los iraníes son siempre gente acogedora, educada y sensible.

A pesar del estricto gobierno teocrático, en Irán el debate político y social existe y bulle, tanto entre los intelectuales, hombres y mujeres, como entre los clérigos mejor preparados, lo cual no quita que los opositores al régimen sean encarcelados e incluso ejecutados. Sin embargo si este debate político y social es posible es debido a que después de la Revolución se ha conseguido escolarizar a la mayor parte de la población infantil y juvenil. La casi totalidad de iraníes de ambos sexos, sin contar los de edad más avanzada, están alfabetizados. Y en las universidades de Irán estudian, en la actualidad, más chicas que chicos. Muchas mujeres iraníes trabajan y algunas se dedican a la política. El movimiento feminista iraní es uno de los más activos del mundo. Su lucha por conseguir la igualdad legal entre hombres y mujeres y por los derechos de la infancia, es incansable.

Las personas que aparecen en este libro siguen con sus vidas, algunas en Irán y otras repartidas por el mundo. Hace unos años murió la entrañable Rave, la abuela de Bubu, una mujer abnegada y valiente. Falleció en Australia, lejos de su tierra y desde aquí le rindo mi último homenaje.

Barcelona, abril de 2016