Edición y diseño interior base: Sergio Bello Canto
Diseño de cubierta: Yadira Rodríguez Gómez
Corrección: Miriam Raya Hernández
Realización: Sergio Bello Canto y Yadira Rodríguez Gómez
Compiladores: Argelia Fernández Márquez
María del Carmen Solís Hernández
Edición para e-book: Margarita Toledo Álbarez
Maquetación: Belkis Alfonso García
© Agencia de Medio Ambiente. Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
Con la colaboración del Ministerio de Relaciones Exteriores
© Sobre la presente edición:
Editorial Científico-Técnica, 2015
Las fotografías utilizadas en el texto han sido tomadas de catálogos y del sitio de las Naciones Unidas (www.ONU.org).
ISBN 978-959-05-0823-3
INSTITUTO CUBANO DEL LIBRO
Editorial Científico-Técnica
Calle 14, no. 4104, entre 41 y 43, Playa, La Habana, Cuba
editorialmil@cubarte.cult.cu
…Debemos proclamar con toda energía que tenemos
el derecho a respirar aire puro, beber agua que no esté
contaminada, a que se nos asigne un empleo digno,
a alimentarnos y que esos alimentos sean sanos,
a que se nos eduque, a que se atienda nuestra salud,
a ser menos pobres cuando otros son cada vez más ricos…
Fidel Castro Ruz
Discurso pronunciado en la Conferencia de Naciones
Unidas sobre Asentamientos Humanos (HABITAT-II),
Estambul, Turquía, 14 de junio de 1996
Sr. Presidente de Brasil, Fernando Collor de Mello; Sr. Secretario General de Naciones Unidas, Butros Ghali; Excelencias:1 Discurso pronunciado en Río de Janeiro por el Comandante en Jefe en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, el 12 de junio de 1992 (versiones taquigráficas, Consejo de Estado).
Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre.
Ahora tomamos conciencia de este problema cuando casi es tarde para impedirlo.
Es necesario señalar que las sociedades de consumo son las responsables fundamentales de la atroz destrucción del medio ambiente. Ellas nacieron de las antiguas metrópolis coloniales y de políticas imperiales que, a su vez, engendraron el atraso y la pobreza que hoy azotan a la inmensa mayoría de la humanidad. Con solo 20 % de la población mundial, ellas consumen las dos terceras partes de los metales y las tres cuartas partes de la energía que se produce en el mundo. Han envenenado los mares y ríos, han contaminado el aire, han debilitado y perforado la capa de ozono, han saturado la atmósfera de gases que alteran las condiciones climáticas con efectos catastróficos que ya empezamos a padecer.
Los bosques desaparecen, los desiertos se extienden, miles de millones de toneladas de tierra fértil van a parar cada año al mar. Numerosas especies se extinguen. La presión poblacional y la pobreza conducen a esfuerzos desesperados para sobrevivir aun a costa de la naturaleza. No es posible culpar de esto a los países del Tercer Mundo, colonias ayer, naciones explotadas y saqueadas hoy por un orden económico mundial injusto.
La solución no puede ser impedir el desarrollo a los que más lo necesitan. Lo real es que todo lo que contribuya hoy al subdesarrollo y la pobreza constituye una violación flagrante de la ecología. Decenas de millones de hombres, mujeres y niños mueren cada año en el Tercer Mundo como consecuencia de esto, más que en cada una de las dos guerras mundiales. El intercambio desigual, el proteccionismo y la deuda externa agreden la ecología y propician la destrucción del medio ambiente.
Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra. No más transferencias al Tercer Mundo de estilos de vida y hábitos de consumo que arruinan el medio ambiente. Hágase más racional la vida humana. Aplíquese un orden económico internacional justo. Utilícese toda la ciencia necesaria para un desarrollo sostenido sin contaminación. Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa. Desaparezca el hambre y no el hombre.
Cuando las supuestas amenazas del comunismo han desaparecido y no quedan ya pretextos para guerras frías, carreras armamentistas y gastos militares, ¿qué es lo que impide dedicar de inmediato esos recursos a promover el desarrollo del Tercer Mundo y combatir la amenaza de destrucción ecológica del planeta?
Cesen los egoísmos, cesen los hegemonismos, cesen la insensibilidad, la irresponsabilidad y el engaño. Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo.
Gracias.
(Ovación)
1 Discurso pronunciado en Río de Janeiro por el Comandante en Jefe en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, el 12 de junio de 1992 (versiones taquigráficas, Consejo de Estado).