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Título

Juan Farias

la espada de liuva



© de esta edición Metaforic Club de Lectura, 2016
www.metaforic.es

© Juan Farias

ISBN: 9788416862665

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Dedicatoria

A Juan, hijo de Juan,
de la tribu de José

CUADERNO 1

Liuva, señor, el héroe de esta historia, vivió en tiempos de Maricastaña, cuando aún se hablaba de dragones y encantamientos, cuando la mar no tenía más orilla que ésta y el sol, según el buen entender de los sabios, iba de un lado a otro por la gracia de un Dios creador, el artífice de los siete días, el que separó la luz de la oscuridad.

Liuva era casi mozo, pastor de cabras ajenas, siervo, hijo de siervos en las tierras de un señor de horca y cuchillo.

Liuva no sabía su edad. Su padre tampoco llevaba la cuenta y su madre tampoco podía decírsela, que las hambres y el mal del queso la habían dejado renca y sin memoria.

Para conocer su edad, Liuva hubiera tenido que subir al castillo y preguntarle al astrólogo.

El astrólogo llevaba cuenta de los méritos de su señor, batallas y títulos, hijos legítimos y bastardos de estima, así como de siervos, reses y demás.

—Pero piénsalo bien, Liuva, que si al preguntarle lo incomodas, te mirará fijo hasta hacer que pierdas el aliento.

Desde niño, Liuva supo que nada era suyo.

—Ni tu vida.

Estaba dicho:

—En tanto no le crezca la barba, será cabrero. Al cumplir estatura y fuerza para sostener una lanza, vendrá a servirme en armas.

Después, entero o roto, según quisiera su suerte, ya viejo para pelear, podría volver a labores de campo o al monte.

—Y en eso, hijo, hasta que el diablo se te lleve.

A Liuva, el andar en la sola compañía de las cabras y un perro matalobos, lo había metido en sueños. A esto le ayudó el buhonero de todas las primaveras, un moro que para animar el negocio entretenía a sus clientes con pezuñas de dragón, lamentos de doncellas, andanzas de caballeros solitarios, tierras donde hacer fortuna, reinos de reyes tímidos y otros prodigios.

Tanto soñar llevó a Liuva a decidir, y una noche abandonó el rebaño, bajó a la aldea, despertó a su padre y le dijo:

—Mire, padre, que me voy, que en algún sitio habrá tierra sin amo o con amo al que yo pueda dar en la cabeza y decirle: «Deja que me case con tu hija o te daré más fuerte».