Primera edición electrónica, mayo 2011
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© Publicaciones Malaletra Internacional
Ignacio Mariscal 148-3 Col. Tabacalera, México, D.F.
ISBN: 978-607-95520-9-1
Hecho en México
Tijuana expuesta en 120 relatos de 120 palabras. Este libro se publica después de dos años de espera. Sin embargo, sus letras siguen vigentes, dando testimonio de los cientos de formas de vivir, disfrutar o padecer nuestra ciudad.
Los participantes abordaron diferentes facetas: En Tijuana blues por ejemplo, encontramos el lamento; en velvet la seducción; en godspel la esperanza de ser mejores ciudadanos; en legendaria, la historia que nos caracteriza como ciudad y así sucesivamente, hasta recrear todas las posibilidades que Tijuana nos ofrece.
Agradecemos a los autores que acompañan a los participantes de esta publicación, a las empresas e Instituciones que creyeron en nuestro proyecto y a las personas que con sus narraciones formaron esta Tijuana en 120 palabras.
Nortestación. Agencia de letras A. C.
Agradecimientos
Periódico El Mexicano
Instituto Municipal de Arte y Cultura
Espacio. Diseño ambiental
Laboratorio de Diseño Magenta
Ava OrdoricaJaime Chaidez
DDO Producciones
Malaletra Ediciones
Rafa Saavedra
Rosina Conde
Mayra Luna
José Juan Aboytia
Javier Hernández Quezada, doblemente
Regina Swain
Juan Carlos Reyna
Roberto CastilloVíctor Soto Ferrel
Colegio Mentor Mexicano
Preparatoria Federal Lázaro Cárdenas
Fast Signs
Rolando Leonel Castillo Martínez
Primer lugar
Hace algún tiempo, en un pequeño lugar que no tenía nombre alguno, vivían tres pequeñas niñas. Una de ellas se llamaba Ti, otra Ju y la última Ana. Ellas, con excepción de un decepcionado burro, eran las únicas personas en ese lugar pequeño y sin nombre.
Las niñas no tenían con quien jugar, querían atraer a gente, no se les ocurrían ideas. Mientras pensaban se toparon con el decepcionado burro. Éste les platicó que soñaba con ser una cebra, entonces se les ocurrió pintar al burro, así mataban dos pájaros de un tiro: atraerían a gente y cumplirían el sueño del burro. Después de que pasó lo que todos querían, las personas y los burros-cebras decidieron nombrar ese lugar...Tijuana.
David Andrade Olvera
Segundo lugar
Alguien llamado Jacob, quiso venir a salvarnos de algo no muy claro…
Al llegar avanzó en busca de eso, hasta entrada la noche cuando un anciano lo alojó en su casa y dijo:
– Te encuentras en Tijuana, una hermosa ciudad en crisis.
Amaneció. Continuó su búsqueda, hasta que paró en tacos El gordo. Le ofrecieron un taco, comió y reemprendió su búsqueda.
Iba caminando cuando observó a un hombre asaltando a un anciano.
Jacob pensó: "Esta tierra me hospedó y me ha querido como hijo. Hora de pagar."
En ese momento se paró frente al agresor y le dijo:
– Si te metes con uno, te metes con todos.
Así nos enseña que juntos podemos contra el mal en Tijuana.
Mónica Elizabeth Alor Martínez
Tercer lugar
La vida en la ciudad es muy bonita porque se goza de muchas cosas. Pero sería mejor un lugar donde no hubiera violencia, secuestros, asesinatos; una ciudad sin contaminación, sin que la gente tire basura o use continuamente sus vehículos.
Sería una vergüenza para la ciudad si su gobierno no se pone de acuerdo, porque en muchos otros pueblos o municipios las autoridades sí lo logran, aunque a veces no haya recursos, escuelas, vestimenta, alimentos.
Deberían brindar apoyo a escuelas de gobierno y tener maestros que en realidad enseñen y demuestren su capacidad, para que nosotros como estudiantes también podamos aprender para el futuro.
Además deberían apoyar a personas de escasos recursos, ayudándoles con despensas o medicinas.
¡Cuidemos nuestra ciudad!
Bárbara Perrín Rivemar
Primer lugar
Elvira
Los camiones pasaban vomitando smog. Elvira esperaba. Las calles del centro escupían folklore y suciedad. Elvira miraba al mundo desde una esquina. A unas pocas cuadras, había niños mugrosos y felices que compraban frutas y frituras. Mientras tanto, Elvira prendía un cigarrillo.
Los ojos morbosos de los que no pertenecen a su mundo de noche, la miraban con desprecio desde lejos.
Elvira y sus piernas largas y morenas, seguían esperando. Se arreglaba el cabello, se mordía las larguísimas uñas postizas y retocaba su maquillaje. El pesado aire citadino ensuciaba todo a su paso y Elvira lo respiraba. Es muy cansado estar parada tanto tiempo usando semejantes tacones.
Elvira, no esperes más. ¿Cuánto me cobras por quedarte conmigo toda la vida?
Jackeline Carreras
Segundo lugar
¡Vaya, que cumpleaños!
Estaba muy emocionada por cumplir la mayoría de edad. Hace una semana que planeaba mi gran día. Todos mis amigos compraron mucho alcohol con el fin de terminar mal, lo cual me agradó mucho porque quería festejar al máximo. Anduvimos de fiesta en fiesta y como de costumbre terminamos en la Plaza fiesta. Me la estaba pasando de lo mejor, cuando nos empezamos a pelear con unas muchachas. Iban con unos tipos, típicos mangueras. Eso arruinó la noche y decidí irme a mi casa.
Ibamos por el Cecut cuando de pronto llegan esos tipos y nos bajan del carro. Mis amigos se empezaron a pelear con ellos, volteé a mirar... vi caer a mi amigo al suelo bañado en sangre.
Félix Eduardo Márquez
Tercer lugar
Revolución a rayas
A veces se olvidan de darme agua, pero lo más molesto son los niños; tiran de mis orejas, me pellizcan o me pican los ojos. A veces no los soporto, y los muerdo, aunque sepa que me irá peor.
Un día, Rubén harto de todo eso, se libró de su carreta y echó a correr. Avanzó dos cuadras, cruzaba las calles sin cuidado, el claxon de los carros ni le inmutaba y la gente lo miraba sonriente e incrédula.
Repentinamente, se detuvo y dejó que le pusieran la soga de nuevo. Se detuvo porque no sabía a dónde ir.
Yo sí. Iré hasta donde se me borren las rayas, después, seré yo mismo. Aunque no sé qué signifique eso.
Néstor Robles
Primer lugar
Nostalgia de la guayina: espíritu de la carretera
Mientras equilibro mi ermitaño paso con un bastón de rama seca, un nudo en la garganta me agobia: veo pasar una vieja guayina roja.
Me dan ganas de hacerle la parada aunque diga "Fuera de Serbicio" pintado con shine blanco en las ventanas laterales. Correr detrás de ella, esperar un alto y abrir la puerta trasera.
– Ignóreme, chofer– diría – métale gas.
Imagino que me compadece y sigue adelante. Gozoso, me recostaría recordando ese sentimiento alrevesado: los mareos constantes por leer durante el camino, esas faldas, besos y agasajos de secundaria.
La abordaría en el Centro y me bajaría hasta la Presa, entre el polvo de huesos de potrillos y aves, mutaría mi bastón en caña para pescar espectros acuáticos.
Juan Alberto Apodaca
Segundo lugar
Primer encuentro
Cinco treinta. Precavido sigo la instrucción. Tomo una guayina de la Liber al centro, y del centro al Agua caliente.
Seis. Me bajo en la esquina de Plaza Patria. Reviro. ¡Chale, la fila dobla hasta la Ley!
Siete. Alerta, continúo en la cola. El ticket, (como le dicen por acá) anuncia que el concierto inicia a las 8.
Diez quince. Billetera segura. Cuatro cervezas ingeridas. Se enciende la bomba Molotov. Pésima acústica en El Auditorio. Aparece el surf con sus tablas literales sobre olas-personas.
Doce treinta. Termina el ruido. Me marcho solo entre tanta gente.
Una quince. Vigilante llego a la Liber sano y salvo después de mi primer concierto en esta esquina. ¡Ah qué López-Dóriga! Ni es para tanto.
Zamara González
Tercer lugar
Variaciones sobre un tema de Sade
Señor Marqués, bienvenido a Tijuana. Aquí usted podrá repasar todas las jornadas en un día o en 120, como guste. Olvídese de esas ciudades bíblicas tan pasadas de moda, tan fuera de temporada. Lo in le espera en esta esquina del mundo.
Pero eso sí, tenga cuidado y no se fíe de la apariencia tentadora. Aquí sus libertinos quedarán reducidos a adolescentes mimados en comparación con nuestros hombres y mujeres, quienes devoran sin rechistar las otras jornadas. Esas de diez horas, las del plástico fundido en las venas; las de las medias rasgadas sin pena (ni gloria), las horas del frío acartonado y la amable resignación.
Venga, Señor Marqués, goce, viva. Y vuelva cuando guste, que para eso estamos, ¿no?
Edna Murillo González
Tercer lugar
Burro curios
El burro quiere dejar el disfraz de cebra. Las rayas enrejan al burro, lo tienen prisionero.
¡Pobre! Llega la hora de descanso.
El burro tiene sed y en verdad está harto de ser tan burro, de estar todo el día en una posición.
¡Cómo no va estar enfadado! Ha de escuchar a su dueño decir: "Ándele tómese una foto, pa'que digan que vino a Tijuana".
Casi dejan al burro ciego de tanto flash, pero aprende idiomas y conoce de música.
Quizá se siente querido cuando pasa como una artesanía bajo el sol, bajo ese disfraz mal hecho de cebra. Tal vez el momento deseado por él, es justo éste, en el que lo llevan a jalones por la Calle cuarta.
Mauricio Ramos
Primer lugar
Madurez