Akal / Universitaria / 350
Lawrence S. Cunningham
El catolicismo
Una introducción
Traducción: Sandra Chaparro Martínez
Diseño de portada
RAG
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Nota a la edición digital:
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Título original
An Introduction to Catholicism
© Lawrence S. Cunningham, 2009
© Ediciones Akal, S. A., 2014
para lengua española
Sector Foresta, 1
28760 Tres Cantos
Madrid - España
Tel.: 918 061 996
Fax: 918 044 028
www.akal.com
ISBN: 978-84-460-3990-7
Prefacio
Cuando los editores de Cambridge University Press me pidieron que contribuyera con un volumen sobre el catolicismo romano a una colección sobre las tradiciones religiosas cristianas, me sentí sumamente honrado y acepté encantado. Tras trabajar en el libro durante algún tiempo, me di cuenta, no sin pesar, de que era una tarea bastante más complicada de lo que había imaginado en un principio. No es nada fácil escribir sobre el catolicismo, su historia, su(s) práctica(s) y creencias, en el marco de un único volumen que sea manejable, sobre todo cuando no se quiere convertir el libro en una deprimente letanía de personas e ideas o en un catálogo de prácticas piadosas, costumbres o movimientos. Pensemos en un término tan común como «Vaticano», ubicuo en el catolicismo romano. El Vaticano es un lugar concreto en Roma cuya historia se remonta a los tiempos anteriores al cristianismo. Es la sede de la mayor basílica del mundo, construida sobre la supuesta tumba de san Pedro, y su historia se remonta al siglo iv. Además, ha sido la residencia de los papas desde la Baja Edad Media. Pero, geografía al margen, también designa al cuerpo administrativo que asiste al papa (por ejemplo, cuando decimos: «El Vaticano afirmó ayer…»), así como a ciertos cargos a los que se suele identificar erróneamente con la Ciudad-Estado del Vaticano, un Estado soberano fundado en 1929 por medio de un tratado internacional, denominado Tratado de Letrán, tras largas negociaciones con el Estado italiano.
El significado polivalente de la palabra «Vaticano» solo es un ejemplo de entre toda una serie de términos e imágenes que cuentan con una larga historia acumulada de significados, matices y depuraciones. Si algún católico o católica del siglo iv pudiera volver a la vida y entrar en una iglesia católica de hoy o leer nuestros catecismos, reconocería muchas cosas y otras no. Le extrañaría que sus correligionarios honraran siete sacramentos, consideraran infalible al papa, recitaran una serie de oraciones con ayuda de un rosario y solo permitieran ejercer el sacerdocio a los solteros. Palabras como «cardenal», «transustanciación», «encíclica papal», etc., carecerían de sentido para él/ella. Lo cierto es que a muchos católicos de hoy, poco familiarizados con la historia de su Tradición, les admiraría el asombro de su correligionario del siglo iv.
Sin embargo, estos ancestros religiosos nuestros se sentirían a gusto con la idea de que el obispo o sacerdote presidiera la liturgia, reconocerían las lecturas de las Escrituras, entenderían que la ofrenda de pan y vino es un símbolo de la presencia real de Cristo y sabrían que los sacerdotes se convierten en tales por medio de la imposición de manos. Sabrían que para comulgar hay que estar bautizado, probablemente conocerían los diferentes elementos de los que consta el credo y reconocerían su formulación general.
Uno de los propósitos de este libro es explicar cómo han evolucionado las creencias y prácticas católicas a lo largo de los siglos. No es una historia del catolicismo, pero la historia desempeñará un importante papel en mi descripción del núcleo esencial de unas creencias y prácticas que implican tanto lealtad a ciertos elementos esenciales (lo que denominamos la Tradición apostólica) como la necesidad de buscar una comprensión más profunda de lo que es la tradición y la forma en que hay que vivirla. De manera que el presente volumen no versa sobre teología teórica, pero tampoco es historia pura. Intento fundir ambos aspectos para explicar el culto, las devociones populares y, por supuesto, la forma en que los católicos entienden la moral personal y social.
Reflexioné bastante y decidí no analizar los temas teológicos, sobre todo los más controvertidos, en excesiva profundidad. No es que me sean indiferentes; después de todo me gano la vida estudiando estas cuestiones. Puedo explicar fácilmente mi decisión: las doctrinas teológicas fundamentales tienen una historia tan larga y complicada que no es fácil describirlas sin infinitas cualificaciones, definiciones y salvedades. Todo el mundo entiende que Dios nos dispensa Su favor, pero la forma en que se debe entender teóricamente ese favor bajo el nombre de «Gracia» ha sido objeto de voluminosos libros y de muchos y agrios debates. Que Dios nos salva a través de Jesucristo es una de las verdades esenciales del cristianismo, pero la dinámica de salvación en sí requeriría una monografía propia. Lo que he hecho ha sido explicar esas creencias, a ser posible, sin rastrear su justificación o su historia.
También me parecía importante hablar de la piedad popular y de los usos comunes de la tradición católica que forman parte de la percepción pública de la Iglesia. Por ejemplo, los católicos rezan el rosario y peregrinan hacia ciertos altares. Estas prácticas no constituyen la esencia del catolicismo pero, cuando se las comprende correctamente, arrojan cierta luz sobre la experiencia del católico. Son tradiciones, aunque no formen parte de la Tradición.
Para dotar al conjunto de algún orden, he dividido el libro en 11 temas. Puede que parezca una cifra algo absurda, pero mis años como docente me han enseñado que cada semestre consta de 11 semanas (al menos a este lado del Atlántico) lectivas a las que se suman las dedicadas a exámenes y la semana de vacaciones. Este libro no está pensado para mis colegas especialistas, sino para lectores interesados y razonablemente competentes. De ahí que haya pocas notas a pie de página y que se añada una lista de lecturas recomendadas, tras cada capítulo, para guiar a los lectores más curiosos. El breve capítulo XII es en realidad una bibliografía. Debo reconocer que la mayor parte de los libros citados fueron escritos en lengua inglesa. Cada capítulo contiene asimismo recuadros con pequeñas propuestas sobre cuestiones concretas a las que solo se alude tangencialmente en el texto pero que cabe analizar en mayor profundidad. El lector también encontrará recuadros sobre un fondo de color diferente que me han permitido descargar el texto principal de un exceso de información fáctica.
Agradecimientos
Este libro se ha beneficiado directa e indirectamente del saber de muchas personas. Gran parte de lo que aparece en sus páginas fue dicho en las aulas a lo largo de los últimos 30 años. Como temo olvidar algún nombre, quisiera expresar mi gratitud a mis colegas del Departamento de Teología de la Universidad de Notre Dame en su conjunto, tanto por su ayuda en mis tareas de investigación, como por constituir una comunidad de trabajo tan cálida. Debo mencionar especialmente a mi vecino de despacho, Cyril O’Reagan, así como al decano, John Cavadini.
El tiempo que pasé en el Spring College de Mobile, Alabama, en Saint John’s University de Collegeville, Minnesota, y en el Saint Elizabeth College de Covent Station, Nueva Jersey, fue muy instructivo. Durante esas estancias cortas, aprendí mucho sobre la diversidad interna del catolicismo. Las comunidades monásticas cistercienses de la abadía de Getsemaní y Santa Rita me depararon la tranquilidad y el ocio necesarios para reflexionar; mi agradecimiento a los superiores de estas casas, Dom Damien Thompson y Miriam Pollard. Quisiera mencionar asimismo a mi esposa Cecilia y a mis dos hijas, Sarah Mary y Julia Clare, por depararme una vida tan maravillosa e interesarse con todo cariño por la marcha del libro. Por último, muchas gracias a Kate Brett, de Cambridge University Press, por aceptarme como autor y por su gran paciencia mientras completaba el presente volumen.
Quisiera dedicar esta obra a todos mis estudiantes de la universidad, pasados, presentes y futuros, que estudian y rezan a la sombra de Notre Dame.