COMITÉ CIENTÍFICO de la editorial tirant humanidades
Manuel Asensi Pérez
Catedrático de Teoría de la Literatura y de la Literatura Comparada
Universitat de València
Ramón Cotarelo
Catedrático de Ciencia política y de la Administración de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia
Mª Teresa Echenique Elizondo
Catedrática de Lengua Española
Universitat de València
Juan Manuel Fernández Soria
Catedrático de Teoría e Historia de la Educación
Universitat de València
Pablo Oñate Rubalcaba
Catedrático de Ciencia Política y de la Administración
Universitat de València
Joan Romero
Catedrático de Geografía Humana
Universitat de València
Juan José Tamayo
Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones
Universidad Carlos III de Madrid
Procedimiento de selección de originales, ver página web:
http://www.tirant.net/index.php/editorial/procedimiento-de-seleccion-de-originales
ENVEJECIMIENTO ACTIVO EN ESPAÑA
Derechos y participación en la sociedad de los mayores
Directora
Ainhoa Uribe Otalora
Coordinadores
Ainhoa Uribe Otalora
Leopoldo Abad Alcalá
Juan Pablo Maldonado Montoya
Begoña Fernández González
Valencia, 2014
Copyright ® 2014
Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética, o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación sin permiso escrito de los autores y del editor.
En caso de erratas y actualizaciones, la Editorial Tirant Humanidades publicará la pertinente corrección en la página web www.tirant.com (http://www.tirant.com).
© Ainhoa Uribe Otalora
© TIRANT HUMANIDADES
EDITA: TIRANT HUMANIDADES
C/ Artes Gráficas, 14 - 46010 - Valencia
TELFS.: 96/361 00 48 - 50
FAX: 96/369 41 51
Email:tlb@tirant.com
http://www.tirant.com
Librería virtual: http://www.tirant.es
DEPÓSITO LEGAL: V-950-2014
ISBN 978-84-15731-80-5
MAQUETA: Tink Factoría de Color
Si tiene alguna queja o sugerencia, envíenos un mail a: atencioncliente@tirant.com. En caso de no ser atendida su sugerencia, por favor, lea en www.tirant.net/index.php/empresa/politicas-de-empresa nuestro Procedimiento de quejas.
INTRODUCCIÓN Y PLANTEAMIENTO DEL ESTUDIO
Dra. Ainhoa Uribe Otalora
Secretaria Académica del Instituto CEU de Estudios de la Democracia
Profesora Adjunta en la Universidad CEU San Pablo
ainhoa.uribeotalora@ceu.es
La presente obra se enmarca en la línea de investigación prioritaria de la Universidad CEU San Pablo y de la Unión Europea, sobre «envejecimiento activo y una vida autónoma y asistida», y se centra en el estudio del envejecimiento activo en España, en consonancia con los objetivos subrayados en la II Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento de las Naciones Unidas (2002), como son el «reconocimiento de la contribución social, cultural, económica y política de las personas de edad» y «la participación de las personas de edad en los procesos de adopción de decisiones a todos los niveles». Para ello, se han sumado los esfuerzos de dos proyectos de investigación desarrollados en la citada Universidad y dirigidos por los profesores Ainhoa URIBE y Leopoldo ABAD, respectivamente.
En el primer caso, el equipo de investigación liderado por la profesora Ainhoa URIBE aspira a avanzar en la investigación en torno a los derechos socioeconómicos de los mayores, por un lado, y por otro, los derechos políticos, que afectan de forma especial a la capacidad potencial de dicho colectivo para hacer uso del ejercicio de su ciudadanía, ya sea de forma directa, como representantes del poder público o, de manera indirecta, a través de otras vías de participación política.
En el segundo caso, el grupo coordinado por Leopoldo ABAD1, Vicerrector de Alumnos y profesor titular de la Facultad de Humanidades de la Universidad CEU San Pablo, ha comenzado una investigación en el ámbito de la alfabetización mediática de las personas de la tercera edad. El objetivo es analizar la situación de la educación para mayores para poder adaptarla a las circunstancias reales de este colectivo y dar solución a los problemas a los que actualmente se enfrentan, como la falta de entendimiento con las nuevas generaciones o el aislamiento digital.
Las razones que justifican la novedad, oportunidad e interés del tema son fundamentalmente cuatro. La primera es el hecho de que la presente investigación de la Universidad CEU San Pablo, con el apoyo del Instituto de Estudios de la Democracia y del Ministerio de Economía y Competitividad, aspira a profundizar en el debate sobre el envejecimiento en España, con la finalidad de potenciar los derechos y la participación de las personas mayores, las cuales representan en la actualidad cerca del 17 por ciento de la población de nuestro país, según el Instituto Nacional de Estadística (INE) y su esperanza de vida aumenta gradualmente, por lo que las estimaciones de población hacen de los mayores un grupo especialmente vulnerable si no se atiende de forma adecuada su capacidad de participación en la sociedad y sus derechos como ciudadanos.
Según el Informe de Naciones Unidas sobre el Envejecimiento Mundial (2009), la población de personas mayores de 60 años es de 737 millones, es decir, el 10’8 por ciento de la población mundial y se estima que alcanzará los 2.000 millones en el año 2050, superando en número a la población entre 0 y 14 años, de modo que no sólo se trata de una población que crece más que la población joven, sino que incluso, dentro de unos años, superará en número a las personas activas en el mercado laboral. Partiendo de este hecho, y del reconocimiento de la aportación de nuestros mayores a la sociedad, es esencial seguir avanzando en el conocimiento de esta realidad, desde una perspectiva que vaya más allá de una visión puramente sanitaria y/o economicista, y aborde la cuestión desde los derechos de las personas mayores, ya sean derechos de carácter económico, social o político.
La primera vez que se pone sobre la mesa la preocupación por el envejecimiento, desde un plano institucional, es de la mano de las Naciones Unidas, en 1982, en la Asamblea sobre Envejecimiento que desarrolla el I Plan de Acción Internacional en Envejecimiento de Viena (Resolución de la Asamblea General de la ONU 37/51). A este primer hito le siguen otros como la adopción en el año 2007 de una Agenda de Investigación en Envejecimiento para el siglo XXI.
En esta línea, tanto el gobierno español, a través de los Ministerios responsables de las políticas sociales, como la propia Unión Europea, han intentado fomentar, desde una óptica institucional, la promoción y el estudio del envejecimiento en profundidad. Al respecto, se pueden citar, como ejemplos, la elaboración de Planes gerontológicos nacionales, la creación de un Consejo Estatal de Personas Mayores, la celebración en 2002 de la Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento en Madrid, la creación de Consejos autonómicos referidos a las personas mayores en algunas de las Comunidades Autónomas; y otras muchas iniciativas de carácter europeo, como: la creación del Observatorio Europeo sobre Envejecimiento y Personas Mayores (1991); la inclusión de sondeos de opinión sobre la vejez por parte del Eurostat desde 1992; la celebración, por primera vez, en 1993, del Año Europeo de las personas mayores y la solidaridad entre personas y, en 1999, del Año Internacional de las Personas de Edad; o el inicio del apoyo a proyectos de I+D+I sobre población anciana y discapacidades desde 1998, hasta el momento actual, en el que se puede citar la iniciativa ERA-AGE, para marcar una hoja de ruta en investigación en materia de envejecimiento.
Por otro lado, la segunda razón que justifica el interés de la investigación es la tardía preocupación por el envejecimiento en España y la carencia de estudios al respecto en nuestro país, desde el campo jurídico y politológico. No en vano, tradicionalmente, los estudios centrados en el análisis de las personas mayores, bajo la denominación de gerontología, partían del ámbito de las Ciencias de la Salud, de un lado, y la Geografía Humana, de otro. Sin embargo, durante un tiempo se obviaron otro tipo de aspectos fundamentales que afectan a las personas mayores y enlazan con otras ramas del conocimiento. Así, según el Informe sobre la I+D+i en materia de envejecimiento de la Fundación General del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), de noviembre de 2010, atendiendo a los datos de la web del ISI-Thomsom para el período 1989-2009, las investigaciones habidas en el mundo, en materia de envejecimiento, han pasado de 2.300 documentos en 1989 a más de 16.000 en 2009, de ellas, un pequeños porcentaje son españolas, por lo que el presente proyecto aspira a completar la carencia de estudios al respecto en nuestro país. No en vano, en 1989 se registraban en dicha base de datos, según el CSIC, 30 documentos, cifra que se eleva a 1.100 en 2009. Ello significa que en el período 1991-2009 ha habido un aumento de un 14 por ciento anual de publicaciones en España. Por áreas temáticas, la mayor parte de las publicaciones, tanto mundiales como españolas, se sitúan en el campo de la Biomedicina, la Biología Fundamental, las Neurociencias y el Comportamiento. De hecho, más del 80 por ciento de las publicaciones científicas mundiales y españolas, según el período analizado por el CSIC, se produjeron en el campo de la Biomedicina; al tiempo que un 40 por ciento de las publicaciones mundiales y un 20 por ciento se las españolas partían de la Biología Fundamental o las Neurociencias y el Comportamiento. A mucha distancia le siguen los estudios de las Ciencias Sociales, las Ciencias Jurídicas y otras ramas, que no representan, ya sea a nivel mundial o español, ni un 5 por ciento de las publicaciones, razón por la cual resulta necesario abordar una investigación como la que aquí se presenta.
La tercera razón estriba en que el estudio, incluye, en buena parte de sus capítulos, una perspectiva complementaria de mainstreaming de género, que hacen de éste un estudio especialmente interesante, al ofrecer un cuadro descriptivo de la situación de la mujer en España, lo que puede ayudar, por ejemplo, a mejorar el diseño de políticas públicas que fomenten la potenciación de un envejecimiento activo y de calidad entre las mujeres.
Por último, la metodología multidisciplinar que se empleará es otra de las razones que justifican el trabajo. No en vano, un estudio completo del debate presentado exige la combinación de múltiples enfoques, como complemento básico de un análisis jurídico y politológico, que son los que guían la investigación, puesto que el Derecho legitima y posibilita en última instancia el ejercicio los derechos de los ciudadanos, al tiempo que éstos últimos, para determinar su comportamiento político y electoral o para hacer uso de las nuevas tecnologías, por ejemplo, necesitan de un marco jurídico que les habilite de cara a proteger sus datos personales, poder votar, actuar en la esfera parlamentaria y/o representar los intereses de sus comunidades. Así, “la demanda de un planteamiento del tipo “Derecho y…” es, por supuesto, de rigueur. Derecho y Economía, Derecho y Cultura, Derecho y Sociedad; en suma, Derecho en su contexto”2. Dicho de otro modo, resulta imprescindible una complementariedad de enfoques, esto es, analizar la ley en su contexto, para entender la realidad social configurada mediante el derecho existente y, por ende, mediante nuestras instituciones políticas. De ahí la necesaria combinación, entre otras, del Derecho, la Ciencia Política, la Sociología e incluso la Psicológica, para poder aportar una visión completa del día a día de nuestros mayores.
Igualmente, desde la perspectiva metodológica, conviene recordar que el concepto “vejez” está ligado a la jubilación y, como indica el sociólogo Anthony Giddens3, se trata de una idea vinculada a las sociedades industriales. En esta línea el uso del término “viejo” determinaría el fin de la capacidad funcional y de obrar de la persona, por lo que se evita su uso, por parte de las organizaciones y entidades que pretenden potenciar las capacidades de las personas mayores. Precisamente, “personas mayores” o “gente mayor” suelen ser los eufemismos que se emplean más habitualmente, con carácter genérico. Por su parte, la Unión Europea distingue entre “tercera edad” (entre 65 y 80 años) y “cuarta edad” (mayores de 80 años), al tiempo que la Organización Mundial de la Salud considera a las personas mayores de 60 años y menores de 74 como “personas de edad”, “ancianas” a las personas que cuentan con más de 75 años y menos de 90 y, “muy viejas” a las de más de 90 años. En nuestro caso, se estudiará indistintamente a todas las personas mayores de 65 años, empleando como tal, por tanto, la edad habitual de jubilación en España, y se referirá a ellas en el estudio, de manera genérica, como “mayores” o “personas mayores”.
Partiendo de las consideraciones anteriores, el presente estudio se divide en tres bloques. El primer bloque, coordinado por los profesores Leopoldo ABAD y Ainhoa URIBE, aporta una visión amplia sobre la sociedad, a partir del análisis del concepto “envejecimiento activo”, la evolución demográfica de los mayores, las características psicológicas de dicho colectivo, los proyectos europeos para procurar la incorporación de los mayores a las nuevas tecnologías, así como se investiga en torno a las claves del comportamiento político de dicho colectivo, partiendo de su interés por la política, su nivel de información y competencia en la materia. El objetivo último es valorar el nivel de vulnerabilidad de dicho colectivo, desde un enfoque psico-social y politológico, con la finalidad de poder establecer estrategias de mejora de su situación social.
El segundo bloque, coordinado por el Profesor Juan Pablo MALDONADO, se adentra en el estudio de los derechos socioeconómicos relacionados con las cuestiones laborales. No en vano, el trabajo es una de las primeras, si no la más importante, vías de integración social. Del mismo modo, el sistema de seguridad social responde al propósito de mantener dicha integración cuando aquél falta. Ambos extremos, trabajo y seguridad social afectan de manera singular a los mayores; muy especialmente a los mayores de 65 años. Pero asistimos a una curiosa singularidad. Si lo normal entre la población con menos de 65 años (exclusión hecha de los menores de edad) lo habitual es trabajar y lo excepcional es ser perceptor de prestaciones de seguridad social (prestaciones por desempleo, incapacidad temporal, invalidez); lo habitual es percibir prestaciones de seguridad social (prestaciones por jubilación; tal vez, otras, comunes al resto de la población, pero que estadísticamente afectan a los mayores, como ocurre con la prestaciones por supervivencia, es decir, la pensión de viudedad) y lo excepcional trabajar. De ahí la importancia de incluir este bloque en el estudio.
Por último, el tercer bloque se refiere al estudio de los derechos civiles de los mayores, y ha sido realizado bajo la coordinación de la profesora Begoña FERNÁNDEZ. El derecho a la personalidad jurídica del ser humano lleva implícito el reconocimiento del derecho a la capacidad jurídica de la persona, por lo que toda restricción o limitación de su capacidad de obrar afecta a la dignidad de la persona y a los derechos inviolables que le son inherentes, así como al libre desarrollo de la personalidad. Estas cuestiones han sido abordadas por los estudios en materia de protección de los derechos humanos, con carácter general y en los estudios específicos sobre el ordenamiento jurídico de los Estados miembros de la UE, como es el caso de los estudios españoles en la materia, ya sea desde la perspectiva del derecho laboral, por un lado, en lo que atañe al derecho al trabajo, el derecho de jubilación y el derecho al disfrute de una pensión; o bien, desde derecho civil, por otro, al referirse la protección del derecho a la capacidad jurídica, la capacidad de obrar, el régimen de guarda (tutela o curatela), la ley de discapacidad, el internamiento del anciano, la autotutela, el testamento vital y, última instancia, el derecho a la vida. De hecho, el ser reconocidos, valorados y tenidos en cuenta como personas capaces de pronunciarse, decidir y participar en la sociedad como —como aportantes y beneficiarias del desarrollo— es, a todas luces un derecho fundamental relacionado con la calidad de vida. En este sentido, llama la atención que los ancianos sean el único grupo vulnerable que carece de un marco de protección jurídica internacional, como ocurre con los niños, las mujeres, las minorías étnicas y otros colectivos que cuentan con un convenio ad hoc auspiciado por las Naciones Unidas.
En suma, se trata de una obra multidisciplinar, de sumo interés, que aspira a ahondar en el debate abierto en España sobre el envejecimiento activo. Con dicho objetivo, parte de los capítulos que aquí se incluyen se expusieron en las I Jornadas sobre envejecimiento activo en España: derechos y participación de los mayores como clave para un envejecimiento activo, organizadas por el Instituto de Estudios de la Democracia de la Universidad CEU San Pablo4, el 3 de junio de 2013.
1 Proyecto de investigación dirigido por Leopoldo Abad (“Brecha digital y personas mayores: Alfabetización digital y e-inclusion” (referencia CSO2012-36872), financiado por la Dirección General de Investigación Científica y Técnica. Subdirección General de Proyectos de Investigación. Ministerio de Economía y Competitividad).
2 Vid. WEILER, Joseph H.H., Europa fin de Siglo, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1995, p. 21.
3 Vid. GIDDENS, Anthony, Sociología, Alianza Editorial, Madrid, 2010.
4 Más información sobre los estudios publicados y las actividades del Instituto CEU de Estudios de la Democracia en www.uspceu.es/id
PRIMER BLOQUE
EL ENVEJECIMIENTO ACTIVO EN ESPAÑA
Una fotografía de la vejez
Pautas y comportamientos
Coordinadores
Dra. Ainhoa Uribe Otalora
Dr. Leopoldo Abad Alcalá
INTRODUCCIÓN*
Dra. Ainhoa Uribe Otalora
Secretaria Académica del Instituto CEU de Estudios de la Democracia
Profesora Adjunta en la Universidad CEU San Pablo
Dr. Leopoldo Abad Alcalá
Profesor Agregado de la Universidad CEU San Pablo
Vicerrector de Alumnos
El primer bloque, coordinado por los profesores Leopoldo Abad y Ainhoa Uribe, aporta una visión amplia, desde una perspectiva sociológica, psicológica y politológica sobre el envejecimiento activo.
Para ello, el estudio comienza con un primer apartado dedicado a la vejez como concepto y a sus características en términos demográficos (Prof. Patricia SANTOS). Este primer análisis se complementa con una fotografía psicológica de los mayores (Prof. Rocío FERNÁNDEZ-BALLESTEROS). Aquí, la profesora FERNÁNDEZ-BALLESTEROS estudiará los estereotipos sociológicos de los ancianos, y responderá a preguntas sobre cómo se sienten los ancianos, su soledad, su sentimiento de utilidad y capacidad de hacer cosas, su comprensión de los nuevos cambios, etc. En el marco precisamente de dichos cambios está el uso de las nuevas tecnologías, cuyo análisis será abordado por el profesor Leopoldo ABAD. Con tal finalidad, el profesor ABAD realizará un estudio de la cuestión desde la perspectiva de la legislación comunitaria y los proyectos puestos en marcha por la Unión Europea.
Tras esta fotografía inicial de los mayores, la segunda parte se centra en un análisis político de la cuestión, comenzando por el pensamiento político clásico (Prof. Armando ZEROLO), para analizar el êthos del anciano y verificar si dichos estereotipos y comportamientos clásicos seguirían vigentes a día de hoy. Así pues, desde una perspectiva moderna, se estudia el comportamiento político de los mayores de 65 años en España, de la mano de los profesores Manuel MARTÍNEZ SOSPEDRA y Ainhoa URIBE OTALORA. La razón es evidente: de su nivel de participación política dependerá su mayor o menor vulnerabilidad, puesto que es clave que los mayores defiendan por sí mismos sus intereses y no se queden al margen de la sociedad. De ahí el interés y oportunidad del tema.
La participación política es un derecho que surge tras las Revoluciones liberales de finales del siglo XVIII y principios del XIX, y que permite avanzar en la noción del ciudadano, el cual pasa de ser un sujeto pasivo a configurarse como un sujeto activo. El estatuto de “ciudadano” presupone la dignidad de la persona y los derechos fundamentales que le son inherentes, como fundamento del orden político y la paz social, como establece el artículo 10.1 de la Constitución Española (CE). Paradigma de ello es la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, de 26 de agosto de 1789, y que encuentra su reflejo teórico en la obra de Sieyès, Reconnaissance et exposition raisonné des Droits de l’Homme et du Citoyen (1789).
Desde entonces hasta ahora, el camino recorrido, en términos de conquista de derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, ha sido muy largo1. Sin embargo, las personas mayores, por verse apartadas del mercado laboral, en ocasiones, son también relegadas de la escena política. Este hecho es especialmente preocupante en el caso de las mujeres mayores. No en vano, las mujeres en edad de trabajar no cuentan, en buena parte de las democracias actuales, con una representación igual a la de los hombres, lo cual se agrava si analizamos el nivel de participación política y representación de las mujeres en la senectud, por lo que resulta oportuno completar el estudio desde una perspectiva de género. A ello se suman, a su vez, reflexiones sobre su nivel educativo o su calidad de vida, en la medida en que dichas variables pueden condicionar su mayor o menor participación política.
Además, resulta sumamente pertinente el planteamiento de esta parte del estudio, ya que son muy pocos los estudios realizados sobre la participación social de nuestros mayores, entre los que se sitúan los publicados por el Instituto de Mayores y Servicios Sociales2. De ahí la necesidad de complementar los estudios en la materia.
1 NORRIS, P. y R. INGLEHART, Rising tide: gender equality and cultural change around the world, Cambridge University Press, 2003.
2 IMSERSO, Las personas mayores en España». Informe 2006, Imserso, 2006. IMSERSO, La participación social de las personas mayores, Imserso, 2009.
* Ainhoa URIBE es investigadora Principal (IP) del proyecto de investigación (2012-2014), titulado “Envejecimiento activo y democracia: Derechos, representación y participación a partir de los 65 años. Un estudio comparado”, financiado por la Universidad CEU San Pablo (USPBS-PPC06/2012).
Leopoldo ABAD es IP del proyecto “Brecha digital y personas mayores: Alfabetización digital y e-inclusion” (referencia CSO2012-36872), financiado por la Dirección General de Investigación Científica y Técnica. Subdirección General de Proyectos de Investigación. Ministerio de Economía y Competitividad).
BLOQUE I
Primera Parte
ENVEJECIMIENTO ACTIVO. SIGNIFICADO E IMPLICACIONES PRÁCTICAS EN TÉRMINOS PSICO-SOCIALES
LAS CLAVES DEL ENVEJECIMIENTO ACTIVO*
Dra. Patricia Santos-Rodríguez
Profesora Adjunta de Filosofía del Derecho
Acreditada por la ACAP
Facultad de Derecho CEU USP
psantos@ceu.es
SUMARIO: I. ENVEJECIMIENTO ACTIVO. DEFINICIÓN, CONTEXTO Y CONTENIDO DEL TÉRMINO. II. ANÁLISIS DE LOS DATOS DEMOGRÁFICOS RELEVANTES A NIVEL MUNDIAL, EUROPEO Y NACIONAL. III. ENVEJECIMIENTO ACTIVO EN CIFRAS. IV. CLAVES DEL ENVEJECIMIENTO ACTIVO. V. BIBLIOGRAFÍA.
RESUMEN
Este capítulo trata de mostrar las luces y sombras que asoman a la llamada tercera edad. Luces, porque la prolongación de la esperanza de vida, así como el incremento del número de personas que alcanzan una vejez saludable y productiva, presentan una importante contribución social, económica y política que antes no existía en semejantes dimensiones. Sombras, porque aunque los Estados van tomando conciencia de este nuevo fenómeno, es necesario impulsar y coordinar una política verdaderamente consecuente con el envejecimiento activo, al servicio de este sector de la sociedad. Se presentan unas directrices generales que toda medida jurídica o política deberá tener en cuenta para lograr un una exitosa política de envejecimiento activo.
PALABRAS CLAVE
Envejecimiento activo, contexto y fundamento, derechos de los mayores, participación, contribución social.
ABSTRACT
This chapter shows the lights and shadows that appear within in human life the reach of the third age. Lights are due to the extension of life expectancy in general terms and to the fact that the number of people who reach their elder years keeping healthy and productive is increasing by year. Shadows appear in spite of the States’ awareness of this social phenomenon: it is necessary to promote and coordinate a truly consistent policy towards active ageing, at the service of the senior members of our society. We want to share some directions in order to facilitate a successful implementation of active ageing policy.
KEY WORDS
Active ageing, framework and reasons, right of the elders, participation, social assets of active ageing.
“La vejez es la suma de toda la vida,
milagro y nobleza de la personalidad humana”.
Gregorio Marañón
Médico, escritor y pensador (1887-1960)
I. ENVEJECIMIENTO ACTIVO. DEFINICIÓN, CONTEXTO Y CONTENIDO DEL TÉRMINO
Presentamos en primer lugar los términos que fundamentan todo nuestro trabajo ulterior. Hemos acudido a las fuentes más generales, autorizadas y actuales en la materia para posibilitar una mayor coherencia de nuestras propuestas con el marco normativo actual. Entendemos que los términos clave de total consenso sobre los que debe gestarse toda política encaminada al envejecimiento activo, son las definiciones de salud, envejecimiento activo y calidad de vida.
Por salud entendemos “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades1”.
Nuestro punto de partida al hablar sobre envejecimiento activo es la comprensión del mismo como “el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad a fin de mejorar la calidad de vida con la edad. Se aplica tanto a los individuos y grupos de población. Permite a las personas realizar su potencial de bienestar físico, social, mental y el bienestar durante toda la vida y para participar en la sociedad, al tiempo que proporciona una protección adecuada, la seguridad y la atención cuando lo necesitan2”. Dentro de esta definición la palabra “activo” incluye “la participación continua en los asuntos sociales, económicos, culturales, espirituales y cívicas, no sólo la capacidad para estar físicamente activo o participar en la fuerza laboral”. Estos términos serán manejados en su acepción inclusiva de las múltiples facetas que pueden atravesar la vida de las personas mayores al jubilarse, padecer enfermedades o vivir con discapacidades. Todos pueden seguir siendo participantes activos en sus familias, con sus compañeros, dentro de sus comunidades, contribuyendo al bien común nacional.
Por último, entendemos la calidad de vida como la “percepción que un individuo tiene de su lugar en la existencia, en el contexto de la cultura y del sistema de valores en los que vive y en relación con sus objetivos, sus expectativas, sus normas, sus inquietudes. Se trata de un concepto muy amplio que está influido de modo complejo por la salud física del sujeto, su estado psicológico, su nivel de independencia, sus relaciones sociales, así como su relación con los elementos esenciales de su entorno3”.
Una vez sentados los términos por los que discurrirá nuestra propuesta procede a continuación una labor de contextualización. Esta labor se realizará principalmente a partir del estudio de la vejez como estadio de la vida humana susceptible de la aplicación de los conceptos definidos. Todos los estadios de la vida humana tienen su belleza y sus propias tareas. Muchos filósofos, poetas, médicos, psicólogos y sociólogos han abordado esta etapa de la vida. Muchos más la han protagonizado o son hoy simultáneamente sujetos agentes y pacientes de la misma. Nuestro proyecto aborda este ciclo de la vida humana desde una doble perspectiva, jurídica y política, basándonos en la información demográfica más actualizada que hemos podido consultar. Sin embargo, no buscamos tanto una descripción teórica de este proceso natural de la vida humana, cuanto facilitar la información necesaria que permita optimizar la vivencia de este ciclo por los propios interesados: promoviendo las condiciones necesarias que garanticen su salud, su integración social y su participación política y económica; y esto, aun cuando los niveles de salud y en consecuencia, actividad independiente, se hallen limitados o impedidos.
No todos pueden, no todos deben, no todos quieren ni sienten necesarias las mismas cosas ni en la misma medida. La cuestión merece ser abordada respetando los amplios márgenes que exigen la pluralidad y la libertad de las personas y las diversas facetas que cada una presenta en conjunción con su estado de salud física y psíquica, sus respectivos entornos familiares, sociales y culturales, y las circunstancias políticas y económicas que los rodean. Trata de un tema complejo en la medida en que se busca llegar lo más ajustadamente posible a la realidad, pues el fenómeno desde el punto de vista sociológico supone siempre una doble consideración, por una parte la del individuo que lo experimenta, y por otra, la de la sociedad en cuyo seno se representa. El envejecimiento activo como política debe mostrarse receptivo a todas estas coordenadas que atraviesan la vida humana, y debe hacerlo observando el respeto ético que la dignidad de toda vida humana colmada merece.
Hablábamos inicialmente de la belleza de cada etapa de la vida humana. La plena madurez de los mayores es memoria del pasado, es experiencia, es vida cumplida, es fortaleza y valentía de haber vivido y de seguir viviendo. Una sonrisa de una persona mayor es mucho más valiosa desde el punto de vista antropológico, que la misma sonrisa en una persona joven. No cabe duda de que a pesar de que la vejez tiene elementos positivos y de que se puede vivir de forma satisfactoria, es una edad caracterizada por la pérdida y por el deterioro. Ese es quizá su mayor reto. Desde la gerontología4 se analiza esta etapa desde diferentes perspectivas: biofísica, psicológica, sociológica. El envejecimiento biológico tiene origen en el envejecimiento celular, al que se aproxima la medicina, la fisiología, la química orgánica y la genética, entre otras ciencias. Al tiempo del desgaste y ausencia de sustitución de las células que mueren, la morfo-fisiología de la persona cambia. Se producen cambios anatómicos y funcionales en nuestro organismo: disminución de la masa corporal y desgaste óseo, desgaste en la piel y en la dentadura, disminución de la estatura, deterioro del sistema inmunitario, disminución de conexiones cerebrales, neurotransmisores y circulación sanguínea en el cerebro, disminuye la melatonina en sangre, desgaste de las funciones del páncreas y de la glándula tiroidea, desgaste de los sistemas cardiovascular, respiratorio, digestivo y renal; disminución de las funciones sensoriales y de la producción de hormonas sexuales (andropausia o menopausia). Todos estos cambios morfológicos y funcionales tienen también su impacto en la psicología de la persona que percibe y padece estas mutaciones como limitaciones que antes no existían5.
Todas las edades han de afrontar pérdidas, ganancias y estabilidad frente a los cambios que les suceden. La vejez ha sido secularmente considerada como “la” etapa de las pérdidas. Un buen aprendizaje en la frustración y aceptación de impedimentos que van apareciendo supone indudablemente una forma adecuada de afrontar y prevenir la dureza de esta etapa. La rigidez o intolerancia al cambio, disfrazada de una comprensible voluntad de estabilidad como mecanismo de seguridad, puede ser más peligrosa a medio y largo plazo, pues los cambios no perdonan resistencia alguna. Dicho esto, nos parece más ajustado a la realidad de los mayores decir que el envejecimiento no comienza y termina en un momento, sino que tiene lugar gradualmente. Por eso puede considerarse como un proceso dinámico entre desarrollo (columna del “haber”), estabilidad, y declive (columna del “debe” actuarial o de las pérdidas). Desde esta perspectiva, uno de los mayores logros del envejecimiento activo consistiría en fortalecer la figura del mayor como agente de su propio proceso evolutivo de envejecimiento6.
La persona que envejece no sólo queda afectada por los cambios morfo-fisiológicos mencionados, ni por su percepción personal de los cambios en su cuerpo. A estos cambios internos hay que añadir otros bruscos cambios externos, fundamentalmente operados en las relaciones sociales. Estas variaciones no tienen por qué ser repentinas ni absolutas, en la medida que se producen sobre ejes que, de alguna manera, han estado presentes a lo largo de la vida, y por tanto, han ido evolucionando a lo largo de la vida. Destacaremos dos grupos en los que se viven estos cambios, de una parte la esfera personal afectiva (matrimonial, familiar, de amistad) y de otra, la esfera económica y laboral (la jubilación). Desde el punto de vista personal, la vejez puede implicar una transición hacia ciertas formas de soledad y de inadaptación: los hijos ya no viven en el hogar familiar, es posible que el cónyuge haya fallecido, así como parientes y amigos de edades cercanas a la propia que, o bien ya no viven en el entorno cercano o bien han podido fallecer también.
Esta misma ruptura de relaciones afectivas se produce también, quizá más abruptamente, en las relaciones sociales especialmente al finalizar legalmente el período de trabajo y comenzar la etapa de la jubilación. La jubilación puede experimentarse como un tiempo de descanso obligatorio libremente admitido o penosamente impuesto. Repentinamente, los horarios de trabajo, de descanso, de sueño no corresponden ya a la situación objetiva que antes se vivía como normal. La normalidad ha cambiado. En la mayor parte de los casos hay una ruptura de las relaciones profesionales, un cambio en las condiciones de la vida social y una modificación en las relaciones familiares que se intensifican por la totalidad de horas y días que se comparten en el propio hogar. El tiempo de ocio que en la época profesional era un bien escaso, ahora puede ocupar días y semanas vividas como un vacío. Por último, desde el punto de vista financiero hay una pérdida de recursos y el presupuesto ha de modificarse a la baja. Todos estos cambios exteriores son un auténtico reto al equilibrio psicológico y psíquico de la persona.
Pensemos que además, sólo se han descrito los cambios propios del envejecimiento natural progresivo, pero estos cambios pueden ir acompañados por enfermedades que aceleren y agudicen más críticamente el proceso de desadaptación de quienes los padecen al medio en el que viven.
En coherencia con esta descripción del proceso de envejecimiento resulta comprensible que muchos mayores atraviesen períodos más o menos largos de depresión e introversión; otras veces la introversión es consecuencia del reconocimiento de la riqueza del propio mundo interior, y de la reducida necesidad de responder a las demandas sociales de éxito y participación que en la etapa anterior se presentaban perentorias y acuciantes. Hay también quienes sitúan en esta época un sentimiento dominante que oscila desde la auto-percepción de la integridad y plenitud de sentido de una vida colmada y la desesperanza7, siendo lo ideal alcanzar el máximo de integridad con un mínimo de desesperanza. Así las cosas, vemos cómo desde el punto de vista externo y objetivo los mayores se enfrentan progresivamente a una pérdida de su capacidad de socialización, de oportunidades de trabajo y actividad social. No son culpables de esta dificultades, no las han provocado, sino que más bien se producen por causa del mero devenir del tiempo que todo lo desgasta y en algunos casos, a causa de cierta marginación o exclusión social8.
Junto a estos datos propios de la fisiología, de la medicina y de la sociología no podemos dejar de destacar otros aspectos emergentes que arrojan lucen distintas al panorama del envejecimiento en el siglo XXI. Hoy más que nunca asistimos a unos porcentajes mundiales de mayor longevidad. La esperanza de vida aumenta, sostenida por los mimbres de la calidad de vida. Fruto de esta unión los ciclos vitales e intelectuales se alargan, y muchos mayores son ejemplo de adaptación y flexibilidad a los cambios y a los nuevos tiempos9. Están presentes activamente en el día a día con capacidad más que demostrada de seguir aportando su capital humano, social e intelectual. Su experiencia y sus conocimientos han de seguir sumando y sirviendo de apoyo a los cambios sociales y culturales que demanda nuestra sociedad. Los mayores han de seguir aportando porque son un valor en sí mismos y nuestra historia quedaría suspendida en el vacío si prescindiéramos de ellos10. Agraciadamente, así lo recoge el Libro Blanco sobre el envejecimiento activo en uno de sus primeros capítulos11.
La política de envejecimiento activo acertará si considera atentamente estas dificultades a la hora de determinar las fórmulas que procedan en cada caso para lograr sus objetivos: dignidad y autonomía, calidad de vida, integración social y participación de los mayores allí donde se encuentren.
El reconocimiento de la dignidad en los hechos se muestra mediante la implementación de una adecuada tutela jurídica y promoción social y política de la autonomía de los mayores en tantas áreas como sea posible12. Entre otros aspectos señalaremos a continuación los aspectos esenciales destacados en dos documentos internacionales13 para la realización de los objetivos del envejecimiento activo:
– La información cabal acerca de sus derechos, del acceso a la participación y al diálogo social, y de las soluciones alternativas a sus necesidades; supone en todo momento el respeto por parte de la autoridad y de los profesionales y familiares del mayor a su consentimiento informado en todas las decisiones sobre cuestiones que le afecten directamente.
– Aceptación del contexto de envejecimiento a nivel personal y familiar. Desde el punto de vista personal la persona mayor que teme ser una carga para otros debe ser consciente de que pensando en sí mismo y poniendo los medios para lograr calidad de vida, está beneficiándose no sólo a sí mismo, sino también a quienes le rodean. Desde el punto de vista familiar y social esta aceptación cobra vida en la práctica de la solidaridad inter-generacional.
– Igual accesibilidad para todos de las medidas de salud y alimentación necesarias orientadas a la preparación física, a la previsión/prevención de los síntomas propios de la vejez.
– Igual acceso para todos a tratamientos y cuidados paliativos personalizados, adaptados a las situaciones particulares de cada uno.
El hombre es un ser social por naturaleza, y la vejez es uno de los momentos de la vida humana que más lo evidencia. El papel de la familia, de las instituciones sociales y del poder político en la realización de las medidas conducentes al envejecimiento activo es crucial. Los objetivos de la integración y la participación social y política los mayores dependen en buena medida de la toma de conciencia por parte de los poderes públicos e instituciones sociales. ¿Quiénes son los mayores para nosotros?
Desde un punto vista antropológico y familiar, los mayores son parte de nuestra identidad y de nuestra historia personal, nos han dado la vida, somos parte de sus genes. Hay una relación de permanente deuda con ellos, pues nos han dado algo que no podemos devolver en términos estrictos de justicia. Si hubiera que sintetizar en una palabra su contribución a la vida personal y familiar diríamos que los mayores son una referencia segura de nuestra propia identidad.
Para una sociedad, para un pueblo, para un país, los mayores son su memoria, los portadores de una experiencia de vida. No son portadores autómatas, sino animados, vivos, críticos, experimentados. Su voz es la voz de la historia, de la experiencia. En muchas culturas los mayores representan la voz de la sabiduría y gozan de un ascendiente social que les hace especialmente dotados para funciones de asesoramiento, consejo, diálogo y consenso social.
En lo cultural los mayores representan una tradición, que se muestra en la encarnación de unos valores, de unas creencias, de una formación intelectual y humana que explican sus opciones vitales, su idiosincrasia y las coordenadas particulares en que ha transcurrido su vida. En este sentido, vejez no es sinónimo de inmovilismo sino de identidad y coherencia a lo largo del tiempo. Su testimonio de vida refleja en cierta medida la validez o perennidad de los valores y de la tradición que representan.
La legalidad nos muestra a los mayores como sujetos activos y pasivos de derechos, en coherencia con su capacidad y dignidad. Son también agentes de participación social y política. En este aspecto, si bien a nivel internacional se han dado grandes pasos en esta dirección, aún queda camino por recorrer a nivel nacional legislativo y de política social.
Desde el punto de vista político, los mayores son agentes idóneos de participación y cambio social. Su experiencia les dota de una perspectiva esencial para alcanzar el éxito en el diálogo y el consenso social. Dada la importancia que la población mayor está adquiriendo en número y en esperanza de vida, la vejez está consolidándose como un elemento transversal con legitimación para estar presente en toda acción política ya sea local, nacional o internacional. Su valor específico (identidad, memoria, tradición, experiencia, perspectiva) dota de especial riqueza de matices a todas las decisiones políticas que se tomen en el seno de cualquier comunidad política (desde asociaciones de vecinos hasta el poder ejecutivo de un país).
En lo económico, la población mayor no es sólo acreedora de ciertos beneficios sociales sino también agente de multitud de servicios y beneficios sociales, muchos de ellos todavía no reconocidos plenamente por la legislación ni por la política económica. Son, desde esta perspectiva, capital humano cuyo rendimiento puede optimizarse y rentabilizarse mediante nuevas fórmulas laborales, fiscales y salariales.
Ante la población mayor, ante las personas mayores, se hallen en la situación y circunstancias en que la vida les haya puesto la actitud debida por parte de familia, instituciones y poderes públicos puede resumirse en una pregunta y en una respuesta. La pregunta podría formularse de esta manera: ¿Cómo deseas desarrollar esta etapa de tu vida? La respuesta hacia el valor específico que cada una de estas personas es en sí misma debería ser modulada en cada caso por actitudes personales e institucionales que sean expresivas de nuestra gratitud, atención, disponibilidad, respeto, diálogo y solidaridad hacia ellos en sus circunstancias. Finalmente, concluimos este apartado señalando los objetivos generales del envejecimiento activo, a los que nos gustaría aplicar tanto la pregunta como la respuesta precedentes: aumentar su esperanza de vida saludable y la calidad de vida de todas las personas a medida que envejecen.
1 “Preámbulo”, Constitución de la Organización Mundial de la Salud. Official Records of the World Health Organization, Nº 2, p. 100. Fue adoptada por la Conferencia Sanitaria Internacional, celebrada en Nueva York del 19 de junio al 22 de julio de 1946, firmada el 22 de julio de 1946 por los representantes de 61 Estados, entrando en vigor el 7 de abril de 1948. La definición no ha sido modificada desde 1948.
2 Definición de “Envejecimiento activo” recogida en la web oficial de la Organización Mundial de la Salud. Accesible: http://www.who.int/ageing/active_ageing/en/. Ver también voz “Envejecimiento activo” en Glosario 2002. Anejo B, Informe 2002. Las personas mayores en España. Datos estadísticos estatales. Vol. I. Observatorio de Personas Mayores. Imserso, Madrid, 2002, pp. 557-577. Accesible: http://www.imsersomayores.csic.es/documentos/estadisticas/informe-mayores/2002/inf2002pdf/vol1/glosario.pdf.
3 Definición de “Calidad de vida” en Medición de la calidad de vida. Instrumentos de calidad de vida de la Organización Mundial de la Salud. Organización Mundial de la Salud, Ginebra, 1997. Facilitada por:
http://www.imsersomayores.csic.es/documentos/documentos/oms-calidad-01.pdf.
4 MILLÁN CALENTI, J. C., MASEDA RODRÍGUEZ, A. “Envejecimiento” en Gerontología y Geriatría. Editorial Médica Panamericana, Madrid, 2011, pp. 1-19.
5 FERNÁNDEZ-BALLESTEROS, R. “Limitaciones y Posibilidades de la Edad”. Libro Blanco sobre el Envejecimiento Activo. AAVV 1ª edición. Ministerio de Sanidad, Política social e Igualdad, Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO), Madrid, 2011, pp. 105-147.
6 Ibídem, pp. 108, 119 y ss.
7 ERIKSON, E. Childhood and Society. 1ª Edición, W. Norton & Company. New York, 1950, pp. 242 y ss.
8 FERNÁNDEZ-BALLESTEROS, R.“Limitaciones y Posibilidades de la Edad”. Libro Blanco sobre el Envejecimiento Activo. AAVV 1ª edición. Ministerio de Sanidad, Política social e Igualdad, Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO), Madrid, 2011, pp. 105-147.
9 STANDFORD CENTER ON LONGEVITY, Livable Community Indicators for Sustainable Aging in Place Report, marzo 2013. Accesible en http://longevity3.stanford.edu/wp-content/uploads/2013/03/mmi-livable-communities-study.pdf.
10 JUAN PABLO II. Carta a los Ancianos. Editorial Vaticana, Roma 1999.
11 SUBIRATS, J. “Ciudadanía y Personas Mayores”. Libro Blanco... op. cit., 2011, pp. 87-101.
12 Carta de San José sobre los Derechos de las Personas Mayores en América Latina y el Caribe. Tercera Conferencia Regional Intergubernamental sobre Envejecimiento en América Latina y el Caribe. CEPAL (UN). San José de Costa Rica, 8-11 mayo 2012; Carta Europea de los Derechos y de las Responsabilidades de las Personas Mayores que necesitan Atención y Asistencia de Larga Duración. Programa Europeo Daphne III. Mayo 2010.
13 Ibídem Carta de San José y Carta Europea de Derechos de las Personas Mayores, cuya aplicación hacemos extensiva en nuestro trabajo a toda la población mundial mayor de 65.