COMITÉ CIENTÍFICO DE LA EDITORIAL TIRANT HUMANIDADES
Manuel Asensi Pérez
Catedrático de Teoría de la Literatura y de la Literatura Comparada
Universitat de València
Ramón Cotarelo
Catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia
Mª Teresa Echenique Elizondo
Catedrática de Lengua Española
Universitat de València
Juan Manuel Fernández Soria
Catedrático de Teoría e Historia de la Educación
Universitat de València
Pablo Oñate Rubalcaba
Catedrático de Ciencia Política y de la Administración
Universitat de València
Joan Romero
Catedrático de Geografía Humana
Universitat de València
Juan José Tamayo
Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones
Universidad Carlos III de Madrid
Procedimiento de selección de originales, ver página web:
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LAS CONDICIONES DE LA INTERCULTURALIDAD
Gestión local de la diversidad en España
Editor
Ricard Zapata-Barrero
Grupo de Investigación Interdisciplinario sobre Inmigracióm (GRITIM-UPF)
Departament de Ciències Polítiques i Socials
Universitat Pompeu Fabra
Contribuidores
Irena Guidikova
Phil Wood
Ricard Zapata-Barrero
Gema Rubio Carbonero
Teun A. van Dijk
Blanca Garcés-Mascareñas
Núria Franco-Guillén
Elena Sánchez-Montijano
Raquel Moreno
Gemma Pinyol-Jiménez
Daniel de Torres
Sarai Samper
Vicent Climent-Ferrando
Mercè Solé Sanosa
Avi Astor
Mohammed El-Bachouti
Flora Burchianti
Juan Carlos Triviño
Valencia, 2015
Copyright ® 2015
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Nombre: Ministerio de Economía y Competitividad.
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Este libro está realizado por investigadores del GRITIM-UPF (Grupo de Investigación Interdisciplinario sobre Inmigración).
© Ricard Zapata-Barrero (Ed.)
© De los textos: los autores, 2015
© TIRANT HUMANIDADES
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Introducción: Configurando el debate sobre políticas interculturales en España en el ámbito local
Ricard Zapata-Barrero
Grup de Recerca Interdisciplinari sobre Immigració (GRITIM-UPF)
Departament de Ciències Polítiques i Socials
Universitat Pompeu Fabra
“One of the defining factors that will determine, over coming years, which cities flourish and which decline will be the extent to which they allow their diversity to be their asset, or their handicap. Whilst national and supra-national bodies will continue to wield an influence it will increasingly be the choices that cities themselves make which will seal their future” (Council of Europe, 2008; 22)
“Considering that cities and their districts are privileged areas to foster intercultural dialogue and promote cultural diversity and social cohesion, it is important for local governments to develop and obtain capacities to better manage diversity and combat racism, xenophobia and all forms of discrimination. For that purpose, they should aim to develop tools that help them to design public policies adapted to the diverse needs of the population. In this context, it is necessary to take into account the spatial dimensions of integration challenges, such as segregated neighbourhoods. In order to fight inequality, it is necessary to invest in districts with a high immigrant concentration”
(Zaragoza EU Summit 4th Ministerial Conference on Integration of Immigrants)
El debate sobre la interculturalidad no acaba de salir del limbo donde se encuentra, entre una falta de fundamentación teórica sólida y de contrastación empírica de sus principales argumentos. Esta situación intermedia es incómoda si permanece en el tiempo ya que no acaba de mostrar sus distancias y proximidades con otros paradigmas de gestión de la diversidad (como la opción asimilacionista o la opción multicultural), pero tampoco ofrece argumentos objetivos empíricos que acaben por proporcionarle legitimidad frente a la sociedad y la política. En este contexto, como concepto y como enfoque, la interculturalidad continúa siendo una noción vaga pese a encontrarse en un punto clave en la agenda política de instituciones como el Consejo de Europa o la Comisión Europea, y haber generado ya un primer intenso debate teórico empíricamente informado1.
Un ejemplo destacable es el Índice que está implementando el Consejo de Europa y su documento base denominado “Guía práctica para aplicar el modelo urbano de integración intercultural: paso a paso2. Este texto plantea que el enfoque de interculturalidad obliga a tener una visión muy analítica de los diferentes espacios de diversidad donde esta “técnica de la interacción” se puede implementar. Se identifican diez ámbitos principales de una estrategia urbana intercultural, que, tomados en conjunto, pueden repercutir tanto en las percepciones públicas como en las políticas públicas, y poner en marcha dinámicas colectivas aprovechando la diversidad como un recurso positivo y un bien público en beneficio de la ciudad y sus habitantes3: 1) Discurso público y las acciones simbólicas. 2) Política urbana en general; la educación, la esfera pública, la vivienda y barrios, los servicios públicos y administración cívica, la empresa y economía, el deporte, y la política cultural, en particular. 3) Mediación y resolución de conflictos. 4) Enseñanza de idiomas. 5) Agencias de prensa locales y escuelas de periodismo. 6) Política internacional para la ciudad. 7) Información intercultural o un observatorio. 8) Formación publica en la interculturalidad. 9) Acogida de los recién llegados y proyectos de visitas urbanas. 10) Gobernanza intercultural para fomentar la toma de decisiones transcultural tanto en las organizaciones de la sociedad civil como en las instituciones públicas; apoyar la aparición de nuevos líderes cívicos y políticos de diversos orígenes; y garantizar que los líderes actuales sean expertos y competentes a nivel cultural.
Lo que sin duda todos los que protagonizan el debate y todos los contribuyentes de este volumen comparten es que la interculturalidad es considerada básicamente como un conjunto de políticas de proximidad impulsadas por una idea básica: que la interacción entre personas de diferentes orígenes (incluidos los inmigrantes y los ciudadanos) importa, y que este hecho ha sido obviado en las políticas multiculturales, que se han concentrado principalmente en garantizar los derechos culturales de los grupos de inmigrantes. En la actualidad, la estrategia basada en la promoción de la interacción es uno de los enfoques más ampliamente reconocidos, como la mayoría de los capítulos ilustran. La interculturalidad se convierte, así, en una estrategia política destinada a dar respuesta a esta preocupación común. Desde este punto de vista, se centra en tres premisas básicas:
a) El diálogo y la promoción de la interacción (positiva): la preocupación es no sólo promover el contacto interpersonal como tal, sino reducir los estereotipos y los prejuicios que obstaculizan precisamente el encuentro. En este sentido, es un proceso en marcha que busca a través la interacción, desarrollar y mantener las competencias interculturales. Es decir, que las zonas de contacto entre las personas en los barrios y espacios públicos no provoquen conflictos sino todo lo contrario: encuentro y enriquecimiento personal.
b) El reparto de poder / acceso a la ciudadanía: se trata de un elemento fundamental de la gobernanza de la diversidad que las ciudades se esfuerzan por establecer. Mientras que los marcos legales sobre el voto y la naturalización local del inmigrante no siempre son favorables, las ciudades están tratando de encontrar formas alternativas de dar voz y voto a todos los residentes, y en algunos casos haciendo presión para tener leyes nacionales más progresistas. Esto también incluye corregir las desventajas provocadas por la condición de ser diferente en cultura, lengua, color de la piel. Es impensable ver cómo puede proseguir el enfoque intercultural a través del tiempo si uno o más sectores de inmigrantes es tan desigual como para que no se sientan formar parte ni tengan interés real por la sociedad.
c) Las ventajas de la diversidad (diversity advantage): esto significa que hay que re-enfocar las instituciones y las políticas que tratan de gestionar la diversidad para tratar a los inmigrantes como un recurso potencial y no como una molestia de personas vulnerables que consumen “nuestros” servicios sociales y nuestro mercado. La diferencia en la práctica es grande, en términos de igualdad de oportunidades en la educación, en el empleo, en espíritu empresarial, en cargos públicos, etc.
Lo anterior no debe presuponer que sin una política intercultural no se produce interacción. Es obvio que existen en el espacio público y otras áreas de relación social de forma “natural”. Por ejemplo, en las salidas del colegio de los hijos, en los parques públicos de la ciudad, en los consejos de padres y madres de las escuelas, en el mercado. En estos casos, la intervención está justificada para proporcionar apoyo institucional necesario en las esferas públicas de interacción ya existentes.
En este libro queremos aplicar este marco del debate a nuestra realidad urbana más inmediata. Es un hecho ya asumido que la crisis económica en España pone en evidencia que los flujos migratorios han estado más influenciados por las necesidades del mercado laboral que por un control riguroso de las fronteras (Aja, Arango y Oliver, dirs. 2013). Desde el 2008 la tendencia de entrada de inmigrantes se ha reducido considerablemente hasta tal punto que se ha invertido y hoy en día la migración neta vuelve a ser negativa, como en los inicios de los años 90. Las políticas públicas ya no se centran tanto en la llegada de inmigrantes, sino en su incorporación en la sociedad, y especialmente en la acomodación de la diversidad que supone. Este cambio de tendencia migratoria hace que los gobiernos locales tomen más protagonismo, ya que es la administración la que tiene a su cargo la gestión de todos los aspectos relacionados con la integración en los diferentes sectores públicos (especialmente trabajo, escuela y vivienda) y la acomodación de la diversidad en las esferas de la vida cotidiana. En este cruce de dimensiones que va de la gestión de flujos a la gestión de la diversidad, y del papel predominante del Estado al reconocimiento del papel protagonista de las administraciones locales en el que se enmarca este libro.
En este proceso que va del Estado a lo local, los ayuntamientos españoles siempre han mostrado mayoritariamente una gran prudencia al abrazar una estrategia global de gestión, o bien asimilacionista o bien multicultural (lo cual significa básicamente favorecer políticas específicas dirigidas a las demandas diferenciadas de los diferentes grupos culturales y nacionales de inmigrantes). La llamada “normalización” de las políticas locales, siempre ha sido la tendencia (Zapata-Barrero y Garcés-Mascareñas, 2011) en sus tres formas de expresión4:
a) Normalización en el discurso público: la interculturalidad se incorpora como proyecto de ciudad y en su relato público general
b) Normalización en la gobernanza: implica la coordinación de una serie de actores gubernamentales sobre los objetivos interculturales, ya sea horizontal —con la participación de otros departamentos— o vertical —mediante la distribución de responsabilidades a través de múltiples niveles de gobierno—
c) Normalización en la política pública: se refiere a la adaptación de las condiciones generales que incorporen las prioridades del interculturalismo. Esta adaptación política está diseñada para servir mejor a las diversas poblaciones que se benefician de las políticas sociales, respondiendo a sus necesidades específicas.
Buena cuenta de ello son la existencia de Planes y Programas de gestión de la inmigración que han “actualizado” su enfoque político dando más énfasis a la acomodación de la diversidad de los inmigrantes que viven en la ciudad (véase por ejemplo la rápida reacción del Plan de inmigración de Barcelona (2012-2015, http://www.bcn.cat/novaciutadania/pdf/ca/assesoria/plans/PIB1215.pdf). Seguramente estas nuevas dinámicas son una de las razones que justifican que muchos gobiernos locales estén viendo con cierta atracción la invitación que está ofreciendo el Consejo de Europa desde el 2008 para adoptar la estrategia intercultural. En este proceso se ha constituido, por ejemplo, un red de ciudades interculturales (RECI) en España, cuyo objetivo es compartir políticas y prácticas (Zapata-Barrero y Pinyol, eds. 2013) y potenciar una cultura red (Zapata-Barrero y Pinyol, 2013). Existen ya muchas ciudades que han institucionalizado este enfoque como proyecto de ciudad, como por ejemplo el pasado 21 marzo 2014 cuando se declara “Donostia, ciudad intercultural” (http://gaur.donostia.org/es/donostia-sera-la-primera-capital-intercultural-del-pais-vasco/).
Esta tendencia de las ciudades españolas se inscribe en el marco europeo. En efecto, la interculturalidad como estrategia local para la gestión de la diversidad está siendo objeto de debate académico y político público estos últimos años. Se presenta como una “tercera vía” ante una estrategia asimilacionista y una estrategia multicultural, aunque todavía no existe un consenso generalizado sobre si debe considerarse como un paradigma nuevo de gestión o es simplemente un complemento a las formas de gestión ya existentes (Zapata-Barrero, 2013b). El tema es todavía materia de disputa. Definir el marco de un nuevo paradigma implicaría discutir políticas, comportamientos, rutinas sociales e institucionales, prácticas culturales y programas de gestión administrativa que rebasa el alcance de este libro (véase el Manual editado por Zapata-Barrero y Pinyol, 2013).
Lo cierto es que esta discusión se está produciendo en los niveles locales de gestión. Por lo tanto sintoniza muy bien con la dinámica histórica europea de reconocer los gobiernos locales no sólo como gestores del proceso, sino decisores plenos, al mismo nivel que los Estados. Esto implica lo que denominamos como “turno local” en las políticas de diversidad, donde las administraciones locales se convierten en actores reconocidos, e incluso interlocutores legítimos. Una premisa compartida por los que protagonizan el debate sobre interculturalidad estos últimos años es que se trata de una política que interviene en las dinámicas de diversidad existentes con el fin de promover la interacción positiva tanto vertical (relación entre diversidad e instituciones nacionales), como horizontal (relación entre personas de cultura y nacionalidad diversa) (Zapata-Barrero, 2015). El objetivo a medio plazo es reducir el espacio para la formación de estereotipos y prejuicios, y promover el conocimiento mutuo, como base para conseguir la inclusión y la cohesión. Esta intervención se efectúa o bien para reforzar espacios públicos de interacción ya existentes, o bien para promover nuevos espacios públicos de interacción previamente inexistentes. En todos los casos la interculturalidad se presenta como una forma de gestión del espacio público en la ciudad (véase el sugerente capítulo de Ph. Wood, o el trabajo comparativo entre Badalona y Hospitalet de Llobregat de F. Burchianti y J.C. Triviño en este volumen).
Este libro busca ser un lugar de reflexión teórica, con base empírica, sobre la importancia de conceptuar el espacio público, como área básica de la implementación de políticas interculturales. Dimensión que todavía hoy no ha sido objeto de análisis en profundidad. El espacio público intercultural es percibido como un elemento central en la creación de intercambio cultural y la interacción entre los ciudadanos. Es visto como un aliado de la cohesión, ya que permite el contacto entre las diferentes comunidades de una manera muy natural, casi incidentalmente. Es una aproximación a la diversidad totalmente contraria a la división de la sociedad en comunidades y grupos culturales divididos, o que considere las comunidades por separado. Hace suya la clásica hipótesis del contacto de Allport (1954), que, en términos generales, afirma que el contacto reduce los prejuicios y promueve la formación de conocimiento, y que ha recogido T. Cantle (2008, 2012) como marco teórico de su propuesta de cohesión comunitaria y de interculturalidad. Así, para este autor, apoyar la interacción positiva implica transformar las zonas iniciales de conflicto en áreas de contacto positivo. Su objetivo fundamental es la reducción de los conflictos sociales, ya que se supone que la diversidad “sin intervención política” tiene un potencial conflictivo y puede convertirse en un factor explicativo de la desigualdad social. Cabe precisar que el conflicto no sólo significa disturbios sociales, sino que abarca el racismo en general, la pobreza y la exclusión social (Cantle, 2012: 102). La promoción de la participación social y la incorporación de los inmigrantes en las principales redes sociales de la ciudad también son las principales prioridades de la estrategia intercultural que busca fomentar el contacto. La interculturalidad puede ser vista aquí como una política proteccionista contra otras lógicas “invasoras” en el ámbito público, o incluso contra los comportamientos racistas o xenófobos (Zapata-Barrero, 2012). La lógica europea resumida en las dos citas que encabezan esta introducción señala, pues, que las ciudades y sus barrios son zonas idóneas para impulsar esta estrategia intercultural, así como promover la diversidad y la cohesión social. En este sentido, el objetivo del libro es proporcionar una primera aproximación de lo que sucede en España siguiendo este enfoque de la interculturalidad en el espacio público de la ciudad.
1 Véanse, entre otros, Gundara and Jacobs (eds. 2000), Wood (2004), Bloomfield y Bianchini (2004), Sze y Powell (eds. 2004), Brecknock (2006), Khan (2006), Rene y Guidikova (2010), Clarijs y Guidikova (2011), Emerson (2011), Meer y Modood (2011), Barn (2012), Cantle (2012), Bouchard (2012), Taylor (2012).
2 http://www.coe.int/t/dg4/cultureheritage/culture/Cities/ICCstepbystepAugust2012.pdf (visitado 10 julio 2014).
3 Véase también ampliación de cada uno de estos 10 puntos en Ph. Wood (2004).
4 Me base en las tres dimensiones de “maisntreaming approach for inclusión” expuesto recientemente por E. Collet y M. Petrovic (2014).
1. MARCO DE REFLEXIÓN, ENFOQUE Y PERSPECTIVA DEL LIBRO
En este marco de análisis nos planteamos un enfoque concreto: el tema de las condiciones de la interculturalidad. Este enfoque ya fue objeto de reflexión en uno de los capítulos de una publicación previa donde nos planteamos sobre los fundamentos de las políticas interculturales en las ciudades (Zapata-Barrero, 2013, cap. 2). Destacamos la necesidad de diferenciar entre condicionantes mínimos internos (¿Qué condiciones mínimas se requieren para aplicar la técnica de la interacción?) y condicionantes mínimos externos (¿Qué condiciones mínimas son necesarias para conseguir resultados esperados?). Siguiendo un enfoque estructural, en este libro quisiéramos profundizar sobre los condicionantes externos, esto es, las condiciones que facilitan la interacción y consiguen los objetivos de socialización en la diversidad, conocimiento mutuo y reducción de prejuicios que proceden del exterior, pero que tienen una influencia en el desarrollo y el éxito de esta política. De hecho cada capítulo busca servir de reflexión sobre lo que podemos denominar como elementos facilitadores contextuales de las condiciones de las políticas interculturales. Es importante aceptar la premisa de que la interculturalidad como un método de gestión, que se desarrolla bajo un proceso no lineal, resulta muy complejo. Por lo tanto, las condiciones facilitadoras no pueden ser identificadas como factores causales.
La perspectiva que queremos ofrecer para el debate es la premisa que la interculturalidad es una política básicamente local que muy bien puede definirse como política de proximidad. Esta proximidad tiene por lo menos tres aspectos a destacar que en diferentes grados son tomados en cuenta en las diferentes contribuciones:
1) Sentido espacio-temporal. Gestión física del espacio público: proximidad implica, semánticamente, vincular el espacio y el tiempo. De ahí por ejemplo que se trate de una noción intercambiable con el concepto de “cercanía”. En este sentido la política intercultural hace coincidir en espacio y tiempo varias dinámicas de diversidad. Sólo en esta cercanía, de promoción de una relación “cara a cara” la interacción es posible. Pensemos en las relaciones de vecindad, y en espacios públicos cotidianos como la salida del colegio de los hijos, el mercado, los parques públicos, y los eventos colectivos del barrio. Importa mucho saber el espacio donde tiene lugar esta interacción así como las categorías de diversidad que se promueven (religión, lengua, género, cultura, etc.) o una mezcla de varias categorías (religión y género por ejemplo, lengua y religión, etc.)
2) Sentido político-social. Gestión política del espacio público: hablamos de una política conectada con las preocupaciones de los ciudadanos. Implica dar respuestas concretas a los retos cercanos a los ciudadanos (en sentido urbano como habitantes de la ciudad). También la proximidad se refiere a una política que da respuesta inmediata a problemas y preocupaciones cotidianas e inmediatas de la ciudadanía. La proximidad aquí no es tanto en el espacio y el tiempo, sino el saber políticamente atender rápidamente las preocupaciones que los ciudadanos tienen en contextos de diversidad.
3) Sentido ético. Gestión de valores de interacción del espacio público: la proximidad conlleva una empatía, estar cerca del ciudadano emocionalmente, y fomentar un comportamiento de respeto mutuo, de valores positivos de relación, para permitir el conocimiento recíproco y desmontar rumores y estereotipos. Aquí es donde entra la interacción que la política intercultural promociona, así como la socialización en una cultura pública de confianza mutua. Sin estos principios de acción que promuevan los valores colectivos que conlleva el contacto, la política intercultural no podría conseguir sus objetivos.
El objetivo de este libro es, pues, ofrecer a través de los diferentes análisis empíricos, unas contribuciones al debate incipiente compartiendo un marco de reflexión (espacio público intercultural), un enfoque basado en las condiciones que faciliten la interacción o relaciones interpersonales, y la perspectiva de que la estrategia de interculturalidad es básicamente una política de proximidad.
2. ESTRUCTURA Y CONTENIDO DEL LIBRO
Siguiendo esta línea de trabajo, el libro comienza con dos primeros capítulos que nos ayudan a trazar el marco del debate con contribuciones de dos de los principales responsables de extender las “lentes interculturales” en Europa a través del programa del Consejo de Europa desde 2008. I. Guidikova (Integración intercultural: un nuevo paradigma para la gestión de la diversidad como una ventaja), la principal responsable y promotora del programa Intercultural Cities nos recordará la nueva narrativa que supone seguir el paradigma de la interculturalidad. Su argumento es que gran parte del discurso público dominante retrata a los inmigrantes en términos de costos para la sociedad y de esfuerzos para su inclusión. La integración ha sido presentada por algunos de los medios de comunicación como un juego de suma cero —los recursos dedicados a los inmigrantes, los trabajos que ocupan de los autóctonos, etc.—. Pero esta no es toda la historia. En muchas comunidades locales la historia de la integración es una de cohesión y de “contaminación positiva de las culturas”. Queda claro que hay una necesidad de una revisión crítica y de de-construir la narrativa dominante de la integración y construir una nueva que corresponda mejor con el mundo de hoy —el mundo de hiper-diversidad, ultra-conectividad, movilidad rápida, de mestizaje cultural de las jóvenes generaciones. Las autoridades locales que se actúan en contextos de diversidad son laboratorios de esta nueva narrativa. Su capítulo examina la aplicación del concepto de integración intercultural de las ciudades que han participado en el programa de Ciudades Interculturales, y los resultados que han logrado. I. Guidikova examina la génesis del concepto de ciudades interculturales, su historia y su base normativa y sus elementos clave. Presenta luego las herramientas que se han diseñado para apoyar a las ciudades en el diseño de las políticas interculturales. Todo ello ofreciendo breves ejemplos procedentes la red europea que ella misma dinamiza.
Ph. Wood (Nos vemos en la esquina? Adecuación de las condiciones para la interacción intercultural en el espacio público urbano) traza los contornos principales del espacio público intercultural. Avanza desde el inicio que la diversidad es ya una dinámica inexorable de nuestras ciudades, y desarrolla el argumento de que la diversidad puede ser una fuente de ventaja social y económica de las ciudades, pero sólo si la mezcla de cooperación entre los grupos es posible, y para que esto prospere, un conjunto de condiciones favorables tiene que estar en su lugar. Aunque Ph. Wood reconoce que hay muchos lugares en los que puede producirse esta mezcla, se centrará en los espacios públicos. Ph. Wood se adentra en el tipo de interacción que se espera y en los resultados positivos que se pueden promover, así como identifica también las limitaciones y se plantea la responsabilidad que tienen los agentes políticos. El autor británico concluye que, en general, hay beneficios reales que se pueden alcanzar cuando una ciudad aplica activamente una política intercultural en el espacio público.
Tras estos dos primeros capítulos que enmarcan el debate, cada capítulo destaca una condición que facilite el desarrollo de las políticas interculturales, con análisis empíricos en ciudades Españolas.
El capítulo 3 está a cargo de R. Zapata-Barrero, director del GRITIM-UPF y promotor de la Red Española de Ciudades Interculturales (RECI) (Índice de gobernanza intercultural: tipo ideal y variables significativas). Se centra principalmente en proponer un debate sobre la gobernanza intercultural, definiendo un marco interpretativo y proponiendo un Índice de Gobernanza Intercultural (IGI), que pueda permitir inferir un tipo ideal, así como destacar variables e hipótesis significativas atendiendo en cómo se extienden ciertas acciones de las administraciones locales. Este Índice lo aplica en nueve ciudades de la Red de Ciudades Interculturales (Barcelona, Bilbao, Cartagena, Fuenlabrada, Getxo, Parla, Sabadell, San Sebastián, Tenerife). Para concretar su argumento se plantea en qué puede contribuir el enfoque de la gobernanza al debate incipiente sobre las políticas interculturales. El argumento que le servirá de hilo conductor es porque reforzará la legitimidad del discurso intercultural. Dicho en otras palabras, para conseguir una ciudad intercultural es necesario que ésta haga el primer paso y establezca mecanismos de gobierno necesarios para no sólo promover políticas interculturales, sino también introducir los procesos internos para que la interculturalidad se convierta en una lógica de acción institucional de gobierno. Los resultados del IGI permitirán destacar las principales fases del proceso, pero también el umbral de lo que se puede y no hacer, así como las distancias que existen entre la percepción que pueden tener los expertos con las fases reales del proceso tal como se analizan en la ciudades.
El capítulo 4 de G. Rubio y T. Van Dijk (Hacia la construcción de un discurso anti-racista) parte de la base de que las políticas se reproducen a través del discurso y es a partir de este discurso que se expresan y se comunican las diferentes interpretaciones sobre determinadas realidades sociales, como es el caso de la diversidad cultural. Asimismo, el discurso orienta las políticas. Por esta razón, el cómo los políticos construyen su discurso sobre diversidad va a tener consecuencias directas sobre cómo la sociedad interpreta y entiende la diversidad. En definitiva, en este capítulo se pretende mostrar una de las condiciones favorables para el desarrollo de una política intercultural de proximidad: el discurso anti-racista. Los autores se centran en una serie de argumentos prácticos para promover un discurso no-racista y un listado con aquellas formas discursivas de discriminación más comunes que deben ser evitadas y denunciadas como paso fundamental para construir un discurso anti-racista. El marco interpretativo que defienden G. Rubio y T. Van Dijk es multidimensional. Tiene en cuenta dimensiones discursivas a nivel local de tipo semántico (de significado) y de selección de sintaxis y léxico, pero también dimensiones más complejas como son la construcción del significado global, de la argumentación y de la retórica en torno a la diversidad cultural.
El capítulo 5 del equipo formado por B. Garcés, N. Franco-Guillén y E. Sánchez-Montijano (Los discursos políticos locales en torno a la gestión de la diversidad. Cataluña como caso de estudio) inciden también en los discursos pero desde un prisma diferente. El argumento se configura siguiendo dos premisas: i) los discursos políticos no sólo son el resultado de determinadas interpretaciones de la realidad sino que además la construyen; ii) en el ámbito de la diversidad, estos discursos tienden a definir un “nosotros” más o menos plural en términos de lengua, religión, valores o comportamiento. Las autores sientan así las bases para analizar cómo se representa la diversidad a partir de los programas y debates electorales de las elecciones municipales de 2011 en Cataluña. Concluyen que mientras que la diversidad cultural tiende a presentarse como algo positivo e incluso definitorio de lo que ha representado históricamente Cataluña, la mayor parte de partidos políticos ponen límites a esta misma diversidad, ya sea en términos de valores occidentales, civismo y comportamiento en el espacio público y/o integración en la lengua y cultura catalanas.
El capítulo 6 escrito desde la experiencia del equipo formado por R. Moreno, G. Pinyol-Jiménez, S. Samper y D. de Torres (Una política activa para reducir prejuicios y contra los rumores) muestra cómo el mundo local es un escenario clave para luchar contra la discriminación y el racismo. En este contexto, analizan en detalle la Estrategia Antirumores (EAR) como política pública intercultural innovadora que ha empezado a desarrollarse en algunos municipios de la península, pero también de Europa a partir de la experiencia de Barcelona que la impulsó en el año 2010. El capítulo hace una aproximación a los conceptos principales que sustentan el planteamiento teórico de EAR y que permiten justificar la relevancia de este nuevo enfoque. En este marco de discusión, aprovechan para repasar las respuestas más habituales que el mundo local ha desarrollado para luchar contra la discriminación y el racismo destacando, así, las diferencias con esta nueva aproximación. Finalmente se describe la EAR como un instrumento innovador clave, poniendo de relieve un nuevo enfoque y una metodología distintiva para alcanzar estos objetivos.
El capítulo 7 de V. Climent y M. Solé (La gestión de la diversidad lingüística en entornos urbanos. El caso de Barcelona) inician su argumentación señalando cómo la inmigración ha adquirido una profundidad y una complejidad sin precedentes, desde el punto de vista de la gestión públicas. Se concentran, así, en cómo en los últimos años un creciente número de postulados teóricos propugnan un enfoque intercultural de las políticas de la gestión de la diversidad lingüística, que aboguen por el reconocimiento y el apoyo a la diversidad como valor a tener en cuenta. Su objetivo es analizar si, más allá de tales postulados teóricos, la ciudad de Barcelona fomenta su potencial lingüístico derivado de la inmigración como valor social y económico para la sociedad. Para ello, repasan el Plan de Inmigración de Barcelona (2012-2015), para posteriormente analizar si (y cómo) los postulados teóricos se traducen en acciones concretas sobre el valor social y económico de la diversidad lingüística procedente de la inmigración.
El capítulo 8 de A. Astor y M. el-Bachouti (La institucionalización de la religión islámica en España) analiza la gobernanza del Islam en España desde la transición democrática. Comienza con un análisis del marco inclusivo que se desarrolló tanto a nivel estatal como a nivel local durante el período posterior a la transición. Los autores sostienen que esto fue resultado de la concepción inicial de las políticas relacionadas con el Islam dentro de proyectos más amplios de redefinición estatal cuyo objetivo era la creación de una sociedad más moderna y plural, liberada de las tradiciones anteriores de intolerancia y opresión religiosa. Igualmente los autores muestran cómo las medidas adoptadas durante el período posterior a la transición han influenciado en la estructura de oportunidades disponible a actores estatales y líderes musulmanes para responder a los desafíos surgidos como consecuencia del crecimiento significativo de la población musulmana en España. El capítulo concluye con un análisis de la descentralización de la gobernanza del Islam y el creciente desarrollo de políticas de proximidad e interculturalidad por parte de organizaciones e instituciones sub-nacionales.
Finalmente, en el capítulo 9 de F. Burchianti y J. C. Triviño (La regulación política de los conflictos relacionados con la diversidad en el espacio público) los autores se proponen entender las modalidades de la regulación política de los conflictos en el espacio público, situándose en el ámbito de la mediación y resolución de conflictos. Los autores argumentan que la diversificación cultural y social derivada en gran parte de los flujos migratorios hacia España desde los años 1990, han influenciado a muchos gobiernos municipales a interpretarlos como la consecuencia de la coexistencia de personas de culturas, estilos de vida o religiones diversos. Estos conflictos han sido construidos como un problema público donde la definición de la cuestión a regular no ha sido igual ni linear en todos los municipios. Este proceso ha dado lugar a enfrentamientos entre actores que contribuyen a la politización de la inmigración y la diversidad. En esta situación, la búsqueda de mecanismos que resuelvan el conflicto implica la movilización de actores colectivos o individuales que buscan influir en la agenda pública. Los autores toman como estudio los casos de Badalona y de l’Hospitalet de Llobregat, las dos ciudades periféricas más pobladas del área metropolitana de Barcelona, y se centran en particular en tres componentes de la regulación política: i) la problematización discursiva, ii) los instrumentos desarrollados, y iii) las interacciones entre gobiernos locales, actores políticos y de la sociedad civil. Los autores muestran que varios enfoques orientan la regulación política de los conflictos, entre los cuales la regulación intercultural coexiste con políticas de securitización, culturalista o socio-económica.
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Este libro forma parte del proyecto:
Diversidad: Municipios e inmigración: interculturalidad e índice de Gobernabilidad, financiado por Plan Nacional de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica Ref.: CSO2011-28885.
El programa Intercultural cities, una acción conjunta del Consejo de Europa y de la Comisión Europea.
No cabe duda del también valor que ha tenido el trabajo de Núria Franco-Guillén, quien se ha ocupado de coordinar toda la logística para hacer posible este libro y que todos los contribuidores cumplieran con el calendario de la investigación en equipo
REFERENCIAS
E. Aja, J. Arango y J. Oliver, eds., Inmigración y crisis: entre la continuidad y el cambio. Anuario de inmigración en España. Edición 2012, Fundación CIDOB, Barcelona, 2013
G. W. Allport, The Nature of Prejudice, Addison Wesley, Cambridge, 1954.
G. Barn, Making the most of diversity - profile of intercultural innovators, Council of Europe, Strasbourg, 2011.
J. Bloomfield, y F. Bianchini, Planning for the intercultural City, Comedia, Stroud, 2004.
G. Bouchard, L’interculturalisme: un point de vue quebecois, Boréal, Montréal, 2012
R. Brecknock, More than Just a Bridge: Designing and Planning Culturally, Comedia, Stroud, 2006.
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1. Integración intercultural: un nuevo paradigma para gestionar la diversidad como ventaja
Irena Guidikova*
Consejo de Europa
1. INTRODUCCIÓN: HACIA UNA NARRATIVA SOBRE INTEGRACIÓN LOCAL
Durante la última década, Europa ha sido arrastrada por una ola de descontento hacia las políticas de diversidad e integración bajo la etiqueta de “multiculturalismo”. La crisis financiera ha debilitado la posición de los gobiernos centrales y agudizado los regionalismos basados en la lengua, así como las políticas de identidad locales en muchos estados. A menudo, en el discurso político y los medios de comunicación, se retrata la diversidad como un factor de división y desintegración (Hartmann y Husband 1974; van Dijk, 1993).
Buena parte del discurso público dominante retrata la integración de los inmigrantes esencialmente como un coste para la sociedad, sumado a los esfuerzos para incluirlos en la sociedad —motivados por una ética de la hospitalidad—. La integración ha sido presentada por algunos de los medios de comunicación como un juego de suma cero —los recursos dedicados a los migrantes, los refugiados y sus familias, trabajos que consiguen, son tomados de otras personas—. Pero esta no es toda la historia. En muchas comunidades locales la historia de la integración es de cohesión y de “contaminación positiva de las culturas”, para usar la expresión de Graziano Delrio, alcalde de Reggio Emilia, en Italia (entrevista para el programa Intercultural Cities, 2008).
Ha quedado claro que hay una necesidad de revisión crítica y de de-construir la narrativa dominante de integración, construyendo una nueva, una narrativa que se corresponda mejor con el mundo de hoy —un mundo de hiper-diversidad, movilidad rápida, con una generación de jóvenes culturalmente mestizos, de ultra-conectividad y economía globalizada—. Las autoridades locales que se desarrollan en la diversidad son los laboratorios de esta nueva narrativa.
El Consejo de Europa ha asumido el reto de la construcción de esta narrativa, en colaboración con la Comisión Europea y 20 ciudades piloto en el área europea más amplia1. Durante los últimos 5 años (2008-2012) a través del programa Intercultural Cities (www.coe.int/interculturalcities) se ha conceptualizado el paradigma de la integración intercultural, con el apoyo al diseño e implementación de estrategias interculturales en las ciudades. Se ha desarrollado un conjunto de herramientas que ayudan a otras ciudades a adoptar el paradigma. El programa ayuda a implementar en la práctica los principios del Libro Blanco sobre el Diálogo Intercultural del Consejo de Europa, y las recomendaciones del informe Vivir Juntos (Living Together, Consejo de Europa, 2008). Desde el 2004, el think tank británico Comedia, con el apoyo de la Fundación Joseph Rowntree llevó a cabo un programa de investigación de dos años titulado “La Ciudad Intercultural: Aprovechar al máximo de la Diversidad” (Intercultural City; Making the most of Diversity), que dio lugar a una serie de publicaciones (véase Wood y Landry, 2008). Esta investigación sentó las bases para el desarrollo de la iniciativa de Ciudades Interculturales.
En este capítulo se examina la aplicación del concepto de integración intercultural por parte de las ciudades que han participado en el programa Intercultural Cities, y los resultados que han logrado. Asimismo, se exponen algunos de los desafíos actuales, y las futuras direcciones de una red cada vez mayor.
En la primera sección se examina la génesis del concepto de “integración intercultural” en la ciudad, su historia y su base normativa y elementos claves. La segunda sección presenta las herramientas que se han diseñado para apoyar a las ciudades en el diseño de las políticas de integración intercultural. La última sección ofrece breves ejemplos de políticas interculturales urbanas, para su posterior análisis.
1 Berlin Neukölln (Alemania), Botkyrka (Suecia), Copenhague (Dinamarca), Ginebra (Suiza), Dublín (Irlanda), Izhevsk (Rusia), Lisboa (Portugal), Limassol (Chipre), Londres-Lewisham (Reino Unido), Lublin (Polonia), Lyon (Francia), Melitopol (Ucrania), Neuchâtel (Suiza), Oslo (Noruega), Patras (Grecia), Pécs (Hungría), Reggio Emilia (Italia), San Sebastián (España), Subotica (Serbia), Tilburg (Países Bajos).