El Comité para la Conmemoración del Centenario de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, a través del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, presenta la colección “Biblioteca Constitucional”. El propósito es reunir las obras clásicas en la materia, así como investigaciones nuevas que nos permitan conocer el proceso que culminó con la promulgación de la Carta Magna que nos rige y la evolución que ha tenido en sus cien años de vigencia.
La lectura de los textos constitucionales que se han dado los mexicanos a lo largo de su historia es indispensable para el estudio de las grandes transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales generadas por las revoluciones que han definido la historia nacional: la Independencia, la Reforma liberal y la Revolución política y social del inicio del siglo XX.
La “Biblioteca Constitucional” busca contribuir a la cultura jurídica de la ciudadanía, al hacer efectivos los tres ejes rectores que los Poderes de la Unión establecieron en su Acuerdo del 5 de febrero de 2013: recordar la trascendencia histórica del texto constitucional y su contribución al desarrollo político, económico y social del país; difundir su contenido; hacer conciencia sobre la necesidad de su cumplimiento cabal y reflexionar sobre los mejores mecanismos para ejercer los derechos fundamentales en ella establecidos.
ENTORNO ECONÓMICO, POLÍTICO,
JURÍDICO Y CULTURAL
ESTUDIOS CONSTITUCIONALES
ENTORNO ECONÓMICO, POLÍTICO,
JURÍDICO Y CULTURAL
Primera edición, Biblioteca Constitucional, 2017.
Primera edición electrónica, 2017
Producción:
Secretaría de Cultura
Instituto Nacional de Estudios Históricos
de las Revoluciones de México
DR © Eruviel Ávila Villegas
DR © Patricia Galeana
DR © 2016 de la presente edición
DR © Instituto Nacional de Estudios Históricos
de las Revoluciones de México (INEHRM)
Francisco I. Madero 1, colonia San Ángel, C.P. 01000,
delegación Álvaro Obregón,
Ciudad de México.
DR © Fondo de Cultura Económica,
Carretera Picacho Ajusco 227,
Col. Bosques del Pedregal,
C.P. 14738, Del. Tlalpan,
Ciudad de México.
Las características gráficas y tipográficas de esta edición son propiedad del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México de la Secretaría de Cultura.
Manifestación frente a Palacio Nacional,
ca. 1917. Sinafo-inah/ Secretaría de Cultura.
Número de inventario: 5769
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ISBN 978-607-9276-57-7, Biblioteca Constitucional (Obra completa)
ISBN 978-607-9419-90-5, versión rústica
ISBN 978-607-8507-60-3, versión empastada
ISBN 978-607-16-4929-4 (ePub)
Hecho en México - Made in Mexico
PROEMIO
Eruviel Ávila Villegas
GOBERNADOR DEL ESTADO DE MÉXICO
PRESENTACIÓN
Patricia Galeana
DIRECTORA GENERAL DEL INSTITUTO NACIONAL
DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE LAS REVOLUCIONES DE MÉXICO
EL LARGO AÑO DE 1917
Javier Garciadiego
LA CULTURA EL AÑO DE 1917
Aurelio de los Reyes
ECONOMÍA Y REVOLUCIÓN, 1910-1924
Enrique Semo
LA CONSTITUCIÓN DE 1857 Y EL ORDEN JURÍDICO EN 1917
José Gamas Torruco
En el Congreso Constituyente de 1916-17 prevaleció el espíritu de fundar un nuevo orden político basado en las demandas de justicia social, mejor distribución de la riqueza, respeto a la voluntad ciudadana expresada en las urnas y acceso de las mayorías a la educación como base del progreso, entre otras reivindicaciones que enarbolaron los dirigentes de la Revolución mexicana. El jefe del Ejército Constitucionalista, don Venustiano Carranza, había convocado a esta asamblea representativa de todas las entidades federativas del país con el propósito de reformar la Carta Magna de 1857, pero el texto finalmente aprobado respondía al ideario de un nuevo proyecto de nación y por ello se le considera la primera constitución social en el mundo.
Para comprender una transformación tan radical se hace necesario analizar el contexto nacional e internacional en que se debatió este proyecto, que si bien mantenía y perfeccionaba las garantías individuales consagradas en su antecedente, también introducía disposiciones acordes con las necesidades y expectativas de los inicios del siglo XX. No se puede entender cabalmente nuestra actual constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos únicamente por el estudio de sus artículos ni sólo a través del proceso parlamentario que condujo a su elaboración, sino en el marco de las circunstancias históricas, socioeconómicas, culturales y jurídicas que la condicionaban y delimitaban.
La presente obra colectiva reúne un conjunto de ensayos realizados por especialistas en diferentes campos de las ciencias sociales que, al situar a esta asamblea y a sus principales actores en el escenario de los acontecimientos que les eran contemporáneos, nos permiten un mejor acercamiento a sus motivaciones, posibilidades y limitaciones, dado que todo gran cambio institucional es producto de la capacidad de sus protagonistas para interpretar su época y de su potencial creativo para diseñar los lineamientos constitucionales más adecuados y viables para su época.
Para el Gobierno del Estado de México es muy honroso unir su esfuerzo al del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México y del Fondo de Cultura Económica para sacar a la luz esta contribución al centenario de que fue promulgada, en 1917, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Las aportaciones que contiene serán sin duda valiosas para conocer a mayor profundidad los orígenes de nuestra Carta Magna, además de significar un homenaje a sus protagonistas, cuya actuación ha servido y seguirá sirviendo como ejemplo para los legisladores posteriores, hasta llegar el momento presente, por la honestidad, el sentido patriótico y la voluntad de servicio a la sociedad de la cual eran dignos representantes.
ERUVIEL ÁVILA VILLEGAS
Gobernador Constitucional del Estado de México
Para aquilatar en todo lo que vale la obra realizada por los constituyentes que dieron a México la Constitución más avanzada de su tiempo, nos es indispensable conocer el contexto en que se realizó. Éste es el propósito de la presente obra colectiva en la que reunimos a destacados especialistas en historia, cultura, economía y derecho. Sus textos nos permiten conocer el difícil entorno mundial y nacional en que surgió la primera constitución que incorporó los derechos sociales y una de las más longevas del mundo.
Javier Garciadiego aborda el contexto histórico de México en 1917. El historiador hace el análisis del triunfo del constitucionalismo sobre la convención. Destaca el nacionalismo y las dotes de estadista del Primer Jefe del ejército constitucionalista, quien supo enfrentar la invasión de la expedición Punitiva, conflicto que estuvo a punto de desatar una guerra entre México y Estados Unidos.1
Venustiano Carranza convocó a un Congreso Constituyente para reformar la constitución de 1857 e incorporar las leyes preconstitucionales dadas por su gobierno para responder a las demandas sociales de la Revolución. Encargó redactar el Proyecto de reformas a la constitución a Luis Manuel rojas —quien sería el presidente del Congreso— y a José Natividad Macías.
En la Primera Comisión de Constitución del Congreso quedó Francisco J. Múgica, quien había estado con Carranza desde la firma del Plan de Guadalupe y a partir de entonces había demandado reformas sociales.
El especialista considera la división de los diputados en dos grupos: el moderado, de los carrancistas, y el progresista, vinculado a obregón, el cual fue una versión construida por los sonorenses. El autor subraya que los artículos 27 y 123 fueron aprobados por unanimidad.2
En efecto, se llegó a un consenso a pesar de las divisiones que hubo entre renovadores y jacobinos desde las Juntas Previas, en que se calificaron las acreditaciones de los constituyentes. Los radicales, encabezados por Francisco J. Múgica y Rafael Martínez de Escobar, se opusieron a que fueran admitidos en el Congreso los llamados renovadores, a quienes acusaron de haber legitimado al gobierno de Huerta al aceptar la renuncia de madero y permanecer en sus cargos.
Coincidiendo con los radicales, Álvaro obregón envió una carta al congreso, en contra de que se admitiera a los renovadores. En la misiva, publicada por el diario El Demócrata, señalaba que no era él, ni roque Estrada ni Manuel Aguirre Berlanga, quienes cuestionaban a los diputados renovadores, sino la Conciencia Nacional. Destacaba que el propio Carranza condenó en el Plan de Guadalupe la conducta de quienes avalaron en el Congreso al gobierno usurpador. Reiteró que los renovadores colaboraron con Victoriano Huerta y sancionaron sus hechos criminales, y que si después habían hecho labor contra el gobierno golpista se habían hecho merecedores de un nuevo cargo, el de traición al propio Huerta.
Con mi carácter de ciudadano y revolucionario, declaro:
Que no hemos sido el señor Acuña, ni el señor licenciado Estrada, ni el señor licenciado Aguirre Berlanga, ni yo, sino la Conciencia Nacional, la que ha exigido y sigue exigiendo al grupo de diputados revolucionarios radicales, el cumplimiento del deber; esa misma Conciencia Nacional que sancionó el fallo del ciudadano Venustiano Carranza, Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, cuando éste, por medio del Plan de Guadalupe, condenó la conducta de los diputados renovadores que invistieron al usurpador Huerta de una criminal apariencia de legalidad, fallo que fue ratificado por el mismo ciudadano Primer Jefe del Ejército Constitucionalista, en su decreto expedido en la ciudad de Durango, el día siete de agosto de 1913.3
Según quedó asentado en los debates del Constituyente, Francisco J. Múgica declaró: “no porque el Primer Jefe haga la defensa de los diputados renovadores, nosotros vamos a inclinarnos así, de una manera inconsciente, de una manera irreflexiva, ante el parecer de la Primera Jefatura; porque, señores, antes del parecer de nuestros caudillos [...], deben de estar sobre todo nuestros principios”.4
Cándido Aguilar, el más cercano colaborador de Carranza, corroboró que había un complot orquestado por obregón y el secretario de Gobernación, Jesús Acuña, para impedir el ingreso de los renovadores. Y conminó a los diputados: “No porque se trata del señor general obregón y del señor licenciado Acuña vayáis a votar como rebaños; votad conforme a vuestras conciencias.”5
Esa división ideológica se mostró sobre todo en la discusión del artículo 3o. constitucional, en la que los renovadores defendieron la libertad de enseñanza, mientras que Mágica y los jacobinos protegieron y lograron que la educación fuera laica y que se prohibiera al clero la posibilidad de impartir instrucción formal.
Finalmente, al concluir el Congreso, el 31 de enero de 1917, 94 diputados emitieron un manifiesto a la nación en el que acusaron a los renovadores de retardatarios, aduladores y obstruccionistas. Afirmaron que trataron de enfrentar a Carranza contra Obregón en el Congreso. Ese manifiesto lo firmaron, entre otros, Mágica, Heriberto Jara, Esteban Baca Calderón y Rafael Martínez de Escobar.6
Posteriormente, dos diputados constituyentes, uno perteneciente al grupo jacobino, Juan de Dios Bojórquez, y otro al renovador, Félix Palavicini, en sus crónicas del Congreso, escritas en 1938, reiteraron esa división.7 Lo importante es que tanto el Primer Jefe como los renovadores aceptaron al final los cambios que los jacobinos hicieron al proyecto carrancista.
Garciadiego destaca cómo Carranza supo eludir las presiones para que México declarara la guerra a Alemania y mantuviera su neutralidad, lo que de acuerdo con el autor hizo que Estados Unidos maniobrara para que el sucesor de Carranza no fuera parte de su grupo en 1920 y que México fuera excluido durante diez años de la Sociedad de las Naciones.
Para el historiador, los conflictos electorales en Coahuila y Tamaulipas en 1917 mostraron la fisura que le costaría la vida a Carranza en 1920.8
En el siguiente ensayo, Aurelio de los Reyes analiza el ambiente cultural de México en 1917. Inicia con el estudio de la prensa que, al igual que la de la época porfirista, informaba profusamente sobre los eventos exteriores. Sin embargo, ya en su informe del 1o. de septiembre de 1917, Carranza dio cuenta de la creación de la Dirección General de Bellas Artes, que cristalizó “las aspiraciones largo tiempo acariciadas por los grupos cultos del país”.9
El historiador refiere el lugar prominente de la poesía en la cultura nacional. Destaca que los más importantes poetas habían apoyado a Huerta o condenado a madero, como Luis G. Urbina, Salvador Díaz mirón, Amado Nervo y Juan José Tablada. No obstante, fueron respetados por el constitucionalismo y se les confirió incluso cargos diplomáticos.
E1 especialista reseña las principales obras poéticas publicadas ese año y transcribe varias de ellas, como el poema de Amado Nervo sobre la guerra mundial.10 Da cuenta de los libros publicados ese año como El libro de la fuerza, de la bondad y del ensueño, de Enrique González Martínez, y Ensayos y poemas, de Julio Torri, publicados por Porrúa, así como La ciudad de los palacios, de Julio Sesto, y Elevación, de Amado Nervo, entre otros.11 recoge también las obras publicadas en provincia. Hace énfasis en la gran cantidad de conferencias efectuadas en la escuela Nacional Preparatoria, el Museo de Antropología y la Escuela Nacional de Música.
De los Reyes estudia asimismo la producción musical, actividad de la que informó Carranza al Congreso. Destaca la promoción de la música popular por la Orquesta Sinfónica Nacional, conducida por Manuel M. Ponce, así como las tres temporadas de ópera con cantantes nacionales.
Se presentaron obras teatrales de autores como Pérez Galdós y Benavente. La actriz más destacada era Virginia Fábregas. Hubo también representaciones de zarzuelas y danza. María Conesa regresó a México en 1917 para presentarse en los teatros colón y Principal.12
Un hecho relevante fue el inicio del cine nacional con la producción de las primeras películas mexicanas, nacionalistas y didácticas.13 Se hicieron igualmente documentales sobre la Revolución, los preliminares del Congreso Constituyente en Querétaro y la estancia de Carranza en Veracruz, filmados por miguel Ruíz. Así como la toma de posesión de Carranza captada desde un avión.
En el que fue su primer informe, Carranza dio cuenta de las numerosas exposiciones pictóricas presentadas, destacando en particular la obra de Saturnino Herrán. El autor concluye que hubo una gran continuidad en la creación artística, excepción hecha del cine, donde se produjo el mayor cambio.14 este trabajo muestra la visión de estadista de Carranza para promover la cultura como parte de su estrategia de pacificación del país.
En el artículo dedicado a la economía, Enrique Semo muestra cómo las principales actividades económicas —la minería, la industria textil y el petróleo— crecieron durante los primeros años de la Revolución. En cambio, entre 1913 y 1916, la fase más cruenta de la guerra, la economía entró en recesión. La destrucción de las líneas de ferrocarril desarticuló el mercado interno. Muchas minas tuvieron que cerrar. Hubo escasez de productos e inflación. El poder salarial disminuyó. Al iniciar 1916, la economía estaba estancada. La recuperación comenzó en 1917.15
El historiador señala que la guerra en Europa contribuyó a fortalecer la presencia económica de Estados Unidos en América Latina y en México. El comercio con Alemania fue bloqueado y la apertura del Canal de Panamá benefició directamente a los estadunidenses.
Álvaro Obregón enfrentó el problema de la deuda púbica contraída desde el gobierno de Porfirio Díaz y los daños causados a los extranjeros, que ascendían a dos mil millones de pesos. La concentración económica en manos extranjeras era mayor que antes del estallido revolucionario.16
Debido al contenido nacionalista de la constitución de 1917, Estados Unidos “había visto con buenos ojos la caída de Carranza [y] condicionaba su reconocimiento al nuevo gobierno al abandono de los planes de nacionalización y el otorgamiento de amplias seguridades al capital extranjero”. Eso pretendía con la propuesta de un Tratado de Paz y Comercio.17
Los grupos afectados por la Constitución, empresarios extranjeros, terratenientes, conservadores e Iglesia católica, se opusieron abiertamente a la Constitución. Álvaro Obregón inició negociaciones. El Convenio De la Huerta-Lamont, de 1922, fue insuficiente, pues sólo reconoció la deuda exterior de México contraída por Porfirio Díaz, por lo que no se tradujo en los préstamos que México necesitaba para crear su banco de emisión, y no dejó satisfecho al gobierno de Estados Unidos, ya que no otorgó el reconocimiento al gobierno de Carranza.18
Ante tal situación, Obregón convino el Tratado de Bucareli, que a pesar de no ser ratificado por los congresos de ambos países y no tener validez legal, constituye un acuerdo tácito entre ambos gobiernos. Se aceptó la no retroactividad del artículo 27 a cambio del reconocimiento de su gobierno.19
Nuestra obra concluye con el estudio del cambio en el orden jurídico de la Constitución de 1857 a la de 1917. El constitucionalista José Gamas Torruco destaca que los constituyentes de 1916-1917 recibieron el legado liberal de la reforma y las reformas de la Revolución maderista y constitucionalista.
La Constitución de 1857 había establecido un Poder Ejecutivo limitado para evitar los abusos que sus titulares habían tenido en los años anteriores, concretamente Antonio López de Santa Anna. El jurista refiere las reformas al texto constitucional originadas por la Guerra de Reforma y la guerra contra el Imperio, integradas a la Constitución en 1873 con la creación del Senado y la facultad presidencial de veto aprobadas en 1873-1874. Analiza también las reformas que hizo Porfirio Díaz al texto constitucional. Primero la no reelección, después la reelección no continua y finalmente indefinida,20 así como las modificaciones porfiristas al régimen de propiedad, que favorecieron a los terratenientes y afectaron a las comunidades.21
Estudia también las principales leyes secundarias promulgadas a partir de la Carta Magna de 1857, durante los gobiernos de Lerdo y de Díaz.22 Describe con detalle el contenido de la Constitución de 1857 que estaba vigente cuando inició sus trabajos el Congreso de 1916.23 El especialista analiza la legislación preconstitucional de Carranza y las leyes impulsadas por los gobernadores constitucionalistas en Coahuila, Jalisco, Veracruz y Yucatán.24
Al analizar el proyecto de Carranza, el autor destaca que el Primer Jefe respetó el texto vigente de la Constitución de 1857, con títulos y materias idénticas, aun cuando lo criticó por tener principios generales y abstractos, de poca utilidad práctica.
Gamas Torruco no comparte el severo juicio que el Primer Jefe hace al texto constitucional de 1857. Por ello realiza una comparación rigurosa entre ésta y el proyecto carrancista. Encuentra que el cambio significativo estuvo en la división de poderes. Carranza estaba en contra del gobierno parlamentario y propuso un sistema presidencial fortalecido.
El constitucionalista refiere detalladamente en su epílogo lo que la Constitución aprobada por los diputados constituyentes en Querétaro incorporó del proyecto de Carranza, así como las principales modificaciones y aportaciones del Constituyente, y destaca en primer lugar los derechos sociales.25
En el marco del Centenario de la Constitución de 1917, el INEHRM se congratula de poner en las manos del público lector México en 1917, obra que nos ofrece una visión integral sobre el contexto en que surgió la Constitución que ha regido el destino de nuestro país durante cien años. Nuestro reconocimiento a los autores por sus invaluables aportaciones, así como al Gobierno del Estado de México y al Fondo de Cultura Económica por coeditar la obra.
PATRICIA GALEANA
Instituto Nacional de Estudios Históricos
de las Revoluciones de México