Siglo XXI / Serie Historia
Pedro Ángel Fernández Vega
Bacanales
El mito, el sexo y la caza de brujas
Una multitud se mezclaba aturdida. Entre el estrépito de tímpanos, el alboroto de flautas, el clamor de címbalos y panderos, la turba cantaba, danzaba y se contorsionaba en un ritual orgiástico. Cubiertos por la oscuridad de la noche y en las afueras de la ciudad, envueltos en ropas femeninas, los bacantes salvaban su identidad bajo la ambigüedad y el juramento de silencio.
En el año 186 a.C. el Senado romano denunció la corrupción de los ritos nocturnos mixtos en los que se profanaban los cuerpos de las matronas romanas y la virilidad de los jóvenes ciudadanos. Los miembros del Senado quisieron ver en las Bacanales una conspiración que amenazaba los cimientos de la República y de la sociedad romana, iniciando la primera caza de brujas de Occidente.
En Bacanales, Pedro Ángel Fernández Vega estudia el culto a Baco, la investigación criminal que el Senado emprendió y la consiguiente persecución decretada. Revisa la verosimilitud de la versión oficial en relación con las prácticas sexuales desordenadas y la veracidad de las acusaciones vertidas contra una religión que resultó inquietante por su capacidad para congregar tanto a ciudadanos romanos, a itálicos y libertos como a esclavos, poniendo de algún modo en cuestión el statu quo de la sociedad misma. A partir de la teoría de la conspiración, la clase política dirigente promovió una persecución despiadada que vulneró el derecho establecido.
Pedro Ángel Fernández Vega es profesor de Patrimonio Histórico-Artístico y de Arte Antiguo y Clásico en la UNED, en sus centros de Cantabria y Vizcaya. Es además doctor en Historia Antigua por la Universidad de Cantabria y miembro del Grupo de Investigación RES –Res publica et sacra. Poder y sacralidad en el Mundo Romano de la UNED-Madrid (Ref. GI94)–. Ha sido profesor de máster en la Universidad de Cantabria y, desde 2005 hasta 2013, director del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria Arqueología de Cantabria y comisario de exposiciones.
Colaborador habitual de Historia - National Geographic, ha dirigido excavaciones arqueológicas en yacimientos romanos y es autor de un amplio repertorio de artículos sobre arqueología clásica y varios libros sobre arqueología, patrimonio, historia y museología. Entre sus títulos cabe destacar La casa romana (2003, 2016) y CORRVPTA ROMA (2015).
Diseño de portada
RAG
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© Pedro Ángel Fernández Vega, 2018
© Siglo XXI de España Editores, S. A., 2018
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ISBN: 978-84-323-1900-6
presentación
Este libro forma parte de una investigación más amplia sobre la historia de los tiempos centrales de la República romana. El presente volumen aborda de manera específica la difusión y la represión de las Bacanales a comienzos del siglo II a.C. Mantiene relación con otra publicación precedente, CORRVPTA ROMA (La Esfera de los Libros, Madrid, 2015), en la que se analizaba en profundidad ese periodo histórico a partir, sobre todo, del relato de Tito Livio, las obras de Catón y las comedias de Plauto. Sobre los sólidos fundamentos de esa publicación previa, se afianzan las argumentaciones para esclarecer aquí las causas y el contexto de la persecución de las Bacanales. Se ofrece así al lector una presentación de los ritos dionisíacos y de su proscripción, desde la solvencia de un espectro de contemplación global, que atiende a los planos social, religioso y político para lograr una visión panorámica del amplio eco histórico que alcanzó el fenómeno báquico.
Hemos pretendido aproximar al lector a la civilización romana sin barreras idiomáticas, para lo que se ha recurrido al empleo continuado de traducciones de autores clásicos. Nuestro primer reconocimiento de gratitud se dirige a los filólogos de cuyo trabajo se nutren las citas y de manera muy especial a la traducción publicada por José Antonio Villar Vidal del libro XXXIX de Tito Livio en la editorial Gredos. Somos deudores también de las versiones en francés realizadas por Jean-Marie Pailler (1988) de los capítulos dedicados por Livio a las Bacanales y del senadoconsulto de las Bacanales reproducido en la inscripción de Tiriolo. Obviamente, se han revisado y adaptado puntualmente.
El estudio ha sido posible gracias a los fondos bibliográficos de las bibliotecas de distintas universidades –Valladolid, Salamanca, Barcelona, Pamplona, Deusto o Granada entre otras–, pero especialmente gracias a los fondos de la Universidad de Cantabria y de las Facultades de Filología Clásica, Geografía e Historia y Derecho de la Universidad Complutense de Madrid.
Queremos hacer expresa nuestra gratitud a Rafael López Monné por poner a nuestra disposición las imágenes de tema báquico de su colección, parte de las cuales se incorporan al libro; a Daniel Guerra de Viana por su colaboración con la preparación de archivos gráficos de nuestras ilustraciones; y Ángela Saiz Silió e Isabel Muñiz Fernández, bibliotecarias de la Universidad de Cantabria, por su aportación en el acopio bibliográfico.
El libro va dedicado a Loli Martínez Ruiz.
INTRODUCCIÓN
Un estereotipo ampliamente instalado en el imaginario colectivo relaciona la civilización romana con las Bacanales, y asimila estas a concurridas orgías, actos colectivos de sexo en grupo. El origen de esta lujuriosa semblanza nació en la propia Roma, cuando Juvenal habló de grupos de privilegiados que vivían en una continua Bacanal, y se refería de manera específica a relaciones homoeróticas. La literatura cristiana de los últimos siglos del Imperio contribuirá poderosamente a que esa imagen de sexualidad promiscua cristalice como el gran mito del comportamiento hedonista entre la alta sociedad romana.
En los orígenes de ese fenómeno, una persecución contra los seguidores de Baco, decretada en el año 186 a.C. por el Senado romano, aporta las señas de identidad que alimentan ese estereotipo. Fue entonces cuando se denunciaron en el seno del culto a Baco ceremonias nocturnas mixtas cuyas prácticas habrían profanado los cuerpos de jóvenes ciudadanos y de matronas romanas corrompiéndolos.
Sin embargo, la pregunta que le corresponde hacerse al historiador es previa a esta visión: ¿fue cierto todo ello? Y en ese caso, ¿cómo se habría llegado a difundir ese culto que conculcaba las más elementales pautas de comportamiento que debían protegerse en un entorno familiar encargado de velar por el pudor de las mujeres, el candor de los niños y la virilidad de los adolescentes? ¿Y si todo ello no fuera sino una cortina de humo para encender los ánimos del Senado y el pueblo romanos, activar las alarmas y decretar la persecución que permitiera una auténtica caza de brujas en el seno de una sociedad de sometidos en la que el culto a Baco desdibujó los límites entre los órdenes sociales? ¿Se creó desde el poder senatorial por parte de la elite nobiliaria una teoría de la conspiración que justificara un proceso de investigación inquisitorial contra una secta que unía con un juramento y con el secreto de los misterios religiosos a esclavos con libres, a libertos con patronos, a ciudadanos con latinos y aliados? ¿Se legitimó la lucha contra una religión foránea, culto envuelto en los secretos característicos de una religión para iniciados a quienes se prometía un trance extático, una posesión divina y la salvación final?
Una revisión a los contenidos míticos, rituales y litúrgicos del culto a Baco, será necesaria para poder valorar la verosimilitud de las acusaciones vertidas sobre la secta. El dios de los equívocos, del vino, del falo, del renacimiento, el dios que retorna del Hades infernal, abría las puertas a un prometedor futuro para sus seguidores, pero logró mantener el hermetismo sobre sus misterios rituales. Luego, tras más de un milenio de vida, desapareció sin desvelar sus secretos a nadie que no se hubiera adentrado en la práctica de su culto.
En el año 186 a.C. Roma, a pesar de haber escapado victoriosa, aún vivía bajo el ominoso legado de la más dura de sus empresas bélicas: la Segunda Guerra Púnica. Durante tres lustros los ejércitos de Aníbal habían asolado las tierras itálicas y tentado la solidez del naciente Imperio romano y de sus alianzas con pueblos y ciudades de toda la Península. Del conflicto Roma emergió más fuerte, liderando un nuevo orden internacional, tras derrotar a los cartagineses en Occidente, y venció a continuación los ejércitos macedonios y sirios de Filipo y de Antíoco respectivamente en Oriente. Durante ese tiempo se asistió a lo que los propios contemporáneos valoraron como un intenso proceso de corrupción de los valores y modos de vida ancestrales. Una vez que las operaciones militares dejaron tregua, llegó el momento de ocuparse de los asuntos internos, de infundir orden y afianzar el control social y religioso dentro de los territorios dominados por la República.
Cuando el Senado decida emprender una investigación contra las conjuraciones intestinas, el foco de las pesquisas por parte del cónsul Espurio Postumio Albino, cuya familia había introducido en Roma el culto a Dionisos en los primeros años de la República, se orienta a desvelar qué estaba cambiando recientemente en la praxis religiosa de Baco. La investigación criminal que emprende permitirá detectar inquietantes progresos en el número de seguidores y en la composición de la secta. El pánico se apodera de los senadores primero y de la población de Roma después, mientras se decreta un estado de excepción que desencadena la caza de brujas: no se trata solo de perversiones religiosas, sino también de enemigos del Estado que serán apresados e interrogados por millares a partir de las delaciones animadas con recompensas.
Acababa de emprenderse la primera operación documentada en Occidente destinada a suprimir un foco de presunta inestabilidad que podría cuestionar, como una quinta columna subversiva, infiltrada tentacularmente en el tejido social, los fundamentos del Estado mismo. El alcance de las Bacanales, por tanto, supera ampliamente al de una secta entregada a los placeres carnales.
PRIMERA PARTE
UN CULTO MISTÉRICO DE SALVACIÓN