No te detengas

No sabes cuántas vueltas le di a nuestro mundo.

Ensayé mil formas de contártelo

para que así vieses el paisaje de mis intenciones:

mirar el amanecer contigo, proyectarnos juntos

en tierra, mar y aire.

Consciente de la incredulidad de cada uno de mis bocetos

de intentar comunicarme contigo, me detuve,

volví atrás y pensé: ya llegará el momento.

Hasta que una tarde de verano vi que estaba

perdiendo el tiempo esperando.

¿Por qué aguardar que la tierra gire a mi suerte?

¿Por qué no moverme para llegar al destino que deseo?

Claro que hay que aguardar que la marea fluya.

Claro que hay que ser paciente y esperar el momento,

seguir el ritmo natural de las cosas...

pero de ahí a quedarte mirando,

puede haber una línea demasiado corta.

Solo creo en un tipo de paciencia,

la que me lleva a volver a verte.

Porque sé que el universo conspira para ello.

Resolví:

que por ti no quede.

Tiende tu mano y si no la toma,

sigue tu camino.

Actué:

Y me fui.

Solo y feliz.

Nos lo contó Kundera

La posibilidad de disfrutar como en una burbuja.

Nos habíamos prometido estar bien el tiempo

que estuviésemos juntos.

Ya te lo conté, nadie regala su intimidad,

siempre hay algo más.

Y nos lo contó Kundera:

«El deseo de amor no se manifiesta en el deseo

de acostarse con alguien, sino en el deseo

de dormir con esa persona»

Dormimos juntos.

No es posible entonces quedarte en blanco.

El alma comienza a llenarse

en cada respiración de la cama.

Mientras dormimos salen duendes

de mi corazón al tuyo y del tuyo al mío.

Nos cubren de secretos, y cuando abrimos los ojos

ni siquiera hace falta decirlo:

ahí estamos, dentro del amor.

Sé que no me voy a conformar.

Hay quien prefiere huir.

Entonces lo recuerdo:

nos prometimos estar bien

el tiempo que estuviésemos juntos.