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JUSTO SIERRA

La sirena

y otros cuentos

Fondo de Cultura Económica

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

Primera edición, 1997
     Primera reimpresión, 2003
Primera edición electrónica, 2017

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FONDO 2000 presenta una selección de los Cuentos románticos de Justo Sierra. Llama la atención el género y el adjetivo que lo acompaña, pues el autor es más recordado por su vida política. Fue diputado al Congreso de la Unión, magistrado de la Suprema Corte de Justicia, subsecretario y luego ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, cargo desde el cual fundó, en 1910, la Universidad Nacional de México. Sin embargo, Justo Sierra realizó una obra literaria variada e importante, como periodista y ensayista prolífico, poeta, novelista, cuentista, dramaturgo e historiador. Su preocupación por la historia, la sociología y la política lo llevó a escribir su obra fundamental, Evolución política del pueblo mexicano, y la detallada biografía Juárez, su obra y su tiempo.

Nacido en Campeche en 1848, Justo Sierra Méndez fue hijo de Justo Sierra O’Reilly, destacado jurista yucateco. Inició sus estudios en Mérida y posteriormente se matriculó en el Liceo Franco-Mexicano de la ciudad de México. Pasó luego al Colegio de San Ildefonso y, en 1871, se tituló de abogado. Frecuentó las tertulias literarias de Ignacio Manuel Altamirano y se dio a conocer a través de sus colaboraciones en El Monitor Republicano, la revista El Renacimiento y los periódicos El Domingo, El Siglo XIX, La Tribuna, La Libertad y El Federalista.

Los textos reunidos aquí bajo el título La Sirena y otros cuentos, podrían haber llevado, según el propio autor, el encabezado de Amor y muerte, pues están impregnados de “lirismo sentimental y delirante”. El lector descubrirá una faceta poco conocida de quien ha pasado a la historia como uno de los artífices del Porfiriato, quizá el más crítico entre los allegados al dictador, y uno de los más reconocidos humanistas mexicanos de principios del siglo XX. En 1912 fue nombrado ministro plenipotenciario en España, en cuya capital murió ese mismo año. Sus restos fueron traídos a México, depositados en la Rotonda de los Hombres Ilustres y, en 1948, fue declarado “Maestro de América” por la Universidad Nacional Autónoma de México. Con estas páginas nos acercamos al 150 aniversario de su nacimiento, recordándolo como cuentista, a través de esos relatos que, según él mismo, se conformaría con que pudieran tener aceptación y gusto “entre los muchachos que despiertan y las niñas que sueñan”.

PRIMERAS PALABRAS*

CREEDME; soy un escapado del colegio que viene, rebosando ilusiones, henchida la blusa estudiantil de flores y encerrados en la urna del corazón frescos y virginales aromas; frescos y virginales como los que exhala la violeta de los campos. Tal es mi tesoro, he allí lo que compartiré con vosotros. ¿Hago mal? Puede ser; mas ¿cómo impedir al impetuoso manantial estrellar en las peñas sus aguas cristalinas y correr empañado por el suelo?

Traigo de mis amadas tierras tropicales, el plumaje de las aves, el matiz de las flores, la belleza de las mujeres fotografiadas en el alma. Traigo murmullos de ola, perfumes de brisa, y tempestades y tinieblas marinas, y el recuerdo de aquellas horas benditas en que el alba tiende sus chales azul-nácar, mientras el sol besa en su lecho de oro a la mar dormida.

De todo eso y de algo más hallaréis aquí ecos y reflejos; tal vez así logre agradar a aquellos de vosotros para quienes aún guarda ángeles el cielo y colorido la naturaleza.