ACOMPAÑAMIENTO
TERAPÉUTICO Y CLÍNICA
DE LO COTIDIANO
Leonel Dozza de Mendonça
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Editor: Javier Ábrego Bonafonte
Pº de la Independencia Nº 24-26.
8ª planta, oficina 12.
50004 Zaragoza - España.
Segunda edición: Marzo de 2018
ISBN: 978-84-17403-11-9
Como citar este libro:
ACOMPAÑAMIENTO TERAPÉUTICO Y CLÍNICA DE LO COTIDIANO, 2ª edición, 2018.
Leonel Dozza de Mendonça, Editorial Amazing Books, ISBN 978-84-17403-11-9
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A Sofía y Amelia
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• Cf: Conferir.
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• Ss: Y páginas siguientes.
• Subr.: Subrayado.
• LDM: Leonel Dozza de Mendonça.
• Et.Al.: la palabra ”et al”, es una expresión latina que proviene de la frase “et alii”, la cual tiene un significado literal de “y otros”. La expresión por lo general se utiliza en círculos bibliográficos, especialmente cuando se hace referencia a algún grupo de autores, nombrando al principal y usando entonces dicha palabra para no tener que nombrarlos a todos ellos, en el caso de que sen muy numerosos.
INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN
El Acompañamiento Terapéutico es una práctica relativamente reciente cuyos “orígenes” podríamos situar en los años setenta, sobre todo en Argentina y Brasil.
Cuando en el año 1986 empecé a acompañar a mi primer paciente en Sao Paulo, había tan solo un libro publicado sobre el tema (Mauer y Resnisky, 1985). Por lo demás, circulaban algunos artículos inéditos y con poca relevancia teórica, por lo general escritos por Acompañantes Terapéuticos más bien novatos que, más que transmitir unos conocimientos adquiridos, parecían buscar compensar con sus escritos la precariedad de los programas de formación y bibliografía.
Los supervisores (única referencia de cierto saber) solían ser terapeutas de orientación psicoanalítica con experiencia en el tratamiento de pacientes psicóticos en recursos abiertos (hospitales de día, etc.), pero que no habían trabajado específicamente como Acompañantes Terapéuticos.
En el año 1989, el Equipo de Acompañantes Terapéuticos del Hospital Día “A CASA” hemos organizado el “Primer Encuentro de Acompañantes Terapéuticos de Sao Paulo”. Los trabajos entonces presentados forman parte del segundo libro publicado (que yo tenga conocimiento) sobre el tema (AAVV, 1991).
Desde entonces, el cuentagotas de las publicaciones intensificó su goteo, aunque hasta la actualidad ese goteo nunca llegó a ser un chorro, pero quizá empieza a ser un hilo.
Estos señalamientos apuntan a una todavía importante precariedad teórica en lo que respecta a la Clínica del Acompañamiento Terapéutico; precariedad que parece derivada de su corto tiempo de existencia, de que todavía hoy en día hay relativamente pocos Acompañantes Terapéuticos con una larga trayectoria en este campo, y también de que esta práctica parece resistirse en mayor medida a la conceptualización, y ello quizá debido a sus bordes difusos (por ejemplo, entre lo clínico y lo cotidiano), a tal punto que en sus comienzos al Acompañante Terapéutico se le denominaba “Amigo Cualificado”.
Además, la dificultad para teorizar sobre esta práctica parece deberse a que, por lo general, las ofertas formativas y publicaciones psicoanalíticas (y no psicoanalíticas) sobre clínica dan por sentado que la intervención se llevará a cabo en un espacio físico delimitado de tratamiento y rehabilitación, en el cual el terapeuta administra una serie de variables del encuadre… Esto no ocurre en Acompañamiento Terapéutico.
Así que estos bordes difusos, junto con este desplazamiento hacia la comunidad y el contexto familiar-hogareño del paciente, van a producir sobre todo en un primer momento cierto “descoloque” en cuanto a pensar en la clínica, la actitud profesional, el encuadre, qué es una intervención, cómo intervenir, cómo conceptualizar etc.
A su vez, ese “descoloque” y esa precariedad son los que permiten, impulsan e incluso exigen una potencia creativa, el tener que “inventar” clínica y teoría, deconstruir el conocimiento instituido y cuestionar lo supuestamente sabido, sobre todo cuando ello ya no da cuenta de los fenómenos con los que se encuentra el Acompañante Terapéutico.
Por lo tanto, estas especificidades del Acompañamiento Terapéutico requieren, imponen y a la vez posibilitan otras teorizaciones y posiblemente otros modos de teorizar. Quizá imponen y posibilitan repensar a la psicosis misma…
… porque, cuando la psiquiatría del siglo XIX decía (y sigue diciendo) que lo que hoy en día denominamos esquizofrenia, a cada nuevo brote, siempre cursaba con deterioro y secuelas irreversibles, esa teoría sobre la esquizofrenia era correcta, pero era correcta justamente en función de las formas que tenían de tratar a los esquizofrénicos (encierro y, posteriormente, mediante el tratamiento moral y medicamentoso).
Con la apertura de los hospitales psiquiátricos tradicionales, la puesta en marcha de estructuras intermedias, recursos comunitarios de tratamiento y rehabilitación, hoy en día conocemos a un sujeto psicótico con más capacidades conductuales, cognitivas y psíquicas que las que se creía que poseía.
Hoy en día estamos en proceso de conocer a “otro” sujeto psicótico, menos residual, menos deteriorado, disociado, y, desde luego, menos condenado por una supuesta estructura que le impone un deterioro progresivo sin retorno. Incluso (y a diferencia de lo que dicen algunos en la actualidad) un psicótico menos condenado por su estructura a no tener acceso al pensamiento simbólico, ni al reconocimiento de la otredad, ni al sentido del humor, ni a disfrutar de una sexualidad “plena”, etc.
Algunas investigaciones recientes también apuntan a un sujeto psicótico no necesariamente condenado a tener que tomar medicación psiquiátrica el resto de su vida (ver May, 2005).
Entonces no existe, o no es viable, un estudio de la psicosis (y su recuperación) por sí sola, porque ese objeto de estudio “no existe” como entidad aislada, y menos aún en una investigación que pretende hablar del psicótico desde la perspectiva de su cotidianeidad hogareña y comunitaria.
El objeto de estudio existente es el vínculo, el psicótico en su contexto histórico, cultural, comunitario, familiar, de tratamiento y con todas las (im)posibilidades de inclusión y exclusión que ello conlleve.
Y resulta que el Acompañamiento Terapéutico trata justamente de transformar y ampliar las posibilidades de inclusión en el seno mismo del proceso de transformación permanente de ese objeto de estudio que es la “psicosis en su contexto”.
No sería equivocado decir que los Acompañantes Terapéuticos (así como todo trabajador comunitario) son los principales testigos y promotores de un sujeto psicótico “en permanente construcción histórica”, con unas capacidades desconocidas para un gran número de psiquiatras, psicoterapeutas, psicoanalistas, etcétera (independientemente de su teoría de base).
Podría sonar contradictorio el que haya empezado destacando la precariedad teórica del Acompañamiento Terapéutico para luego pasar a presumir de unas capacidades teorizantes tan potentes. Pero no hay en ello ninguna contradicción, si se tiene en cuenta que tales capacidades teorizantes están por desarrollar… al igual que están por desarrollar muchas capacidades en los psicóticos, en sus familias y en aquellos que intentamos tratarles.
Personalmente, el tema me interesa inmensamente y también me parece importante justamente por este optimismo que inspira y al que apunta (a diferencia del pesimismo de la teoría del deterioro progresivo y la cronicidad estancada), así como por la gran dosis de libertad creativa que exige y permite en lo que respecta a deconstruir y crear teorizaciones.
CAPÍTULO 1
DESARROLLO EMOCIONAL PRIMITIVO
EN LOS ESCRITOS DE WINNICOTT