En noviembre de 2016, un jurado compuesto por los escritores mexicanos Verónica Gerber Bicecci, Luis Felipe Fabre y Luis Jorge Boone, seleccionó Procesos de la noche de Diana del Ángel como proyecto ganador de la Primera Residencia Ventura + Almadía para la Creación Literaria. En consecuencia, Fondo Ventura y Editorial Almadía facilitaron a la autora una estadía de dos meses en la Ciudad de Oaxaca, México, así como las condiciones necesarias para poder dedicarse de tiempo completo a la conclusión de su obra. Esta primera convocatoria, lanzada a nivel internacional, recibió ciento veintinueve trabajos de escritores de diferentes latitudes y países, entre los que se encuentran: Argentina, Cuba, España, Estados Unidos, Chile, Colombia, Canadá, Puerto Rico, Panamá, Venezuela, Costa Rica, Bolivia, Nicaragua, Perú, Ecuador, Hungría.
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Títulos en Crónica

OAXACA SITIADA CONTRA ESTADOS UNIDOS

Diego Osorno

LLEGAR AL MAR SOLSTICIO DE INFARTO

Jorge F. Hernández

MIGRAÑA EN RACIMOS

Francisco Hinojosa

LOS PLACERES Y LOS DÍAS

Alma Guillermoprieto

LOS ÁNGELES DE LUPE PINTOR

Alberto Salcedo Ramos

MEMORIA POR CORRESPONDENCIA

Emma Reyes

D.F. CONFIDENCIAL

J. M. Servín

TODA UNA VIDA ESTARÍA CONMIGO VIAJE AL CENTRO DE MI TIERRA

Guillermo Sheridan

DÍAS CONTADOS

Fabrizio Mejía Madrid

72 MIGRANTES

Alma Guillermoprieto

EL HIJO DE MÍSTER PLAYA

Mónica Maristain

8.8: EL MIEDO EN EL ESPEJO PALMERAS DE LA BRISA RÁPIDA

Juan Villoro

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PROCESOS DE LA NOCHE

Diana del Ángel (Ciudad de México, 1982). Poeta, ensayista y defensora de derechos humanos. Ha sido becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas de 2010 a 2012 y del FONCA en su programa de residencias artísticas, gracias al cual realizó una estancia de escritura en Montreal, Québec (2014). En noviembre de 2016 obtuvo la Primera Residencia de Creación Literaria otorgada por Fondo Ventura y la editorial Almadía, para terminar un libro de crónicas sobre el caso de Julio César Mondragón Fontes. Desde 2002, forma parte del taller “Poesía y silencio”. Barranca, su segundo libro, se hizo acreedor a una mención honorífica por parte del Premio Nacional de Poesía Dolores Castro 2013. Ha publicado Vasija (2013) y artículos sobre literatura en revistas como Tierra adentro, Este país, Cuadrivio, Casa del tiempo, Círculo de poesía y Artetipos. Algunas de sus traducciones del náhuatl al español han sido publicadas por la revista Fundación. Las antologías 9 poetas que le temen a los payasos (2016), Encuentro Nacional de Poetas Jóvenes. Ciudad de Morelia (2016) y Fuego de dos fraguas (2016) recogen parte de su trabajo. Parte de su colaboración en el Colectivo el Rostro de Julio consiste en llevar el registro escrito del caso. Actualmente realiza un doctorado en letras.

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DIANA DEL ÁNGEL

PROCESOS DE LA NOCHE

PRÓLOGO DE ELENA PONIATOWSKA

CRÓNICA

DERECHOS RESERVADOS

© 2018Diana del Ángel

© 2018Almadía Ediciones S.A.P.I. de C.V.

Avenida Patriotismo 165,
Colonia Escandón II Sección,
Delegación Miguel Hidalgo,
Ciudad de México,
C.P. 11800

RFC: AED140909BPA

© Elena Poniatowska, por el prólogo

www.almadia.com.mx

www.facebook.com/editorialalmadía

@Almadía_Edit

Primera edición digital: marzo de 2018

ISBN: 978-607-8486-57-1

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento.

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La escritura final de este libro fue posible gracias a la Primera Residencia de Creación Literaria Ventura + Almadía, llevada a cabo durante enero y febrero de 2017, en la bella ciudad de Oaxaca.

Agradezco a ambas instituciones su hospitalidad y apoyo a este proyecto.

In memoriam, Julio

A Marisa y Melisa, por sostener la esperanza

A Sayuri, por su trabajo y los caminos andados

A la familia Mondragón Fontes, por la hospitalidad y sus recuerdos

Al colectivo El Rostro de Julio, por arder juntos en la oscuridad

A mi familia, por devolverme a la vida después de la noche

A nuestra Mesa para compartir objetos, por la amorosa escucha y la valiente compartición

PRÓLOGO
por Elena Poniatowska

El cuerpo de Julio César Mondragón fue abandonado en una calle de Iguala y quienes lo torturaron querían que su mensaje no pasara inadvertido; esto se ve desde el momento en que alguien –no se sabe quién– tomó la fotografía que circuló en las redes sociales. Así es como Marisa Mendoza se enteró de que el cuerpo expuesto era el de su marido y padre de su hija Melisa, quien acababa de cumplir dos meses.

Diana del Ángel acompañó a la familia Mondragón y a la abogada Sayuri Herrera durante más de dos años en un largo proceso que culminó con la exhumación del cuerpo del estudiante normalista de Ayotzinapa. Durante todo este tiempo, Diana no dejó de escribir en una libreta todo lo que veía y sentía. Testigo de la burocracia gubernamental y jurídica, se indignó con la forma descarada con la que la ley entorpece la búsqueda de la verdad.

El peregrinar de la autora junto a los protagonistas de esta tragedia empezó un 2 de noviembre de 2014, con la ofrenda del Día de Muertos que Afrodita Mondragón, mamá de Julio, pone en su casa. La descripción de la ofrenda en una fecha tan significativa para los mexicanos es el punto de partida del dolor de la madre, la esposa, el hermano y los tíos de Julio (también normalistas). Los panes, la fruta, los dulces, las veladoras y la “cera nueva” que dejan los vecinos frente al altar alimentan la pesadilla que significa ser joven, ser pobre, ser indígena y ser estudiante normalista en México.

¿Por qué tanto odio a los normalistas?

El paisaje de fondo de estas páginas que jamás debieron escribirse nos golpea, porque en un país “normal” esta joven ensayista estaría dedicada al estudio de la poesía de César Vallejo, Jaime Sabines y Carlos Pellicer, o a la poesía y la prosa de Rosario Castellanos, de Juan Rulfo, José Revueltas o Juan Villoro o José Emilio Pacheco, o a las crónicas de Monsiváis o Fabrizio Mejía Madrid, en lugar de descender al abismo para documentar nada menos que un desollamiento, que en cualquier país del mundo –si es que se practica– es sinónimo de locura, de barbarie, de salvajismo y de monstruosidad.

Miro el rostro de la niña Diana del Ángel y me pregunto en qué país vivo, en qué país una niña como ella se pone a investigar una muerte y a acompañar a una familia entera en el estado de Guerrero en vez de vivir sus años de estudiante a la sombra de ahuejotes, árboles de chirimoyas, guanábanas y naranjos. ¿Qué país es este, señoras y señores, diputados y senadores, para que una niña tenga que sentarse a escribir no sólo sobre el asesinato, sino del desollamiento? ¿Por qué nadie la llevó a la playa? ¿Por qué nadie le cortó buganvilias? ¿Quién le dijo: “Siéntate y acuchíllate y escribe sobre este suceso atroz que finalmente nos concierne a todos”? ¿Qué diría Elena Garro, quien pasó toda su infancia en Iguala subida en los árboles frutales de la casa paterna jugando con su hermana Devaki, al enterarse de que sesenta años más tarde en vez de escribir una ronda de limón partido, dame un abrazo que yo te pido, Diana intentaría explicarse el significado de la muerte sin rostro del normalista Julio César Mondragón?

Diana del Ángel es una joven poeta, ensayista y defensora de derechos humanos, ganadora de la Primera Residencia de Creación Literaria Ventura + Almadía en Oaxaca, gracias a la cual pudo terminar Procesos de la noche, libro que impacta y conmueve profundamente al ver reflejadas en sus páginas la impotencia, la angustia y las tramposas peripecias jurídicas que tuvieron que sufrir los familiares y la abogada de Julio César Mondragón, torturado y asesinado el 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, en una de las noches más negras de nuestra reciente historia, cuando 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecieron y otros seis fueron asesinados.

La palabra desollado –escribe Diana– aparece ciento ochenta y tres veces en ciento treinta y cuatro documentos históricos “según el Corpus Diacrónico del Español”. Procesos de la noche se suma a esa cifra porque se vincula inevitablemente al destino de Julio César Mondragón.

Las palabras ligadas a Julio Mondragón que Diana del Ángel consigna en su texto son desollado, tortura, víctima, inhumar y exhumar. Son tan horrendas que hacen que uno se pregunte si quizás en algunos años reinhumar no sea el triste aporte de México a la Real Academia de la Lengua, como ya lo fue feminicidio. Porque en estas tres palabras (inhumar-exhumar-reinhumar) se sostienen las más de doscientas páginas de un libro que combina crónica y ensayo en una apuesta a la memoria y la solidaridad.

Si hay algo que salta a la vista es la inmensa solidaridad de la autora con la víctima. A lo largo de su relato, Diana la ensayista intercala testimonios de amigos, compañeros y familiares en un intento por “reconstruir” el rostro de Julio César Mondragón.

El 17 de agosto de 2015 se inicia el trámite en el Primer Juzgado del Tribunal Superior de Justicia de Iguala para pedir la exhumación del cuerpo y que en la necropsia intervenga el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Luego vendrán la Procuraduría Judicial de Guerrero; el Servicio Médico Forense de Iguala; el Museo Tecnológico de la Comisión Nacional de Electricidad (segunda reunión de la Presidencia de la República con familiares); el Salón Presidentes del Tribunal Superior de Justicia del Estado de México; el Registro Nacional de Víctimas en la colonia Del Valle; el Panteón de San Miguel Tecomatlán, Estado de México; la Coordinación de Servicios Periciales de la Procuraduría General de la República (PGR) en la Ciudad de México; Jalapa, Veracruz…

Una vez que se logra la exhumación del cuerpo de Julio, tanto los peritos argentinos como los designados por la PGR coinciden en que la muerte se produjo por tortura y no por arma de fuego, pero no se ponen de acuerdo en cuanto al desollamiento, y en este punto sólo pueden hablar de sus diferencias. Desde que se exhumó el cuerpo hasta la reinhumación pasaron más de tres meses: “por tres juzgados de la República, de llamadas, negativas, solicitudes, negativas, peticiones, negativas, exigencias, negativas, negligencia, insensibilidad”.

El cuerpo de Julio César Mondragón, tal como consigna de manera impecable Diana del Ángel, no tuvo paz desde la noche del 26 de septiembre de 2014, cuando murió a causa de tortura: una primera autopsia plagada de irregularidades (el perito puso el globo ocular que se había desprendido dentro del pecho sin dejar constancia de ello); exhumado y sometido a una necropsia que implicó desprenderle el cráneo y tallar parte de sus huesos; almacenado en una morgue por más de tres meses debido a la burocracia judicial y finalmente reinhumado en un segundo sepelio al que su abuelo, Teófilo Raúl Mondragón –quien siguió el proceso desde el principio–, no pudo asistir porque murió en el transcurso de las gestiones.

En estas páginas vemos a una familia destruida que tiene que pasar dos veces por el mismo infierno; una justicia cuya ineficacia e insensibilidad asquean; pero, sobre todo, una serie de antesalas, de esperas, de ires y venires, en la que lo que salta a la vista es el nulo interés por indagar la verdad y por demostrar un mínimo de calidad humana.

El de Julio César Mondragón es uno de los casos más vergonzosos de nuestro país y de toda América Latina.

Procesos de la noche nos insta a no olvidar ni a dejar que la inercia nos gane: para que no se repita la historia, para que jóvenes talentosos como Diana del Ángel nunca más tengan que ser los cicerones de este dantesco infierno en que se ha convertido México.

Alguna vez, si conociera yo a Diana del Ángel, aunque sólo fuera de pasada, me gustaría atreverme a abrazarla y, sobre todo, a pedirle perdón por no ser capaces de levantarnos en vilo para ofrecerle otro país.

P.D. Qué bueno que Almadía Ediciones y Guillermo Quijas, además de a los consagrados como Vasconcelos, Le Clézio, Pitol, Villoro, Fadanelli, Alberto Manguel, Fabrizio Mejía Madrid y otros, edite a una autora joven con un trabajo excepcional acerca de un tema que a todos nos debería doler como a ella.

PROCESOS DE LA NOCHE

ÍNDICE

PRÓLOGO, POR ELENA PONIATOWSKA

PROCESOS DE LA NOCHE

PALABRAS PARA EMPEZAR

TRES OFRENDAS

ROSTRO

PÁJAROS EN EL TRIBUNAL

ROSTRO

YO AQUÍ HAGO MARAVILLAS, PORQUE DE ESTO NO ENTIENDO NADA

ROSTRO

EL ÚLTIMO CAMINO DE JULIO

ROSTRO

TIENEN OJOS Y NO VEN

ROSTRO

EL LENGUAJE BIEN TRAJEADO

ROSTRO

ATAJOS PARA LA LEY

ROSTRO

EXHUMACIÓN. PRIMER DÍA: CÁMARA SEIS

ROSTRO

SEGUNDO DÍA: CUANDO LA JUSTICIA OFENDE

ROSTRO

TERCER DÍA: EN SUS HUESOS, UNA HISTORIA

ROSTRO

ENTRE TODOS, UN ROSTRO

ROSTRO

LA VISITA DE LOS SIETE JUZGADOS

ROSTRO

ESTADO DE MÉXICO, OTRA VEZ

ROSTRO

XALAPA, LA TIERRA DE DUARTE

ROSTRO

DE TEPIC A IGUALA, DE IGUALA AL RECLUSORIO NORTE Y DE AHÍ A IGUALA

ROSTRO

FINALMENTE, UN FUNERAL

ROSTRO

LA FE DE UN FUNCIONARIO

ROSTRO

UN FUNERAL PARA JULIO

ROSTRO

TOMA DE MUESTRAS

ROSTRO

UNA SEMILLA DE JUSTICIA

ROSTRO

EL GIEI SE VA, UN VACÍO SE QUEDA

ROSTRO

RESULTADOS DE LA SEGUNDA NECROPSIA: DÍA CERO

ROSTRO

CODA

REFERENCIAS

REFERENCIAS

La Ley General de Víctimas es pública y puede ser consultada en el siguiente link: http://www.pgr.gob.mx/Fiscalias/feadle/Documents/LEY%20GENERAL%20DE%20V%C3%8DCTIMAS.pdf

La declaración de Jaime Rochín, fue publicada en el canal del programa Once Noticias, el 15 de octubre del 2015: https://www.youtube.com/watch?v=f_3JW0o-GGo

El video Julio Hernández Barros fue publicado el 11 de noviembre del 2016: https://www.youtube.com/watch?v=ffToN3I0GH4&t=1s

La declaración de Palemón Salazar Hernández fue tomada de una nota de Impulso Edomex, publicación digital de corte Antorcha Campesina: https://impulsoedomex.com.mx/derechos-humanos-rectores-de-los-jueces/

La declaración de Mauro Taboada del 28 de enero del 2016 puede ser consultada en el Segundo Informe del GIEI. Avances y nuevas conclusiones sobre la investigación, búsqueda y la atención a las víctimas, 2016, p. 189.

PALABRAS PARA EMPEZAR

Según el Corpus diacrónico del español (CORDE) la palabra desollado aparece ciento ochenta y tres veces en ciento treinta y cuatro documentos históricos y literarios. En la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (1568), de Bernal Díaz del Castillo, se atribuye a Cuauhtémoc –Guatemuz, dice él– haber enviado las “caras que habían desollado, y pies y manos de nuestros soldados que habían sacrificado” a pueblos como Matalcingo –hoy Toluca– y Malinalco para mostrar a sus pobladores cómo habían matado a los españoles y animarlos a terminar con el resto de las tropas conquistadoras. Al parecer la propaganda de Cuauhtémoc funcionó y los tlatoanis de esas regiones acudieron a su llamado, aunque sólo acompañaron a los mexicas en la derrota. En otro pasaje, nuevamente Díaz del Castillo narra cómo los pobladores de Texcoco, en venganza por el supuesto cautiverio y muerte de su señor, desollaron a dos de los soldados que habían capturado. Díaz del Castillo narra, no sin terror, cómo le contaron que al entrar al pueblo encontraron en las casas y templos la sangre y las caras de las víctimas sobrepuestas en las efigies de los dioses adorados.

Años más tarde, Fray Bernardino de Sahagún da testimonio de una fiesta que los vecinos de Yopico hacían en honor a Coatlicue, a la cual ofrecían las primeras flores nacidas en el año antes de disfrutar su aroma. Al lado de esta delicada ofrenda tenían también la costumbre de esconder en alguna cueva la piel de los que habían sido desollados en la fiesta pasada. Según cuenta Sahagún, los enfermos de sarna u otras enfermedades cutáneas ayudaban en este proceso, pues creían que se sanarían y, en efecto, algunos quedaban libres del mal, remata el fraile en su Historia general de las cosas de la Nueva España (1569). En estos relatos, la piel arrancada tiene una función trascendente en los ámbitos bélico y religioso: enseña o talismán, arenga o cura, reliquia o trofeo, vestido sagrado o bandera de guerra.

El presente libro se sumará al corpus de obras en español que emplea tal adjetivo, pues el nombre de Julio quedó inevitablemente ligado al vocablo, cuya raíz es el verbo desollar. A diferencia de las crónicas anteriores, en estas no se dará cuenta del destino de esa piel arrancada durante la madrugada del 27 de septiembre de 2014, simplemente porque no se sabe qué ocurrió con ella. Aunque he imaginado usos macabros, destinos humillantes, prácticas deleznables, acabo deseando que esa piel ya no esté, que haya vuelto a la tierra o a la nada de donde venimos. Otras dos palabras unidas al nombre de Julio son tortura y víctima; ambas comparten con desollado los campos semánticos de la guerra y la religión; las tres se reparten desgraciadas en los campos de mi país, pero sobre las mismas tierras andan muchos buscando, exhumando en grupo, juntos encontrando.

Exhumar es otra palabra antigua y muy frecuente en la prosa de países como Chile, Argentina, España y Colombia. Hasta hace poco inhumar era suficiente, pero cada vez se hace más necesario añadir el prefijo re para aclarar que por segunda vez el mismo cuerpo se entierra. Quizá dentro de algunos años la voz reihnumar aparezca en las estadísticas del CORDE y se remita a nuestro país en cuarenta por ciento de las menciones, por poner un número, y acaso sea una contribución más de México al español. Una palabra que no aparece en las páginas siguientes, aunque anima toda la escritura y los hechos relatados es resistencia; todas las palabras contenidas en este libro buscan ser parte de ese aliento subterráneo que la va nombrando en las casas y en las calles…

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