Construye tu vida
creyendo en ti
© Plutón ediciones X, s. l., 2018
Diseño de cubierta y maquetación: Saul Rojas
Edita: Plutón ediciones X, s. l.,
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I.S.B.N.: 978-84-17477-59-2
“Todos los caminos son los mismos, todos llevan a ninguna parte. Son caminos que van por el chaparral o lo atraviesan. Puedo decir que en mi propia vida he recorrido caminos muy largos, pero no estoy en ninguna parte. Ahora tiene sentido la pregunta de mi benefactor: ¿tiene este camino corazón?
Si lo tiene es bueno, sino, de nada sirve. Ningún camino lleva a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el otro no. Uno hace el viaje gozoso, mientras lo sigas eres uno con él. El otro, te hace maldecir la vida. Uno te hace fuerte, el otro te debilita”.
“Las enseñanzas de Don Juan” Carlos Castañeda.
Para José Antonio Alcalá: Mi hijo, mi amigo, mi padawan y, en ocasiones, mi maestro.
Angel Alcalá González
Introducción
¿Y si te convirtieses en quien realmente eres?
He elegido esta pregunta para iniciar este libro debido a que la considero la más adecuada para empezar a perfilar lo que será tu ecuación existencial, aquella que te ayudará a descubrir el sentido de tu vida, de tu existencia.
Este “descubrimiento” no acontecerá porque esta fórmula o ecuación te lo diga, sino porque, si eres sincero contigo mismo durante la lectura de este libro, así lo sentirás.
¿Cómo y porque lo sentirás?; verás, sin entrar en disquisiciones filosóficas, pues has de saber que, en muchas ocasiones el excesivo análisis nos aleja del ser humano, lo sentirás a través de una verdad revelada, no deducida.
Te pongo un ejemplo: ¿Tienes hijos?, ¿los amas?... ¿y cómo lo sabes? No me vale que me digas que porque te preocupas por ellos, los alimentas y les ayudas en su desarrollo; no, todo eso se puede hacer sin amor.
Los amas porque así lo SIENTES, ¿no es verdad? De igual manera, conforme vayas descubriendo la realidad y aceptándola, notarás que tu vida adquiere cada vez más sentido; no hará falta que nadie te lo diga; esta ecuación existencial que perfilaremos a lo largo de este libro tiene un objetivo claro y este no es el de fabricarte nada nuevo, pues todo lo que necesitas lo tienes ya. El cometido de esta obra es ayudarte a dejar salir lo que eres, pero todavía no ves.
Como escribió Antoine de Saint-Exupéry: “la perfección se consigue no cuando no haya más por añadir, sino cuando no hay nada más por quitar”.
Descubramos quién eres tú, particularmente tú, debajo de ese barro que no deja ver las formas que oculta.
“Venid les dijo, —¡No! Tenemos miedo, está muy alto, podríamos caer!— venid, les dijo…fueron, les empujó y… ¡volaron!”
G. Apollinaire
Capítulo 1
Actitud Vital
“No pretendas que las cosas sean como deseas, deséalas como son”.
Epicteto de frigia.
¿Qué significa ACTITUD VITAL?, para saberlo, o más bien para “redescubrirlo” te animo a que continúes la lectura, solo déjame decirte antes que hace referencia al CÓMO encarar tu existencia de forma adecuada…y la forma de encarar de la que te hablo es aquella que te acerca a la vida y a ti mismo sin llevar ningún tipo de velo ante los ojos, en vez de alejarte, engañarte y encontrarte cada vez más perdido y confuso:
¿Y si ACEPTARAS la realidad en vez de resignarte a ella?
En la anterior pregunta tenemos, para empezar, tres palabras clave: realidad, aceptación y resignación.
Vayamos por partes. En cuanto a la realidad vamos a definirla como “lo efectivo o que tiene valor práctico, lo que ocurre verdaderamente en el mundo que percibimos”. ¿Te parece reduccionista la definición?, de acuerdo, veamos que te parece esta otra: “denominamos real a aquello que es y cuya existencia afirmamos o suponemos; la realidad es el conjunto de lo real y su significado depende siempre de diversas contraposiciones: apariencia/realidad, esencia/existencia, etc…diversas filosofías han atribuido la realidad a cosas diversas y antagónicas: la realidad de las ideas platónicas contrasta con…”
Vaya galimatías, ¿verdad?, podríamos seguir así hasta el infinito y continuaríamos dándole vueltas al término “realidad”.
Lo que quiero decirte con esto es que, si queremos llegar a alguna parte en nuestra concepción del mundo debemos DELIMITAR qué entendemos por realidad, porque si no lo hacemos nos perderemos en divagaciones que, en última instancia no nos sirven ni a ti ni a mí para otra cosa salvo para estar más perdidos aún de lo que ya lo estamos en cuanto a movernos por el mundo y dotarlo de sentido.
Así que vamos a delimitar la realidad y definámosla tal y como hicimos al principio de este capítulo, es decir, considerándola “lo que tiene valor práctico, lo que ocurre verdaderamente y es captado por nuestros sentidos, sean limitados o no”.
Así sí. Ahora podemos empezar a trabajar con efectividad en la ecuación existencial.
Bien, ¿y cómo es la realidad?, ¿de color de rosa?, ¿negra como la boca de un lobo?
Pues depende. Depende en buena medida de nuestra actitud hacia ella, de eso no cabe duda. ¡cuántas personas conocemos que, ante un mismo suceso, sea positivo o negativo visto desde el exterior, reaccionan de formas diametralmente opuestas!
La actitud es, sin duda, un importante modulador al percibir la realidad.
Sí, la actitud es importante, pero no lo es todo; no vayamos a caer en los idílicos y almibarados enfoques tan al uso en la mayoría de los libros de autoayuda, los cuales nos aseguran que, con buena disposición, entusiasmo y trabajo, podemos conseguir que se cumplan todos nuestros objetivos, nuestros sueños.
La muerte existe, el hambre en el mundo también, la enfermedad, la delincuencia, las desigualdades sociales extremas, el odio, el egoísmo.
Así es, nada va a cambiar esto totalmente, por lo menos no ha ocurrido hasta ahora y no parece que vaya a suceder en un futuro próximo.
Ciertamente puedes hacer algo para intentar mejorar la situación del mundo que te rodea de acuerdo con tus posibilidades, eso está muy bien.
Concedo también que en ciertos aspectos los humanos hemos mejorado, pero, y esto no es ser derrotista sino realista, mientras existamos no acabarán estas plagas o, por lo menos, ni tú ni yo lo veremos.
Claro que también existe la solidaridad, el altruismo, el compromiso, la bondad, la compasión…Aunque sé que probablemente pensarás que en menor medida que los aspectos negativos que antes he mencionado; quizá tengas razón, o quizá se deba en parte a la actitud que tienes ante el mundo.
No importa; lo que realmente importa es que la realidad es como es, con sus claroscuros, con sus momentos terribles y maravillosos. Como se dice vulgarmente : “es lo que hay”.
Recordemos ahora las otras dos palabras clave que mencioné al principio de este capítulo; “resignación” y “aceptación”. Veréis que interesante cuando se apliquen a la realidad: Podemos resignarnos a la realidad o podemos aceptarla.
El diccionario dice que resignarse es “paciencia en las dificultades o adversidades”, mientras que aceptar es “aprobar algo y darlo por bueno”.
Sí, hay momentos concretos en la vida en que no queda más remedio que resignarse a algo, pero…¿y si nos resignamos, como actitud general y definitoria de nuestro carácter a la vida, a la realidad?
Si te resignas, tu actitud ante la vida será conformarte paciente y sumisamente “con lo que te echen encima”, “aguantar la vida”. Como es lógico esta actitud de, llamémosla “resignación vital” derivará progresivamente hacia un estado de amargura general hacia el mundo, tanto en lo social como en lo personal y que vendrá acompañado por una serie de síntomas:
Quejas— De lo malo que es el jefe, de lo caro que está todo, de lo poco que nos quieren, de lo peligroso que es el mundo.
Inmovilidad— Como esta realidad es tan terrible vamos a movernos lo menos posible y hacer lo justito porque, ¿para qué hacer más?
Agresividad— ¡Ah, no! Yo ya sé de que va la realidad, ya sé “de que va esto”, pero a mí no me va a coger desprevenido, me voy a defender de ella incluso antes de que me ataque para que me haga el menor daño posible, porque es lo que me va a hacer: daño, ¡así que cuidado conmigo!
Tristeza— Qué negro es el futuro, qué terrible es el pasado, lamentémonos, lloremos.
Huida— (Quizás lo más peligroso). No me gusta esto, así que me voy, me “escaparé” para no enfrentarme: comeré compulsivamente… o tal vez no coma nada, compraré compulsivamente, me refugiaré en la bebida, en las drogas, en el sexo indiscriminado o en el celibato más absoluto…cualquier cosa con tal de no mirar a la realidad a la cara, pues no lo soporto.
Resignación— Cuando nos resignamos es siempre a algo que percibimos como intrínsecamente malo, entonces, si lo hacemos con el mundo es porque lo interpretamos como algo negativo, con ello nos destruimos y no solo a nosotros sino también, en parte, colaboramos para hacer de este mundo un lugar peor para los demás.
Pero…¿y si aceptáramos la realidad tal y como es?, ¿sin juzgarla?
Como dije antes “las cosas son como son”, eso no lo cambia nada ni nadie, así que no te frustres intentando construir mundos ideales que reventarán como pompas de jabón cuando choquen con la realidad.
Acepta el mundo tal y como es, sorprendentemente esto te aportará paz, pues no lucharás con la realidad y, por tanto, no agotarás tus fuerzas de manera tan improductiva.
¿Qué te parece entonces? ¿En vez de resignarte tristemente y enfadarte ridículamente aceptas el mundo?, eso sin duda te traería mucha paz y, además, te permitiría ver algo que seguramente no habías visto antes; yo lo llamo “margen de intervención en la realidad”.
VITAL
….Sigamos adelante.