Audio: Ahora nos decimos es mullida esta piel
ahora nos decimos es mullida esta piel que nos envuelve
y la deformidad la telaraña oculta tras los huecos
son gatos familiares
comedores de sobras
van y vienen
siempre vuelven y conocemos la fuerza y el dolor de su arañazo
aunque no cuándo no exactamente a qué altura
a qué profundidad
si mientras acaricias o desvías la vista de sus ojos
o juegas a mezclar
tu sombra con su sombra hacedor de grotescas criaturas
Porque no hay otro sitio donde el mundo se vuelva madriguera
Regina Salcedo
La poesía de Regina Salcedo ya es lo suficientemente ella por dentro y por fuera como para poder ilustrar con palabras su decir. Habría que inventar un lenguaje telúrico y acuoso para referirse a esta voz que habla desde el centro, desde la raíz, pero que, al mismo tiempo, se eleva, palabra-medusa que toca y se deja tocar, agita, calma, revuelve, se abre paisaje y se ramifica, transmitiendo una descarga instantánea, acoplada al baile de las mareas.
Hay quien afirma incluso que una de las características más fascinantes de estas palabras-medusa es su capacidad para impulsarse en el agua o en el viento. Son simples invertebradas, pero pueden desplazarse en formas, en construcciones sintácticas que otros modelos de su misma categoría no arriesgan a mostrar. Se cree que el olor dulce a cebollas, a lapiceros nuevos, a sudor en la frente temeraria de un niño y la corriente marina desempeñan un papel vital en las migraciones de las palabras-medusa. A veces, prefieren el estatismo, la madriguera, el refugio, se hacen ovillo y, cansadas de las salas de espera y del estar a punto de; hibernan. Sin embargo, también pueden nadar verticalmente en el agua bajo su propio control. A fin de cuentas, debido a su curiosidad innata y a su mirada singular, cualquier medio les es propicio, ya que se trata de una especie propensa a la experimentación. Es por eso que muchas científicas afirman que son una de las criaturas vibrátiles más antiguas de la Tierra.
De este modo, en Protagonistas hallaremos personajes que investigan, que prueban y transgreden los límites de lo permitido, personajes que estampan el cráneo terracota de un niño contra el suelo, que empujan a un desconocido a las vías del metro, que lanzan sobre el público lámparas de araña o personajes que miden el universo con una balancita de farmacia con los pesos cilíndricos guardados en un estuche de terciopelo verde. Protagonistas que, a veces, muerden rabanitos colorados para poder llorar. Así, la poesía de Salcedo no envenena con significados rutinarios ni golpes efectistas, sino que presenta una palabra bicéfala, hambrienta. Sedienta. Una palabra que se estrella como lo hace una taza en la frente alucinada del lector.
Protagonistaspor y ahora ¿quiénsoyyoenmitaddetodoestecampodebatalla?tantas frutas colgando de las ramas/ y nosotros pudriéndonos en ellas