No teman. Solo sentirán una punzada. Un pago justo, ofrecido de forma voluntaria, que les permitirá pasear sobre la tierra húmeda de este invernadero.
No teman. Si aceptan condiciones e intercambio ella les enseñará todo lo rojo que guardan sus rincones escondidos y podrán cantar a los hurones desde la tundra, cambiar la piel cada vez que pese. Porque ella sabe murmurar los nombres de las que la precedieron, también los de los monstruos que aparecen cuando cae el sol. Lo aprendió hace tiempo, en un ritual de sangre.
No teman. Yo también pagué el precio y he recorrido, salivando, este trayecto. Ahora, superado a duras penas el periodo de descompresión, como ella, he muerto para hacerme líquida y distinta.
Puedo decir que, si me atreví a caminar entre los textos, fue siempre de puntillas, para no molestar con mis pisadas, consciente de ser solo acompañante, y ella me permitió observar sus heridas, esas, las nocturnas, las que no cierran, guiándome entre imágenes con grano en el revelado, mostrándome las texturas, la nítida herencia, la genealogía inscrita en sus platos azul cielo.
He masticado cada uno de sus versos, la historia de la carne, de los afectos cambiantes, del cuerpo-mujer expuesto, a veces reducido a concha de bivalvo —puntualiza ella—, y me he recordado cíclica y carnal, mil veces narrada bajo premisas equivocadas.
En algún recodo de este vivero de entrañas húmedas la he visto descifrar el polvo y el rumor de la termita mientras hacía la compra en un supermercado: los expositores de alimentos le eran tan ajenos como los amantes hace tiempo descartados.
Sí, por qué no decirlo ahora, por qué no admitir la querencia adquirida por el gusto medular de sus palabras, tejidas con exactitud y coherencia, orgánicas, como una composición perfecta de sonidos electrónicos que se retroalimentan y generan Cuerdas distintas.
En algún recodo de este vivero de entrañas húmedas, la he visto plena y múltiple esperando junto a Faith Wilding, también polvo interestelar posado en las crines de una cabeza de caballo, ultracuerpo nostálgico, guerrillera wittigiana sentada en las altas ramas de los árboles, donante de córneas, molusco.
No hay final sino una sucesión de principios —me susurra ella—. Y yo asiento, adicta y confiada porque la sé dueña de los nombres.
Si aceptan el intercambio experimentarán la mística urbana, lo bello y lo cruento. Y disfrutarán de las rasgaduras.
Laura Fjäder.
Gijón, 2017
Primera edición digital: Mayo 2017
© Kokapeli Ediciones, 2017
© Macky Chuca, 2017
Créditos de vídeo:
And She Was y Lunó. Idea, realización y edición: Weekend Islands.
Comida futura: Macky Chuca.
Créditos de audio:
And She Was Música y grabación: The Great Beat.
Cabeza de caballo, Doméstica, Elogio del ama de casa suburbana y Some Other Time.
Música y grabación: Julián Poggiese.
Lunó, Damacamelia, At This Ungodly Hour, La comida futura e Historias del otro lado de la valla. Música y grabación: Macky Chuca.
Semilla. Música y grabación: Weed Bug.
Colección a cargo de Regina Salcedo.
Diseño de cubierta: Pablo Uría
Ilustración de cubierta: Macky Chuca.
Maquetación interior: James Crawford Publishing (William E. Fleming)
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ISBN: 978-84-945314-7-7
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Cuando le cantaba a los campos de adormidera aún no sabía que serían tuyos, Amapolismo. Sembré todas esas flores para ti.
afuera cruje el frío polar y se prepara el trueno.
linda noche para dormir cucharita
en mi cabaña siberiana
y comernos
los restos congelados