Patrick J. Deneen
¿Por qué ha fracasado el liberalismo?
Traducción de David Cerdá
EDICIONES RIALP, S. A.
MADRID
Título original: Why Liberalism Failed?
© 2018 by PATRICK J. DENEEN. Originalmente publicado por Yale University Press.
© 2018 by Ediciones Rialp, S. A.,
Colombia, 63, 8º A - 28016 Madrid
(www.rialp.com)
Realización ePub: produccioneditorial.com
ISBN: 978-84-321-5011-1
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Para Inge
La distancia entre el principio rector de la cristiandad en el Medievo y lo que se daba en la vida diaria conforma la gran trampa de la Edad Media. Es el problema que atraviesa la historia, tal y como la escribe Gibbon, que trata estos asuntos con una frivolidad sutilmente maliciosa, zahiriendo en cada ocasión que se le presenta lo que él considera la hipocresía del ideal cristiano, tan opuesto al funcionamiento natural de los seres humanos […].
La caballerosidad, la preponderante idea de una clase dirigente, dejó un inmenso hueco entre el ideal y la práctica de la religión. El ideal consistía en una visión del orden mantenido por una clase guerra que quedaba formulada en la imagen de la Tabla Redonda, la forma natural perfecta. Los caballeros del rey Arturo se afanaban por defender lo justo frente a dragones, magos y hombres malvados, poniendo orden en un mundo salvaje. De igual forma, se suponía en teoría que sus compañeros defenderían la Fe y la justicia, y que cuidarían del oprimido. En la práctica, ellos mismos fueron los opresores, y para el siglo XIV la violencia e impunidad de los hombres de espada se había convertido en un factor principal de desorden. Cuando la distancia entre el ideal y la realidad se ensancha tanto, los sistemas colapsan. La leyenda y la historia siempre han reflejado este hecho; las novelas artúricas de la Mesa Redonda están plagadas de referencias en este sentido. La espada vuelve al lago; la empresa empieza de nuevo. Por muy violento, destructivo, avaricioso y falible que sea, el hombre retiene una visión del orden y reemprende su búsqueda.
— Barbara Tuchman, A Distant Mirror: The Calamitous 14th Century
ÍNDICE
PORTADA
PORTADA INTERIOR
CRÉDITOS
DEDICATORIA
LA DISTANCIA ENTRE EL PRINCIPIO...
PREFACIO
0. INTRODUCCIÓN: EL FINAL DEL LIBERALISMO
POLÍTICA
ECONOMÍA
EDUCACIÓN
CIENCIA Y TECNOLOGÍA
1. EL LIBERALISMO INSOSTENIBLE
VOLUNTARISMO LIBERAL
LA GUERRA CONTRA LA NATURALEZA
2. LA FALSA ELECCIÓN ENTRE INDIVIDUALISMO Y ESTATISMO
FUENTES FILOSÓFICAS E IMPLICACIONES PRÁCTICAS: LIBERALISMO CLÁSICO
FUENTES FILOSÓFICAS E IMPLICACIONES PRÁCTICAS: LIBERALISMO PROGRESISTA
LIBERALISMO INSOSTENIBLE: CREANDO AL INDIVIDUO
3. EL LIBERALISMO COMO ANTICULTURA
LOS TRES PILARES DE LA ANTICULTURA LIBERAL
LA ANTICULTURA Y LA CONQUISTA DE LA NATURALEZA
INTEMPORALIDAD LIBERAL
EL LIBERALISMO COMO NINGÚN LUGAR Y COMO CUALQUIERA
LA MUERTE DE LA CULTURA Y EL ASCENSO DE LEVIATÁN
EL LIBERALISMO COMO ANTICULTURA
LIBERALISMO PARASITARIO
4. LA TECNOLOGÍA Y LA PÉRDIDA DE LA LIBERTAD
LA HUMANIDAD ANDROIDE
LA TECNOLOGÍA DEL LIBERALISMO
5. EL LIBERALISMO CONTRA LAS ARTES LIBERALES
EL ATAQUE LIBERAL A LAS ARTES LIBERALES
LA TRAICIÓN DE LOS HUMANISTAS
¿LAS ARTES LIBERALES CONTRA EL LIBERALISMO?
6. LA NUEVA ARISTOCRACIA
LIBERALISMO CLÁSICO: LAS RAÍCES DE LA NUEVA ARISTOCRACIA
EL GOBIERNO DE LOS FUERTES
LA LIBERALOCRACIA EN AUGE
7. LA DEGRADACIÓN DE LA CIUDADANÍA
LIBERALISMO ANTIDEMOCRÁTICO
RESTRICCIONES DE LOS FUNDADORES
LA GRANDEZA PÚBLICA AL SERVICIO DE LOS FINES PRIVADOS
LA DEMOCRACIA ILIBERAL, BIEN ENTENDIDA
8. CONCLUSIÓN: LA LIBERTAD TRAS EL LIBERALISMO
TRAS EL LIBERALISMO
NO HAY VUELTA ATRÁS
EL FINAL DE LA IDEOLOGÍA
LA LLEGADA DE UNA PRÁCTICA POSLIBERAL; HACIA EL NACIMIENTO DE UNA NUEVA TEORÍA
AGRADECIMIENTOS
BIBLIOGRAFÍA
PATRICK DENEEN
PREFACIO
ESTE LIBRO FUE COMPLETADO TRES SEMANAS antes de las elecciones presidenciales de 2016. Sus principales argumentos fueron madurados durante el pasado decenio, antes que el Brexit o el presidente Trump fuesen siquiera concebibles. Mi premisa básica fue que los cimientos del orden civil que hemos heredado —las normas que aprendimos en nuestras familias y comunidades, a través de la religión y la cultura de base— se erosionarían inevitablemente bajo la influencia del Estado liberal social y político. Pero anticipé que el liberalismo continuaría reemplazando inexorablemente las normas culturales y las prácticas tradicionales a través de las tiritas que ponía el Estado, incluso aunque una creciente crisis de legitimidad forzase a sus proponentes a imponer la ideología liberal sobre las masas cada vez más recalcitrantes. De este modo, el liberalismo no solo «prevalecería», sino que a un tiempo fracasaría, por convertirse cada vez más en una versión desnuda de sí mismo.
Desde esa perspectiva, daba a entender que dicha condición política era insostenible en último término, y que la probable reacción popular a un orden liberal crecientemente opresivo podría tomar la forma de un antiliberalismo autoritario que prometiese otorgar a los ciudadanos poder sobre aquellas fuerzas que ya no parecían estar bajo su control: el gobierno, la economía, y la disolución de las normas sociales y los modos de vida no embridados. Para los liberales, tales hechos probarían la necesidad de un reforzamiento del régimen liberal, lo cual demostraría su ceguera frente al hecho de que la crisis de legitimidad ha sido creada por el propio liberalismo. Al aportar estas conclusiones no esperaba llegar a ver las dinámicas descritas; de haberlo sabido tal vez habría escrito un libro distinto. En todo caso, aún estimo que mi análisis original nos ayuda a entender las líneas maestras del momento que vivimos, evitando, a un tiempo, la estrechez de miras que depara poner un excesivo foco en la actualidad que pregonan los titulares de los periódicos.
El tan extendido anhelo contemporáneo de un líder fuerte, alguien con la determinación de recuperar el control popular sobre las formas de gobierno burocratizado y la economía globalizada que el liberalismo ha urdido, llega tras décadas de desmantelamiento liberal de las normas culturales y los hábitos políticos que son esenciales para el autogobierno. La quiebra de la familia, la comunidad y las normas y las instituciones religiosas, especialmente entre quienes menos se han beneficiado de los avances del liberalismo, no ha empujado a los descontentos con el liberalismo a intentar la restauración de dichas normas. Eso supondría un esfuerzo y un sacrificio improbables en una cultura que devalúa ambas cosas. Lo que se ve más bien es que muchos pretenden desplegar los poderes estatales del liberalismo contra su propia clase dirigente. Entre tanto, se emplea una ingente energía en manifestaciones masivas en vez de en que se legisle y se delibere, lo cual refleja no tanto una renovación del gobierno democrático como cierta furia y desesperación de corte político. El liberalismo creó las condiciones, y las herramientas, para el surgimiento de su peor pesadilla; a pesar de eso, le falta autoconocimiento para entender su propia culpa.
Aunque termino este volumen haciendo un llamamiento a los filósofos políticos para que contribuyan a encontrar una salida al atolladero en el que nos encontramos —el laberinto mental propio de las ideologías revolucionarias que han brotado en la modernidad, a partir del propio liberalismo—, lo cierto es que la senda más adecuada no provendrá de revolución política alguna, sino de la paciente promoción de nuevas formas de comunidad que sirvan de puerto seguro en nuestro orden político y económico despersonalizado. Como escribió el disidente checo Václav Havel en El poder de los sin poder: «Un sistema mejor no asegurará automáticamente una mejor vida. De hecho, lo que es cierto es lo opuesto: solamente creando una vida mejor podrá desarrollarse un mejor sistema[1]». Solo una política basada en la experiencia de una polis —vidas compartidas con un sentimiento de propósito común, con las obligaciones y la gratitud que deparan las penas, las esperanzas y las alegrías que vive una generación, y con el cultivo de capacidades como la confianza y la fe— puede reemplazar cuanto negativamente caracteriza a nuestra era: la desconfianza, el distanciamiento, la hostilidad y los odios. Como mi amigo y maestro Carey McWilliams escribió en la conclusión de uno de sus más penetrantes ensayos, «fortalecer [nuestra compartida] vida democrática es una tarea difícil, incluso abrumadora, una tarea que requiere sacrificio y paciencia antes que deslumbrantes arrebatos[2]». El sacrificio y la paciencia no son precisamente abundantes en la era del individualismo estatista. Pero vamos a necesitar mucho de ello si queremos encaminarnos a una época mejor e indudablemente muy diferente a la actual, tras el liberalismo.
[1] HAVEL, VÁCLAV. «The Power of the Powerless». En Open Letters: Selected Writings, 1965-1990. New York: Vintage, 1992, p. 162 [El poder de los sin poder. Madrid: Encuentro Ediciones, 1990].
[2] MCWILLIAMS, WILSON CAREY. «Democracy and the Citizen: Community, Dignity, and the Crisis of Contemporary Politics in America». En Redeeming Democracy in America. Lawrence: University Press of Kansas, 2011, p. 27.