ETOLOGÍA CANINA
Guía básica sobre el comportamiento
del perro
Rosana Álvarez Bueno
Es propiedad de:
© 2018 Amazing Books S.L.
www.amazingbooks.es
Editor: Javier Ábrego Bonafonte.
Pº de la Independencia Nº 24-26.
8ª planta, oficina 12.
50004 Zaragoza - España.
Primera edición: Enero 2018
ISBN: 978-84-17403-04-1
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- Editorial Amazing Books.
Presentación del libro
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A mi familia de 2 y de 4 patas, que siempre está ahí para apoyarme incondicionalmente haga lo que haga. A los que están presentes y a todos los que se quedaron en el camino, aunque siguen siempre con nosotros.
Presentación
Este proyecto nace de la colaboración entre Amazing Books y Etolia (Rosana Álvarez) con el fin de hacer llegar a todos los propietarios de mascotas y a los profesionales, tanto veterinarios como educadores caninos, información veraz y científica sobre el comportamiento de los perros.
El comportamiento es la expresión de la respuesta del animal a su medio interno y al entorno que le rodea. Todo lo que piensa, siente y padece se refleja en su conducta.
Es muy importante que los profesionales puedan asesorar a sus clientes mediante una herramienta práctica donde figuren la mayoría de las situaciones cotidianas que se pueden encontrar con sus perros y, por otro lado, que los propietarios puedan recurrir a un documento serio donde encontrar las respuestas a sus preguntas.
El veterinario podrá recurrir a este libro para obtener una información global y actual sobre cómo se comporta un perro en diferentes situaciones y dispondrá, a través de él, de una herramienta ágil para asesorar a sus clientes. El propietario, por su parte, podrá valerse de él como un documento de consulta al que acudir en cualquier momento en que lo necesite y hallar esa información que busca de forma sencilla y rápida, sabiendo que es correcta y actualizada.
La prevención es la mejor arma de que se dispone frente a los problemas que pueden sobrevenir a nuestros perros y, en el caso del comportamiento, no es diferente sino más importante aún.
Según el Estudio de Abandono y Adopción 2016 de la Fundación Affinity, en el año 2015 fueron recogidos más de 137.000 perros y gatos en España y el 15% de ellos fueron abandonados por un problema de comportamiento. Queremos contribuir a disminuir esta cifra y por ello queremos enseñarles a conocerlos.
Los perros desempeñan una labor fundamental en nuestra sociedad. Su compañía produce al humano muchos beneficios, tanto físicos y psíquicos como a nivel social, así como el desempeño de multitud de labores de trabajo a nuestro servicio. Pero para convivir en equilibrio, hace falta educación, y para educar a un animal es necesario conocer cómo aprende, cómo se comporta y cuáles son los principales problemas que se pueden producir en el día a día.
La Etología es la herramienta que nos va a ayudar a conseguirlo y mediante este libro, particulares y profesionales podrán entender cuál es el origen de los distintos comportamientos y las principales acciones que debemos emprender para paliarlos y prevenirlos.
Situaciones cotidianas como tirar de la correa, habituar al perro al uso del bozal o la agresividad entre los perros que conviven en un hogar, tendrán su explicación en este libro y usted podrá consultarlas en forma de guía práctica.
Esperamos que ustedes reciban con ilusión este proyecto, tanta como a nosotros nos hace el crearlo.
Presentación de la autora
Rosana Álvarez Bueno
Licenciada en Veterinaria y en Ciencia y tecnología de los alimentos por la Universidad de Córdoba.
Máster en Etología clínica y bienestar animal por la Universidad de Zaragoza.
Miembro de AVEPA (Asociación de veterinarios especialistas en pequeños animales), de su grupo de etología (GrETCA) y de la European Society of Veterinary Clinical Ethology (ESVCE).
Acreditada AVEPA en Medicina de comportamiento.
Responsable de Etolia. Etología veterinaria, desempeñando un servicio de especialidad veterinaria en medicina del comportamiento en Málaga desde el año 2006.
Actualmente prestando servicio de consulta en Centro Veterinario de Referencia Bahía de Málaga.
Formadora en cursos de etología y educación canina a nivel nacional e internacional.
Ponente en diversos seminarios y congresos.
Colaboradora en diversos blogs y publicaciones.
Community manager en Etolia.
En Etolia contamos con tres pilares básicos para tratar a tu mascota:
1. Amplios conocimientos en etología y más de 10 años de experiencia profesional en el tratamiento de casos de comportamiento animal.
2. Una filosofía de trabajo basada en el cuidado y respeto absoluto al bienestar de los animales.
3. Vocación, esa pasión que nos lleva a dar lo mejor de nosotros mismos e implicarnos al 100% con cada mascota.
Capítulo 1
¿NECESITO UN PERRO?
Todos sabemos o conocemos por distintos casos y por lo que vemos y leemos en las noticias y en la red, que un perro aporta compañía y otros beneficios: sociales, psicomotores, psicológicos. Nos hace salir de casa, relacionarnos, nos proporciona tranquilidad y alivio en determinadas situaciones de estrés y soledad.
Pero un perro es un ser vivo y, además, de otra especie. Es un individuo que siente y padece, cuyo organismo funciona de manera similar al nuestro y que, sobre todo, tiene unas necesidades propias de su especie que deben ser satisfechas si queremos que su bienestar sea óptimo y se mantenga en el tiempo.
Si a esto añadimos el efecto de la neotenia –que es el mantenimiento de las características juveniles del lobo joven en la etapa adulta del perro doméstico– podemos conseguir un acompañante fiel, juguetón y activo durante toda su vida (entre 10 y 16 años de la tuya aproximadamente).
El perro pasará por distintas etapas a lo largo de su vida y su comportamiento se irá adaptando a su condición física y psicológica y a su entorno. Parte de su conducta viene predeterminada por la genética, tanto de la especie, como de la raza y del individuo. Pero los primeros meses de cría con su madre y hermanos de camada, así como lo concerniente a la socialización, el entorno y la educación que se le aporten, moldearán esa predisposición hasta convertir su comportamiento en un modelo estable y equilibrado.
Todo lo que sufra el animal desde la etapa prenatal (en el vientre materno), hasta la de adulto y la vejez, unido a su genética, condicionará su comportamiento. Es uno de los datos importantes que debes conocer, porque cuando tengas a tu perro no puedes limitarte a que simplemente pase el tiempo y ocurran las cosas, tienes que hacer que ocurran de una determinada manera para formar a ese individuo en lo que va a ser en un futuro: un perro educado y equilibrado.
Para ello necesitarás fuertes dosis de tiempo, paciencia, humor, dedicación y refuerzo positivo, sin olvidar el dinero para sufragar los gastos obligatorios derivados de la atención veterinaria, equipamiento, educación y sustitución de enseres y mobiliario que puedan verse afectados.
Si ponemos en una lista lo que necesita un perro en su día a día, quedaría como sigue:
• Tiempo, tiempo y tiempo. Fíjate que lo digo varias veces para recalcarlo aún más y porque es imprescindible que dispongas de tiempo en tu vida para dedicarle a un perro. Ahora verás por qué.
• Atención sanitaria y etológica. Tu perro necesitará ir al veterinario para los tratamientos preventivos obligatorios y, además, para lo que surja (una herida, una diarrea, cambios en su comportamiento, una caída, una cojera, un cuerpo extraño, etc.). Ten en cuenta que algunas veces puede que sea necesaria una cirugía. A los humanos nos subvenciona el estado la sanidad, a los animales no.
• Educación: si no sabes cómo educar a tu perro, necesitarás a un profesional cualificado que te lo enseñe. Puedes tardar bastante tiempo y la educación debes practicarla siempre. Los ejercicios que practiques con tu perro le servirán de enriquecimiento mental. Y quién sabe, si tienes un perro con alta capacidad de aprendizaje tendrás que tenerlo más estimulado.
• Salir a la calle: aunque vivas en un chalet con seis mil metros de parcela, tu perro seguirá necesitando salir a pasear. Repasa el siguiente punto.
• Explorar y experimentar: todo lo que percibe un perro a través de sus sentidos es susceptible de producir aprendizaje. Los perros, sobre todo los cachorros y en la etapa juvenil, tienen una capacidad exploratoria muy acusada. Si no se le da salida a esta capacidad natural, pueden comenzar a sobrevenir problemas de comportamiento derivados de la incapacidad de poder satisfacer esta necesidad de comportamiento.
• Necesidades fisiológicas: además de la exploración, tu perro deberá poder hacer sus necesidades donde él mismo elija, seleccionando la zona mediante el olfateo. Quizás también quiera marcar su territorio. Para todo ello tendrás que pasearlo varias veces al día, con un mínimo razonable de tres.
• Paseo: el ejercicio físico es una necesidad básica para cualquier ser vivo y tu perro no va a ser menos. El paseo con tu perro conduce a muchas cosas positivas: él se sentirá mejor, podrá estimular sus sentidos además de mover las piernas, fomentará el vínculo contigo, pasaréis buenos ratos juntos. Es fundamental que el paseo sea una actividad agradable y placentera. Por ello este debe hacerse con una correa que permita los movimientos del perro, es decir, lo suficientemente larga; con un arnés o collar que no apriete, ahogue, roce o duela; permitiendo al perro olfatear lo que desee y sin utilizar castigos ni refuerzos negativos. Aunque te pueda parecer tonto, es muy importante que tu perro no establezca asociaciones negativas con el entorno, incluyendo otros individuos. Si tienes un perro con alto nivel de actividad, necesitarás invertir más tiempo en el paseo o practicar algún deporte canino.
• Juego: tu perro tiene que jugar diariamente. El juego es aprendizaje y estimulación. Puede jugar solo, para lo que deberá tener disponibles siempre varios juguetes de diferentes texturas y adaptados a su tamaño que deberás ir rotando para fomentar la motivación. Y también debe jugar contigo, otra actividad que fomenta el vínculo positivo y duradero. Hay todo un mundo de juguetes disponibles, pero recuerda que deben ser aptos para su tamaño y fuerza y de buena calidad, si quieres evitar que exista peligro de rotura, ingestión o intoxicación.
• Rutina: una rutina mantenida proporciona estabilidad emocional y previsibilidad. Esto no significa que no te puedas salir de la misma.A tu perro le encantará hacer cosas divertidas y que lo impliquen a él, pero lo básico, lo que necesita a diario, debe permanecer siempre.
• Alimentación: en base a su especie y de la mejor calidad que puedas permitirte, ya que esto condicionará su salud.
• Relaciones sociales: el perro es un animal social y como tal necesitará ver, interaccionar y jugar con otros individuos de su especie y de otras. Facilitar estas relaciones proporcionará a tu perro bienestar. Y no, no es suficiente con tener otro perro.
• Descanso: tu perro tiene que descansar, claro, y para descansar hay que estar cómodo y tranquilo. Así que tendrás que proporcionarle un sitio agradable y confortable para ello y respetarlo cuando se encuentre allí. Probablemente quiera estar a tu lado en casa, o al menos cerca, por lo que no pretendas que la cocina sea este sitio, a no ser que tú estés en ella.
• Consistencia y coherencia: la consistencia en la educación y en las interacciones y la coherencia con lo que haces, son reglas fundamentales para relacionarse con un perro. Esto quiere decir que se debe intentar hacer las cosas siempre de la misma manera, por todas las personas que conviven con el perro y que se esté seguro de lo que se le va a permitir y lo que no. Si continuamente cambiamos de idea o utilizamos a veces el castigo o el rechazo para conductas que otras veces reforzamos positivamente, estaremos creando confusión, estrés y frustración, sentimientos que conllevan la pérdida del bienestar y que conducen a comportamientos inadecuados. No hagas a tu perro el responsable de tus problemas, él siempre tendrá para ti una sonrisa.
Recuerda que todas estas premisas deben cumplirse, tanto si es un perro pequeño como si es grande. Un caniche también debe salir, correr y relacionarse, no le basta con 60 metros cuadrados de casa.
Hazte ahora la pregunta que titula este capítulo. Quizás te lo pienses un poco mejor, ¿verdad? Pero nunca olvides lo que él te ofrecerá a cambio de todo esto: compañía en tus mejores y peores momentos, una sonrisa siempre disponible, reducción de tu estrés y de tu ritmo cardíaco, amistades y relaciones, una terapia para tus problemas. Así que ya sabes, si te decides, hazlo con conocimiento y disfrútalo, porque, lamentablemente, el tiempo pasa volando (Img.1).
Capítulo 2
¿QUÉ PERRO ELIJO?
En la mayoría de las ocasiones la gente suele ceñirse a la raza para decidir sobre unos patrones morfológicos y de carácter preferidos a la hora de adquirir un perro. Esto, por una parte, es acertado y por otra, bastante menos.
Te lo explico a continuación.
Durante la domesticación del perro – proceso que ha tenido lugar durante miles de años – los humanos pretendieron seleccionar a los individuos que mejor se adaptaban a la función para la que los iban a destinar, es decir, el trabajo de caza, de protección, etc. Fue a partir de esto que se empezaron a crear las diferentes razas, pero no siempre fueron los mismos criterios los predominantes. No obstante, en la antigüedad primaba la funcionalidad sobre la estética. Es decir, se podía encontrar mayor diversidad morfológica dentro de una misma raza.
Cuando en la Edad Moderna se introdujeron los estándares raciales debido a la creación de los clubes de raza, se pretendió que todos los individuos pertenecientes a una misma raza cumplieran con unos requisitos y valoraciones, tanto morfológicas como de carácter. Esto no quiere decir que cumplir esos requisitos haga al perro mejor o peor, simplemente se trata de cumplir unas características de uniformidad. Desde este punto de vista, impera la estética sobre la función, ya que esta última ha ido siendo cada vez menos importante, exceptuando en los auténticos perros de trabajo.
Pero ¡ay, amigos!, no todo el mundo cumple las reglas ni cría con conocimientos ni patrones estandarizados. Además, la cría no es controlada, por lo que se permiten prácticas muy extendidas, como la endogamia y las camadas incontroladas.
Por lo tanto, hoy en día no debemos considerar las características del estándar racial como a cumplir por todos los individuos que pertenezcan a esa raza, sino más bien la dirección es la inversa: un individuo de una raza concreta puede, y solo puede, que cumpla alguno de los cánones indicados en su estándar.
Así, en la actualidad, debemos fijarnos más en características conductuales individuales que raciales. Y dentro de las características raciales, prestaremos más atención a algunas como la actividad y la excitabilidad, que se ha visto que son más atribuibles al factor raza que otras.
Sin embargo, es obvio que la raza ha venido determinada por la genética, y por tanto, sí existe una influencia innegable atribuible a la misma. Pero también es cierta la teoría de que el comportamiento es el resultado de la interacción compleja entre genes y medio ambiente.
Como resultado de todo esto, te recomendamos que no hagas a la raza la reina de tu decisión. Puedes usarla, sí, pero sin olvidar elementos como la genética, la cría, el ambiente, la educación y el asesoramiento etológico individualizado desde el principio.
Pero no nos limitemos al comportamiento. Existen otros factores que pueden hacerte tomar una decisión como, por ejemplo:
• El tipo de manto, que condicionará el tiempo que debas dedicarle a su cuidado y que deberás elegir en función de la climatología de tu lugar de residencia.
• La mandíbula, que condicionará la capacidad destructiva al jugar y morder o explorar objetos de su entorno.
• El tamaño, que dependerá del espacio de que dispongas para que el perro pueda moverse y jugar libremente. Además, condicionará su periodo vital (las razas pequeñas son más longevas).
• La edad, que te dará pistas sobre todo en cuanto a su posible nivel de actividad y cuidados.
• El sexo, aunque no es decisivo, pero suelen ser más asequibles las hembras.
• La edad y el lugar de adopción serán factores a tener en cuenta en cuanto a calidad de experiencias anteriores, patologías padecidas, comportamientos adquiridos y cuidados a otorgar.
Todo ello tendrás que tenerlo en cuenta a la hora de introducir a este nuevo individuo en tu vida, para que os acopléis lo mejor posible (Img.1).
Capítulo 3
¿MI PERRO ES UN LOBO?
Es un hecho demostrado que el perro desciende del lobo – comparten en un 99,8% la secuencia del ADN mitocondrial – y se originó a partir de diferentes poblaciones de lobos hace 15.000 años según restos arqueológicos, aunque la genética molecular lo sitúa en 100.000 años atrás.
Pero el perro no es un lobo, hay muchos cambios que se han producido durante el periodo de domesticación. Entre ellos se encuentra el periodo de socialización.
En el perro este periodo va desde la 3ª hasta la 12ª semana de vida aproximadamente. Y es tan importante que es como una ventana en el tiempo, que se cierra y no vuelve a abrirse más. Este periodo se ha hecho más tardío y más duradero con la domesticación. Durante ese tiempo, el perro debe habituarse al contacto con todo tipo de estimulación posible, para poder ser equilibrado en el entorno en el que viva en un futuro.
En el lobo, este periodo comienza antes de que los lobeznos hayan abierto los ojos, aproximadamente a los 9-10 días, por lo que en ellos la impronta es olfativa, a diferencia de los perros, en los que es visual. Los lobeznos de 2 semanas de edad ya exploran su entorno, cuando ni siquiera ven, ni oyen. Los cachorros de perro tienen que esperar hasta las 3 semanas para poder estar de pie y explorar con todos los sentidos ya en funcionamiento, y es a partir de aquí cuando comienza su periodo de socialización.
Así, la experiencia sensorial es muy distinta en las dos especies. Por ello es tan difícil que un lobo socialice con personas, ya que tendría que estar en contacto con ellas a partir de la segunda semana de vida. Se ha demostrado, además, que el tiempo de contacto con la otra especie para que se produzca la impronta debe ser de casi 24 horas al día. Como comprenderás, esto es muy, muy difícil. Sin embargo, al perro le basta con un contacto mucho más débil: 2 o 3 horas a la semana durante el periodo crítico.
Dmitri Konstantinovich Belyaev fue un genetista ruso que se enfrentó a las prohibiciones del régimen de su país y de su época – la genética estaba totalmente prohibida hasta el punto de que el que la practicara sería arrestado y fusilado, como lo fue su hermano – y que gracias a su experimento consiguió explicar por fin cómo el lobo pudo evolucionar hasta ser un perro.
Este experimento muestra un mecanismo biológico llamado autoselección, que explicaría que los lobos no fueron manipulados por el hombre y criados intencionadamente para conseguir seres mucho más amables que pudieran convivir con ellos y ayudarles en la caza, sino que lo que ocurrió fue que fueron seleccionándose los ejemplares de lobos que eran capaces de aproximarse a los restos de los nuevos asentamientos humanos para alimentarse, ya que para poder acercarse al humano necesitaban ser lobos que mostraran unas cualidades especiales: menos miedo, más docilidad, menor distancia de fuga, más interés y curiosidad por acercarse a otra especie con la que hasta entonces habían competido.
El hombre no tocó a aquellos lobos, lo que ocurrió fue una autoselección generación tras generación sobre aquellos ejemplares con más sociabilidad, perpetuando esa característica en los descendientes. Y lo más asombroso fue que la selección de solo esta característica, es decir el comportamiento, produjo una serie de cambios morfológicos que fueron los que llevaron a conformar una nueva especie: el perro.
Y de esta autoselección y de esos cambios es de lo que habla el experimento de Belyaev. Este científico trabajaba en Novosibirsk junto con su colega Lyudmila N. Trut, en una granja de zorros plateados rusos (Vulpes fulvus), que se criaban para obtener su piel, muy valorada en la época. Lo que hizo fue comenzar a criar con aquellos zorros que eran más mansos, debido a que el manejo en la granja de estos animales era muy complicado por sus reacciones salvajes de pánico. De manera que eligió a aquellos en los que predominaba un comportamiento de exploración y curiosidad, frente al comportamiento más salvaje, y empezó a cruzarlos. Siguió haciendo lo mismo con las sucesivas generaciones seleccionando cada vez más concretamente el carácter de acercamiento voluntario al humano.
Pensarás que se podría tardar muchísimos años en ver los efectos, pero él lo consiguió en solo 45 generaciones. Y ya tenían zorros que interaccionaban con ellos, se subían encima, solicitaban atención y comida, permitían que se les rascara la barriga, que se les cogiera en brazos y acudían a la llamada. Es decir, habían conseguido zorros domesticados, como un perro. Pero lo más sorprendente es que no solo se comportaban como perros, sino que su físico había cambiado y se asemejaban más a perros que a zorros: los cráneos eran más pequeños, las colas enroscadas hacia arriba, orejas caídas, distintos colores de manto incluidos los colores píos, ladraban para pedir atención, las hembras tenían dos celos al año, etc.
Es decir, había conseguido solamente seleccionando el comportamiento de acercamiento al humano, que otras características físicas cambiaran. Y esto es lo que ocurrió con la domesticación de nuestro mejor amigo, el perro. En este enlace puedes ver explicado cómo ocurrió: https://www.youtube.com/watch?v=QCXJtCWGGjE
Y mediante este proceso de autoselección, y gracias a nuestro amigo el perro, se ha inferido y se está demostrando que este proceso ocurre y está ocurriendo en otras especies, tales como el Bonobo e incluso el hombre. La autoselección de características de comportamiento de menor agresividad a más tolerancia y acercamiento hacia los individuos de su propia especie o de otras produce individuos más adaptados a la supervivencia en el medio en el que viven, cambiando a su vez la morfología de la especie.
Belyaev fue un héroe en su época. Su experimento fue quizás el experimento genético más importante del siglo XX. Fue uno de esos científicos que arriesgan hasta su vida para que otros que vienen después puedan conectar sus hipótesis y demostrarlas, y así resolver el maravilloso puzzle de la ciencia. En este caso el puzzle de la domesticación del perro.
La domesticación ha originado cambios morfológicos y de conducta desde la especie antecesora (el lobo) hacia la doméstica (el perro):
• Reducción general del tamaño (Imgs.1 y 2).
• Cambios en el color del manto (Img.3).
• Acortamiento de las mandíbulas, y reducción del tamaño de los dientes.
• Disminución en el tamaño del cerebro y de la capacidad craneal.
• Desarrollo de un pronunciado declive vertical en la parte frontal del cráneo.
• Caída de las orejas.
• Menor preparación en la conducta de fuga y reacciones generales de emergencia más débiles.
• Menor actividad global y una distribución más uniforme de esa actividad a lo largo del fotoperiodo. Así mismo, tienen una menor influencia estacional.
• Los lazos sociales son más difusos y muestran una disminución en la complejidad y diferenciación social a la vez que un aumento en la compatibilidad social.
• Poseen una conducta sexual muy intensificada y quizás una agresividad intraespecífica mayor.
• Aumento de marcaje con orina, ladrido, relaciones con extraños, lamido facial, adiestrabilidad.
• Disminución en predación y neofobia alimentaria.
El conjunto de cambios producidos por la domesticación se explica en el concepto de neotenia, que se define como un retraso en el desarrollo que conlleva una retención de caracteres juveniles en el adulto. Algunas diferencias de comportamiento entre razas son asimismo consecuencia de sus diferentes grados de neotenia.
Capítulo 4
EL PERRO, UN ANIMAL SOCIAL
En los animales que han sufrido un proceso de domesticación, como es el caso del perro, la conducta social ha sufrido modificaciones respecto del animal que originó la nueva especie domesticada, por lo que es difícil estudiarla. Por tanto, hay que basarse en los modelos conductuales del ancestro para poder definir el comportamiento. Y en el caso del perro nos basamos, además, en poblaciones de perros asilvestrados.
El modelo de conducta social del perro doméstico, es decir, aquellas conductas que dirige hacia los individuos del grupo con el que se relaciona, procede del desplegado por el lobo. Así, el perro es una especie social y gregaria. La diferencia con el lobo es que el perro puede incluir en su grupo a individuos de especies distintas, como el hombre o el gato, con los que puede vincularse durante el periodo de socialización.
La conducta social se resume en dos grupos principales de conductas:
• Conductas agonísticas: aquellas que se dan en un conflicto social: agresividad, miedo, huida y comportamientos de apaciguamiento.
• Conductas afiliativas: aquellas que están dirigidas a mantener la cohesión del grupo.
Las conductas agonísticas y las afiliativas constituyen dos fuerzas contrapuestas que proporcionan equilibrio al grupo.
Los lobos que viven en libertad forman grupos sociales familiares en los que no es frecuente la conducta agresiva. La conducta social del lobo se desarrolla dentro de su grupo o manada, basada en una jerarquía familiar, no lineal, relaciones de dominancia/sumisión comunicadas con un lenguaje ritualizado y conductas afiliativas. La conducta social también es dirigida hacia otras manadas y en este caso estaría basada sobre todo en defender el territorio. Cuando se agrupan, los lobos comparten un mismo territorio, cooperan en la caza de las presas y en el cuidado de las crías, así como en la defensa de su manada y de su espacio de otros individuos (Img.1).
El perro es una especie con una conducta social acentuada, al igual que el hombre. Ambas especies disfrutan de la compañía de otros. Pero muchos problemas de conducta son debidos a una falta de adaptación al entorno de convivencia con el hombre.
La conducta social del perro doméstico que forma parte de un grupo estable se basa en las distintas circunstancias que viva diariamente, según los individuos que participen y los resultados de esas interacciones. También influyen los ciclos sexuales que manifiesten y en el aprendizaje de las conductas de los demás individuos y sus resultados. Es decir, las experiencias diarias van a condicionar el aprendizaje y más tarde actuarán según lo aprendido en situaciones similares.
Se debe entender esta alta capacidad social del perro como una necesidad que hay que satisfacer diariamente, bien con individuos de su especie o bien de otras con las que le guste estar, como el humano. Esto es importante, además, porque algunos problemas de comportamiento se derivan de una falta de cobertura social. La existencia de modelos de convivencia en los que los perros pasan días y días solos debe convertirse en algo para recordar (Img.2).