Técnicas para la argumentación
de textos jurídicos
Nitish Monebhurrun
Técnicas para la
argumentación de
textos jurídicos
Traducción:
Renzo Cavani
Brian Ragas
Palestra Editores
Lima – 2019
técnicas para la argumentación de
textos jurídicos
Nitish Monebhurrun
Palestra Editores SAC. Primera edición, octubre 2018
Primera edición Digital, marzo 2019
Traducción de la obra original: Monebhurrun, Nitish. Manual de Metodologia Jurídica. Método de Raciocínio Jurídico: Técnicas para a Argumentação de Textos Jurídicos” 1ra edición. Brasil: Saraiva Educação S.A., 2015.
© Nitish Monebhurrun
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Diagramación:
Gabriela Zabarburú Gamarra
ISBN: 978-612-325-055-3
ISBN Digital: 978-612-325-071-3
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Agradecimientos
Una primera versión de este libro fue sometida a la lectura de
algunas personas, para quienes queda mi agradecimiento por
la opinión sincera y constructiva: Carina, Marcelo,
Paulo, Priscilla, Erika y Liziane. Mis agradecimientos
van también para Alberto.
Introducción
Los métodos y las técnicas del razonamiento jurídico y de la argumentación jurídica, presentados en este libro, no tienen un valor universal. Es solamente un método entre muchos otros. No es superior a estos ni tampoco mejor. Se presenta como un método potencialmente acumulativo a los otros. Puede ser utilizado como un instrumento por los juristas experimentados y por los alumnos de derecho para construir o para afinar su capacidad argumentativa. La presente reflexión tendrá, a veces, un tono crítico, lo cual es intencional y tiene como objetivo el fomento del debate sobre el asunto, así como la apertura de este trabajo a la crítica del mundo universitario. De esa dialéctica se espera una mayor concientización del valor y del tenor de un método argumentativo en los estudios del derecho.
Un método se base en el rigor intelectual y es construido por técnicas organizacionales claras para demostrar un razonamiento, para valorizar una argumentación, siempre con el objetivo de conocer el objeto del estudio y de convencer1: siendo un medio para convencer el método se vuelve el instrumento principal y vital del jurista2, de quien no se espera necesariamente un conocimiento enciclopédico, sino una capacidad de pensar, de razonar con técnicas jurídicas. Una reserva de cultura y de conocimiento permanentemente cultivada es inoperante si no puede ser dominada y canalizada cuando sea necesario. Lo que es importante no es lo que sabemos, sino cómo utilizamos nuestra sabiduría para construir una argumentación convincente. Presentado bajo la forma de una metáfora, el conocimiento es un arma, lo cual absolutamente no significa la victoria pues esta dependerá de cómo el arma es usada. El conocimiento debe ser obligatoriamente procesado para que, al final del razonamiento, se produzca argumentos y no meras repeticiones.
Además, una argumentación jurídica no es una reproducción o una compilación de textos adornados, cortados y copiados: es un trabajo con su propia energía dinámica y es propio de un pensamiento personal riguroso, sólido y construido. Un método eficiente es aquel que simplifica informaciones complicadas y que clarifica situaciones confusas3. Uno de los maestros de la metodología, René Descartes, afirmaba que él no era un genio, sino que tenía solamente un método.
Un método se entiende mejor bajo una configuración dialógica4: hay un autor —ciertamente, el protagonista principal—, el productor de argumentos, pero también hay un lector, atento y curioso, que espera ser convencido. Nadie escribe —y publica— para no ser leído. Nadie lee para no entender lo que fue escrito. Por ello, la figura del lector no puede ser descuidada, dado que es el juez de un trabajo, de un artículo, de una disertación, de una tesis… y en otro contexto, de una demanda judicial. Su lectura debe ser, por tanto, agradable, inteligible, comprensible y útil. Muchos trabajos toman una forma concéntrica, como un diálogo en la mente del propio autor que da así, la impresión de escribir para él mismo. En muchos casos, esto es realizado en detrimento de la claridad de la argumentación. El autor escribe lo que le parece evidente sin preocuparse por las expectativas de los lectores potenciales socavando, de esta manera, la distancia entre su voluntad de convencer y el entendimiento de quien lee. Tres ingredientes ayudan al diálogo autor-lector: conocimiento, estilo y método. El conocimiento proviene de la investigación, el estilo es la forma de escribir y el método es la forma de organizar, de construir y de presentar claramente el conocimiento en una argumentación.
A modo de ejemplo, la distancia entre el autor y el lector se refleja en la relación alumno-profesor. Al trabajar sobre un asunto específico, muchos alumnos desarrollan una tendencia de exponer sus conocimientos y su cultura en vez de responder la pregunta o tratar sobre el asunto; más parece una voluntad de dividir públicamente lo que fue estudiado, a veces para tratar de impresionar al profesor o para parecer un buen alumno. En este caso, no obstante, el conocimiento se vuelve fútil, pues lo que se espera del estudiante no es solamente la amplitud de su conocimiento, sino principalmente el uso que se hizo de este. Infelizmente, muchos trabajos universitarios —monografías, disertaciones, tesis, artículos— no son correctamente construidos y escritos por ser compilaciones y no demostraciones.
El alumno medio y el jurista medio tienen, ambos, la capacidad de investigar y de recolectar informaciones y datos; y, para ello, las nuevas tecnologías han ayudado mucho. Empero, lo que traza la línea de demarcación clara entre el buen jurista y el jurista medio es precisamente la capacidad metodológica. Unos producen textos o trabajos principalmente descriptivos mientras que los otros arriesgan un análisis personal, aportan una argumentación rigurosa con base en una demostración ordenada y de una organización metodológica, es decir, defienden una posición, una tesis. Por lo general, solo los últimos consiguen realmente convencer. Sin escudriñar en profundidad, esa diferencia y disociación entre ambas categorías de trabajos jurídicos, revelan al lector menos atento, de forma clara, las razones que las justifican: en las ciencias jurídicas, los trabajos convincentes son aquellos que se fundan en una construcción metodológica5.
Lamentablemente, muchos cursos de derecho no ofrecen herramientas ni técnicas metodológicas a los juristas en formación. Esos cursos tienen, ciertamente, clases de metodología, sin embargo, se observa que se trata normalmente de clases donde enseñan varios discursos sobre el método, se aprende lo que los (grandes) autores —filósofos o sociólogos— escribieron y pensaron sobre el método; no obstante, las técnicas concretas para construir una argumentación jurídica contundente y para razonar de una forma independiente y afinada ni siquiera son enseñadas, o lo son muy poco.
Los alumnos saben lo que las otras personas piensan, pero en este proceso no son preparados para pensar como un jurista, para poder discutir, argumentar y producir según lo que se espera de un jurista. De la misma forma, pocas obras sobre la metodología jurídica detallan minuciosamente las técnicas y los pasos metodológicos para construir un texto jurídico y para construir una argumentación, muchas se limitan a los aspectos formales de los trabajos. Por tanto, sin un método de razonamiento jurídico, el jurista es incompleto, por no decir que es casi nada.
El presente libro no pretende aportar una luz indefectible y única sobre estas cuestiones, tampoco se presente como un trabajo de discursos históricos sobre el método. De una manera modesta, se trata de un pequeño manual que ofrece pistas y técnicas para construir y sustentar una argumentación jurídica convincente y también para incitar a los juristas a no descuidar y descartar el valor del método en sus trabajos: se trata solamente de la propuesta de un método. Uno de los objetivos será demostrar el valor agregado del uso de un método —en especial, del método que será explicado infra— durante un trabajo jurídico. Se espera que la presente contribución sirva para resaltar que la forma de un trabajo es solamente el espejo de la sustancia: ambos deben ser dominados.
La primera parte del libro se dedica, por tanto, a la presentación de algunas técnicas que pueden ser útiles para la construcción de textos jurídicos como artículos, monografía, disertaciones y tesis, mientras que la segunda parte se enfoca en la explicación de métodos utilizables para comentar la jurisprudencia, que es un ejercicio de una gran relevancia en la elaboración de esos mismos trabajos, pero cuya particularidad le otorga un tratamiento especial y separado en el libro.
1 SPINOZA, Traité de la réforme de l’entendement. Tractatus de intellectus emendatione, París, Flammarion, 2003, p. 87.
2 MULLER, Friedrich, Discours de la méthode juridique, París, PUF, 1998, p. 37.
3 GRUA, François, Méthode des études de droit. Conseils sur la dissertation et le commentaire, París, Dalloz, 2006, p. 48.
4 DE OLIVEIRA LEITE Eduardo, A Monografia jurídica, São Paulo, Editora Revista dos Tribunais, 3ª ed., 1997, pp. 27-28.
5 Ver: DIAS VARELLA, Marcelo, MONEBHURRUN, Nitish, “O que é uma boa tese de doutorado em Direito? Uma análise a partir da própria percepção dos programas”, Revista Brasileira de Políticas Públicas, vol. 3, n.º 2, 2013, pp. 424- 443.
Primera Parte
Método para la construcción de
textos jurídicos: razonamiento
jurídico para artículos, monografías,
disertaciones y tesis
El método aquí presentado y explicado busca ayudar, paso a paso, a la construcción de textos jurídicos como artículos, monografías, disertaciones, tesis, entre otros. El objetivo es permitir que la argumentación jurídica discurra de la primera palabra de un trabajo hasta la última; por consiguiente, será importante tejer un hilo conductor nítido que pueda guiar a cualquier lector, presentándole permanentemente, a lo largo de su lectura, la lógica de la construcción del texto. El esfuerzo metodológico es aquel que hace el autor para no perder a sus lectores potenciales. Es un avance socrático que sigue un silogismo casi matemático: el lector entiende la línea de argumentación y la lógica que conecta cada argumento, cada capítulo, y cada apartado, pues el trabajo sigue una construcción metodológica que le permite navegar fácilmente entre los argumentos. Un lector puede no estar de acuerdo con la sustancia del trabajo, con las ideas presentadas, pero si el método utilizado es riguroso, no podría criticar el encadenamiento lógico de la argumentación: es bajo esa forma que se presenta una tesis. Esta se destaca especialmente en razón de la existencia de un método. Sin embargo, muchos trabajos descuidan o ignoran la base metodológica y utilizan formas comunes —muchas veces banales— para argumentar. Ciertamente, un trabajo sin método difícilmente convence. De hecho, varios problemas pueden ser identificados en la construcción de la argumentación jurídica (capítulo 1) y sobre esa base se propondrá un método para construir dicha argumentación (capítulo 2).