ANTHONY B. ATKINSON (Reino Unido, 1944) es un reconocido economista británico, profesor de la London School of Economics y miembro del Colegio de Nuffi eld en Oxford, así como de la British Academy. Ha sido presidente de la Royal Economic Society, la Econometric Society y la European Economic Association. Es doctor honoris causa por más de diez universidades europeas. Fue editor durante 25 años de la revista Journal of Public Economics. Sus líneas de investigación están enfocadas a justicia social, distribución del ingreso y la riqueza, pobreza y Estado de bienestar, economía pública global, diseño de políticas públicas y estudio intensivo de los altos ingresos; ha contribuido de manera central a la construcción de The World Top Incomes Database (WTID) y al monitoreo del crecimiento de la desigualdad en el mundo. Desarrolló el índice de Atkinson, una medida de la desigualdad en la distribución de la renta. Editó junto con Thomas Piketty Top Incomes over the 20th Century (2007) y Top Incomes: A Global Perspective (2010). Con Joseph Stiglitz publicó Lecciones sobre economía pública (1988). También ha publicado obras como La economía de la desigualdad (1980), The Changing Distribution of Earnings in OECD Countries (2008), Public Economics in an Age of Austerity (2014), entre otras.
SECCIÓN DE OBRAS DE ECONOMÍA
DESIGUALDAD
Traducción
IGNACIO PERROTINI HERNÁNDEZ
¿QUÉ PODEMOS HACER?
Primera edición en inglés, 2015
Primera edición en español, 2016
Primera edición electrónica, 2016
Diseño de portada: Laura Esponda Aguilar
Título original: Inequality: what can be done?, de Anthony B. Atkinson
Copyright © 2015, President and Fellows of Harvard College
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ISBN 978-607-16-4168-7 (ePub)
ISBN 978-607-16-3623-2 (impreso)
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ÍNDICE GENERAL
ÍNDICE
PUNTOS DE REFERENCIA
LISTADO DE PÁGINAS
La desigualdad está ahora a la vanguardia del debate público. Se escribe mucho acerca del 1 y el 99%, y la gente está más advertida que nunca antes de la magnitud de la desigualdad. El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, y la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, han declarado que la creciente desigualdad es una prioridad. Cuando el Pew Research Center’s Global Attitudes Project preguntó a los encuestados en 2014 acerca del “peligro más grande para el mundo”, encontró que en los Estados Unidos y en Europa “las preocupaciones acerca de la desigualdad superan a todos los otros peligros”.1 Pero si hablamos en serio acerca de reducir la desigualdad de ingreso, ¿qué podemos hacer? ¿Cómo puede una mayor conciencia pública traducirse en políticas y acciones que en realidad reduzcan la desigualdad?
En este libro formulo propuestas de política concretas que creo que podrían propiciar un cambio genuino en la distribución del ingreso hacia una menor desigualdad. Con base en las lecciones de la historia y adoptando un punto de vista nuevo —con ojos distributivos— respecto de la economía subyacente, procuro mostrar qué se podría hacer ahora para reducir la magnitud de la desigualdad. Lo hago con un espíritu de optimismo. El mundo enfrenta grandes problemas, pero no estamos desahuciados colectivamente ante fuerzas que están más allá de nuestro control. En gran medida el futuro está en nuestras manos.
PLAN DEL LIBRO
El libro se compone de tres partes. La primera trata del diagnóstico. ¿Qué significa desigualdad y cuál es su dimensión actual? ¿Ha habido periodos en que la desigualdad haya disminuido y, si es así, qué podemos aprender de estos periodos? ¿Qué puede decirnos la economía acerca de las causas de la desigualdad? Un capítulo conduce al siguiente, sin resúmenes de capítulos, aunque ofrezco un resumen de la primera parte al final de ésta. La segunda parte formula 15 propuestas que indican los pasos que los países pueden seguir para reducir la desigualdad. El conjunto de propuestas y cinco “ideas a seguir” adicionales se enumeran al final de la segunda parte. En la tercera parte considero un conjunto de objeciones a las propuestas. ¿Podemos emparejar el campo de juego sin perder empleos o reducir el crecimiento económico? ¿Podemos costear un programa para reducir la desigualdad? “El camino a seguir” resume las propuestas y lo que se puede hacer para llevarlas a cabo.
El capítulo I establece el escenario con una discusión del significado de la desigualdad y una primera mirada a la evidencia acerca de su dimensión. Se habla mucho de “desigualdad”, pero también hay mucha confusión, dado que el término significa distintas cosas para diferentes personas. La desigualdad surge en varios ámbitos de la actividad humana. Las personas tienen poderes políticos desiguales. Son desiguales ante la ley. Aun la desigualdad económica, que es el centro de mi atención aquí, está sujeta a varias interpretaciones. La naturaleza de sus objetivos, y su relación con los valores sociales, tiene que clarificarse. ¿Estamos interesados en la desigualdad de oportunidades o en la desigualdad de resultados? ¿De cuáles resultados debiéramos estar preocupados? ¿Debemos enfocarnos sólo en la pobreza? Cuando se pone al lector frente a datos de desigualdad siempre se tiene que preguntar ¿desigualdad de qué entre quiénes? El capítulo procede a presentar una primera descripción de la desigualdad económica y de cómo ha cambiado durante los pasados 100 años. Esto sirve no sólo para destacar la razón por la cual la desigualdad es relevante en la agenda de hoy en día, sino también para introducir las dimensiones clave de la desigualdad aquí consideradas.
Uno de los temas del libro es la importancia de aprender del pasado. Es posible que se haya convertido en un cliché decir, como lo hizo Santayana en The Life of Reason, que “quienes no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”, pero como tantos clichés contiene una gran verdad.2 El pasado provee tanto una medida estándar con la cual podemos juzgar lo que se puede lograr en términos de reducir la desigualdad, como ideas de la manera en que se puede lograr. Afortunadamente el estudio histórico de la distribución del ingreso es un área de la economía en la que se ha conseguido un progreso considerable en años recientes, y la elaboración de este libro ha sido posible gracias al enorme avance en los datos empíricos, descrito en el capítulo II, sobre desigualdad económica en el tiempo en diferentes países. A partir de estos datos podemos aprender importantes lecciones, en particular acerca de cómo se redujo la desigualdad durante las décadas de posguerra en Europa. Esta disminución en la desigualdad ocurrió durante la segunda Guerra Mundial, pero también fue producto de diversas fuerzas igualadoras del periodo de 1945 a la década de 1970. Estos mecanismos igualatorios —incluidas las políticas conscientes— subsecuentemente dejaron de operar o fueron revertidos, en lo que yo llamo el “vuelco de desigualdad” que ocurrió en la década de 1980. Desde entonces la desigualdad ha aumentado en varios países (pero no en todos, como discuto en relación con América Latina).
Las fuerzas que condujeron a la reducción de la desigualdad en las décadas de posguerra proveen una guía para el diseño de política para el futuro, pero el mundo ha cambiado dramáticamente desde entonces. El capítulo III discute la economía de la desigualdad hoy en día. Aquí, comienzo con el análisis de los libros de texto de economía que se enfocan en las fuerzas gemelas del cambio tecnológico y la globalización —fuerzas que están reconfigurando radicalmente los mercados de trabajo de los países ricos y en desarrollo, y que están conduciendo a una brecha creciente en la distribución de salarios—. Pero posteriormente me aparto de los libros de texto. El progreso tecnológico no es una fuerza de la naturaleza, sino que refleja las decisiones sociales y económicas. Las opciones de las empresas, los individuos y los gobiernos pueden influenciar la dirección de la tecnología, y con ello la distribución del ingreso. La ley de la oferta y la demanda puede poner límites a los salarios que se pagan, pero deja suficiente espacio para la operación de consideraciones más amplias. Se requiere un análisis más rico que tome en cuenta el contexto económico y social. El análisis de libro de texto se concentra en el mercado de trabajo y no analiza el mercado de capitales. El mercado de capitales y la cuestión asociada de la participación de las ganancias en el ingreso total eran en el pasado un elemento central en el análisis de la distribución del ingreso, y debieran serlo de nuevo hoy en día.
Después del diagnóstico viene la acción. La segunda parte del libro formula una serie de propuestas que en conjunto pueden mover a nuestras sociedades hacia un nivel de desigualdad significativamente menor. Estas propuestas abarcan varios campos de la política y no se confinan a la redistribución fiscal —por importante que ésta sea—. La reducción de la desigualdad debiera ser una prioridad para todos. Dentro del gobierno es un asunto del ministro responsable de la ciencia así como del responsable de la protección social; es un asunto de la política de competencia así como de la reforma del mercado de trabajo. Debiera ser un asunto de interés para los individuos en sus papeles de trabajadores, empleadores, consumidores, ahorradores y contribuyentes. La desigualdad está insertada en nuestra estructura social y económica, y una reducción significativa requiere que examinemos todos los aspectos de nuestra sociedad.
En consecuencia, los primeros tres capítulos de la segunda parte abordan diferentes elementos de la economía: el capítulo IV trata del cambio tecnológico y sus implicaciones distributivas, incluyendo su relación con la estructura de mercado y el poder compensatorio; el capítulo V analiza el mercado de trabajo y la naturaleza cambiante del empleo, y el capítulo VI trata del mercado de capitales y la participación en la riqueza. En cada caso el poder de mercado y su ubicación desempeñan un papel significativo. Es posible que la distribución de la riqueza se haya tornado menos concentrada durante el siglo XX, pero esto no implica que haya habido una transferencia del control sobre la toma de decisiones económicas. En el mercado de trabajo los desarrollos de décadas recientes, notablemente su creciente “flexibilidad”, han involucrado una transferencia de poder de los trabajadores hacia los empleadores. El crecimiento de las compañías multinacionales y la liberalización del comercio y del mercado de capitales han fortalecido la posición de las compañías vis-à-vis los consumidores, los trabajadores y los gobiernos. Los capítulos VII y VIII tratan los temas de los impuestos progresivos y el Estado de bienestar. Varias de las medidas propuestas, como el retorno a impuestos sobre el ingreso más progresivos, se han debatido ampliamente, pero otras son menos predecibles, como la idea de un “ingreso de participación” como el soporte de una protección social.
La respuesta estándar a la cuestión “¿cómo podemos combatir la creciente desigualdad?” es abogar por una creciente inversión en educación y capacidades. Comento relativamente poco acerca de esas medidas no porque considere que no sean importantes, sino porque ya han sido examinadas ampliamente.3 Sin duda apoyo estas inversiones en las familias y en la educación, pero me gustaría destacar propuestas más radicales —que requieren que repensemos aspectos fundamentales de nuestra sociedad moderna y que descartemos ideas políticas dominantes en décadas recientes—. Como tales, pueden parecer extrañas o imprácticas a primera vista. Por esta razón, la tercera parte está dedicada a las objeciones y a evaluar la viabilidad de las medidas propuestas. El desafío más obvio es que no podemos financiar las medidas necesarias. Antes de discutir la aritmética presupuestaria, sin embargo, considero la objeción más general de que existe un conflicto inevitable entre equidad y eficiencia. ¿Es necesariamente cierto que la redistribución causa desincentivos? Esta discusión de la economía del bienestar y de la “reducción del pastel” es el tema del capítulo IX. Un segundo conjunto de objeciones a las propuestas formuladas es que “están bien, pero la magnitud de la globalización de hoy en día significa que un país no puede embarcarse en semejante sendero radical”; este argumento, potencialmente serio, se discute en el capítulo X. En el capítulo XI discutimos la “aritmética política” de las propuestas: las implicaciones para el presupuesto del gobierno, tomando al Reino Unido como un estudio de caso específico. Algunos lectores se remitirán a esto primero. He dejado este tema para el final no porque considere que no sea importante, sino porque el análisis es necesariamente más específico en términos de lugar y tiempo. Los ingresos provenientes de los impuestos propuestos y los costos de las transferencias sociales dependen de las estructuras institucionales y de otras características de un país particular. Mi propósito es, por tanto, explicar la manera en que los economistas evalúan la viabilidad de propuestas de política, ilustrándola con lo que se puede hacer hoy en el Reino Unido. No es posible realizar estos cálculos para algunas de las propuestas, pero he tratado de proveer una idea general de cómo afectarían a las finanzas públicas.
QUÉ ESPERAR
El libro es un producto de mis reflexiones no sólo sobre las causas y remedios de la desigualdad, sino también sobre el estado que guarda el pensamiento económico contemporáneo. En la novela inglesa Cold Comfort Farm de Stella Gibbons, de 1932, la autora adoptó (sin sinceridad, indudablemente) la práctica de marcar con asteriscos “los pasajes más finos”, con el propósito de ayudar al lector que no estuviera seguro de “si una oración es literatura o… simple sinsentido”.4 Pensé en seguir su ejemplo marcando los pasajes donde me desvío de la sabiduría convencional, de suerte que los lectores que temieran un “sinsentido” pudieran estar alertas. He decidido no introducir esos asteriscos, pero los pasajes en que me aparto de la sabiduría convencional están señalados. Debo enfatizar que no argumento que los enfoques aquí adoptados necesariamente son superiores, sino que hay más de una manera de hacer economía. En Cambridge, Inglaterra, y en Cambridge, Massachusetts, aprendí a preguntar: “¿Quién gana y quién pierde?”, como resultado de un cambio económico o de una política. Ésta es una pregunta frecuentemente ausente en la discusión actual en los medios de comunicación y en el debate de política. Muchos modelos económicos suponen agentes representativos idénticos que realizan toma de decisiones sofisticadas, donde los asuntos distributivos se suprimen, sin dejar espacio para considerar la justicia del desenlace resultante. Para mí, debiera haber espacio para esta discusión. No existe una sola economía.
El libro está dirigido al lector general interesado en economía y política. El material técnico se ha confinado en gran parte a las notas a pie de página y he incluido un glosario de algunos de los principales términos empleados. Hay varias gráficas y una pequeña cantidad de cuadros. Al final del libro, en las fuentes de las figuras se encuentra la información detallada de la procedencia de los datos para todas las gráficas. He tenido en mente el dictum de Stephen Hawking que dice que “cada ecuación disminuye a la mitad el número de lectores”. No hay ecuaciones en el texto principal, así que espero que los lectores lean el libro hasta el final.
1 Pew Research Global Attitudes Project, http://www.pewglobal.org/2014/10/16/middle-easterners-see-religious-and-ethnic-hatred-as-top-global-threat/.
2 George Santayana, The Life of Reason, or, The Phases of Human Progress, vol. 1: Introduction and Reason in Common Sense, Charles Scribner’s Sons, Nueva York, 1905. [La vida de la razón o fases del progreso humano, trad. Aída A. de Kogan, Tecnos, Madrid, 2005, 314 pp.]
3 Por ejemplo, el reporte de los Amigos de Europa aboga enérgicamente en favor de la inversión en educación y capacitación como parte de una estrategia de inversión social amplia: Unequal Europe: Recommendations for a More Caring EU, Friends of Europe, Bruselas, 2015.
4 Stella Gibbons,