¡DISFRUTANDO LOS LUNES! UNA GUÍA PARA INTEGRAR FE Y TRABAJO
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Originalmente publicado por InterVarsity Press como Mastering Monday por John D. Beckett. Primera edición ©2006 por John Beckett. Traducido e impreso con permiso de InterVarsity Press, P.O. Box 1400, Downers Grove, IL 60515, USA. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 917 021 970 / 932 720 447). © 2017 Editorial CLIE, para esta edición en español. |
¡Disfrutando los lunes! Una guía para integrar fe y trabajo
ISBN: 978-84-16845-60-6
eISBN: 978-84-16845-61-3
Depósito Legal: B 4055-2017
Vida cristiana
Crecimiento profesional
Referencia: 224839
ÍNDICE GENERAL
Prólogo por Ken Blanchard
Reconocimientos
Introducción
PRIMERA PARTE: Mi recorrido personal
1. Dentro y fuera del horno
2. Integrando dos mundos
SEGUNDA PARTE: Compañeros de viaje
3. Nuestros compañeros más antiguos: de Adán a Booz
4. Sabiduría bíblica para nuestro tiempo: David y Salomón
5. Dirigentes de primer orden: Daniel y Nehemías
6. Un Nuevo Pacto: Jesús y sus seguidores
7. Lecciones desde el final de la civilización
TERCERA PARTE: Propósitos de Dios para el trabajo y los negocios
8. Más allá de los principios
9. El poder del propósito
10. Valores
11. Primero son las personas
12. Mayordomía: la responsabilidad de administrar
13. Servicio
Epílogo
Sobre el autor
Sobre el autor
John D. Beckett nació y creció en Elyria, Ohio, y es el mayor de tres hermanos. Después de asistir a las escuelas públicas de Elyria, se graduó por el MIT en 1960 con una licenciatura en economía e ingeniería mecánica. Tras su graduación, trabajó como ingeniero en la industria aeroespacial.
En 1963 se unió a la pequeña empresa familiar, de la que, en 1965, asumió la presidencia a la muerte de su padre. Hoy sigue siendo presidente de la empresa y ha contribuido a situarla en el liderazgo mundial de la fabricación y venta de elementos creados para la calefacción doméstica y comercial. Con sus empresas afiliadas, la compañía vende por valor de más de 100 millones de dólares, y tiene más de 600 empleados.
El Sr. Beckett ha estado activo desde hace mucho tiempo en actividades relacionadas tanto con la Iglesia como con la sociedad. En 1973, ayudó en la fundación de Intercessors For America (Intercesores por Estados Unidos), una organización nacional de oración, y sigue sirviendo en ella como presidente del consejo. Es miembro del consejo fundador del King’s College en la ciudad de Nueva York, uno de los directores de Graphic Packaging Corporation, una empresa de fabricación que cotiza en Wall Street, y forma parte del Consejo de Campus Crusade for Christ, International.
Su primer libro, Loving Monday: Succeeding in Business Without Selling Your Soul (¡Por fin lunes! Integrando trabajo y fe), lo publicó en 1998 InterVarsity Press. Se trata de un relato donde el Sr. Beckett nos cuenta cómo se ha esforzado por integrar prácticamente su vida laboral y su fe. Hoy está disponible en doce ediciones internacionales. En 1999, la Christian Broadcasting Network le nombró «Empresario cristiano del año». En el año 2002, el Sr. Beckett recibió el título honorario de Doctor en Derecho que otorga la Spring Arbor University, y en 2003 fue nombrado «Empresario del año» por Ernst & Young.
Beckett reside en Elyria, Ohio, con su esposa, Wendy, con quien se casó en 1961. Tienen seis hijos y once nietos.
www.masteringmonday.com
www.lovingmonday.com
www.beckettcorp.com
www.lifesgreatestquestion.com
Reconocimientos
El esfuerzo de todo un año para escribir ¡Disfrutando los lunes! ha sido llevado a cabo por amor, pero no en aislamiento: han sido muchos los que han contribuido. Quiero agradecer especialmente la ayuda en la edición de mi viejo amigo Dick Leggatt, y de Al Hsu, mi editor de InterVarsity Press. Quiero darle también especialmente las gracias a Pam Madalone, mi increíblemente competente ayudante, y a varios dirigentes empresariales que han aportado sus experiencias a este libro: John Aden, Dean Borgman, Archie Dunham, Eric Pillmore y David Pugh.
Micro Zigarelli, decano de Regent University Graduate School of Business, ha encuestado a antiguos estudiantes de la institución sobre los desafíos que están afrontando en este momento, y he tratado varias de las cuestiones que plantean. Estoy muy agradecido a Ken Blanchard, un hombre muy ocupado, por el prólogo, y a los dirigentes y empleados de nuestra empresa, que tripularon el barco mientras yo me enfrascaba en este proyecto. Y a todos los que leyeron los primeros borradores —que fueron muchos, entre ellos Wendy y otros miembros de la familia— y me hicieron estupendas sugerencias. Como dijo un amigo, «si alguna vez ves una tortuga subida a un árbol, puedes estar seguro de que no ha llegado allí por sus medios».
Introducción
En el breve espacio de mi vida, el hombre ha fraccionado el átomo, conquistado la polio, llegado a la luna y encogido el planeta por medio de Internet. Pero millones de nosotros tenemos todavía que aprender a disfrutar los lunes.
El lunes plantea desafíos especiales. Para la mayoría, el lunes es el inoportuno portal que nos introduce de nuevo a la semana laboral, la chirriante puerta que tanto nos cuesta abrir tras dos días de descanso.
«No compres un vehículo fabricado un lunes», aconsejan los del gremio de la automoción. «Muchos de la planta de montaje no aparecen, y los que van a trabajar solo lo hacen a medias».
No soy inmune a los retos que plantea el lunes. Si hay un día de la semana en que me puede dar dolor de cabeza, es el lunes. A algunos les va mucho peor que a mí. ¡De hecho, el Centro para el control de las enfermedades de Atlanta afirma que los lunes a las nueve de la mañana es el momento de la semana en que se producen más ataques de corazón!
Sí, el lunes es un día único, el punto de partida para el resto de la semana laboral. No obstante, puesto que el trabajo se considera muchas veces como un «mal necesario» para poner comida sobre la mesa y financiar pasiones no laborales, el pobre lunes tiene a menudo muy mala prensa.
Para muchos, sin embargo, este negativo estereotipo de los lunes está cambiando, en especial para aquellas personas de fe que, por primera vez, están sintiendo un verdadero «llamamiento» al ámbito laboral. Desde esta perspectiva, el lunes se convierte en el esperado primer día de una gratificante semana llena de sentido.
Hace algunos años escribí un libro sobre este tema titulado ¡Por fin lunes! Integrando trabajo y fe. En él describía mi recorrido como ingeniero escéptico, formado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, hasta convertirme en un entusiasta seguidor de Jesucristo, un periplo que siguió avanzando cuando me di cuenta de que podía encontrar la misma satisfacción y realización personal en mi trabajo «secular» que en cualquier otra forma más directa de ministerio. Cuento que, con la Biblia como guía, comencé a integrar los dos mundos de la fe y el trabajo. De forma gradual, y creo que como resultado directo de esta conexión entre fe y trabajo, vi que la empresa que dirigía prosperaba y llegaba a ser muy respetada en nuestro sector y entorno social.
Desde que escribí ¡Por fin lunes!, he ido viendo cada vez con mayor claridad que se está produciendo una amplia transformación en el entorno laboral. Es como si Dios hubiera concentrado una gran bendición en muchos de quienes están en el ámbito empresarial y profesional. Esto explica sin duda los numerosos informes divulgados por los medios de comunicación y la publicación de más de mil libros sobre la fe en el entorno laboral. Por otra parte, han surgido más de mil doscientas organizaciones y redes que fomentan la conciliación de la fe y el trabajo, la mayor parte de las cuales han aparecido durante los últimos diez años.
Mi perspectiva sobre estos fenómenos se va configurando a través de un extenso funcionamiento en red que llevo a cabo viajando, hablando y escuchando. En esta interacción con muchas personas he recopilado algunas preguntas que se hace la gente:
¿Cuál es el propósito de los negocios desde la perspectiva de Dios?
¿Cómo se reconcilian las metas económicas más básicas con las necesidades de los empleados?
¿Cómo desarrollo mi carrera profesional en un mundo que parece demandar que comprometa mis convicciones?
¿De qué modo mido el éxito?
¿Cuál es el aspecto de una empresa donde los dirigentes han integrado los dos mundos del trabajo y la fe? ¿Hay conflictos con aquellos que no están de acuerdo con estos planteamientos?
Son preguntas vitales que oigo repetidamente: una prueba evidente de que muchos quieren que su trabajo sea una verdadera vocación en la que expresar toda su pasión y que les reporte una profunda satisfacción. Esta clase de preguntas reflejan también un deseo cada vez mayor que las personas tienen de profundizar en su vida con el Señor y de aplicar la verdad bíblica en su trabajo. Están buscando modelos y ejemplos prácticos: personas e ideas que puedan ayudarles en los siguientes pasos de su periplo. Mi meta en ¡Disfrutando los lunes! es contribuir a dar respuesta a esta hambre creciente; ayudar a quienes son llamados al entorno empresarial y laboral a comprender y aplicar diariamente los caminos de Dios en su trabajo.
Una hoja de ruta
Quiero decirles lo que encontrarán en ¡Disfrutando los lunes!. En la primera parte, «Mi recorrido personal», consigno algunas de las luchas que experimenté y cómo tales luchas me han impartido una nueva comprensión tanto de mi fe como de mi trabajo.
En la segunda parte, «Compañeros de viaje», presento a varios personajes bíblicos que son tremendos modelos para quienes queremos vivir nuestra fe en el entorno laboral. ¡Ojalá hubiera contado con su ejemplo cuando tuve que navegar por las aguas turbulentas de los retos empresariales al comienzo de mi carrera!
En la tercera parte, «Propósitos de Dios para el ámbito laboral», hablo de cinco temas en los que las verdades bíblicas se encuentran con las realidades empresariales. Después de más de cuarenta años de experiencia laboral, he descubierto que, en la medida en que las adoptemos, estas prácticas ideas, aumentarán en gran manera las probabilidades de éxito en nuestro trabajo.
De principio a fin, voy entretejiendo tres conceptos básicos:
La importancia de desarrollar una cálida relación personal con el Señor. Esta relación forja nuestro carácter, y este carácter piadoso nos permitirá aplicar, de forma constante y exhaustiva, los conceptos bíblicos a las situaciones empresariales.
Un alineamiento más estrecho de la fe y el trabajo. Si concebimos estos dos mundos como círculos separados, nuestra meta es acercarlos progresivamente hasta que finalmente se fusionen en uno.
La multifacética expresión del reino de Dios en el entorno laboral
Jesús no predicó una religión, sino el reino. Es necesario que entendamos cómo afecta la idea que Jesús tiene del reino a las relaciones personales, las perspectivas y las prioridades en nuestro trabajo.
Se trata de asuntos importantes y provocativos. Pero confío en que son cosas que ya te estás planteando, y que tienes un gran deseo de explorar.
Lugares altos
Hace poco leí en el devocional Manantiales en el desierto: «La vida es una empinada ascensión y es siempre alentador que quienes van por delante vuelvan la cabeza y nos emplacen festivamente a ascender más arriba». Para mí, «ir por delante» solo significa tener algunos años y errores más en mi haber, y suficientes cicatrices para sentir una gran empatía hacia quienes suben por la pendiente.
El devocional continúa diciendo: «Ascender por la montaña de la vida es un asunto serio, pero muy glorioso. Para alcanzar la cima se necesita fortaleza y paso firme. La vista se ensancha a medida que nos elevamos. Si alguno de nosotros ha encontrado algo que vale la pena, debe volver la cabeza y llamar a los demás».
Espero que las lecciones que he aprendido te animen a avanzar en tu relación con el Señor; a ver dónde está obrando en tu entorno; a entender la dimensión redentora de los retos a los que te enfrentas cada día; y a mantener una esperanza viva de que Dios se ocupará de ti y, haciéndolo, edificará su reino. Si consigo ayudarte a «ascender más arriba», esta será mi mayor recompensa.
Epílogo
Estoy convencido de que una de las próximas grandes jugadas que Dios va a hacer la llevará a cabo por medio de los creyentes en el ámbito laboral.
Billy Graham
Para que se conozcan en la tierra sus caminos, y entre todas las naciones su salvación.
Salmo 67:2
Iniciamos nuestro recorrido en el prefacio de este libro con la idea de que el lunes —este primer día de la semana laboral tan denigrado— podía disfrutarse. Al concluir nuestro viaje, estoy seguro de que te has dado cuenta de que es realmente el Dios que disfruta de su creación el que nos capacita para disfrutar de nuestro trabajo, a «disfrutar de los lunes».
En este recorrido, hemos considerado a algunos modelos bíblicos como Noé, Moisés, David y Daniel, así como líderes empresariales de nuestro tiempo, personas como David Pugh, Archie Dunham, Anne Beiler y John Aden. Estos ejemplos son inspiradores compañeros de viaje, que nos animan a confiar en el hecho de que Dios tiene su mano puesta sobre creyentes normales. No son personas tan distintas de ti y de mí. De manera callada pero firme, estas personas están llevando una perspectiva del reino a círculos de influencia, estratégicamente importantes para los grandiosos propósitos de Dios. ¡Ojalá que más personas con su carácter y eficiencia ocuparan posiciones ejecutivas por todo el mundo! Lamentablemente, no es así.
Escándalos y siervos
Recientemente, un alto ejecutivo de una de las compañías más importantes del mundo fue citado para dar cuenta de cómo había usado su cuenta de gastos de representación. Presuntamente, habría gastado injustificadamente entre 100.000 y 500.000 dólares. Aunque no se trata de una cantidad pequeña, es sorprendente que haya llevado a cabo este tipo de prácticas si tenemos en cuenta que tiene un salario anual de 6 millones de dólares. Uno de sus antiguos colaboradores me expresó su total estupefacción. «Es una locura —me dijo—. Trabajé estrechamente con él durante más de dos décadas y pensaba que le conocía. No tengo la más ligera idea de qué le ha podido haber llevado a hacer esto». Tristemente, este no es más que uno de los muchos escándalos, en pocos años, que han protagonizado importantes dirigentes empresariales, varios de los cuales esperan sentencia o están ya en la cárcel. Conjuntamente, estos excesos han supuesto el peor descrédito que las empresas estadounidenses hayan sufrido nunca.
Pero, en la actualidad, se está también escribiendo otra historia: el efecto transformador que están teniendo cada vez más los siervos de Dios en el ámbito empresarial. Recientemente, pasé un día en el CEO Forum, uno de los grupos que han surgido, que tiene unos 150 miembros. Todos ellos dirigen grandes empresas, entre ellas varias que aparecen en la lista Fortune 500. Sorprendentemente, sumando todo el personal de estas empresas tenemos una cifra de más de cinco millones de personas. Estos hombres y mujeres no están interesados en gestionar sus empresas «como siempre se ha hecho». Su meta es permitir que el Señor obre poderosamente en sus vidas, creciendo para convertirse en estadistas espirituales. Su trabajo en las empresas que dirigen es silencioso, pero muy efectivo. Y ninguno de ellos aparece en los titulares de los periódicos por actividades delictivas en el ámbito laboral.
El CEO Forum es solo una de varias organizaciones excepcionales a nivel mundial, cuyos miembros se esfuerzan en el avance del reino de Dios en el ámbito laboral. He conocido de cerca a otros grupos, entre ellos el Christian Businessman’s Committee (Comité de Hombres de Negocios Cristianos, CBMC por sus siglas en inglés), que cuenta con unos 18.000 miembros en los Estados Unidos; Full Gospel Business Men’s Fellowship International (Fraternidad Internacional de Hombres de Negocios del Evangelio completo, FGBMFI), que trabaja en más de 130 países; Fellowship of Companies for Christ (Comunión de Empresas para Cristo, FCCI) y la International Christian Chamber of Commerce (Cámara de Comercio cristiana Internacional, ICCC). Me han impresionado profundamente mis encuentros con ministerios empresariales locales y regionales, de Boston a San José, y de Calgary a Houston.
Un movimiento mundial
Puedo dar fe personalmente de las vastas dimensiones de este movimiento que ha llegado a lugares como Hungría, Israel, la antigua Unión Soviética y Ecuador. De hecho, hay un creciente impulso por todo el mundo para que los creyentes vivan vidas piadosas y lleven a su trabajo sus elevadas normas personales. Recientemente, he podido participar en introducciones inaugurales del movimiento fe/trabajo en el país norteafricano de Marruecos y en China. Incluso en estos países que están «cerrados» al Evangelio, me ha sido posible introducir una perspectiva de fe en el ámbito laboral.
En su libro Faith@Work, Os Hillman confirma que se está produciendo un rápido crecimiento en el movimiento de trabajo y fe:
En los últimos doce años tenemos un nuevo paradigma con el desarrollo de un ministerio en el ámbito laboral. Hace doce años, solo podían identificarse formalmente 25 ministerios dirigidos al ámbito laboral. Hoy, tenemos 1.200 organizaciones que intentan integrar fe y trabajo. Entre ellas, hay ministerios sin ánimo de lucro, instituciones educativas, organizaciones comerciales e iglesias que comparten el mismo interés por conciliar fe y trabajo. Este increíble índice de crecimiento es la razón por la que muchos estamos diciendo que Dios se está moviendo de un modo singular en esta área que tiene el potencial de cambiar el paisaje espiritual de la iglesia local, las ciudades y las naciones.
Mientras tanto, algunas importantes publicaciones como Fortune Magazine, Business Week, Industry Week, The New York Times, The Wall Street Journal y otras muchas han tomado nota del fenómeno y han publicado importantes artículos de fondo y reportajes. Prácticamente todos los canales importantes de televisión han emitido reportajes especiales sobre este movimiento.
Los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, en Nueva York, Washington, D.C., y la zona rural de Pennsylvania occidental añadieron más ímpetu a esta corriente, dando ánimo a los ejecutivos empresariales para hacerse más visibles en la proclamación de sus convicciones más profundas. Aquel aciago día, por ejemplo, Steve Reinemund, presidente de PepsiCo, dio la oportunidad a sus empleados para que se unieran en oración en el centro de operaciones de la empresa, en las afueras de Nueva York. Sorprendentemente, la casi totalidad de los mil doscientos empleados respondieron positivamente. Matt Rose, presidente de Burlington Northern Santa Fe Railroad, tuvo una parecida experiencia en el centro de operaciones de BNSF en Fort Worth, Texas.
Administrando los objetivos de Dios en el ámbito laboral
Se mire como se mire, hay un enorme empuje para la convergencia de la fe y el trabajo. Los pequeños arroyos que hace solo una década discurrían por el paisaje empresarial se han convertido hoy en caudalosos ríos. El reino de Dios está irrumpiendo en el ámbito comercial y empresarial de formas auténticas y sin precedentes.
La historia de los movimientos espirituales nos recuerda que no debemos minimizar la importancia de este movimiento de Dios. Aunque puede que no entendamos todas las razones de este interés divino en el ámbito laboral, es vital que reconozcamos su actividad y que respondamos a las oportunidades que se nos presentan. ¿Cuántas veces, en otras oleadas de actividad divina, la negligencia ha ahogado su impacto espiritual y poder transformador?
Las palabras del general Douglas MacArthur, aunque pronunciadas en un contexto de guerra, representan una advertencia muy apropiada para nuestro reto en el mundo de la empresa y el comercio:
La historia de los fracasos en la guerra puede resumirse en dos palabras: muy tarde. Muy tarde para comprender el peligro, muy tarde para prepararse, muy tarde para unir todas las fuerzas posibles para resistir, muy tarde para estar firmes junto a nuestros amigos.
Es sin duda urgente aprovechar este momento, no llegar tarde, abrazar la trascendente actividad de Dios en el ámbito laboral y unirnos a él en lo que está iniciando y llevando a cabo.
Llamados, comisionados, enviados
Las palabras de Jesús al final de su tiempo en la Tierra han de borrar cualquier duda de nuestra mente. No hay duda de que quiere que todos participemos en su comisión, yendo por «todo el mundo», comprometidos con un estilo de alto riesgo y elevada recompensa para extender su reino en la tierra. Jesús no nos llama y comisiona a retirarnos a algún puerto seguro, sino a impregnar y transformar todas las esferas a las que nos envía, no vestidos con nuestra propia fuerza, sino con la suya. «No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno» (Juan 17:15). Nuestra misión es análoga a la suya: «Como tú [Padre] me enviaste al mundo, yo los envío también al mundo» (Juan 17:18).
Esta agresiva postura no encaja con la de muchas personas que están en nuestras iglesias, que están convencidos de que la única forma de evitar ser del mundo es evitar estar en él. Naturalmente, los riesgos de que, aventurándonos en el mundo, seamos engañados por él son muchos y reales. Pero esta idea ha hecho que demasiados creyentes hayan quedado desvinculados, numerosos segmentos de la sociedad abandonados y que el mal haya avanzado sin control.
Billy Graham reflexiona sobre el permanente desafío de estar activos en el mundo sin ser arrollados y neutralizados por su influencia. Comparando nuestro papel en el mundo con el de la Corriente del Golfo de Méjico en el océano, Graham observa:
La Corriente del Golfo está en el océano, y sin embargo no forma parte de él. Los creyentes están en el mundo, pero no deben dejarse absorber por él. La Corriente del Golfo mantiene sus cálidas temperaturas incluso en las heladas aguas del Atlántico Norte. Para que los cristianos puedan cumplir sus propósitos en el mundo, no pueden dejarse enfriar por la indiferente y profana sociedad en la que viven. (Decision Magazine, febrero de 2005).
¿Sabías que en algunas islas de la costa occidental de Escocia crecen palmeras? Sin embargo, Siberia, que soporta algunos de los inviernos más duros del mundo, se encuentra en una latitud similar, solo que más al este. La diferencia está en la Corriente del Golfo. ¿No te entusiasma, como a mí, saber que hemos sido llamados, comisionados y enviados a un mundo perdido, lleno de oscuridad y hostil hacia los creyentes?
¿No te reta a no dejarte absorber, a retener una identidad distinta y transformadora? ¿Has sido acaso destinado a ser una cálida y acogedora Corriente del Golfo en el frío Atlántico?
Como antes he citado:
Dios está preparando constantemente a sus héroes, y cuando llega el momento oportuno, les ubica en su posición en un instante. Lo hace con tanta rapidez, que el mundo se pregunta de dónde han salido.
¡Te animo a ser uno de estos héroes de Dios, un líder espiritual que ha aprendido a disfrutar los lunes.
Mi deseo es que puedas arder con la pasión de dejar tu huella en este mundo, de difundir la resplandeciente luz de Cristo. Allí dónde estás. En tu trabajo. ¡Cada lunes por la mañana!
Prólogo
Vivimos en un mundo de dicotomías aparentemente excluyentes, y los ámbitos de la fe y el trabajo pueden parecer polos opuestos. Pero lejos de ser necesariamente rivales, lo «sagrado» y lo «profano» pueden esclarecerse mutuamente. De hecho, el ámbito laboral puede llegar a ser un marco ideal en el que experimentar el amor de Dios. El Espíritu puede transformar hasta las cuestiones más triviales, creando fe y trayendo una nueva alegría.
Por razones obvias, la gente quiere que las empresas se muevan hacia conductas y prácticas éticas. Todos nos hemos sentido consternados por escándalos protagonizados por dirigentes empresariales sin escrúpulos. Nuestros héroes tienen pies de barro. Todos somos seres humanos frágiles y, si esperamos superar las tentaciones y dificultades de este mundo, todos necesitamos desarrollar una relación con Dios. Si queremos llegar a ser los amantes siervos que Dios pretende que seamos, necesitamos su ayuda.
Siempre ha habido hombres y mujeres, valientes y firmes, que nos han enseñado sobre nuestra relación con Dios y con los demás. Sus vidas demuestran que cuando amamos al Señor nuestro Dios con todo el corazón, alma, mente y fuerzas, y al prójimo como a nosotros mismos, nuestras vidas son transformadas, de forma individual y colectiva.
Esta es la razón por la que estoy agradecido por el ejemplo de John Beckett y sus reflexiones en este libro, ¡Disfrutando los lunes!. Hace algunos años que conozco a John y debo decir que tanto su vida como su trabajo me han sido de gran inspiración. En unas conferencias para directores ejecutivos, vi un vídeo de veinte minutos que muestra cómo la fe y el trabajo se han integrado en su empresa, R. W. Beckett Corp. Tanto me impresionó su historia que acordé con John enviar una copia del video a todos los miembros del consejo nacional de administración del Center for FaithWalk (centro para la vida de fe), nuestro ministerio Lead Like Jesus (dirige como Jesús). Confío que, por medio de este libro, muchos se beneficiarán también de su experiencia.
Pero John es un hombre modesto que no pregona sus logros, sino que dirige, nuestra atención hacia quienes le han servido de modelo e inspiración. Los principales mentores que se destacan en este libro son «compañeros de viaje» consignados en la Biblia, que estuvieron en posiciones de poder y que frecuentemente afrontaron situaciones parecidas a las que vivimos hoy en nuestro entorno laboral. También habla de modernos «héroes» de la fe y del servicio, identificando los principios que les han dirigido. Vidas así sirven, sin duda, de inspiración, puesto que todos necesitamos ejemplos perdurables que podamos imitar.
¡Disfrutando los lunes! me ha proporcionado verdadera alegría. Esta obra explica de forma sencilla y profunda cómo podemos transformar nuestro tiempo —en el trabajo o fuera de él—, en deliciosos momentos centrados en Dios y en los demás. Nos ayuda a entrar en la dinámica de nuestro verdadero propósito. Nos anima también a seguir escuchando el silbo suave y apacible que nos recuerda que todo comienza y termina con el servicio. ¡Disfrútalo!
Ken Blanchard
Coautor de The One Minute Manager® y The Secret
Recomendaciones
Este libro de John Beckett es una memoria y un tutorial sobre un joven CEO que supo afrontar la adversidad, y lograr un éxito asombroso en los negocios y una maravillosa realización personal ordenando su vida y su trabajo alrededor de los personajes y principios de la Biblia. Si, como yo, deseas autenticidad, este es tu libro.
J. Stanley Oakes Jr.,
presidente de King’s College,
Nueva York
En ¡Disfrutando los lunes!, Beckett desarrolla el tema que presentó en su obra anterior, ¡Por fin lunes! El secreto que nutre la conexión entre fe y trabajo está en comprender la pasión de Beckett por vivir íntimamente con Jesús en su vida personal, buscando sin cesar la sabiduría práctica que nos ofrece la Biblia. Este libro sirve de guía para todos los que practican los negocios del reino.
Tetsunao Yamamori,
director internacional del Comité de Lausana
para la Evangelización Mundial;
coeditor de En los negocios del Reino; presidente emérito de Food for the Hungry International
Un libro fantástico escrito por uno de los principales líderes empresariales de los Estados Unidos. John hace un trabajo magistral comunicando al liderazgo las lecciones que nacen de la sabiduría y la fe que caracterizan a todo dirigente productivo y competente. Cada página está llena de reflexiones nuevas y frescas.
Gayle D. Beebe,
presidente de Spring Arbor University
¡Disfrutando los lunes! se dirige al ámbito empresarial y comercial, pero su llamamiento a una vida de integridad cristiana es igualmente aplicable a todas las profesiones. Hoy, cuando el cinismo y el interés personal parecen dominar nuestra cultura, estos relatos personales que celebran e ilustran el poder del servicio y el valor práctico del andar cristiano son verdaderamente reconfortantes. Con un estilo sencillo y amable, John Beckett nos recuerda, mediante ejemplos contemporáneos y reflexiones bíblicas, no solo que la fe cristiana es verdadera, sino también que el señorío de Jesús imparte una vida abundante, ¡hasta en el trabajo!.
Ian Hutchinson,
profesor y jefe del departamento de
ciencia e ingeniería nuclear del
Massachusetts Institute of Technology
Otro libro impactante de John Beckett, cuya pasión y discernimiento del trabajo con Dios pueden ayudarnos a producir vidas, productos y servicios que representen también a nuestro Señor. La integridad del autor y el visible fruto de su trabajo salpican todo el libro de una autenticidad silenciosa y persuasiva.
Dennis Peacocke,
presidente de
Strategic Christian Services
Si ¡Por fin lunes! te convenció de que tu fe forma parte de tu trabajo tanto como de la Iglesia, ¡Disfrutando los lunes! te dará la confianza y el fundamento, no solo para integrar la fe y el ámbito laboral, sino también para hacerlo con valentía. Alguien debe cambiar las cosas y… tú eres ese alguien.
Pat Wingen,
fundador y presidente de
Aaladin Industries Inc.
Tengo el privilegio de conocer a John Beckett desde hace muchos años. He visitado su empresa e interactuado con sus empleados. ¡Disfrutando los lunes! no es una teoría, sino la prueba de lo que Dios puede hacer por medio de una vida. Este libro es una inspiración para cualquier dirigente empresarial que quiera marcar una diferencia allí donde Dios le ha puesto.
André Thornton,
escritor, empresario, exjugador de
primera base de los
Cleveland Indians
Dedicatoria
Al Señor, siempre bondadoso, y a Wendy y a nuestra
familia —hoy más de veinte personas—:
una clarísima prueba de su bondad.
PRIMERA PARTE
Mi recorrido personal
SEGUNDA PARTE
Compañeros de viaje
TERCERA PARTE
Propósitos de Dios para el trabajo y los negocios
1
Dentro y fuera del horno
Estoy en el mundo empresarial desde que nací. Mi padre fue un competente ingeniero que decidió comenzar una empresa fabril a finales de la década de 1930, literalmente en el sótano de nuestra casa en Ohio. La empresa y yo nacimos por aquel mismo tiempo (¡No cabe duda de que aquel fue un periodo productivo en la vida de papá!).
Aunque era solo un muchacho, recuerdo cuál fue el primer gran reto de la empresa: ¡la supervivencia! La Segunda Guerra Mundial había limitado severamente el suministro de materiales que necesitábamos para fabricar nuestro producto: quemadores de petróleo para calefacciones de viviendas y comercios. Para mantener la empresa en marcha, papá cambió a un sector totalmente distinto y nos dedicamos al aislamiento de viviendas en nuestra zona.
Solo tenía seis años, pero papá me llevaba con él a «ayudar» a los operarios que trabajaban con camiones especialmente equipados. Todavía siento el escozor de la fibra de vidrio que echábamos en un silo gigante para introducirla a presión en las paredes y techos de las casas que aislábamos. No fue gracias a mi ayuda, pero mi padre mantuvo intacta su pequeña plantilla y, tras la guerra, retomó la producción de quemadores.
En la última etapa del instituto me debatía con la elección de la universidad a la que asistiría. Estaba convencido de que mi decisión afectaría decisivamente a lo que después sería mi profesión. Por alguna razón, estaba dividido entre el mundo de la empresa y el ministerio cristiano. Mi corazón quería seguir a mi padre en la ingeniería. Si me aceptaban en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), la escuela de ingeniería más importante de los Estados Unidos y mi primera elección como universidad, se habría abierto la puerta para perseguir aquel sueño. Pero otra parte de mí se sentía atraída hacia el ministerio cristiano (simplemente porque, por alguna razón, me parecía un llamamiento «más digno»). Por ello, también presenté mi solicitud en Kenyon College, una escuela de letras de Ohio en la que había un seminario episcopal. Esperaba que mi decisión se resolvería mediante el proceso de aceptación.
Cuando llegó la primera carta de aceptación de Kenyon, me sentí ligeramente contento, pero no exultante. Pero cuando recibí la carta del MIT unas semanas más tarde (que me parecieron una eternidad), tuve que contenerme para no dar saltos de alegría. Si no hubiera crecido como un comedido miembro de la Iglesia episcopal, posiblemente los habría dado. La aprobación del MIT (y mi entusiasta respuesta) parecía una clara evidencia de que podía seguir los dictados de mi corazón que me dirigían al ámbito de la ciencia y la ingeniería.