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LAS TRES EDADESY DIJO LA ESFINGE:SE MUEVE A CUATRO PATAS POR LA MAÑANA, CAMINA ERGUIDO AL MEDIODÍAY UTILIZA TRES PIES AL ATARDECER.¿QUÉ COSA ES?Y EDIPO RESPONDIÓ: EL HOMBRE.FÓSILES Y DINOSAURIOS Tras las huellas de los dragones y de otras criaturas increíbles
Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmentode esta obra.Título original: Fossili e dinosauri. La scienza sulle tracce di draghi e altri incredibili mostriDiseño gráfico: Gloria Gauger© 2007, 2015, Edizioni Lapis, RomaFirst published in Italy in the series «Ah, Saperlo!»This translation published by arrangement with Anna Spadolini AgencyAll rights reserved© De la traducción, Xavier González Rovira© Ediciones Siruela, S. A., 2017c/ Almagro 25, ppal. dcha. 28010 Madrid. Tel.: + 34 91 355 57 20 Fax: + 34 91 355 22 01www.siruela.comISBN: 978-84-17151-58-4Composición digital: Newcomlab S.L.L.
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Dino Ticli
FÓSILES Y
DINOSAURIOS
Tras las huellas de los dragones y de otras criaturas increíblesIlustraciones de Fabio MagnasciuttiTraducción del italiano de Xavier González RoviraLas Tres Edades Nos Gusta Saber
ÍndiceIntroducción 13Capítulo 1. CUANDO LOS GIGANTES POBLABAN LA TIERRA 15Los gigantes con un solo ojo 16¿Son hombres o animales? 20En busca de pistas por los museos 22Gigantes enanos y enanos gigantescos 24Arriba y abajo del mar y de los animales 27Teutobodo, el gigantesco rey teutón 29¡Qué huesos! 33Terribles animales salvajes 37Crónicas del pasado: el Deinotherium 39Los abominables hombres 40¿Dientes de dragón? No, gracias, mejor un Gigantopithecus 42La guerra de los gigantes 45A lomos del gran Unktehi 49La gran batalla 51
Fósiles legendarios 53Crónicas del pasado: el Brontotherium, caballo de trueno 57Capítulo 2. LOS MISTERIOSOS DRAGONES 59Dragones 60El dragón de Klagenfurt 61Una reconstrucción errónea 64Crónicas del pasado: el rinoceronte de espeso pelaje 65Los dragones de la India 66El Santuario de las mil cabezas 69Brillantes pero poco valiosas 70Huesos y dientes de dragón 72Dragones buenos de ojos rasgados 74Capítulo 3. EL MUNDO DE LOS GRIFOS Y DE LOS UNICORNIOS 75Los guardianes del oro 76Una antigua ceremonia 77La cabeza del monstruo 79¿Grifos o «lagartos terribles»? 81Crónicas del pasado: una batalla feroz 83El caballo-águila 84El unicornio 85
¡Kartazon! 90Un cuerno al día mantiene al médico en la lejanía 91Capítulo 4. SIRENAS Y OTROS MONSTRUOS DE LA MITOLOGÍA GRIEGA 93¡Sálvese quien pueda! 95Italia, tierra de monstruos 96Un paseo en barco… 98… hasta la gruta de las sirenas 99Crónicas del pasado: Italia, tierra de gigantescos mamíferos y depredadores letales 101De pájaro a pez 103Dugongo o la «sirena fea» 104El monstruo de Troya 106Un monstruo «original» 107Hércules y la jirafa 109Capítulo 5. CUANDO EL DIABLO NOS PONE LA ZANCADILLA 111Unas «caladitas» diabólicas 112Cigarros de azufre 114Manicura diabólica 116¿Cigarros, dedos o calamares? 116
Crónicas del pasado: los tiranosaurios de los mares de hace 80 millones de años 118Los diablos bailarines 119Tras las huellas del diablo 120La pista de baile 122Mareas altas y bajas de hace 200 millones de años 123Cuestión de ritmo 124¡Vaya con ese molusco! 126De cómo el diablo perdió la cara 127Una leyenda escalofriante 128No hay que matar al mensajero 130¿Un buen plato de lentejas o... de Myophorellas? 132Capítulo 6. QUÉ MEZCLA MÁS RARA: LENGUAS DE LUNA Y ZUMO DE RAYOS DE SOL 133Las lenguas que cayeron de la luna 134Una lengua para cada ocasión 135Una «Columna» de la paleontología moderna 137El tiburón de Steno 139Crónicas del pasado: el mayor carnívoro de la historia 140Esqueletos fantasma 141En Whitby las serpientes perdieron la cabeza… 142… al quedarse de piedra 143
Moluscos a reacción 144Detectores del tiempo 146Ante la presencia del dios Amón 147¡País al que vas, amonites que te encuentras! 149Un plato de lentejas duras 150Pedruscos misteriosos 152¿Plantas o animales? 153Monedas prehistóricas 154Zumo de rayos de sol 156Una prueba de fuego 157¿Y si fueran «lágrimas» de verdad? 159Encarcelados, pero bien a la vista 161Los secretos del ámbar 162Crónicas del pasado: una cárcel dorada 163Capítulo 7. PRUEBAS DE LA CREACIÓN Y BROMAS DE LA NATURALEZA 165¿Bromas de la naturaleza o nada más que bromas? 166Un borrador del mundo 168Un engaño bien montado 169También la naturaleza se divierte 171Con Ristoro no se bromea 172Lapis stellaris o bajo el influjo de las estrellas 174
Extracciones estelares 176Flores acuáticas 177Crónicas del pasado: los estilizados lirios de mar 178Un vuelo de golondrinas en el huracán 179Cuentos legendarios… 180… y explicaciones científicas 181Spirifer 182¿Los mitos y las interpretaciones extrañas pertenecen solo al pasado? 183Apéndice 187Escala del tiempo geológico 201Índice temático 202Índice de personajes 207Índice de palabras clave 212
13IntroducciónVolar sobre un dragón, escuchar el canto de las sirenas, ser lle-vado sobre los hombros de un gigante con cincuenta cabezas: sería fantástico, siempre y cuando el dragón no escupa fuego, lassirenas no te hagan perder la cabeza, los gigantes no sean dema-siado malos y que sus cincuenta bocas... ¡no hablen demasiado!De hecho, en muchos mitos antiguos, presentes prácticamenteen todas las partes del mundo, se repiten más o menos las mis-mas figuras monstruosas. Tal vez sea una forma de explicar las fuerzas de la naturaleza, que resultan incontrolables en muchas de sus manifestaciones, como los potentes truenos, los cegadoresrayos, los devastadores terremotos y maremotos o la rabia explo-siva de los volcanes.La mitología hindú creía, por ejemplo, que existían ocho po-derosos elefantes que servían como pilares en las profundidades de la tierra; cuando uno de ellos se cansaba, sacudía la cabeza, provocando así los terremotos.Grifos, dragones, serpientes de piedra, dedos del diablo, de-monios danzarines, unicornios, caballos de trueno, cíclopes... Todaslas mitologíasesn pobladaspor estasmisteriosascriaturas.Pero ¿estamos seguros de que son solo producto de la fanta-sía? Y nuestros antepasados ¿creían de verdad en su existencia?En estas páginas podrás leer cómo eran las cosas directamente delos que crearon los mitos o vivieron cuando los dragones, sirenas ygigantes existían... ¡al menos para ellos!Y, gracias a una disciplina que se centra en el pasado, la paleon-tología, descubrirás cómo fueron las cosas realmente.
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15cap. 1CUANDO LOS GIGANTES POBLABAN LA TIERRAEldescubrimientode restos óseosfosilizados, su extrañaforma y sus dimensiones inusuales llevaron a nuestros an-tepasados a imaginar la existencia de seres gigantescos. La paleontología nos enseña que resulta muy complicado re-construir de forma definitiva las características de animales prehistóricos que están extinguidos, partiendo a menudo deunos pocos restos.EN ESTE CAPÍTULO SE HABLA DE…Enanismo y gigantismoEvolución de la especieAnatomía comparada¡CÍCLOPES, GIGANTES Y ABOMINABLES HOMBRES! pero también de
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16Los gigantes con un solo ojo¿Recordáis la apasionante historia del rey griegoUlises y de sus compa-ñerosen latierradelcíclope Polifemo, unsanguinario gigante alque el valiente Ulises dejó ciego, claván-dole una gran estacaen su único ojo? A pesar de habertemido por el destino de los héroes griegos, muchos de los cua-les murieron a manos de Polifemo, ninguno de nosotros hemos pensado en la existencia real de tales monstruos. Y sin embargo... en el pasado estas creencias estaban muy ex-tendidas. Demos un salto atrás en el tiempo y escuchemos lo que puede decirnos Homero, el padre de laOdisea.Señor Homero, usted nos contólashazañasde loshéroes. Setrata,de todas formas, de aventuras in-creíbles y, a menudo, están lle-nas de personajes fantásticos,como, por ejemplo, Polifemo...—Altoahí. Soy un hombre de letras, y noun científico; mishéroeshundensus raíces enlas historias transmitidas oralmentepor misantepasados, y Polifemo, al que utilicé para describir las aventuras de Ulises, también forma parte de esas historias que nos legaron.
17—¿Quiere decir que no es una invención fantástica suya?—Bueno, algo puse yo también ahí, pero te aseguro que se trata de una antigua leyenda, tal vez con una base de verdad.—No pretenderá quecreamosqueloscíclopesexistieron real-mente...Yatelo hedicho:no soyuncientífico,pero los rumores sobresuexistencia real eran insistentes. Antes de que me preguntes otracosa, te aconsejo que vayas a Sicilia, donde se encuentran algunas colonias de la Antigua Grecia. Es desde esos lugares desde los que nos llegaban esos rumores.Así que nos trasladamos a Sicilia, hasta el siglo VIIIa. C., mo-mento en que surgen las primeras colonias griegas. Está atarde-ciendo, y dos campesinos, Céfaloy Diocles, acaban de regresar a casa con su rebaño de ovejas.—Hola, ¿qué tal? ¿Podrían decirnos cómo llegaron a creer que los cíclopes existían?—Hace unosaños, estábamos ascendiendoporlasladerasde una escar-pada colina en busca de algunas ovejas que se habían apartado delresto del rebaño. Con una antorcha iluminábamos las sombras de lanoche. Yo, Céfalo, oí un ruido y entonces me encaminé con decisiónhasta la entrada de una cueva de la que salía con claridad un balido.Teníamos un poco de miedo, pero al final Diocles cogió la antorchay decidió entrar...—¡... Y apuesto a que en la cueva encontraron ustedes a los gigan-tes!
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18—Si de verdad los hubiéramos encontrado, en carne y hueso, no es-taríamos aquícontándote nuestra aventura. Sin embargo, Diocles, despuésde hacersalirlasovejas, dijoque había vistoalgomuyextraño surgiendo de la tierra, al fondo de la cueva, y volvió a en-trar. El tiempo pasaba y yo empecé a preocuparme; entonces lo vi salir con un enorme cráneo en sus manos. «¡Por todos los dioses del Olimpo!»,exclahorrorizado.Eralacosas extrañayaterra-dora que habíamos visto entoda nuestra vida; era tan grande como cinco o seis cabezas humanas puestas juntas, y poseía una enorme cavidad justo en medio de la frente. No había duda: aquella era la cabeza de un gigante con unsolo ojo, enterrado en esacueva quién sabe desde cuándo.
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19—¿Y entonces quéhicieron?Pensamos enhuir,por supuesto: ¿ysi había otros gi-gantes vivos enlasinmediaciones? Sinembargo, era pocoprobable: seres tan grandes yalos ha-bríamos visto con anterioridad. Así que habían desaparecido todos para siempre en la noche de los tiempos y sus huesos habían sido recubiertos por el polvo del olvido.—Muy poético. Usted también tendría que ser escritor.—Pero solo somos pastores, de manera que decidimos llevar al pueblonuestro descubrimiento. Desde entonces hemos encontrado muchosotros restos de cíclopes, tanto enesacuevacomo en otras. El de los cíclopes debíade serun pueblocon mucha pobla-ción, en su época. Tengo que decirtelaverdad:no lamento quetalescriaturas horribles hayan desapare-cido para siempre.—Tal vez, lo mismo, nunca existie-ron...—¿Ponesen duda nuestra palabra?Y, entonces, ¿qué me dices de estecráneo? Mira este gran agujeroen el
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20centro de la frente: ¡contenía sin duda alguna un ojo enorme: esto demuestra que se trata exactamente del cráneo del cíclope!—¿Han hablado con alguien más de su descubrimiento?—¿Quieres decir con extranjeros? Bueno, estamos cerca de la costa y por aquí pasan muchos forasteros. En estos últimos tiempos, ha ve-nido gente para admirar precisamente los restos de los gigantescos cíclopes.¿Son hombres o animales?En efecto, además de Homero, el filósofo griego Empédocles deAgrigento, que vivió entre el 500y el 400a. C., habla de nume-rosas cuevas sicilianas en las que se encontraron vestigios de una estirpe de hombres gigantescos hoy desaparecida.El poeta latino Ovidio(circa 43a. C.-18d. C.), en su libro Las metamorfosis, refiriéndose al poema de Homero y a los hue-sos que seguían apareciendo en las cuevas de Sicilia, relató las desventuras del pastorcito Acis y de la ninfa Galatea. La historia de amorentre ambos se veía obstaculizadaprecisamente por el cíclope Poli-femo, quien, enamorado de la bellísima ninfa, llegó a matar al joven Acis lanzándole una enorme roca. Pero los dio-ses se apiadaron del pastory transformaron su sangreen un torrente que, descen-diendo por las faldas delEtna, llegaba al mar hasta los
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21brazos de Galatea, transformada a su vez en blanca espuma.En tiempos más recientes, incluso el poeta Boccaccio(1313-1375) nos habla de unos restos horripilantes, los «huesos de Polifemo», que aparecie-ron en una cueva cerca de Trapani.Ahora todo parece claro: los rela-tos sobre gigantes con un solo ojo no pueden ser tan solo fruto de la fantasía, sino que tienen una base de verdad. Y loshuesos de Polifemo están ahí para demostrarlo.De todas formas, es necesario realizar una serie de observacio-nes más exactas sobre el cráneo que los pastores nos han ense-ñado. La parte superior se nos presentaamplia y robusta, mientras quela inferior se estrecha hacién-dose prominente; y ademásese agujeroenmedio dela frente recuerda algo yavisto.De hecho, basta conmirar las imágenes de unbuenlibrodezoologíapara darse cuenta de que ¡se parece muy mucho al cráneo de los elefantesactuales! La amplia cavi-dad no es la de un ojo, sino la de una nariz; en resumen, es el punto donde surge lalarga trompa de los proboscídeos.Una confusión normal si no se conoce bien la anatomía comparada, es decir, la ciencia que estudia la forma y la estructura de los animales (ver la pág. 37).
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22Si observamos el cráneosiciliano con atención, des-cubrimos que a ambos lados se abren, mucho menos evi-dentes e impresionantes,dos pequeñas cavidades or-bitales, justo donde tienenlos ojos todos los elefantes.A estas alturas, nos encontra-mos ya en el camino correcto para desvelar el misterio, pero hay una diferencia tan evidente que salta a la vista:los cráneos sici-lianos son mucho más pequeños que los de los mastodontes prehistóricos y que los de los elefantes contemporáneos.¿Y sabéis por qué? Porque, en vez de encontraros con restos de seres gigantes, nos las vemos con restos de ¡elefantes enanos!En busca de pistas por los museosUna visita rápida al Museo de Paleontología Gemmellaro dela Universidad de Palermo resuelve todas las dudas: aquí está, perfectamente reconstruido, el esqueleto de un hermoso ejem-plar del Elephas mnaidriensis, un proboscídeo bastante pequeñoque se remonta a la segunda mitad del Pleistoceno medio, hace unos200.000 años.Esteanimalpodíaalcanzarunaal-tura de alrededor de 1,90metros, es decir, claramente pequeño en com-paración con los 3,5metros del ele-fante africano y los más de 4metros de su antepasado, el Elephas antiquus. Junto a sus restos, se han encontrado
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23otros herbívoros: jabalíes, uros, bisontes, ciervos, gamos, pero también un montón de simpáticos hipopótamos de pequeño ta-maño, curiosamente también enanos.Antes de salir del museo, otro resto llama nuestra atención:se trata también de un elefante, las formas y los colmillos noslo indican con claridad, aunque mucho más pequeño que elanterior.Resulta difícil creer lo que vemos, y sin embargo está ahí, en toda su pequeñez: ¡apenas alcanza los 90centímetros, más o menos como un perro grande!Se trata del Elephas falconeri, el elefante más pequeño que haya existido, y que vivió en Sicilia hace alrededor de 500.000años. Nos enteramos de que en el Museo Paleontológico La Sapienza de Roma se encuentran los restos de una familia completa: el padre, «colmilludo», la madre y dos elefantitos de tamaño di-minuto, que cualquiera de nosotros podría llevar en brazos sin problemas. Y todos ellos con un buen agujero en la frente, el punto de inserción de la trompa, como sabemos ahora, y proce-dentes de Sicilia.Hemos revelado, de este modo, el nacimiento de uno de los mitos más sugerentes y conocidos de la Antigüedad y también
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24por qué Homero y sus contemporáneos creían que los cíclopes eran devoradores de hombres: las cuevas de Sicilia estaban llenas de huesos de muchos animales, algunos más grandes, otros más pequeños, y también había huesos humanos. Homero y sus con-temporáneos confundieron dichos huesos con restos de comida de aquellos feroces gigantes.Sin embargo, nos queda una gran pregunta: ¿cómo pudieron aparecer en el curso de la evolución elefantes tan pequeños?Gigantes enanos y enanos gigantescosPara ser exactos, nuestra pregunta no debería limitarse a los ele-fantes enanos, sino también a otros animales de dimensionesreducidas respecto a las actuales, como, por ejemplo, el Hippopo-tamus pentlandi, que tenía una altura de poco más de 1,20metros, y era contemporáneo delElephas mnaidriensis.Además de en Sicilia,en otras islas del Medi-terráneo se descubrieronrestos de grandes mamífe-ros reducidos a pequeñasdimensiones: hipopóta-mos aún más pequeños,ciervos, etc. Charles Darwin(1809-1882), el padre del evolu-cionismo, podría ayudarnos a entender qué es lo que ocasionó este fenómeno.Profesor Darwin, ¿puede darnos alguna informaciónsobre los ani-males insulares?
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25—Nada más sencillo. He navegado a lo largo y ancho de los mares del mundo, he cono-cido muchas islas y me he hecho una idea bastante clara de los animales que viven enla actualidad.—¿Qué quiere decir?—Me di cuenta de que muchosanimales tienen grandes seme-janzascon losque habitan enlos continentes cercanos, demanera que establecí la hipó-tesis de que estaban unidos porestrechos lazos de parentesco.—¿Eso quiere decir que hubo una época en la que vivieron juntos?—¡Por supuesto!—Entonces, se trata de casos de migración animal...Debido al continuo cierredel estrecho deGibraltar en el Messiniense(hacecerca de 6 millonesde años), el Mediterráneo, que incluso en nuestrosdíasrecibe la mayor parte de sus aguas desde el océano Atlántico, se secó casi ensu totalidad. Esto también afectó profundamente al medio ambiente terrestre,permitiendo, entre otras cosas, la migración de especies del continente hacialas islas y viceversa. Nos gusta saber
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26—Exactamente. Puede parecer extraño, perodescubrí que muchosanimales son capaces de desplazarse utilizando de manera ocasionalmedios de transporte tales como troncos flotantes o grandes semi-llas. Los más pequeños, en cambio, pueden ser transportados por el viento, y ya puedes imaginarte lo fácil que lo tienen los pájaros y los murciélagos gracias a sus alas.—Es una teoría convincente, pero ¿y qué pasa con los grandes ma-míferos? Necesitarían barcos, y no troncos, para migrar. En mu-chas islas se han encontrado abundantes restos fósiles.Esees unbuendilema, pero tambiénenestos casos mehiceunaideaprecisa. Islas como Sicilia, Malta, Creta y otras siguen estando muy cerca de los continentes. Bastaría con que el nivel del mar bajara unas docenas de metros para crearpuentes de tierra a través delos cuales los animales, incluidos los grandes mastodontes, podrían pasar sin mojarse siquiera las patas. Con el tiempo se adaptarían al nuevo entorno, experimentando también diferentes modificaciones en su morfología.—Tal vez está minimizando el problema, tal vez no sabe usted queen lasislasdel Mediterráneo ¡hayfósilesdeelefantesenanosque miden solo 90 centímetros!
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27—A mí me vas a decir que minimizo las cosas... ¿pero es que no te das cuenta de los esfuerzos quetuve que hacer para defender mis ideas acercadelaevolución? ¡Incluso meinsultaron! No conozco muy bienlos fósiles de los que me hablas, pero te aseguro que el tiempo y la selección natural saben hacer grandes cosas, ¡incluso transformarun gigante en un enano!Arriba y abajo del mar y de los animalesEn efecto,los casos de enanismo son muy frecuentes entre losmamíferos que permanecie-ron aislados largo tiempo enterritorios limitados como las islas. En el caso de nuestro «Polifemo», la especie de tamaño nor-mal de la que derivan las otras más pequeñas es el Elephas antiquus, de más de 4metros de altura, que llegó a Sicilia cuando el nivel del mar descendió drásticamente debido a las glaciaciones, que inmovilizaron grandes cantidades de agua convertidas en enor-mes glaciares. El estrecho de Mesina se transformó, por tanto, en un istmo (es decir, una lengua de tierra), creando un puente con Calabria.Malta también se vio conectada a Sicilia por un istmo.Más tarde, el nivel del mar se elevó y las islas de nuevo se vieron rodeadas de agua, de manera que los elefantes se encon-traron «separados» del continente. En un entorno pequeño, como son las islas del Mediterráneo,su gran tamaño no los favorecía en absoluto: la comida no seríasuficiente para alimentarlos y, por otro lado, dada la ausencia de
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28grandes carnívoros, ya no necesitaban esas dimensiones gigantespara evitar ser depredados. En este hábitat, por lo tanto, los ani-males de pequeño tamaño, siempre presentes en una población,tenían más probabilidades de sobrevivir.Con el paso deltiempo y la sucesión de las generaciones, el ta-maño de los elefantes se redujo cada vez más entoda la población, lo que desembocó en faunasenanas.El hecho de que elElephas falconerivivierahace 500.000años y elElephas mnaidriensismucho después sugiere que elnivel del mar debió de subir y bajar varias veces con el paso del tiempo, lo que permitió que la selección natural repitiera varias veces sus grandes empresas.Cada vez que se creaba un nuevo puente, sin embargo, nuevasespecies entraban en las islas, compitiendo con las ya existentes,que se veían depredadas. Esto provocó poco a poco su extinción.Hablando de gigantes enanos, nos olvidamos de que Sicilia nos ha revelado otro aparente misterio: los enanos convertidos en gigantes.En efecto, se han encontrado huesos de roedores gigantes,como el lirón Leithia melitensis.Los pequeños mamíferos, de forma inversa a lo que suce-dió con los grandes herbívoros (aunque por razones similares), aumen taron su tamaño.El entorno insular resultó muy favorable para ellos: habíacomida en abundancia y ya no era indispensable tener pequeñas