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Parte uno

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Papi, ¿vamos a recoger conchitas de mar?

vamos a sacar un galeón hundido, niños

Gabriel García Márquez, su esposa Mercedes y sus hijos Gonzalo y Rodrigo se dirigían a las playas de Acapulco a pasar unas breves vacaciones

Él no lo sabía, pero ese viaje sería el más importante de su vida

Carretera de Acapulco, México, 1965

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¡Ay, Gabo! No cantes victoria que ya sabemos cómo son las cosas

Esta carretera parece una serpiente del Caribe

pero todo sea por las vacaciones que nos merecemos

No hay nada como conducir... manejar hace que piense mejor mis historias

niños, Vamos al mejor sitio del mundo, el mar

Papi, ¿ya llegamos a la playa?

Así me gusta verte, con el ánimo arriba

Yo quiero nadar

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Gabo se concentró en la carretera

Se concentró en los murmullos de los niños y pensó en una historia que no lo había dejado en paz durante los últimos 20 años

Una historia que empezó a escribir cuando tenía 19 años y que tituló La casa, pero aún estaba incompleta y no sabía por dónde empezar

DE PRONTO…

es como en los mejores tiempos, cuando íbamos con la familia y paseábamos a la orilla del mar

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...y la bella joven subió al cielo...

GABITO, TOCA EL HIELO

¿HIELO, ABUELO? ESTÁ CALIENTE

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¡Meche! ¡Meche!*

¡La tengo!

¡La tengo!

¿Qué pasa?

¿Cuál casa?

¡Por Dios, Gabo!

¿Qué tienes?

TENGO “LA CASA”. TENGO “LA CASA” COMPLETA

¡La de siempre! ¡La del abuelo! ¡La de papá Lelo! cómo empieza. cómo empezar la novela

¡Es una iluminación! ¡Sé como escribirla!

Esa es una

gran noticia...

*Hipocorístico para Mercedes

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Apenas llevaban unas horas de camino cuando algo mágico le sucedió. de la nada le surgió en la mente la frase de una novela

Algo le dijo que ésa era la frase y que la importancia de ella estaba en el tono. Era el tono de su abuelo y de su abuela cuando le contaban historias de niño

¿adónde vas?

¿qué le pasó a papá?

ya regreso, es sólo un minuto

“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento

espérenme

aquí

el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo

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Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava…

El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo”

construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos

el hielo está frío, pero quema, abuelo

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“Mi recuerdo más vivo y constante no es el de las personas, sino el de la casa misma de Aracataca donde vivía con mis abuelos. Es un sueño recurrente que todavía persiste”

“No que he vuelto a ella, sino que estoy allí, sin edad y sin ningún motivo especial, como si nunca hubiera salido de esa casa vieja y enorme”

“Más aún: todos los días de mi vida despierto con la impresión, falsa o real, de que he soñado que estoy en esa casa”

Aracataca, Colombia, 1927

¿ya va a nacer?

todavía

no

dejen el chisme y vayan a hacer las labores de la casa

calienten más agua

traigan más sábanas

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“Sin embargo, aún en el sueño, persiste el que fue mi sentimiento predominante durante toda aquella época: la zozobra nocturna”

“Era una sensación irremediable que empezaba siempre al atardecer, y que me inquietaba aún durante el sueño”…

“hasta que volvía a ver por las hendijas de las puertas la luz del nuevo día”

aguanta, niña, aguanta que ya sale

ese muchachito va a acabar con ella

la niña santiaga

no da más

aaahhh!!!

mmmm!!!

puja,

niña,

puja

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Habían pasado pocas horas después de la alborada. Eran las nueve de la mañana del domingo 6 de marzo de 1927. una lluvia fuerte empezó a caer. No solía llover en esa época del año

El padre de Luisa Santiaga, que sería el abuelo de Gabo, salió de la casa. Quería rezar por su hija. Años atrás había perdido a una hija y no quería que volviera a pasar

Gabito nació con el cordón umbilical amarrado a su cuello. Muchos años después, cuando ya era un hombre, le contarían el acontecimiento y él lo uniría a la claustrofobia que siempre tuvo

Francisca Cimodosea, su tía abuela, con el ánimo de protegerlo, le frotó ron en el pecho y le echó agua bendita para que el niño no fuera a sufrir de ningún mal

Gabriel García Márquez nació pesando cuatro kilos doscientos gramos. Cuando cumplió tres años y medio fue bautizado y él conservaría un recuerdo nítido del bautizo

¡Ya está naciendo!

hay que desenredar esto

Ññññaaa

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Fue tanta la felicidad del coronel Márquez ante el nacimiento de su primer nieto que enseguida organizó una gran fiesta para celebrarlo

Desde el principio, y para augurarle un futuro inmejorable, empezó a llamar al niño “Napoleoncito”

El padre de Gabito, don Gabriel Eligio, no estuvo en el nacimiento de su primogénito. Estaba en Riohacha, Gua-jira, trabajando como telegrafista, y sólo después de varios meses se pudo reunir con su nueva familia

después de cuatro meses el padre de Gabito llegaría a la casa de Aracataca

felicidades, coronel

vas a ser alguien importante

a dormir que el papá ya viene en camino

un napoleoncito

buen día

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El coronel Márquez nunca vio con buenos ojos a su yerno. siempre quiso un mejor hombre para su hija, pero no tuvo más alternativa que aceptarlo. la estadía de Gabriel Eligio en la casa no era amena. se sentía mal. él era un hombre díscolo y le encantaba la libertad

no voy a volver a ser nunca telegrafista. En Riohacha renuncié

Voy a ser homeópata. Voy a poner un consultorio. Voy a conseguir mi certificación de médico y voy a ser doctor

¿Y entonces a qué te vas a dedicar?

Y si no me resulta mi proyecto acá, pues nos vamos de este pueblo

Pero ¿adónde?

¿Y el niño?

Nos vamos a Barranquilla. Allá podré sacar mi titulación como médico

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El proyecto de ser un gran homeópata en Aracataca se frustró para Gabriel Eligio. No pudo conseguir su titulación en el pueblo y el tiempo parecía que lo pellizcara y le dije-ra que abandonara ese lugar. Quería salir de Aracataca y de la casa del coronel Márquez

Los padres de Gabo partieron a buscar un mejor futuro en Barranquilla, la capital del departamento del Atlántico, y dejaron a Gabito a cargo de los abuelos

adiós gabito, tus abuelos te van a cuidar. un niño juicioso. yo me voy a acompañar a tu padre

vamos

ya

buena

suerte

adiós,

mamá

adiós,

mi niña

hasta pronto,

gabito

Se queda acá

Dos pasajes para Barranquilla

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Don Nicolás Márquez, coronel de la guerra de los Mil días, junto con su esposa, doña Tranquilina Iguarán, se hicieron cargo de la crianza de su nieto

La casa estaba habitada en su mayoría por mujeres: abuelas, tías, parientas, esclavas y sirvientas indias de la Guajira que llegaban a trabajar en los oficios familiares

Hasta los nueve años Gabito estuvo viviendo en la casa de Aracataca. El pueblo estaba ubicado en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, enclavado en el cen-tro del Caribe colombiano

“Quise dejar constancia poética del mundo de mi infancia, que transcurrió en una casa grande, muy triste, con una hermana que comía tierra y una abuela que adivinaba el porvenir, y numerosos parientes de nombres iguales que nunca hicieron mucha distinción entre la felicidad y la demencia”

La casa de los abuelos se habría de convertir en su universo, un universo único y maravilloso

Gabito habría de crecer con las historias que el coronel le contaba de la guerra civil, las visitas al circo, al cine y a la compañía bananera

También con los poderes premonitorios de su abuela, y el inevitable miedo de quedarse solo en esa casa grande, llena de fantasmas

le gusta el agua a este niño

gabito, por aquí pasó el ejército liberal

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El coronel Nicolás Márquez, su esposa Tranquilina Iguarán y sus tres hijos Luisa Santiaga, Juan de Dios y Margarita llegaron a Aracataca un caluroso mediodía huyendo de la población de Barrancas, Guajira, luego de un incidente que cambió sus vidas. Aracataca era un lugar desconocido pero próspero por la compañía bananera

El incidente sucedió un 19 de octubre de 1908, día de la celebración de la Virgen del Pilar

El coronel Márquez había tenido un romance con una de las mujeres del pueblo

empezaron a circular unos pasquines

El hijo de Medarda salió enfurecido a buscar al coronel

La mujer, ofendida, le dijo a su hijo:

Y si no vas a buscarlo, me va a tocar ponerme tus pantalones y a ti ponerte mis faldas

Aracataca, Colombia, 1910

acá no nos van a seguir los malos recuerdos

qué desgracia vivir en un pueblo de

cotorras

este chisme hay que lavarlo con sangre

no, mamá, nadie va a hablar mal de usted en el pueblo

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El coronel Márquez tuvo que defenderse. sacó su pistola y disparó contra el joven. En el pueblo dijeron que aquello había sido una cuestión inevitable del destino. Muchos años después, el coronel le habría de contar con nostalgia la historia a Gabito y le habría de decir: “Tu no sabes lo que pesa un muerto”

Vengo a limpiar una ofensa

No hay nada que limpiar aquí, sólo son chismes

adiós, coronel, vaya con cuidado

¿ese es el hijo de medarda?