Teología Sistemática
Segunda Edición
Millard J. Erickson
Editorial CLIE
C/ Ferrocarril, 8
08232 VILADECAVALLS (Barcelona) ESPAÑA
E-mail: clie@clie.es
Internet: http://www.clie.es
TEOLOGÍA SISTEMÁTICA
Segunda edición
Millard J. Erickson
Publicado originalmente en inglés por Baker Books
una división de Baker Book House Company
P.O. Box 6287, Grand Rapids, MI 49516-6287
© 1983, 1984, 1985, 1998 por Millard J. Erickson
Traducido e impreso con el permiso de Baker Books.
© 2008 por Editorial Clie para esta edición en castellano.
Todos los derechos reservados.
Director de la colección: Dr. Matt Williams
Traducido por Beatriz Fernández
Editado por Jonatán Haley
Equipo de revisión y maquetación:
Primitivo Rodríguez del Río
Katie Kramer
Patricia Roseman
Diseño de cubiertas: Ismael López Medel
ISBN: 978-84-8267-546-6
eISBN: 978-84-8267-625-8
Clasifíquese:
0004-Teología Sistemática
CTC: 01-01-0004-11
Referencia: 224655
A
Bernard Ramm (in memoriam),
mi primer profesor de teología;
William E. Hordern,
mi mentor doctoral;
y Wolfhart Pannenberg,
mi mentor posdoctoral.
Otras obras en la
Colección Teológica Contemporánea
Índice principal
Prefacio
Parte 1: Estudiar a Dios
1. ¿Qué es la teología?
2. Teología y filosofía
3. El método de la teología
4. Teología y estudio crítico de la Biblia
5. Contemporizar el mensaje cristiano
6. La teología y su lenguaje
7. Posmodernidad y teología
Parte 2: Conocer a Dios
8. La revelación universal de Dios
9. La revelación particular de Dios
10. La conservación de la revelación: inspiración
11. La fiabilidad de la palabra de Dios: inerrancia
12. El poder de la palabra de Dios: autoridad
Parte 3: Cómo es Dios
13. La grandeza de Dios
14. La bondad de Dios
15. La cercanía y la distancia de Dios: inmanencia y trascendencia
16. Tres personas en un solo Dios: la Trinidad
Parte 4: Lo que hace Dios
17. El plan de Dios
18. El trabajo originario de Dios: la creación
19. La obra continua de Dios: la providencia
20. El mundo de Dios y el mal: un problema especial
21. Los agentes especiales de Dios: los ángeles
Parte 5: La humanidad
22. Introducción a la doctrina de la humanidad
23. El origen de la humanidad
24. La imagen de Dios en el hombre
25. La naturaleza constitucional del hombre
26. La universalidad de la humanidad
Parte 6: El pecado
27. La naturaleza del pecado
28. La fuente del pecado
29. Los resultados del pecado
30. La magnitud del pecado
31. La dimensión social del pecado
Parte 7: La persona de Cristo
32. Temas contemporáneos en el método cristológico
33. La deidad de Cristo
34. La humanidad de Cristo
35. La unidad de la persona de Cristo
36. El nacimiento virginal
Parte 8: La obra de Cristo
37. Introducción a la obra de Cristo
38. Teorías de la expiación
39. El tema central de la expiación
40. La extensión de la expiación
Parte 9: El Espíritu Santo
41. La persona del Espíritu Santo
42. La obra del Espíritu Santo
Parte 10: La salvación
43. Interpretaciones de la salvación
44. El antecedente a la salvación: la predestinación
45. El principio de la salvación: aspectos subjetivos
46. El principio de la salvación: aspectos objetivos
47. La continuación de la salvación
48. La finalización de la salvación
49. Medios y extensión de la salvación
Parte 11: La iglesia
50. La naturaleza de la iglesia
51. El papel de la iglesia
52. El gobierno de la iglesia
53. El rito iniciático de la iglesia: el bautismo
54. El rito continuado de la iglesia: la cena del Señor
55. La unidad de la iglesia
Parte 12: Las últimas cosas
56. Introducción a la escatología
57. Escatología individual
58. La segunda venida y sus consecuencias
59. Perspectivas sobre el milenio y la tribulación
60. Estados finales
Pensamientos finales
Índice de textos bíblicos
Índice temático
Prefacio
Ha pasado más de una década desde que apareció por primera vez Teología Cristiana. Se escribió para cumplir con la necesidad de tener una teología sistemática evangélica, comprensible y que estuviera puesta al día. En aquel tiempo no se pensó que nadie más la fuera a utilizar. La aceptación de la obra original ha probado que el esfuerzo realizado para llevarla a cabo mereció la pena. Además, desde entonces han aparecido muchos otros textos, que han enriquecido los recursos disponibles para la enseñanza de la teología sistemática.
En estos diez años de intervalo, se han producido muchos cambios en el mundo teológico y también en el intelectual, político, económico y social. Por lo tanto, resulta deseable revisar la obra original teniendo en cuenta estos cambios. Se han añadido algunas secciones así como un capítulo completamente nuevo sobre el posmodernismo. En algunos puntos la discusión se ha actualizado. Algunas porciones del original se han condensado, ya que los temas que se trataban originalmente ya no son tan importantes como lo eran antes. El lenguaje utilizado en algunos casos se ha cambiado para reflejar el uso corriente. Al llevar a cabo esta revisión, he tratado de tener en cuenta las reacciones transmitidas por los estudiantes, colegas y críticos. Me han sido de gran ayuda. Sin embargo, no he sustituido las fuentes originales por las más recientes simplemente porque sean más actuales, sino porque suponen un avance esencial en el pensamiento de lo que se citaba en el original.
Uno de los fenómenos de esta década pasada ha sido el incremento de la diversidad étnica y cultural de las personas que estudian teología. Los días en que una mujer que estudiaba teología en un seminario era una cosa especial han dado paso a unas clases en las que el número de hombres y mujeres estudiantes está mucho más equilibrado. En lo que antes había un predominio de estudiantes americanos blancos ahora se ven muchas minorías étnicas y estudiantes de todo el mundo. Este fenómeno de inscripciones ha ido paralelo al incremento en los escritos sobre Teología realizados por cristianos del Tercer Mundo, cuyo número ha ido creciendo con mayor rapidez que en Europa y Norteamérica. Esta tendencia a la globalización no se ha reflejado en los textos teológicos escritos por los evangélicos norteamericanos en la década pasada. Por lo tanto he hecho un esfuerzo especial por incluir a representantes de estos sectores de la iglesia cristiana. Por otra parte, he animado a que Teología Cristiana se traduzca a distintos idiomas, incluidos varios de los países del este de Europa.
Uno de los comentarios más frecuentes que se han hecho sobre la edición original es lo fácil de entender que es. He tratado de mantener y ampliar esta característica siguiendo el excelente consejo que Clark Pinnock me dio hace años: “hacer que se cante como un libro de himnos, y no que se lea como una guía de teléfonos”. El texto también se ha ampliado con la adición de los resúmenes de los capítulos, los objetivos y las cuestiones de estudio. Le agradezco a un antiguo compañero, el Dr. Edward Buchanan, ahora profesor de Educación cristiana en Southeastern Baptist Theological Seminary, especialista en Educación adulta, por su trabajo con este material auxiliar. Agradezco que tantas personas no profesionales se hayan hecho cargo de la edición original. Para hacer esta edición más accesible a esas personas, se ha añadido la transliteración griega de las palabras hebreas. Y, para ampliar más la utilidad de esta teología, se han añadido dos versiones más sencillas, un texto de Doctrina de nivel universitario: Introducing Christian Doctrine (Grand Rapids: Baker, 1992) y un libro de doctrina de nivel básico: Does It Matter What I Believe? (Grand Rapids: Baker 1992).
Escribir la primera edición hizo que me interesara por investigar algunos temas en mayor profundidad, un interés que también se ha producido en otros lectores. Algunos de estos temas se han desarrollado en obras como The Word Became Flesh (Grand Rapids: Baker, 1995), How They Will Be Saved? (Grand Rapids: Baker, 1996), y God the Father Almighty (Grand Rapids: Baker, 1998). Estos tratan, respectivamente, de las doctrinas de la Encarnación, la Trinidad, el destino de los no evangelizados y de los atributos de Dios. A los lectores que desean ampliar estos temas se les anima a investigar estos libros.
Me gustaría dar las gracias una vez más a aquellos cuya especial ayuda permitió que la edición original pudiera ser posible. Varios estudiantes leyeron porciones del manuscrito y me ofrecieron reacciones desde una perspectiva estudiantil: Bruce Kallenberg, Randy Russ y Mark Moulton, y mi asistente, Dan Erickson, leyó todo el manuscrito. Laurie Dirnberger, Lorraine Swanson, Aletta Whittaker y Pat Krohn teclearon partes del manuscrito. Tres estudiantes se comprometieron a apoyar el proceso mediante la oración y el aliento: David McCullum, Stanley Olson y Randy Russ.
Además de las personas que me animaron y contribuyeron a la edición original, también me gustaría agradecer el consejo y el ánimo de Jim Weaver, editor de libros académicos y de referencia en Baker Books, y a María denBoer, que ha complementado la excelente labor editorial de Ray Wiersma en la edición original con su cuidadoso y amable trabajo editorial en esta edición revisada. La experiencia de mi esposa Ginny como profesora de inglés ha sido de gran valor, en particular en los temas gramaticales y formales.
En muchos aspectos, el estado de la Teología sistemática en los últimos años del siglo veinte ha sido paradójico. Mientras que en la década de los años 1960 y 1970 la teología sistemática estaba en declive, y algunos expertos bíblicos sugerían que debía ser eliminada, ha tenido un gran resurgimiento en las escuelas de teología. El crecimiento de los textos de Teología sistemática es una indicación de esta tendencia. Sin embargo, el alejamiento del pensamiento reflexivo y el acercamiento hacia una religión experimental a nivel popular no augura un buen futuro para la Teología. No obstante, los retos para la fe cristiana tanto por parte de los competidores religiosos como no religiosos, significan que el razonamiento teológico cuidadoso y la reafirmación son ahora incluso más importantes que cuando se escribió la primera edición de este libro. Como con el primer escrito, esta edición revisada se lanza con la esperanza de que quizá Dios la utilice para fortalecer la Iglesia y extender el Reino.
Parte 1
ESTUDIAR A DIOS
1. ¿Qué es la teología?
2. Teología y filosofía
3. El método de la teología
4. Teología y estudio crítico de la Biblia
5. Contemporizar el mensaje cristiano
6. La teología y su lenguaje
7. Posmodernidad y teología
1. ¿Qué es la teología?
Objetivos del capítulo
Después de estudiar este capítulo, debería ser capaz de:
Resumen del capítulo
La teología en un contexto cristiano es una disciplina de estudio que busca comprender el Dios que se ha revelado en la Biblia e intenta proporcionar una interpretación cristiana de la realidad. Busca entender la creación de Dios, en particular al ser humano y su condición, y la obra redentora de Dios para con la humanidad. La teología bíblica, histórica y filosófica proporciona puntos de vista e interpretaciones que ayudan a llegar a un todo coherente. La teología tiene valor práctico para proporcionar una guía para la vida cristiana y para el ministerio.
Cuestiones de estudio
Naturaleza de la religión
Definición de teología
Localizar la teología (sistemática) en el mapa teológico.
Teología sistemática y teología bíblica
Teología sistemática y teología histórica
Teología sistemática y teología filosófica
La necesidad de la teología
El punto de partida de la teología
La teología como ciencia
¿Por qué la Biblia?
Naturaleza de la religión
Los humanos son seres maravillosos y complejos. Son capaces de realizar complicadas proezas físicas, hacer cálculos intelectuales abstractos, producir increíbles imágenes y sonidos. Además de eso, los seres humanos son incurablemente religiosos. Donde quiera que haya seres humanos, en muy distintas culturas de cualquier zona geográfica y desde que se tiene conocimiento hasta la actualidad, podemos encontrar una religión.
La religión es uno de esos términos que todos entendemos, pero que pocos podemos definir realmente. Cada vez que encontramos desacuerdos o al menos distintas variedades de definiciones y descripciones de un objeto o actividad, hay razón para creer que no se ha estudiado, no se ha reflexionado o no se ha discutido lo suficiente sobre el tema, o que el tema es demasiado rico y complejo como para resumirse en una sola definición.
Aparecen algunas características comunes en muchas definiciones de religión. Se cree en algo que es superior al ser humano. Puede que sea un dios personal, todo un conjunto de seres sobrenaturales, una fuerza de la naturaleza, un conjunto de valores, o la raza humana en su conjunto (humanidad). Suele haber una distinción entre lo sagrado y lo secular (o profano). Esta distinción se puede extender a personas, objetos, lugares o prácticas. El grado de fuerza con el que se asume varía según las religiones y según los adeptos a una religión concreta.1
La religión también suele implicar un punto de vista de la vida y el mundo, una perspectiva o una imagen general de la realidad como un todo y un concepto de cómo los individuos se tienen que relacionar con el mundo según esta perspectiva. A una religión van unidas un conjunto de prácticas, ya sean rituales o de comportamiento ético o ambas. Hay algún tipo de relación o respuesta hacia el objeto superior, como el compromiso, la adoración o la oración.2 Finalmente, a menudo, aunque no siempre, hay ciertas dimensiones sociales. Con frecuencia se forman grupos en torno a una posición o un compromiso religioso.3
Se ha intentado encontrar una esencia común en toda la religión. Por ejemplo, durante gran parte de la Edad Media, particularmente en occidente, se pensaba en la religión como una creencia o un dogma. Lo que distinguía al cristianismo del judaísmo o del hinduismo era un conjunto de creencias. Cuando surgió la Reforma, lo que distinguía al catolicismo romano del protestantismo eran unas doctrinas (o dogmas) diferentes. Incluso las denominaciones protestantes se distinguían unas de otras, principalmente en sus ideas sobre los distintos papeles de la soberanía divina y la libertad del ser humano, el bautismo, la estructura del gobierno de la iglesia y temas similares.
Era natural que las enseñanzas doctrinales se vieran como algo fundamental durante el periodo que comprende desde principios de la Edad Media hasta el siglo XVIII. Como la filosofía era una disciplina fuertemente consolidada, es lógico que se enfatizara el carácter de la religión como una cosmovisión. Y como las ciencias del comportamiento todavía estaban en mantillas, se habló relativamente poco sobre la religión como institución social o sobre los fenómenos psicológicos de la religión.
A principios del siglo XIX, sin embargo, la forma de comprender el tema de la religión cambió. Friedrich Schleiermacher en su obra Sobre la religión: Discurso a sus menospreciadores cultivados, rechazó la idea de que la religión fuera un asunto de dogma o de ética. En su lugar, Schleiermacher dijo: la religión es un tema de sentimientos, ya sea de sentimientos en general o de sentimientos de absoluta dependencia.4 Este punto de vista se ha desarrollado mediante el análisis fenomenológico de pensadores como Rudolf Otto, que hablaba sobre lo numinoso, la conciencia de lo santo.5 Esto ha continuado en la mayoría del pensamiento religioso del siglo XX, con su reacción en contra de las categorías lógicas y el “racionalismo.” La alabanza popular cristiana actual pone un gran énfasis en los sentimientos.
La fórmula de Schleiermacher fue en gran medida una reacción a la obra de Immanuel Kant. Aunque Kant era un filósofo más que un teólogo, sus tres famosas críticas: Crítica de la razón pura (1781), Crítica de la razón práctica (1788) y Crítica del juicio (1790) tuvieron un tremendo impacto en la filosofía de la religión.6 En la primera, refutaba la idea de que es posible tener un conocimiento teórico de objetos que trascienden la experiencia. Esto por supuesto acababa con la posibilidad de cualquier conocimiento real, o con la base cognitiva de la religión como se entendía tradicionalmente.7 Más bien, Kant determinaba que la religión es un objeto de razón práctica. Consideraba que Dios, las normas y la vida inmortal eran necesarios como postulados sin los cuales no podía funcionar la moral.8 Así pues la religión se convirtió en un tema de ética. Esta visión de la religión fue aplicada a la teología cristiana por Albrecht Ritschl, que dijo que la religión era un tema de juicios morales.9
Entonces, ¿cómo deberíamos entender la religión? En realidad la religión es todo eso: creencia o doctrina, sentimiento o actitud y una manera de vivir o de comportarse. El cristianismo se ajusta a todos estos criterios de religión. Es una manera de vivir, un tipo de comportamiento, un estilo de vida. Y es así no sólo en la experiencia aislada del individuo, sino también en la formación de grupos sociales. El cristianismo también implica ciertos sentimientos como la dependencia, el amor y la satisfacción. Y desde luego el cristianismo implica también un conjunto de enseñanzas, una manera de ver la realidad y de verse a uno mismo y una perspectiva desde la cual toda esta experiencia tiene sentido.
Para ser un miembro digno de un grupo que lleva el nombre de un líder en particular uno debe adherirse a las enseñanzas de ese líder. Por ejemplo, un platónico es alguien que de alguna manera mantiene los conceptos que enseñaba Platón; un marxista es el que acepta las enseñanzas de Karl Marx. En la medida que el líder también defiende un modo de vida que no se puede separar del mensaje que enseña, es esencial que el seguidor emule también estas prácticas. Solemos distinguir, sin embargo, entre prácticas inherentes (o esenciales) y prácticas accidentales (o incidentales). Para ser platónico, no es necesario vivir en Atenas y hablar griego clásico. Para ser marxista, no hace falta ser judío, estudiar en el Museo Británico o montar en bici.
Del mismo modo, un cristiano no tiene por qué llevar sandalias, tener barba o vivir en Palestina. Pero todos los que dicen ser cristianos tienen que creer lo que Jesús enseñó y practicar lo que él ordenó, como por ejemplo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Porque aceptar a Jesús como Señor significa hacer de él la autoridad que conduce nuestras vidas. Entonces, ¿qué significa ser cristiano? James Orr lo expresó muy bien: “El que cree con todo su corazón en Jesús como Hijo de Dios se compromete a mucho más. Se compromete a tener una visión de Dios, una visión del hombre, una visión de la historia, una visión del destino humano que sólo se encuentra en el cristianismo.”10
Parece pues razonable decir que seguir las creencias que Jesús tenía y enseñaba es parte de lo que significa ser cristiano o seguidor de Cristo. El estudio de estas creencias es la preocupación particular de la teología cristiana. La creencia no lo es todo en el cristianismo. Se incluye una experiencia o un conjunto de experiencias, como el amor, la humildad, la adoración y la alabanza. Hay prácticas que por naturaleza son éticas y ritualistas o piadosas. En el cristianismo hay dimensiones sociales, que implican relaciones con otros cristianos en lo que normalmente llamamos la iglesia y con no cristianos en el mundo en general. Otras disciplinas de investigación y conocimiento investigan estas dimensiones del cristianismo. Pero la tarea central de examinar, interpretar y organizar las enseñanzas de la persona de la que esta religión toma su nombre pertenece a la teología cristiana.
La forma de vivir y la práctica personal de la religión, como la aceptación de las creencias doctrinales, sucede en el nivel de la experiencia primaria. Hay también un nivel de reflexión sobre lo que ocurre en este nivel primario. La disciplina que se ocupa de describir, analizar, criticar y organizar las doctrinas es la teología. Por tanto, la teología es una actividad que está en un segundo nivel si la comparamos con la religión. Es a la religión lo que la psicología es a las emociones humanas, lo que la estética es al arte, lo que la ciencia política es al comportamiento político.
Otros conceptos de teología deben ser tenidos en cuenta. Surgen del punto de vista básico de la religión y la doctrina. Para Gustavo Gutiérrez y los teólogos de la liberación, la religión es claramente pragmática; se preocupa de aliviar las injusticias de la raza humana. Así que el papel de la doctrina es hablar de esas desigualdades. La teología, pues, se convierte en una reflexión crítica de la praxis.11
El punto de vista que se establece a partir de aquí también difiere de los que parten principalmente de un punto de vista subjetivo de la religión. Según algunos, como John Hick, la esencia de la religión es una experiencia de la gran realidad única, que él denomina “Lo eterno.”12 Esto le encuadra perfectamente en la tradición de Schleiermacher sobre la naturaleza de la religión. Las doctrinas, pues, de diferentes religiones o de distintas denominaciones de una misma religión, son las diferentes interpretaciones que distintos grupos de personas dan a esta experiencia genérica según su forma de interpretarla a través de su propia cultura.13
Nuestro enfoque también difiere del de George Lindbeck y los postliberales. Rechazando tanto la idea de que la religión consiste principalmente en sus enseñanzas doctrinales en forma de proposiciones como la de que principalmente es una expresión de la experiencia emocional, él propone el punto de vista cultural-lingüístico. Esta es la idea de que la religión es una colección de categorías o enseñanzas que cada cultura construye para interpretar la vida y a partir de la cual sus miembros funcionan. No surge de la experiencia, ésta sólo le da forma. Es una historia, contada por sus partidarios, a partir de la cual dan sentido a la vida.14 La doctrina, según este punto de vista, es una actividad de segundo nivel que tiene una función reguladora. En lugar de darnos un conocimiento ontológico de Dios, sus doctrinas son reglas que gobiernan la comunidad, una relación igual a la que la gramática tiene con un idioma.15
Nosotros sostenemos que las doctrinas efectivamente están compuestas de conocimiento genuino de Dios, y que la religión implica a todo lo que es la persona: el intelecto, las emociones y el deseo. Esta visión de la doctrina y la teología tiene dos ventajas importantes que no tiene ninguna de las demás. Nos permite tener en cuenta toda la riqueza y complejidad de las religiones humanas. Además se ajusta mejor a la forma auténtica de entender la religión y la doctrina con que trabajaron la iglesia primitiva y los autores de las Escrituras. Y si una comunidad cristiana de hoy en día considera la Biblia válida, vinculante y como su máxima autoridad, este punto de vista también se ajusta a la forma de entender y practicar la vida cristiana del cristiano normal. Las otras dimensiones de la experiencia cristiana, como la aplicación ética de las enseñanzas cristianas y la alabanza plena que implica el culto, están íntimamente unidas a nuestra forma de entender la doctrina. Pero son complementarias, no una alternativa a ella.
Definición de teología
Una definición preliminar o básica de teología es “el estudio o la ciencia de Dios.” No obstante, el Dios del cristianismo es un ser activo, y por eso esta definición inicial debe ampliarse para incluir las obras de Dios y su relación con ellas. Por tanto la teología también busca entender la creación de Dios, en particular los seres humanos y su condición, y la obra redentora de Dios para con la humanidad.
Sin embargo, es necesario decir más para indicar lo que hace esta ciencia. Así pues proponemos una definición más completa de teología: aquella disciplina que intenta desarrollar una exposición coherente de las doctrinas de la fe cristiana, basándose principalmente en las Escrituras, situándose en el contexto de la cultura en general, expresándose en un idioma contemporáneo y relacionándose con los temas de la vida.
1. La teología es bíblica. Para su contenido toma como fuente principal las Escrituras canónicas del Antiguo y Nuevo Testamento. Esto no quiere decir que se limite a traer a la superficie los significados de las Escrituras sin hacer ninguna reflexión crítica. Utiliza las herramientas y métodos de la investigación bíblica. También emplea las perspectivas de otras áreas de verdad, que considera como parte de la revelación general de Dios.
2. La teología es sistemática. Esto es, se basa en toda la Biblia. En lugar de utilizar textos individuales aislados unos de otros, intenta relacionar las distintas porciones unas con otras para fusionar las diferentes enseñanzas en un todo armonioso y coherente.
3. La teología también se relaciona con los temas generales de la cultura y el conocimiento. Por tanto, intenta relacionar sus puntos de vista sobre los orígenes con los conceptos avanzados por la ciencia (o mejor dicho, de disciplinas como la cosmología), sus puntos de vista sobre la naturaleza con los conceptos de personalidad de la psicología, su concepción de la providencia con la filosofía de la historia.
4. La teología también tiene que ser contemporánea. Aunque trata temas atemporales, debe utilizar un lenguaje, unos conceptos y formas que tengan sentido en el momento actual. Esto implica un peligro. Algunas teologías, en su intento de tratar temas modernos, exponen los materiales bíblicos de tal manera que los distorsionan. Así oímos del verdadero “peligro de modernizar a Jesús.”16 No obstante, intentando evitar que Jesús sea sólo otro liberal del siglo veinte, el mensaje a veces se expresa de una manera que obliga a una persona del siglo veinte a convertirse en una persona del siglo primero para poder entenderlo. El resultado es que nos encontramos enfrentándonos con problemas que ya no existen. Por tanto, se debe evitar también el peligro contrario, “el peligro de arcaizarnos.”17
No sólo se trata de utilizar la forma de pensar actual para expresar el mensaje. El mensaje cristiano debería dirigirse hacia las cuestiones y los retos que existen en la actualidad. Pero incluso en esto es necesario ser precavido a la hora de comprometerse demasiado con una serie de temas. Si el presente representa un cambio respecto al pasado, entonces es presumible que el futuro también será diferente del presente. Una teología que se identifica demasiado con el presente (esto es, el “hoy” y nada más) se expone a quedarse obsoleta muy pronto.
5. Finalmente la teología tiene que ser práctica. Con esto no tenemos en mente la teología práctica en el sentido técnico (esto es, cómo predicar, aconsejar, evangelizar, etc.), sino la idea de que la teología se relaciona con vivir y no solamente con creer. La fe cristiana nos ayuda con nuestras preocupaciones prácticas. Pablo, por ejemplo, daba garantías de la segunda venida y después decía: “Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1 Ts. 4:18). Debería indicarse, sin embargo, que la teología no debe preocuparse principalmente de las dimensiones prácticas. El efecto práctico o la aplicación de una doctrina es una consecuencia de la verdad de la doctrina, no al contrario.
Localizar la teología (sistemática) en el mapa teológico.
Teología es un término ampliamente utilizado. Por tanto es necesario delimitar el sentido en que lo utilizamos aquí. En el sentido amplio de la palabra abarca todos los temas tratados en una escuela de teología. En este sentido, incluye temas tan diversos como Antiguo Testamento, Nuevo Testamento, historia de la iglesia, misiones, teología sistemática, filosofía de la religión, predicación, educación cristiana, ministerio pastoral y liderazgo, y la consejería. En un sentido más restringido, la palabra hace referencia a todos los aspectos que trata el carácter específicamente doctrinal de la fe cristiana. Aquí encontramos disciplinas como la teología bíblica, la teología histórica, la teología sistemática y la teología filosófica. Esto es teología contrastada con la historia de la iglesia como institución, la interpretación del texto bíblico o la teoría y práctica del ministerio. Dentro de este conjunto de temas teológicos (teología bíblica, teología histórica, etc.), podemos aislar la teología sistemática en particular. Es en este sentido en el que utilizaremos la palabra teología de ahora en adelante en esta obra (a menos que se diga específicamente lo contrario). Finalmente dentro de la teología sistemática hay distintas doctrinas, como la bibliología, la antropología, la cristología y la teología propiamente dicha (o doctrina de Dios). Para evitar la confusión, cuando hablemos de la doctrina que hemos mencionado en último lugar, utilizaremos la expresión “doctrina de Dios”. La figura 1 puede resultar útil para visualizar estas relaciones.
Figura 1
Sentidos de “Teología”
Teología sistemática y teología bíblica
Cuando investigamos la relación entre la teología sistemática y otras disciplinas doctrinales, notamos que hay una relación estrecha entre la teología sistemática y la bíblica. El teólogo sistemático depende del trabajo y las perspectivas de los obreros del viñedo exegético.
Es necesario distinguir tres sentidos en la expresión “teología bíblica.” La teología bíblica se puede considerar como el movimiento que surgió con este nombre en los años cuarenta, floreció en los cincuenta y declinó en los sesenta.18 Este movimiento tenía muchas afinidades con la teología neoortodoxa. Muchos de sus conceptos básicos fueron criticados severamente, en especial por James Barr en The Semantics of Biblical Language.19 El declive del movimiento de teología bíblica ha sido documentado por Brevard Childs en su Biblical Theology in Crisis.20 Ahora parece que, a pesar de su nombre, el movimiento no fue siempre especialmente bíblico. De hecho, a veces fue bastante no bíblico.21
Un segundo significado de la teología bíblica es el contenido teológico del Antiguo y Nuevo Testamento, o la teología que hay en los libros bíblicos. Según este uso, hay dos enfoques a la teología bíblica. Uno es el puramente descriptivo que defiende Krister Stendahl.22 Esto es simplemente una presentación de las enseñanzas bíblicas de Pablo, Juan y otros autores del Nuevo Testamento. Como describe sistemáticamente las creencias religiosas del siglo primero, puede ser considerada una teología sistemática del Nuevo Testamento. (Los que ven una mayor diversidad podrían hablar de “teologías del Nuevo Testamento”). Esto es lo que Johann Philipp Gabler llama teología bíblica en el sentido amplio o “verdadera” teología bíblica. Gabler también habla de otro enfoque, llamémosle teología bíblica “pura,” que es el aislamiento y la presentación de las enseñanzas bíblicas que son válidas para todos los tiempos. En este enfoque, estas enseñanzas han sido depuradas de los conceptos contingentes con que se expresaron en la Biblia.23 Hoy podríamos llamar a esto la distinción entre teología bíblica descriptiva y teología bíblica normativa. Sin embargo, tenga en cuenta que ninguno de estos enfoques es teología dogmática o sistemática, ya que no se intenta contemporizar o expresar estos conceptos inmutables de forma que se puedan entender en nuestros días. Brevard Childs ha sugerido que esta es la dirección hacia la que debería ir la teología en el futuro.24 Es este segundo significado de teología bíblica, en el sentido “verdadero” o “puro,” el que tendremos en mente cuando aparezca el término “teología bíblica” en este volumen.
Un significado final de la expresión “teología bíblica” es simplemente la teología que es bíblica, esto es, basada en la Biblia y fiel a sus enseñanzas. En este sentido, la mejor teología sistemática sería teología bíblica. No sólo está basada en la teología bíblica; es teología bíblica. Nuestro objetivo es la teología bíblica sistemática. Nuestro objetivo es la teología bíblica “pura” (en el segundo sentido) contemporizada. La teología sistemática se basa en la obra del teólogo bíblico. La teología bíblica, por así decirlo, es la materia prima con la que trabaja la teología sistemática.
Teología sistemática y teología histórica
Si la teología del Nuevo Testamento es la teología sistemática del siglo primero, la teología histórica estudia las teologías sistemáticas que mantuvieron y enseñaron los distintos teólogos a lo largo de la historia de la iglesia. Hay dos maneras principales de organizar la teología histórica. Una podría ser mediante el estudio de la teología de un tiempo en concreto o un tipo de teología o escuela teológica con respecto a distintas áreas de doctrina. Por tanto, la teología de cada siglo o de cada periodo principal debería ser examinada de forma secuencial.25 A esto se le podría llamar enfoque sincrónico. El otro enfoque es seguir los pasos de la historia del pensamiento de una doctrina en concreto (o de una serie de ellas) a lo largo de la vida de la iglesia.26 Este podría ser denominado enfoque diacrónico. Se podría examinar por ejemplo, la historia de la doctrina de la expiación desde los tiempos bíblicos hasta la actualidad. De la misma manera se podría investigar la doctrina de la iglesia. A este último método de organizar el estudio de la teología histórica a menudo se le denomina historia de las doctrinas, mientras que a la primera se la suele denominar historia del pensamiento cristiano.
El teólogo sistemático encuentra valores significativos en el estudio de la teología histórica. Primero, nos hace más conscientes de nosotros mismos y más autocríticos, más conscientes de nuestras propias presuposiciones. Todos damos una perspectiva particular al estudio de la Biblia (o de cualquier otro material) que está muy influida por la situación histórica y cultural en la que hemos crecido. Sin ser conscientes de ello, pasamos todo lo que pensamos a través del filtro de nuestro entendimiento (o “preentendimiento”). Una interpretación ya entra a través de la percepción. La pregunta es: ¿Cómo podemos controlar y canalizar este preentendimiento para evitar que distorsione el material con el que estamos trabajando? Si somos conscientes de nuestras presuposiciones, podemos tratar de compensar de forma consciente esta tendencia. Pero ¿cómo sabemos que nuestra manera de entender algo es nuestra manera de percibir la verdad y no la verdad en sí? Una forma de hacer esto es estudiar las distintas interpretaciones y declaraciones hechas en distintos tiempos de la vida de la iglesia. Esto nos muestra que hay maneras alternativas de ver el asunto. También nos hace sensibles a la manera en que la cultura afecta a nuestra manera de pensar. Es posible estudiar las formulaciones cristológicas de los siglos cuarto y quinto y reconocer la influencia que tuvo la metafísica griega en el modo de desarrollar las categorías. Uno puede hacerlo sin darse cuenta de que nuestra propia interpretación de los materiales bíblicos sobre la persona de Cristo (y nuestra propia interpretación de la cristología del siglo cuarto) sufre una influencia similar de nuestro entorno intelectual actual. Si no nos damos cuenta de eso, seguramente es porque sufrimos de miopía intelectual.27 Observando cómo influyó la cultura en el pensamiento teológico en el pasado nos deberíamos dar cuenta de lo que nos está sucediendo ahora.
Un segundo valor de la teología histórica es que podemos aprender a hacer teología estudiando cómo otros la han hecho en el pasado. La adaptación de Tomás de Aquino de la metafísica aristotélica para exponer la fe cristiana puede resultar instructiva para saber cómo emplear las ideologías contemporáneas para expresar los conceptos teológicos hoy en día. El estudio de cómo hacían teología un Calvino, un Karl Barth o un Agustín nos ofrece un buen modelo y nos debería servir de inspiración.
Un tercer valor de la teología histórica es que puede proporcionar un medio para evaluar una idea en particular. A menudo resulta difícil ver las implicaciones de un determinado concepto. Sin embargo, con frecuencia las ideas que parecen tan novedosas hoy en realidad tuvieron sus precursoras en etapas anteriores de la vida de la iglesia. Intentando evaluar las implicaciones del punto de vista de los Testigos de Jehová sobre la persona de Cristo, uno podría examinar el punto de vista de Arrio en el siglo cuarto y ver a donde condujo en ese caso. La historia es el laboratorio de la teología, en el cual se comprueban las ideas que adopta o que piensa adoptar.28 Los que no aprenden del pasado, como dijo George Santayana, están condenados a repetirlo. Si examinamos con cuidado algunas de nuestras “nuevas” ideas a la luz de la historia de la iglesia, nos daremos cuenta de que son formas nuevas para conceptos antiguos. No es necesario comprometerse con un punto de vista cíclico sobre la historia29 para estar de acuerdo con lo que dice el autor de Eclesiastés de que no hay nada nuevo bajo el sol (Ecl. 1:9).
Teología sistemática y teología filosófica
La teología sistemática también utiliza la teología filosófica.30 Los teólogos creen que la filosofía o la filosofía de la religión puede contribuir de tres maneras diferentes a la teología: la filosofía puede (1) proporcionar contenidos a la teología; (2) defender la teología o establecer su verdad; (3) examinar a fondo sus conceptos y argumentos. En el siglo veinte, Karl Barth reaccionó vigorosamente contra el primero de estos tres puntos de vista, y bastante en contra del segundo. Su reacción estaba dirigida hacia un tipo de teología que se había convertido virtualmente en una filosofía de la religión o teología natural. Al mismo tiempo, la influyente escuela de filosofía analítica restringía su trabajo al tercer tipo de actividad. Es aquí donde la filosofía tiene su mayor valor: el escrutinio del significado de los términos e ideas empleados en la teología, la crítica de sus argumentos y la clarificación del mensaje. A juicio de este autor, la filosofía, desde un punto de vista restringido, también realiza la segunda función sopesando las afirmaciones que expresa la teología y ofreciendo parte de la base para aceptar el mensaje. Por tanto la filosofía puede servir para justificar en parte la tarea en la que se encuentra la teología.31 Aunque la filosofía, junto con otras disciplinas del conocimiento, puede aportar algo de la revelación general a la comprensión de los conceptos teológicos, esta contribución es relativamente poco importante si la comparamos con la revelación especial que tenemos en la Biblia.
La necesidad de la teología
¿Pero realmente es necesaria la teología? Si amo a Jesús, ¿no es eso suficiente? Desde luego la teología parece tener ciertas desventajas. Complica el mensaje cristiano, haciéndolo confuso y difícil de entender para alguien que no sea un especialista. Parece impedir la comunicación de la verdad cristiana en lugar de ayudar a ello. ¿La teología no divide en lugar de unir a la iglesia, el cuerpo de Cristo? Fijémonos si no en el número de divisiones denominacionales que se han debido a una comprensión o una creencia distinta en áreas de poca importancia. Entonces ¿es la teología deseable y útil? Varias consideraciones sugieren que la respuesta a esta pregunta es sí.
1. La teología es importante porque las creencias doctrinales correctas son esenciales para la relación entre el creyente y Dios. Una de estas trata de la existencia y el carácter de Dios. El autor de Hebreos cuando describe a los que, como Abel y Enoc, complacían a Dios, dice: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que lo buscan.” (11:6). El autor no quiere decir que el que intenta aproximarse a Dios puede verse rechazado por falta de fe, sino que uno ni siquiera intentaría aproximarse a Dios sin esta creencia.
Creer en la deidad de Jesucristo también parece esencial para la relación. Después de que Jesús preguntara a sus discípulos lo que la gente pensaba de él, también preguntó: “Y vosotros ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el hijo del Dios viviente.” Lo cual recibió la plena aprobación de Jesús. (Mt. 16:13-19). No es suficiente tener hacia Jesús un sentimiento cálido y positivo. También se debe tener una comprensión y una creencia correcta. La humanidad de Jesús es igualmente importante. 1 Juan se escribió para combatir las enseñanzas de algunos que decían que Jesús no era realmente humano. Estos “docetistas” mantenían que la humanidad de Jesús sólo era una apariencia. Juan señaló la importancia de creer en la humanidad de Jesús cuando escribió: “En esto conoced el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios.” (1 Jn. 4:2-3). Finalmente en Romanos 10:9-10, Pablo une la creencia en la resurrección de Cristo (que es a la vez un hecho histórico y una doctrina) directamente con la experiencia de la salvación: “Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo, porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” Estos son algunos ejemplos de la importancia de la creencia correcta. Por lo tanto la teología, que se preocupa por definir y establecer la creencia correcta, es importante.
2. La teología es necesaria porque la verdad y la experiencia están relacionadas. Aunque algunos niegan o al menos cuestionan esta conexión, a la larga afecta a nuestra experiencia. Una persona que cae del décimo piso de un edificio puede gritar al pasar por cada ventana “todavía estoy bien” y ser verdad, pero al final los hechos alcanzan a la experiencia de la persona. Podemos vivir felices durante horas e incluso días después de que alguien muy amado, sin nosotros saberlo, haya fallecido, pero una vez más la verdad llegará con efecto devastador sobre nuestra experiencia. Como el significado y la verdad de la fe cristiana al final tendrán importancia en nuestra experiencia, tenemos que llegar a aceptarlas.
3. La teología es necesaria debido al gran número de alternativas y retos que hay en la actualidad. Las alternativas seculares abundan, incluido el humanismo que considera al ser humano el objeto de más valor, y el método científico que busca la verdad sin recurrir a la revelación de un ser divino. Otras religiones compiten ahora con el cristianismo, incluso en la que una vez fue considerada la segura civilización occidental. No sólo se exportan automóviles, aparatos electrónicos y cámaras a Occidente procedentes de Oriente. Las religiones orientales también están retando hoy en día a lo que virtualmente era dominio del cristianismo. El Islam está creciendo rápidamente en los EEUU, especialmente entre los varones afro-americanos.32 También han hecho su aparición gran número de cuasi-religiones. Han surgido muchísimos sistemas de autoayuda psicológica. Las sectas no han quedado restringidas a las grandes y conocidas (como los testigos de Jehová o los mormones). Muchos grupos que practican el lavado de cerebro y el control mental atraen ahora a individuos que desean encontrar una alternativa al cristianismo convencional. Finalmente, también existen muchas enseñanzas distintas, algunas de ellas contradictorias, dentro del cristianismo.
La solución a la confusión no es sólo determinar cuáles de esos puntos de vista son falsos y refutarlos. Los empleados de banca aprenden a detectar dinero falso no estudiando los billetes falsos sino examinando muchos ejemplos de dinero auténtico. Lo miran, lo tocan, lo analizan desde todos los puntos. Así cuando les llegan billetes falsos reconocen la diferencia inmediatamente. De la misma manera, entender correctamente las enseñanzas doctrinales del cristianismo es la solución a la confusión creada por la miríada de los que pretenden tener la verdad consigo.
El punto de partida de la teología
El intento de los teólogos de desarrollar un tratamiento sistemático de la teología cristiana pronto encuentra un dilema en lo que se refiere al punto de partida. ¿La teología debería empezar con la idea de Dios o con la naturaleza y los medios que tenemos para conocerla? Para nuestra tarea aquí ¿se debería tratar primero la doctrina de Dios o la doctrina de las Escrituras? Si por una parte se empieza con Dios, surge la pregunta: ¿Cómo se puede decir sobre él algo que tenga sentido sin haber examinado la naturaleza de la revelación sobre él? Por otra parte, empezar con la Biblia o con otra fuente de revelación parece asumir la existencia de Dios, minando totalmente su derecho a ser considerado una revelación. El dilema al que se enfrenta aquí la teología es similar al problema filosófico sobre la prioridad de la metafísica o la epistemología. Por una parte, un objeto no puede ser investigado sin tomar una decisión sobre el método de conocimiento. Por otra parte, sin embargo, el método de conocimiento dependerá en gran medida de la naturaleza del objeto a conocer.
La primera alternativa, empezar con una discusión sobre Dios antes de tomar en consideración la naturaleza de las Escrituras, es la que han tomado muchas teologías tradicionales. Aunque algunas simplemente empiezan utilizando las Escrituras para estudiar a Dios sin formularse una doctrina sobre las Escrituras, el problema con esto es bastante evidente. Un enfoque común es intentar establecer la existencia de Dios a través de procedimientos extrabíblicos. Un ejemplo clásico es la teología sistemática de Augustus Hopkins Strong.33 Él comienza su teología con la existencia de Dios, pero no ofrece ninguna prueba de la misma. En su lugar mantiene que la idea de Dios es una verdad primaria, una intuición racional. No es un conocimiento escrito en el alma, sino una suposición que es tan básica que todos los demás conocimientos dependen de ella. Llega a la conciencia por la experiencia, pero no se deriva de esa experiencia. Todos la tienen, es imposible negarla y no se puede resolver o probar con ninguna otra idea. Otra forma de este enfoque utiliza un tipo más empírico de teología natural. Tomás de Aquino mantenía que la existencia de Dios se podía probar mediante la razón pura sin confiar en ninguna autoridad externa. Basándose en sus observaciones formuló cinco pruebas (o prueba quíntuple) para la existencia de Dios (por ejemplo la prueba del movimiento y el cambio, la prueba del orden en el universo). Estas pruebas fueron formuladas de forma independiente y antes de recurrir a la revelación bíblica.34