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CURSO DE FORMACION
TEOLOGICA EVANGELICA

Volumen V

DOCTRINAS
DE LA GRACIA

por

Francisco Lacueva

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Editorial CLIE

C/ Ferrocarril, 8

08232 VILADECAVALLS (Barcelona) ESPAÑA

E-mail: clie@clie.es

Internet: http://www.clie.es

DOCTRINAS DE LA GRACIA

© 1975, de la Misión Evangélica Bautista

de España.

ISBN 978-84-7228-193-6

eISBN 978-84-8267-448-3

ESTE CURSO DE FORMACION TEOLOGICA EVANGELICA

constará de los siguientes títulos:

I.INTRODUCCION A LA TEOLOGIA*
Por J. Grau
II.UN DIOS EN TRES PERSONAS*
Por F. Lacueva
III.EL HOMBRE: SU GRANDEZA Y SU MISERIA
Por F. Lacueva
IV.LA PERSONA Y LA OBRA DE JESUCRISTO
Por F. Lacueva
V.DOCTRINAS DE LA GRACIA*
Por F. Lacueva
VI.LA IGLESIA, CUERPO DE CRISTO*
Por F. Lacueva
VII.ESCATOLOGIA: FINAL DE LOS TIEMPOS
Por J. Grau
VIII.CATOLICISMO ROMANO*
Por F. Lacueva
IX.HISTORIA DE LA IGLESIA
Por J. Grau
X.ETICA CRISTIANA*
Por F. Lacueva
XI.PASTORAL Y HOMILETICA
(Manual para pastores, misioneros y predicadores)
Por J. M. Martínez

* PUBLICADOS YA BAJO LOS AUSPICIOS DE LA
«MISION EVANGELICA BAUTISTA EN ESPAÑA»

De venta en CLIE, Moragas y Barret, 113-115 Tarrasa (Barcelona), y en las librerías evangélicas de España e Hispanoamérica

INDICE DE MATERIAS

INTRODUCCION

PRIMERA PARTE: EL ORDEN DE LA SALVACION

Lección 1.ª Existencia de un orden de la salvación. 1. El hilo de oro de la Teología. 2. El orden de la salvación en la eternidad. 3. El orden de la salvación en el tiempo. 4. Las agencias de la salvación

Lección 2.ª Naturaleza del orden de la salvación. 1. La Ley y el Evangelio. 2. El orden subjetivo de la salvación

Lección 3.ª La union con jesucristo. 1. «En Cristo». 2. Propiedades de nuestra unión con Jesucristo. 3. Consecuencias de esta doctrina

Lección 4.ª La tarea del Espíritu Santo en el orden de la salvación. 1. Necesidad de la obra del Espíritu Santo. 2. El Espíritu Santo en la regeneración. 3. El Espíritu Santo en la justificación. 4. El Espíritu Santo en la santificación. 5. El Espíritu Santo y la glorificación del creyente. 6. La obra general del Espíritu Santo. 7. Dos escollos que hay que evitar

SEGUNDA PARTE: LA GRACIA

Lección 5.ª Concepto de gracia. 1. El uso del Antiguo Testamento. 2. El uso del Nuevo Testamento. 3. La gracia como don inmerecido

Lección 6.ª Sistemas teológicos acerca de la gracia (I). 1. Pelagianismo. 2. Semipelagianismo. 3. La Iglesia de Roma

Lección 7.ª Sistemas teológicos acerca de la gracia (II). 4. La Reforma. 5. El Arminianismo. 6. Wesley. 7. El Calvinismo 8. Un Calvinismo rebajado

TERCERA PARTE: EL PROCESO DE SELECCION

Lección 8.ª La elección eterna. 1. Noción de elección divina. 2. Existencia de esta elección 3. Objeciones contra la doctrina de la elección

Lección 9.ª La predestinación. 1. Noción de predestinación. 2. Dos verbos significativos

Lección 10.ª El llamamiento divino. 1. ¿Qué se entiende por llamamiento divino? 2. Características del llamamiento divino. 3. Dos preguntas

CUARTA PARTE: EL PROCESO DE LA CONVERSION

Lección 11.ª La regeneración espiritual (I). 1. El momento decisivo. 2. Concepto de regeneración. 3. Terminología bíblica. 4. Características de la regeneración

Lección 12.ª La regeneración espiritual (II). 5. La causa eficiente de la regeneración espiritual: A) La regeneración no se produce por herencia. B) La regeneración no es producto de la voluntad carnal. C) La regeneración no es producto del esfuerzo humano. D) La causa agente de la regeneración es el Espíritu Santo

Lección 13.ª El Arrepentimiento. 1. Noción de arrepentimiento. 2. Causa agente del arrepentimiento. 3. Principales desviaciones de la noción bíblica de arrepentimiento

Lección 14.ª La fe (I). 1. Noción de fe. 2. Elementos de la fe. 3. ¿Cómo describe el Nuevo Testamento el concepto de fe? 4. Clases de fe

Lección 15.ª La fe (II). 5. Objeto de la fe. 6. La base íntima de la fe. 7. Historia y desviaciones del concepto de fe

Lección 16.ª Fe y obras. 1. La fe no es obra. 2. La fe fructifica en obras. 3. La fe es susceptible de aumento y progreso

QUINTA PARTE: LA JUSTIFICACION DEL IMPIO

Lección 17.ª Concepto de justificación. 1. Noción de justificación. 2. Terminología bíblica. 3. Elementos de la justificación: A) Un perdón del pasado. B) Una aceptación en el presente. C) Una posición firme frente al futuro

Lección 18.ª Naturaleza de la justificación

Lección 19.ª Conexiones de la justificación. 1. Relación de la justificación con la santificación. 2. Relación de la justificación con la fe. 3. Fundamento de la justificación por la fe. 4. Objeciones contra la justificación por la fe

Lección 20.ª La adopción filial. 1. Noción de adopción. 2. Relación de la adopción con la regeneración. 3. Relación de la adopción con la justificación. 4. El derecho a la herencia

SEXTA PARTE: LA SANTIFICACION

Lección 21.ª Concepto de santificación. 1. El poder del pecado. 2. Noción de santificación. 3. La terminología bíblica. 4. Historia del concepto de santificación

Lección 22.ª Naturaleza de la santificación. 1. Verdadera naturaleza de la santificación. 2. Los dos aspectos de la santificación

Lección 23.ª Los medios de santificación. 1. La agencia principal de santificación. 2. Medio subjetivo: la fe. 3. Los medios objetivos: A) La Palabra de Dios. B) Las Ordenanzas. C) La Providencia. D) La Comunión con los hermanos. E) La oración

Lección 24.ª Las buenas obras. 1. Concepto de “obra buena”. 2. Características de las buenas obras. 3. Necesidad de las buenas obras. 4. ¿Puede el inconverso hacer buenas obras?

Lección 25.ª La Purificación. 1. Los fallos en la comunión con Dios. 2. Los enemigos de la santificación. 3. La purificación, proceso de integración

Lección 26.ª Dos extremos erróneos en materia de santificación. 1. El Antinomianismo. 2. El Perfeccionismo

SEPTIMA PARTE: LA PERSEVERANCIA FINAL

Lección 27.ª La preservación divina del creyente. 1. Evolución histórica del concepto de perseverancia. 2. ¿Perseverancia o preservación? 3. ¿Qué dice la Escritura?

Lección 28.ª La perseverancia final. Pruebas y objeciones. 1. Pruebas deductivas de la perseverancia final. 2. Objeciones contra la doctrina de la perseverancia final

Lección 29.ª La seguridad de la salvación. 1. ¿Qué dice el Nuevo Testamento? 2. Seguridad de salvación y convicción subjetiva de seguridad. 3. Objeciones a la doctrina de la seguridad de la salvación

Lección 30.ª La glorificación o consumación de la salvación. 1. ¿Qué entendemos por “glorificación”? 2. ¿Cuánto tendrá lugar la glorificación de los elegidos? 3. Circunstancias de la glorificación. 4. Ultimas conclusiones de este tratado

BIBLIOGRAFIA

INTRODUCCION

Todos los temas que caen dentro del ámbito de la Teología Bíblica son prácticos, porque el mensaje de la Revelación—desde la noción de Dios hasta el estudio de “las últimas cosas”— es “doctrina de vida” y destinada a suministrar una “nueva vida” por la acción del Espíritu, y a vivificar toda lapraxis” de una persona ya regenerada. Pero hay dos materias especialmente prácticas: la Etica Cristiana (volumen recién editado) que, por definición, se refiere a la conducta del creyente, y las Doctrinas de la Gracia, de las que vamos a tratar en el presente volumen.

Las doctrinas de la gracia son, pues, doblemente prácticas: 1) por formar parte del mensaje de salvación; 2) por afectar en su cercanía más próxima a la experiencia personal de cada uno de nosotros. No se trata aquí de penetrar en el conocimiento del Dios trascendente, que puede parecer lejano a nuestros quehaceres y problemas de cada día. Se trata del diálogo salvífico que Dios, libremente y por pura gracia, ha comenzado con nosotros, a través de Jesucristo, y de la respuesta personal que en nosotros se origina en virtud de esa gracia y por el poder del Espíritu vivificante. Se trata, en una palabra, de la aplicación que Dios hace a cada uno de los que se salvan, del poder reconciliador de la obra de Cristo, mediante la energía del Espíritu.

Por tanto, si toda la Teología es enseñada para ser vivida, con mayor razón hemos de estar dispuestos a vivir las enseñanzas de este volumen, todas ellas destinadas a descubrirnos, desde la Palabra de Dios, el origen, la naturaleza y el glorioso destino de esagraciaque es la vida espiritual: Cristo viviendo en nosotros por la comunicación y el poder de su Espíritu.

Hemos dicho que, en este volumen, se trata de la aplicación del poder reconciliador de la obra de Cristo, con lo cual damos a entender que la obra de nuestra salvación comprende dos momentos culminantes: la obtención de nuestra redención o rescate, operada una sola vez por todas en la Cruz del Calvario (lo cual ha sido materia del volumen IV de esta serie) y la aplicación a cada uno de los que son salvos, de aquella redención que fue llevada a cabo en el Calvario. Podemos ilustrar este doble estadio de la salvación con un símil muy apropiado: Supongamos que nos hallamos sedientos, fatigados y desorientados, en medio de un desierto sin agua. Estamos abocados a la muerte. Pero llega hasta nosotros un ingeniero que descubre enseguida una corriente subterránea de agua. Logra alumbrar un pozo artesiano y el agua brota en abundancia, con poder de apagar la sed de cuantos crucen por el desierto. ¿Están ya a salvo de la muerte los sedientos caminantes? Sí, pero a condición de que se acerquen a beber del agua, o que ésta les sea llevada por medio de vasijas o de canales y tuberías. Ya está conseguida la provisión de agua para todos, pero es necesario beber de ella para no morir de sed.

Lo mismo ocurre en la obra de nuestra salvación: En la Cruz del Calvario, Dios abrió para nosotros, las fuentes de la salvación (Is. 12:3). Pero ahora es preciso que cada uno de nosotros vayamos a las aguas (Is. 55:1; Ap. 21:6; 22:17) elevando nuestros ojos, por fe, al Crucificado (Jn. 3:14-15), para hacer nuestra la salvación obtenida por Cristo.

En esta difícil materia, como en muchos otros temas teológicos, es fácil equivocarse por tomar como Palabra de Dios lo que es un prejuicio, con mayor o menor peso detradición”. Atengámonos solamente, y en todo, a la enseñanza de la Sagrada Escritura tomada en conjunto, o sea, “todo el consejo de Dios” (Hech. 20:27), sin escamotear los pasajes que parece que no encajan en nuestro esquema doctrinal ya prejuzgado, sino acudiendo a los textos claros y tratando de entender lo oscuro mediante lo claro, no viceversa. Seamos humildes para rendir nuestro entendimiento ante el mensaje de Dios y, aunque a veces no entendamos cómo se compaginan algunos textos, agarrémonos firmemente a los extremos revelados aunque no alcancemos a ver el eslabón que los une, seguros de que, si perseveramos constantes en el estudio y la oración, se irá ensanchando la perspectiva de nuestros conocimientos bíblicos y lo recién aprendido proyectará nuevos rayos de luz sobre la penumbra de lo anteriormente estudiado.

Todos saben que la Historia de la Salvación se halla resumida en un solo versículo: Juan 3:16, al que Lutero llamaba “la Biblia en miniatura”. Vamos a cerrar esta Introducción resumiendo el comentario que de dicho versículo hace L.S. Chafer en el Epílogo del volumen III de su Systematic Theology, pp. 394-395, puesto que dicho versículo compendia la materia del presente volumen:

A)“De tal manera amó Dios al mundo”. En siete palabras vemos expresado cuánto y con cuán sublime amor (“egápesen”, un amor con raíces en el Cielo) amó Dios a este mundo perdido, necesitado, rebelde: a este mundo que, de suyo, aborrece a Dios, es enemigo declarado de Dios, hasta que el amor de Dios lo vence (cf. Rom. 5:8).

B)“que ha dado a su Hijo Unigénito”. Otras siete palabras para revelarnos el “inefable d0on(2ª Cor. 9:15) del Padre y el inconmensurable sacrificio del Hijo, con su profundo anonadamiento (Flp. 2:7-8) y su admirable obra de sustitución vicaria en la Cruz (2.ª Cor 5:21).

C)para que quienquiera que en El crea”. De nuevo, siete palabras nos aclaran que no todos creen y se salvan, sino que hay un grupo de creyentes (elegidos), que la salvación se obtiene sólo por Cristo, sólo mediante la fe, por la fe sola, y con toda seguridad.

D)“no se pierda, mas tenga vida eterna”. Finalmente, también son ahora siete palabras las que nos muestran el espantoso estado en que permanecen los que rehúsan creer (“apóletai” = perece, queda destruido) y el glorioso destino de los elegidos para creer, por el poder del Espíritu: la vida eterna, o sea, la “zoé aiónios”, la misma vida que estaba en el Verbo (Jn. 1:4) desde toda la eternidad, la que El ha venido a traer en abundancia (Jn. 10:10) y que no se acabará jamás (Jn. 10:28; 11:26). Una vida eterna que bien merece el sacrificio de nuestra vida exteror (“bios” o tren de vida, 1.ª Jn. 3:17) y el de nuestra “psyché” o vida terrenal (Mt. 10:39; Mc. 8:35; Lc. 9:24; 14:26; 17:33; Jn. 12:25).

Mi gratitud a los hermanos de las iglesias bautistas independientes de San Eusebio, 54, en Barcelona, y de Ramón y Cajal, 60, en Santa Cruz de Tenerife, por las preguntas y sugerencias que me han permitido corregir y mejorar los conceptas vertidos en los estudios habidos sobre esta materia; al escritor y profesor evangélico D. José Grau, por sus consejos y sugerencias tras revisar el manuscrito, a la Editorial CLIE, cuyo esmero en la impresión y presentación de estos volúmenes es patente, y a la “Misión Evangélica Bautista en España”, bajo cuyas auspicios se publica el presente volumen, así como los anteriores editados de este CURSO DE FORMACION TEOLOGICA EVANGELICA.

Primera parte

El orden de la salvación

LECCION 1.ª
EXISTENCIA DE UN ORDEN DE LA SALVACION

1. El hilo de oro de la Teología

El Dr. E.F. Kevan1 llama a la doctrina de la gracia “el hilo de oro que enhebra todas las ramas de la Dogmática.” En efecto, esta doctrina conecta con la doctrina fundamental de la Revelación, la cual es ya una gracia en sí misma; con la doctrina de un Dios en tres Personas, ya que nos muestra al Padre que ama, al Hijo que redime y al Espíritu Santo que vivifica; con la doctrina del hombre caído, pues es precisamente la miseria del hombre la que sirve de trasfondo a su profunda necesidad de la gracia (Rom. 3:23) y a su total incapacidad para salvarse; con la Cristología, ya que todo en Jesucristo, su persona y su obra, es la gran expresión de la gracia; con la doctrina sobre la Iglesia, puesto que ésta es el resultado de la gracia y el “pléroma” o plenitud de Cristo, donde éste actúa como agencia de salvación en que se encuentran los medios de gracia; finalmente, con la Escatología, pues ésta es la consumación de la gracia, la glorificación de los favorecidos con la gracia, y el triunfo del Redentor para honor y alabanza del Dios que es Amor completamente gratuito2.

2. El orden de la salvación en la eternidad

Se llama “orden de la salvación” al proceso por el que la salvación obtenida por Jesucristo se aplica o administra a las personas que son salvas.

Aunque hayamos de retrotraernos al pacto eterno que la Trinidad Divina estableció para la salvación del hombre caído, siempre es bueno tener en cuenta lo que esto comporta para entender mejor el plan de nuestra salvación. Varios son los lugares que implican la existencia de tal convenio entre las personas divinas:

A)Hebr. 10:5-7, citando el Salmo 40:7-9, nos muestra al Padre encomendando al Hijo una tarea redentora, sacrificial, que comportará una victoria y una realeza (V. Sal. 2; Hech. 13:33; 1.ª Cor. 15:24-28; Hebr. 1:5; 5:5, a la luz de Lc. 22:29, donde es notable el verbo “diatíthemi”, de donde viene “diathéke” = pacto).

B)Jesucristo aparece, especialmente en Juan, como el Enviado del Padre, cuya voluntad y cuya obra está totalmente entregado a realizar, hasta hacer de ella su alimento (V. Jn. 4:34; 5:30,43; 6:38-39; 10:18; 17:4).

C)Is. 53:10-12 y Ef. 4:8-10 nos informan de la batalla y de la victoria, así como del botín que el Padre ha puesto en manos de Cristo (V. Jn. 6:37-44; 10:28-30; 17:6-12), hasta hacerlo Cabeza de los redimidos (Rom. 5:12ss.; 1.ª Cor. 15:22; etc.).

D)Mientras que el Verbo, en su humanidad, es la revelación del amor de Dios y nuestro sustituto en la obra de la reconciliación (Jn. 1:14,18; 14:9; 2.ª Cor. 5:21), el Espíritu es el gran “Don” por el que se derrama en nosotros el Amor y se hace exégesis fervorosa el recuerdo del Verbo Encarnado (V. Rom. 5:5; Jn. 14:26).

3. El orden de la salvación en el tiempo

Del pacto de la redención establecido entre las personas de la Trinidad y encaminado a la salvación de los hombres perdidos, fluye el pacto de gracia que muestra la actitud de Dios hacia el pecador mediante la obra de Cristo. Aunque, como en todo pacto, hay dos partes, sin embargo en éste toda la iniciativa surge de Dios: Dios establece el decreto; Dios provee el medio de rescate (la Cruz); Dios suministra el Espíritu vivificante, la fe justificante, el arrepentimiento transformante y la perseverancia del creyente. Toda la base o fundación del pacto está en Dios, pues de El recibe el pacto su firmeza y seguridad, mientras que el hombre, incapaz de aportar por sí mismo ninguna contribución, se limita a extender la mano de la fe y a recibir el don de Dios.

El Mediador de este pacto, como se nos describe en Hebreos con todo lujo de detalles, es Jesucristo: de parte de Dios, El lleva al hombre la salvación mediante el sacrificio de Sí mismo; de parte del hombre, ofrece a Dios —hecho El mismo “pecado”— lo que el hombre pecador debería hacer por Dios si pudiese: expiar sus pecados en la Cruz.

Así, el pacto que es absoluto e incondicional en la voluntad de Dios de salvar a los hombres perdidos, queda de algún modo condicionado: A) por la obra de Cristo, que ha de proveer el pago del rescate; B) por la fe del hombre pecador, que es como la mano con que se apropia los beneficios del pacto. Sin embargo, ninguno de estos dos elementos arrebata al Padre la iniciativa de la salvación. No el 1.º, porque, en realidad, no es Jesucristo el que se lanza por sí mismo a reconciliar a los hombres con Dios, sino que “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo” (2.ª Cor. 5:19). No el 2.º, porque la fe misma del pecador arrepentido es un “don de Dios” (Ef. 2:8).

4. Las agencias de la salvación

Surgiendo toda la obra de nuestra salvación de la amorosa iniciativa del Padre, las otras dos personas de la Trinidad Divina se constituyen en agentes de la salvación, con dos agencias respectivas o medios de salvación: La Palabra y las Ordenanzas. El Espíritu usa de la agencia de la Palabra de Dios para convencer de pecado, introducir en el corazón el mensaje de vida, y conducir al creyente por el camino de Jesucristo; la respuesta del hombre es la apertura de su persona, por la obediencia de la fe (Rom. 1:5; 16:26), al mensaje de salvación. Por su parte, Jesucristo instituye sus ordenanzas para expresarnos simbólicamente Su obra y patentizar externamente nuestra unidad con El, por medio del Bautismo, habiendo sido complantados en Su muerte y resurrección (Rom. 6:3ss.), y nuestra unidad con los miembros de su Cuerpo, mediante la Cena —recuerdo, mensaje y profecía esperanzada— (1.ª Cor. 10:17; 11:26); la respuesta del cristiano es la obediencia del corazón, de la boca y de la conducta a los mandatos de Cristo.

La fe y la oración, al ser meras condiciones subjetivas para la recepción de los beneficios de la salvación, sólo impropiamente pueden llamarse medios de gracia.

CUESTIONARIO:

1. ¿Cuál es la conexión del presente volumen con los demás volúmenes de la serie teológica?2. ¿A qué se llama “orden de la salvación”?3. ¿Cómo aparece en la persona y en la obra de Cristo el resultado del pacto eterno entre las personas divinas para la salvación del hombre?4. ¿A qué se llama “pacto de gracia”?5. ¿Quién es el Mediador de este pacto?6. ¿Es su aplicación condicional o incondicional?7. ¿Quiénes son los agentes y cuáles las agencias de la salvación?

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1. En su Dogmatic Theology, Volumen V del Curso por correspondencia, lecc. 1.ª, p.º 1 (Traduzco del inglés).

2. “Es gratuito, pero no superfuo”, dice muy bien J.M. González-Ruiz.

LECCION 2.ª
NATURALEZA DEL ORDEN DE LA SALVACION

1. La Ley y el Evangelio

El orden de la salvación comprende dos grandes estadios objetivos e históricos: dos grandes hitos de la llamada “Historia de la Salvación”.3 Estos dos grandes estadios son la Ley y el Evangelio.4 En razón de su enorme importancia, vamos a anticipar algo de lo que diremos después al considerar la relación entre la fe y las obras, aunque en otro contexto. Por no entender bien esta materia, los gálatas judaizantes estaban vaciando de contenido el mensaje de la Buena Noticia o Evangelio, mientras que, más tarde, Marción y sus seguidores (de antes y de ahora) detestaban la Ley y al Dios del Antiguo Testamento, para predicar un Nuevo Testamento completamente desvinculado del Antiguo, así como un “amor” y una “conducción del Espíritu” completamente desvinculados de toda ley (“antinomianismo”, de “anti” = contra, y “nómos” = ley. V. 1.ª Cor. 9:21 “no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo”).

Basta examinar con cuidado las Epístolas de Pablo a los romanos y a los gálatas, para percatarse del exacto papel de la ley. La Ley tenía por objeto:

A)Poner un dique a la corrupción del corazón humano.

B)Ser expresión de la voluntad divina en el orden moral para el pueblo del pacto, o sea, Israel.

C)Servir de ayo (“paidagógos”), o sea, de criado que lleva a los niños al Colegio, a la vez que les enseña buenas maneras y les impone correctivos por sus travesuras. En este caso, la Ley

(a)convence de pecado;

(b)exacerba, en cierto modo, el sentido del pecado, por la conocida reacción psicológica que nos incita a hacer lo que se nos prohíbe taxativamente;

(c)nos muestra la necesidad del Evangelio de gracia y del poder del Espíritu, superior a nuestras fuerzas, para cumplir la Ley.

Jesús asegura, en Mt. 5:17, que no ha venido a abrogar la Ley, sino a cumplirla. El verbo empleado aquí es “pleró-sai”, que significa cumplir en el sentido de llenar, y expresa dos cosas: 1) que Cristo vino a cumplir por Sí mismo la Ley. El fue el único que la cumplió activamente, observándola con toda exactitud, y pasivamente, llevando sobre Sí la maldición de la Ley contra sus infractores, por nosotros y en nuestro lugar, en el madero de la Cruz: 2) que Cristo vino a llenar la Ley del Espíritu que faltaba en el legalismo farisaico, poniendo el amor como único medio de cumplir la Ley rebasándolametánoia,